Los hijos de la ausencia.

Los hijos de la ausencia.

H.White

03/02/2023

Hay padres que es mejor no conocer. Padres fantasma. Padres que no deberían tener el privilegio de llamarse padres. Hay padres que crean un vacío en el corazón de sus hijos. Hombres que nunca supieron que ser padre era mucho más complejo que darle su apellido a un bebé.
Porque cuando ese bebé crece se hace millones de preguntas que por desgracia no tienen más respuesta que una: tu padre no es un padre. Un padre se preocupa por sus hijos, hace lo que sea por ellos. Un padre se involucra. Un padre de verdad te demuestra que le importas más allá de su relación con tu madre.

Luego hay hombres que te dan parte de su ADN, un apellido y millones de excusas. Y se ofenden cuando decides que tu primer apellido debe ser el de quien siempre hizo de madre y padre a la vez.
Hombres que se hacen las víctimas de las circunstancias en lugar de afrontarlas. Que no entienden cómo sus hijos llevan años sin querer saber nada de ellos. Porque los hijos, cuando somos pequeños necesitamos sentir que nuestros padres nos quieren, pero cuando crecemos y nos chocamos con la certeza de que no es así, sencillamente avanzamos.
Porque un día nos cansamos de esperar. Un día simplemente asumimos que hay personas que no saben ser padres y a nosotros nos ha tocado uno de esos. Y duele. Y cuesta entender que la culpa nunca ha sido nuestra. Hay padres que parece que murieron hace muchos años, porque el vacío que te dejan es inmenso y desolador. Pero como siguen vivos en algún lugar, no puedes permitirte echarles de menos. No sólo porque no se lo merecen, sino porque te aferras a la idea de que no se puede echar de menos lo que nunca has tenido o lo que has tenido sólo a ratos sueltos. Pero no nos engañemos… Sí se echa de menos. Una llamada, un ápice de atención, un te quiero… apoyo en los momentos difíciles. Pero no hay nada de eso. Sólo vacío. Sólo silencio. Un vacío silencioso que nos acompaña de por vida. Añoranza mezclada con rabia y aderezada con desconfianza. Porque los hijos de la ausencia sabemos que esa herida sana, pero jamás cicatriza del todo.

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