De que va el Amor.?

De que va el Amor.?

ESTEFANYA PARRA

25/01/2023

Íbamos por los mismos sitios, lo que cambio era quien me sujetaba. Esto último no lo veía necesario, era calmado. Algunas veces.

Deje de saber cómo se sentía el aire fresco. Empecé extrañando las cosas más simples de mi existencia. Había dejado de ver a Rafa, eso me desanimaba aunque eso significaba dejar de acelerar mi corazón por la correteada que le provocaba. 

Sentia morirme en vida. No entendía lo que sucedía, cada vez que Stela venía al patio lloraba mientras me miraba. Luego apoyaba su cabeza con la mía, la sentía muy vulnerable y yo, yo no sabía que hacer cuando ella lloraba.

En alguna de esas platicas en las que ella me contaba lo feliz que estaba me conversaba algo de unas mariposas. Veía varias de estás en el jardín y quería intentar atraparlas para dárselas cuando empezaba a llorar. Era inútil, por más que corriese tras de ellas, siempre subían su vuelo o se iban al jardín de Julio, el vecino adicto a las flores de muchos colores y aromas.

Viendo está acción Stela acariciaba mi cabeza y decía que después de todo yo era lo mejor que le había sucedido. Me decía hijo, eso me daba ternura y me sentía mimado. Eran tantas las emociones que me causaba cuando sucedía esto que corría por todo el patio gritando fuerte para el vecindario aquella muestra de cariño de Stela.

Mientras me veía, sonreía. Esa era mi más grande recompensa. Sin embargo, no había salido por semanas de la casa. Yulia, su madre estaba preocupada, pues Stela perdió peso y las ganas de vivir.

Ahora nos toca reparar un corazón decía Yulia cuando salía a ver si había comida todas mis croketas. Acariciaba mi cabeza y me decía que solo yo era capaz de reiniciar la vida de Stela. Por tres noches pensé en la forma de sacarle de ese estado de sobrevivencia. 

Nunca pensé que extrañaría las cosas cotizadas con mi Stela. Íbamos los sábados por un helado en la mañana, por la tarde al río, en la noche a mover el esqueleto en el mirador del pueblo. Aunque yo no bailaba, me agradaba el sonido de la música así que lo disfrutaba mientras contemplaba las luces de los postes en la ciudad como si fueran luciérnagas. 

En todos estos planes éramos 3, Stela, Rayan y yo. Un momento, ahora que lo pienso, Rayan ha dejado de venir a casa. Lo último que dijo es que éramos lo mejor que le habíamos pasado. Stela fue un gran amor, y tú, tu la forma más bonita de habernos conectado, dijo antes de despedirse un lunes en la tarde.

Supe que fue lunes porque Raúl siempre me lanzaba un pedazo de pan cuando volvió del trabajo que le separaba de su madre por 15 días. Nada era igual desde ese día, Stela tenía partido el corazón. Si hubiera sabido que esto iba a pasar nunca permitiría que Rayan se marchara. 

Se terminó el amor, decía Yulia y que feo está doliendole a Stela. Cuando termine de atar todas las escenas que había presenciado últimamente entendí que Rayan se marchó. Stela se hundía en un sufrimiento sin salida, olvidaba que era ella quien podía regalarse flores, salir y bailar hasta que los pies le doliecen, consentirse mientras comía chocolates y veía una película de comedia. 

Aunque la compañía es un placer para algunas actividades, la soledad o compartir con uno mismo también es oro. Eso se le olvidó a Stela, parezco alguien sin corazón, y es que no. Lo único que quiero decir es que mi Stela está tornandose gris.

Estaba quedándose sin alma, quería que volviese a ser la misma o al menos alguien más segura de si misma. Que viva un amor a segunda vista, era triste verla llorar. Eso era facil ver, no estaba jugando sus cartas de la felicidad.

Sabia que ella estaría bien con el tiempo, pero eso me estaba aturdiendo porque ya no faltaba mucho tiempo para que se fue a España. Dejaría familia, amigos y un viejo amor. 

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