¬¡Ultimo llamado para el vuelo de Canadá!¬ La voz del alto
parlante estaba saturada, sin embargo era entendible. Los pasajeros
dejaron sus equipajes y me siguieron mientras les indicaba las reglas
y donde estaba cada lugar.

¬¡Buenos
días damas y caballeros, sean bienvenidos al vuelo “Saori”,
espero disfruten del viaje¬.

Estaba
caminando con dificultad entre los asientos, preguntando a los
pasajeros si se les ofrecía algo. Una vez que se acomodaron todos,
pedí amablemente que guardaran la calma mientras el avión
despegaba.

Pasaron
las horas y nada pasaba, hasta que una señora decidió llamarme
desde lejos, me acerque y, accidentalmente, choque con un hombre muy
apuesto, rubio, alto y con una pequeña cicatriz en el labio
inferior.

¬¡Discúlpeme,
no lo había visto!¬ Me disculpo con una sonrisa y me hagó a un lado
para dejar pasar al hombre al baño. ¬Gracias… Marina¬ Pronunció
mirando el pequeño letrero de mi uniforme mientras entrecerraba los
ojos para leer mejor.

Asentí suavemente y

fuí
hacia la señora que me había llamado anteriormente, esta sonreía
de oreja a oreja mientras me esperaba.

¬¿Que
se le ofrece señorita?¬ La señora rodeó sus propios brazos y miró
al hombre que había entrado al baño y luego a mi, sonrío
nuevamente y luego dijo; ¬Ese muchacho es muy lindo¬ Se río
dulcemente y siguió. ¬¿Serías tan amable de traerme una manta?, y
un café con leche frío¬ Sonreí amablemente y asentí. ¬Enseguida
vuelvo, señorita¬ Antes de irme, la mujer me detuvo agarrándome
del brazo. ¬Llámame Sol¬ La señorita sonrió y se acomodó en su
asiento estirando sus piernas para relajarse.

Mientras
preparaba el café, me puse a pensar en la señora amable, Sol. Me
encanta su pelo rubio y esponjoso, se veía de unos cincuenta años o
más. Perdida en mis pensamientos, el café se derramó y se esparció
por mis manos, manchando el piso y mis manos, rápidamente, deje el
vaso en la mesa y fui a secarme las manos y a buscar un trapeador.

Al
terminar de limpiar, ordenar y hacer el café, me dirigí al asiento
de Sol, al tenerla de espalda no lograba verla bien, pero aun así
podía ver su pelo dorado y esponjoso, también note que se pusó en
el asiento junto a la ventana. Al estar en frente de los asientos
pude notar que Sol no estaba y supuse que se había ido al baño, en
su lugar estaba el hombre tan apuesto con el que había chocado
anteriormente.

¬¿Conoce
a la señorita Sol?¬ sonreí con algo de nervios.

¬Es
mi mamᬠContesto algo tenso. ¬Lamento molestarlo devuelta, soy la
azafata de hace rato¬ Mi mano temblaba por el peso de la bandeja y
por los nervios.

Su
expresión se relajo y dejo de fruncir el ceño por un par de segundos.

¬Sol
me pidió estas cosas, ¿Puede tenérselas hasta que vuelva del
baño?¬ Coloque la manta en el asiento de Sol y entregue el café al
joven quien me estaba viendo con una expresión algo alertante.

Al
entregar el café con leche, el joven me miro de arriba abajo con
algo en su mirada que no podía descifrar.

Mis
ojos se desviaron a un niño de unos cinco años que me veía
mientras hablaba con el hombre, antes, mientras hablaba con la
señorita Sol, este solo me sonreía y se tapaba la boca para ocultar
su risa, pero esta vez, no le parecía divertido verme. Los ojos de
ese niño me seguían apuñalando la espalda, algo andaba mal con el.
Mire sus ojos atentamente y luego su boca, la cual se movió
lentamente, pero no le entendí por el movimiento del avión.

¬¿Señorita
Marina?¬ El joven apuesto, llamó devuelta mi atención, pero no
estaba muy atenta esta vez. Intente concentrarme en sus palabras lo
mejor que pude.

¬El
café con leche frío es mi bebida favorita, desde que tengo memoria
y solo mi mamá lo sabe y no quiero asustarla, pero mi mamá
desapareció hace muchos años, en realidad no se si sigue viva,
perdí todo contacto con ella¬ El hombre tomó la manta y luego
sonrió con algo de pena.

Mi
mente no lograba procesar sus palabras, yo no estaba reaccionando,
miré devuelta al niño y este ya no estaba. Supuse que se sentó, ya
que su madre se notaba enfadada.

Me
giré hacia el baño y de allí salio una mujer con su hija, ambas me
miraron y sonrieron.

Les
devolví la sonrisa y, por alguna razón, sentí que todos estábamos
seguros en ese vuelo.

Mire
al hombre apuesto nuevamente, pero este ya no estaba…

Volteé
para todos lados pero el avión estaba vacío, no había nadie, tenía
una sensación de nostalgia, como un deja vu y al mirar a la sala de control, la
puerta estaba abierta, pero no lograba divisar a los pilotos.

Las
turbinas del avión comenzaron a cometer un ruido infernal y me
agarre fuertemente del asiento.

Corrí
a la cabina de control y claramente, el avión estaba cayendo en
picada, la puerta de la sala se cerró de golpe y allí mismo empecé
a escuchar los gritos de las personas, los niños eran los que mas
fuerte gritaban y sus gritos se me grababan en la cabeza.

¬¡¡Aaaahhh!!¬
Me desperté de golpe, toda sudada y desesperada, los gritos de las
personas se reproducían en mi cabeza con gran terror, corrí al baño
y me mire en el espejo, esa…. Esa horrible cicatriz me recuerda
todos los días a ese trágico día de 1972.

¬¿Porque
fui la única que sobrevivió?¬.

Adaptado
en el caso de Vesna Vulovic.

Vesna
Vulovic
fue la única de 28 víctimas que no murió. Luego sufrió del
síndrome del superviviente.

La culpa del superviviente, también conocida como síndrome
del superviviente, es una alteración emocional que se desarrolla en
personas que han vivido un suceso traumático, que puso en peligro su
vida y/o se ha cobrado la de alguien cerca.

M.Z.A

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