En ese momento el mar le reventó en la cara , entrando por su nariz la inmensidad de burbujeantes memorias marinas. Sus cabellos azotados por la fuerza del agua flotaban en camara lenta como un puñado de algas marinas, sus brazos dejados ir en la gravedad, suaves y flexibles se dejaban ir para camuflarse con las olas . Los oídos inundados, el corazón y los huesos también . Y Norma no supo nada de todo eso. Cuando cayó desde lo alto del risco , cuando su cara se estrelló en la inmensidad del óceano y esta inmensidad en forma de burbujas inundó su cuerpo, ahí fué que todo se bañó en el silencio, las dudas, el pasado, el presente que habitó sabiendo que no habría un futuro, deseando al menos que el plan que llevó a cabo saliera perfecto. Para Norma abrazar la muerta era el final de la turtuosa existencia de un pez sacado a fuerzas del agua y que ,contra todo pronóstico y lógica, permaneciera años sobreviviendo en la tierra, como una condena , como un milagro , parecidos aparecimientos.
Después de la muerte de Norma el mundo en la tierra siguió existiendo y el mundo submarino recuperó el corazón de un pez , el corazón que ni en el destierro dejó de ser el corazón de un Pez.
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