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Llegue a una casa la cual tubo vida, tenía muebles, cortinas, tapetes, adornos, macetas, una madre, un padre, dos niños y una niña. En las mañanas la casa emitía los sonidos de un comienzo, del inicio del día, por la tarde, se dedicaba escuchar a la familia y por la noche susurraba y repetía la rutina de todo el día.
Al pasar los días y noches los sonidos cambiaban, unos eran nuevos otros diferentes pero aún sonaban parecidos y otros se dejaron de escuchar.
Un día se escucharon sonidos que se comenzaron a alejar. Y uno por uno se dejaron de escuchar. La casa desconcertada no entendía lo que pasaba, y de un momento a otro se quedó vacía. Fue entonces cuando la casa dispuesta a no caer en la tristeza y la locura, no dejaría escapar los últimos sonidos que se encontraban entre sus paredes, y los repetía una y otra vez.
Pues prefería vivir en el recuerdo. Mientras llegaba un nuevo sonido de vida.
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