Flores de fuego,
sueños de volcanes,
noches de luna rosa,
perfume de aguacero.
Mil rutas nocturnas
en el comercio del destino.
Alma plena de huellas,
de desnudos,
de lenguas.
Burbujas de saliva
que cambian monedas
por suspiros.
Vientos de sexo
que albergan albergues,
etapas consumidas
por deseos oxidados
y lágrimas estériles.
Esposas fieles
de un millar de maridos.
Heridas de muerte,
desgastadas,
censuradas
y sin navío.
Con lechos
como jueces
y sus llantos
por testigos.
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