Podcast la Componeurostera en Ivoox
El caos en tus labios no debería de ser exclusivo. Una noche de atavidad no arruina al creyente.
Entre las olas más violentas siempre se interpone su propia intención de desfallecer en la orilla más húmeda, más receptiva, más artística.
Las chimeneas marinas me encienden por su constante penetrar en lo más remoto, en lo inaccesible.
Si la copa cede vertiendo su líquido, es un buen momento para inspirarse profundamente como un yogui.
En la semipenumbra donde se transforman los deseos, puede nacer un placer exótico. La mente se biloca para refrescarse en diferentes manantiales, los cuerpos se entrelazan cómicamente.
El ritmo conseguido es exagerado por espasmos involuntarios, los más agradecidos dejan marca indeleble.
La sangre se apremia fluyendo con rabia hacia anatomías pulposas, carnosas, insaciables.
El número de participantes no importa, uno sólo se eleva si lo pretende.
Las plantas se entrometen en los actos, ellas tan quietas envidian los poros dilatados, la humedad vaporosa que se desprende, la energía que los cuerpos consiguen encauzar en la libido.
Hay momentos para deshacerse del nombre, de la edad, del oficio.
Hay momentos únicos.
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