Compré flores.
Flores para que canten a mi alrededor. Para que iluminen con sus colores. Para que bailen conmigo mis tristes notas.
Compré flores porque me miraban desde su realidad, y con su idioma embebido en la fragancia del amor me susurraban «llévame, y sé feliz».
Compré flores.
Y no son silvestres, ni cualquier flor.
Son flores que desde siempre poseí, las que siempre están, las que nunca cultivé pero siempre cuidé.
Compré flores.
Las tengo conmigo, dentro de mi. Para mi. Por mi.
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