Dos poemas

Que obscenos espejismos sembraron con sed tus oídos.

Y como un parto vertiginoso de palabras,

los vociferantes huecos de la luna te arrastraron.

El miedo se columpiaba en la voracidad de mi silencio.

atravesé mares pretendiendo alcanzarte,

y mi voz se ahogó en la vastedad y la desmemoria.

Tus ojos cruelmente callados emergen como retratos…

Un adiós en mi pupila enciende la noche de tu ausencia…

Con el último eco de la luna, dos poemas se cruzan,

en mi puerta mal cerrada.

Uno te lleva recolectando semillas de otros torrentes

el otro me entrega el ultimo latido de la noche.

Enrique Lara

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