LA NIÑA DE LA CASA DE PALO:
En un país latino, una niña llamada Alana, nacía en medio de las necesidades que aclaman regularmente estos territorios.
Aparte de las características que acompañaban a Alana, de haber nacido en un país latino, también se mostraba otro pequeño mal; pues sus padres eran separados y la niña estaba creciendo con muchos derechos truncados, perdidos, perplejos y sobre todo… pobre.
Alana como no tenía para lograr mantener sus derechos, fue creciendo en medio de la carencia, la incertidumbre, no faltándole algo tan preciado para todo ser humano; las ganas de salir adelante en medio de las dificultades y que por supuesto contaba con una madre muy llena de ímpetu sin desconocer que su padre luchaba a parte por ayudar a la pequeña Alana.
La niña fue creciendo en una humilde vivienda. Su casa era de Palo, si, de palo de pino; de aquel rehusado que en algún momento alguna familia latina había usado, pero que ya desecha, para aquella familia, para Alana y su mamá fue un tesoro absoluto que le dieron el amor como aquella vivencia de una regalo preciado.
Durante sus ratos de escuela , la niña, sufría de burla por parte de los brabucones del salón; Jacinto y Pablito, nunca dejaron en paz a la pequeña; pues, era evidente que su vida económica era mucho más astuta que la de la pobre Alana; tanto así que ella en medio de sus deseos comer algo, terminaba desayunando papel con un poco de agua de panela hasta que sus jornadas terminaban. Durante un tiempo su maestría Clarita, observó que Alana era una niña con muchas necesidades, por lo cual siempre optó en su lonchera un poco de más, para compartir con la pequeña. Alana fue creciendo, se fue convirtiendo en la mejor estudiante de su escuela hasta el punto de ganar importantes pruebas académicas Alana logró ser la mejor de la historia de su escuela.
El tiempo pasó, y Alana ya es una niña graduada; durante el su despido en la escuela, le agradeció a sus padres porque de alguna manera en medio de sus carencias y separaciones ambos estuvieron pendientes, e incluso la maestras Clarita a quién le dedico una pequeña notita con mucho cariño que decía:
Maestra, este es mi día de finalizar una linda historia y no quiero pasar por alto decirte GRACIAS. Por convertirte en mi mamita cuando me sentía vacía y sobre todo; por darme de comer. Te quiero mucho; Alana. La maestra solo pudo sonreír mientras lloraba de la felicidad y en un abrazo ambas se desearon éxitos para lo que resta de vida. Tiempo después Alana logró una beca estudiantil; puesto que decidió ir a la Capital a estudiar medicina… y así transcurrió más de 6 años.
Alana regresó a su pueblo y un día de prácticas vio que alguien ingresó a su consultorio por urgencias; un poco flaca y desahuciada ingresó la que fue su maestra y segunda mamá, la maestra Clarita. Alana la atendió y tiempo después se enteró que ella había adquirido una fuerte enfermedad, lo que hizo prender las alarmas rápido en Alana. La niña, de hace varios años atrás, sin comida, en una casa vieja de palo, se convertiría poco a poco en la salvavidas de muchas personas de su pueblo, entre estas, la de su querida maestra.
Fue así como Alana, logró llevar el caso de su querida Clarita y junto con otros compañeros, lograron operarla de esa fuerte enfermedad hasta normalizar la vida de su querida Clarita.
Moraleja:
«Siempre es importante como seres humanos, dar más de lo que poseemos a nuestro prójimo; puesto que la vida nos enseña como ser agradecidos en el momento menos indicado».
(continuará).
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