Creo que eso es lo que me ha pedido, le comentó Paco a Luis.

—No creo que se refiera a eso, Paco, ¿No será que por ser extranjera lo ha pronunciado mal?

—Puede, puede que sí, pero sea lo que sea, se me ha despertado la duda.

—Y qué palabras se le podrían parecer. Ten en cuenta que ella algunas palabras las dice de forma muy extraña.

—Sí, sí. Por ejemplo, la palabra izquierdo la pronuncia como izcuierdo o izquerdo, no sé, siempre las cambia. Y la primera vez que me pidió una servilleta, ¿sabes cómo lo dijo?

—Ni idea, ¿Cómo lo pronunció?

—Sirvieleta, así fue, me parece, sirvieleta, suena raro y no se asocia muy bien con la palabra. De no tenerlas a un lado, no me habría dado cuenta de que quería escupir un trozo de pellejo que no podía masticar. Le di la servilleta y se la puso en la boca, luego la dejó con algo dentro en el plato.

—Pues, vaya que nos ha puesto en un dilema.

—Y ¿recuerdas lo de El Zurdo?

—Ah, eso de la carnicería, pues claro. Me lo contaste el mismo día. A ver si me acuerdo…Ya, estabas en la carnicería de Don Pepe, El Zurdo y ella te dijo que él cortaba con la mano izquierda la carne, que ella también era zurda y le dijiste que izquierdo o zurdo, mejor dicho, era la palabra para denominar a los que escriben y hacen las cosas con la mano izquierda. Entonces, ella trató de pronunciarlo, pero le salió eso de iscuierdo o isquerdo, total que no pudiste enseñarla a pronunciar bien y se fue cada quien a hacer sus cosas. Y ¿ahora qué es lo que te ha sorprendido?

—Mira, creo que es una cosa delicada y no me gustaría cometer un gran error. Nadiezda me gusta mucho y no me gustaría que por una palabra, se fuera todo al traste. Es que… ¿Sabes qué me ha pedido?

—No, no, ni idea.

—Pues, es como si me hubiera dicho que le diera el…, bueno ya sabes, eso que nos diferencia de las mujeres.

—Pero cómo puedes decir eso. ¿Qué te dijo? ¿Que se quiere ir a la cama contigo? ¿que se quiere echar un polvo o algo así?

—Pues, es eso precisamente lo que no sé. El otro día en la cafetería se me acercó y me dijo, Paco quiero tu p…Y me sonrojé, ¿sabes? No supe cómo actuar y me fui. Luego ella empezó a seguirme y preguntarme por qué no quería darle lo que me pedía. Empezó a incomodarme mucho porque se puso muy terca. Esta semana la he evitado, pero ella me llama, me deja mensajes en el móvil y cuando me ve se acerca y me mira sin decir palabra, solo cuando se retira me dice si le voy a dar esa cosa.

—Y tú ¿no le has preguntado si se refiere a eso?

—Pues, no. Es que ya sabes que me pone nervioso. Es tan guapa y no me gustaría estropear nuestra relación. Tengo, ¿sabes? La esperanza de que sí, en efecto, tengamos relaciones íntimas, pero así como me lo ha dicho, me crea dudas. ¿Qué tal si se refiere a otra cosa?

—Deberías decírselo. Ve y pregúntale si es que quiere…ya sabes…

—Pero, y sí me dice que no, se enfada y me manda a freír espárragos. Sí me da calabazas me muero. En verdad, estoy enamorado. Desde que llegó al barrio no sé hacer otra cosa que pensar en ella.

—Pues, a mí me parece que tú le gustas. Deberías ir y decirle: “Oye, Nadiezda, ¿quieres que nos acostemos?

—No, no, no estoy loco para hacer eso. Ella es una mujer muy educada y jamás aceptaría una propuesta así. Es por eso que me desconcierta. Por un lado, es muy refinada, y luego me viene con eso del p…

Dos días después. Luis encuentra a Paco con un morete en el ojo derecho.

—Pero dios, ¿qué te ha pasado?

—Ya te imaginarás

—Entonces has ido con Nadiezda, ¿no? —Paco asiente con la cabeza— Y ¿le has preguntado? Luego, se ha enfadado y te ha dado un coñazo, ¿verdad?

—Sí, así pasó.

—Y al final, ¿qué era quería?

—Pues, el peine de perlas de mi abuela, dice que vale un montón de dinero.

—Pero, ¿han roto relaciones? 

—¡Que va! Al contrario. Hemos formalizado y hasta…, bueno ya sabes.

—Entonces la palabra ¿cuál era?

Pues, esa, p-e-i-n-e, pero como todo lo pronuncia mal.

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