Querido señor Henshaw (Libro completo en español)

Querido señor Henshaw (Libro completo en español)

joel lozada

12/12/2022

QUERIDO SEÑOR HENSHAW

Por Beverly Cleary

Ganadora de la medalla Newbery

Traducido y adaptado por Joel Lozada

12 de mayo

Querido Sr. Henshaw,

Mi maestra Leyó en clase su Libro sobre el perro. Fue muy chistoso y Nos justó mucho.

Su amijo,

Leigh Botts (soy Niño)

3 de diciembre

Querido Sr. Henshaw,

Soy el niño que le escribió el año pasado cuando estaba en segundo grado. Puede que no haya recibido mi carta. Este año leí el libro del que le escribí y que se llama Formas de divertir a un perro. Es el primer libro de verdad, grueso y con capítulos, que leo. El papá del niño dice que los perros de ciudad se aburren, así que Joe no puede quedarse con su perro a menos que pueda pensar en siete maneras para entretenerlo. Yo tengo un perro. Es negro y se llama Bandido. Es un perrito muy noble. Si responde esta carta, prometo pegar su respuesta en el periódico mural de mi escuela. Mi maestra me ha enseñado un truco para distinguir cuando debo usar la “g”, y cuando la “j”, ahora puedo deletrear bien palabras con esas letras. Sigo en contacto.

Su amigo,

Leigh (se pronuncia Lii) Botts

13 de noviembre

Querido Sr. Henshaw,

Ya estoy en cuarto año. Hice una maqueta de Formas de divertir a un perro, el libro del que le ya le escribí dos veces. Nuestra maestra nos está haciendo escribir a auténticos autores para La Semana del Libro en mi escuela. Tengo su carta del año pasado pero viene impresa. Por favor, ¿me escribiría de su propia mano? Soy un apasionado de su libro. Mi personaje favorito es el papá de Joe, porque nunca se enoja cuando Joe divierte a su perro poniéndole aquel disco de ópera y entonces su perro se sienta y entonces su perro comienza a aullar como si él también cantara. Bandido hace lo mismo cuando oye que alguien canta.

Su fiel lector,

Leigh Botts

2 de diciembre

Querido Sr. Henshaw,

Estuve pensando en Formas de divertir a un perro. Cuando Joe lleva a su perro al parque y le enseña a echarse por la resbaladilla, ¿ningún adulto se acercó a decirle que su perro no podía aventarse por el tobogán? Por aquí casi todos los grandes tienen gatos y se enojan mucho si los perros no usan correa. Odio vivir en un parque de casas móviles. Ví su foto en la contraportada de su libro. Cuando crezca quiero ser un autor famoso con una barba como la suya. Le envío una foto mía. Es del año pasado. Con millones de niños en los Estados Unidos, ¿cómo sabría usted quién soy si no le mando mi foto?

Su lector favorito,

Leigh Botts

Anexo a la presente: Fotografía de Leigh M. Botts (Nos están enseñando a escribir cartas de negocios)

2 de octubre

Querido Sr. Henshaw,

Ya voy en quinto grado. Le agradará saber que entregué un reporte de su libro Formas de divertir a un perro. A mis amigos les gustó y me saqué un 9, no fue un 10 porque la maestra dice que no debo pararme en un solo pie y luego en el otro cuando expongo.

Sinceramente,

Leigh Botts

7 de noviembre

Querido Sr. Henshaw,

Recibí su carta. Hice lo que me dijo. Leer otro libro suyo. Leí Tostadas de reno. Me gustó casi tanto como Formas de divertir a un perro. Fue muy gracioso cuando la mamá del niño se pone a anotar las maneras de cocinar toda esa carne de reno que tenía en su nevera. 400 kilos son muchos kilos de reno. Reno hamburguesas, reno estofado, reno al carbón no suena mal. El reno mechado se acabaría muy rápido porque con tantas pasitas y almendras nadie se enteraría de que estaba comiendo reno. Tostadas de reno con queso azul encima, ¡guácala! La verdad es que no creo que el papá del niño tuviera por qué dispararle al reno pero supongo que hay tantos renos en Alaska que la gente se alimenta con ellos. Si mi papá nos trajera un reno para comer, le daría las partes que no me gustaran a Bandido.

Su fan número 1,

Leigh Botts

20 de septiembre

Querido Sr. Henshaw,

Este año entré a sexto pero en una escuela nueva de un pueblo diferente. Nuestra maestra está haciendo que hagamos reportes sobre autores genuinos para mejorar nuestras habilidades de escritura, por supuesto que de inmediato pensé en usted. Por favor, responda a las siguientes preguntas:

1.¿Cuántos libros ha escrito?

2.¿Su nombre real es Boyd Henshaw o no?

3.¿Por qué escribe libros para niños?

4.¿De dónde saca sus ideas?

5.¿Tiene niños?

6.¿Cuál de sus libros es su favorito?

7.¿Le gusta escribir libros?

8.¿Cuál es el título de su próximo libro?

9.¿Cuál es su animal favorito?

10. Deme algún consejo de cómo escribir un libro.

Es muy importante para mi su respuesta. De verdad quiero ser un autor famoso y escribir libros iguales a los suyos. Por favor mándeme una lista de los libros que ha escrito, una foto autografiada y un separador de textos. Necesito sus respuestas para el viernes, eh. ¡Me urge!

Sinceramente,

Leigh Botts

Respuesta mande

rápido

y no tarde.

Loco me pone

si tarde

responde.

15 de noviembre

Querido Sr. Henshaw,

Al principio me sentí bastante molesto cuando no recibí su respuesta para mi informe aquel viernes, pero me las arreglé bastante bien. Leí lo que dice la contraportada de su libro Formas de divertir a un perro y escribí muchas líneas más, hasta llenar una plana entera. En el libro dice que usted vivió en Seattle, pero no sabía que se había mudado a Alaska, debí pensarlo cuando leí Tostadas de reno. Cuando su carta llegó no la quería leer frente al grupo, porque no creí que a la maestra Martínez le gustaran las respuestas tontas, como esa de que su verdadero nombre es Hugo A.C. Líos y que no tiene niños porque los cambia tres veces al día, pero la maestra me hizo leerla de todas maneras. Mis amigos se reían mucho y la maestra Martínez solo sonreía, pero no en la parte en que usted dijo que su animal favorito es ese monstruo morado que se come a los niños preguntones que quieren que los escritores les hagan las tareas urgentes, en lugar de investigar por su cuenta en alguna biblioteca. Sus consejos de escritura son muy buenos. No se si dijo en serio eso del monstruo pero no se preocupe. Si tengo que escribir algo, no se lo mandaré a usted. Se que estará muy ocupado escribiendo sus propios libros. La segunda hoja de su carta no la leí en clase. Me hizo enojar con todas esas preguntas que me hace. ¿Sabe que ningún otro autor que respondió a las cartas incluyó una lista de preguntas? No se me hace justo que usted me quiera poner a trabajar más. Ya hice mi reporte. De todas formas, gracias por responder a mis preguntas. Algunos niños no recibieron respuesta y se sintieron mal por eso, una niña casi llora porque siempre saca diez y esta vez no lo lograría. Otro niño recibió una carta de un autor que sonaba muy emocionado al ser tomado en cuenta como un escritor famoso y mandó una respuesta tan larga que el niño tuvo que hacer un reporte muy largo. Parece que nadie nunca le había escrito a ese señor y creo que nadie nunca volverá a hacerlo. Como diez niños le escribieron a un mismo autor y recibieron una sola respuesta para todos. Como no se ponían de acuerdo sobre quien debía quedarse con la hoja, la maestra le sacó copias a la carta y las repartió entre todos. Y volviendo a esas preguntas que me hace… no pienso responderlas y no puede usted obligarme a hacerlo. Usted no es mi maestro.

Suyo,

Leigh Botts

P.D. Cuando le pregunté por el título de su próximo libro usted dijo, ¿Quién sabe? Pero entonces ¿así se va a llamar el libro o realmente no sabe cuál será el título? Otra cosa: en serio ¿escribe libros porque ya se leyó todos los libros de la biblioteca y porque escribir es mejor que dedicarse a cortar pasto o retirar nieve?

16 de noviembre

Querido Sr. Henshaw,

Mi mamá encontró su carta con la lista de preguntas que me hizo. Ya sabe, me atrapó y me dijo que fue porque soy un tonto que deja todas sus cosas botadas por ahí. Discutimos. Ella dice que debo responder a sus preguntas porque los autores son personas ocupadas como cualquier otra persona y que si usted tuvo la atención de responder a las mías, yo tenía el deber de hacer lo mismo. Dice que no puedo ir por la vida esperando que los demás hagan las cosas que son mi responsabilidad. Ella solía decirle lo mismo a mi papá cuando se quitaba los calcetines y después de olerlos los aventaba a un lado de la cama. Por ahora es todo lo que le digo porque debo ir a dormir. Quizás vuelva por aquí y le escriba respondiendo sus diez preguntas o tal vez no, “¿Quién sabe?”. Después de todo no existe una ley que diga que debo hacerlo. Pensándolo bien, tal vez ni siquiera vuelva a leer sus libros.

Su disgustado lector,

Leigh Botts

P.D. Si mi papá estuviera aquí, le diría, no me molestes mosquito.


20 de noviembre

Querido Sr. Henshaw,

Mi mamá está duro y dale con que responda sus tontas y viejas preguntas. Dice que si en realidad quiero ser un escritor, debo seguir al pie de la letra sus consejos. Debo leer, debo observar, debo pensar, oír y escribir. Dice también que la mejor manera que ella conoce es aplastándome en la silla y poniéndome a responder sus preguntas. Todas y completas. Así que, ¡aquí vamos!

1. ¿Quién eres?
Como se lo he venido diciendo, soy Leigh Botts, en realidad mi nombre completo es Leigh Marcus Botts. Mi mamá dice que con un apellido como Botts era necesario darme un nombre sofisticado, pero no tanto. Mi papá se llama Bill y mi mamá Bonnie. Ella dice que Bill y Bonnie Botts parecen nombres sacados de una historieta. Soy un chico normal y común. Nadie en la escuela le diría que me consideran una mente maestra o un chico talentoso, pero tampoco soy un bobo. No me gusta el fútbol soccer aunque por estos rumbos se supone que a todo el mundo debe encantarle.

2. ¿Qué aspecto tienes?
Ya le envié una foto mía pero al parecer la ha perdido. Mi maestra diría que soy un niño promedio. No soy pelirrojo ni tengo grandes ojos azules o nada que llame mucho la atención. No soy grandote como mi papá. Mi mamá dice que gracias a Dios salí a su familia y no a la de Papá. Bueno, siempre que hago algo bien ella dice eso. Cuando era chico me decían “Pulgar LI to”, pero desde que crecí un poco, me toca formarme justo a la mitad cuando nos alineamos por estaturas. Se podría decir que soy el niño más promedio de mi salón.

Como diría mi papá, esto de escribir si que cansa a lo macho, y como dicen en las pelis CONTINUARÁ…
Quizás.

Leigh Botts

22 de noviembre

Querido Sr. Henshaw,

Ya no iba a contestar sus preguntas, pero mi mamá no va a mandar a componer la tele porque dice que se me está secando el cerebro por no usarlo. Es día de Acción de Gracias, no hubo escuela, y como me aburro a muerte decidí responder quizás a un par de preguntillas, antes de que se sequen lo mismo que mis sesos. (Ríase hombre, eso fue una broma.)

3. ¿Cómo es tu familia?
Desde que Papá y Bandido se fueron, mi familia somos mi mamá y yo. Antes vivíamos todos en una casa móvil cerca de Bakersfield, el Bakersfield que está en el Gran Valle Central de California, eso lo estudiamos en la escuela. Cuando mamá y papá se separaron, vendimos la casa. Papá se mudó a su tráiler. Mi papá maneja un cab-over, es un gran camión con la cabina montada encima del motor, mucha gente no sabe lo que es un tráiler cab-over.

Antes mi papá no conducía su propio camión sino los de otros, transportando cosas como algodón, remolacha y otros productos, por todo California y Nevada, sin poder comprar su propio camión para hacer viajes más largos. Él siempre quiso hacerlo por todo el país. Trabajaba prácticamente día y noche para ir ahorrando de a poco. Mamá dijo que nunca íbamos a salir de aquella casa móvil cuando mi papá compró a crédito su propio camión, porque los pagos eran muy altos, además nunca sabía por dónde andaba mi papá haciendo entregas. El camión de mi papá es una belleza, con litera en la cabina y todas las comodidades posibles. Los traileros llaman a los camiones de ese tipo, tractores, otros les llaman camión de diez ruedas, porque llevan dos ruedas al frente y ocho en la parte trasera para que puedan engancharse con cualquier cosa: una plataforma o una caja, ya sea seca o refrigerada, una furgoneta y hasta una góndola. En la escuela nos enseñaron que una góndola es una especie de barca italiana impulsada con un remo, por un señor que viste una remera a rayas y canta muy lindo, pero en los Estados Unidos una góndola sirve para acarrear productos a granel como calabacines o zanahorias.

Ya me duele la mano de tanto escribir pero como quiero hablarle de mi mamá también y quiero ser justo con ella, lo haré en otra carta.

Su cansado lector,

Leigh Botts

23 de noviembre

Señor Henshaw,

¿Por qué debería llamarlo “querido”, si por su culpa estoy atorado con tanto quehacer? Como no sería justo hablar poco sobre mi mamá, aquí está la continuación de su pregunta número 3. Mamá trabaja media jornada en Catering Katy, un negocio manejado por una señora muy agradable que mi mamá conoció cuando era más joven y vivía en Taft, California. Katy, (ella me ha pedido que le llame Katy), dice que las mujeres de Taft deben ser buenas cocineras porque en ese pueblo suelen organizar fiestas “de traje”. Mamá y Katy, y algunas otras señoras, preparan banquetes elegantes para bodas y otros eventos. También hornean cheese cake y estrudel de manzana para algunos restaurantes. Mamá cocina muy rico. Me gustaría que lo hiciera también en casa, como la mamá en Tostadas de reno. Casi diario Katy le da a mi mamá algún bocadillo muy bueno para que lo ponga en mi lonchera. Mamá también está tomando unos cursos en la escuela comunitaria. Ella quiere graduarse como EAC, eso quiere decir Enfermera Auxiliar Certificada. Las EAC ayudan a las enfermeras de verdad pero ellas no pinchan las venas de los pacientes para aplicar el suero. Cuando vuelvo de la escuela mi mamá casi siempre ya ha llegado.

Su ex-amigo,

Leigh Botts

24 de noviembre

Señor Henshaw,

Ahí va de nuevo:

4. ¿Dónde vives?
Después del divorcio, mamá y yo nos mudamos de Bakersfield a Pacific Grove, que está en la costa central de California, a unas veinte millas del ingenio de azúcar de Spreckels, donde papá solía transportar remolachas antes de dedicarse a viajar por todo el país. Mamá dice que mientras crecía en el Gran Valle todo el tiempo anhelaba las brisas del océano, y ahora las tenemos. También tenemos mucha niebla, especialmente en la mañana. Por acá no hay sembradíos, solo campos de golf para gente rica.
Vivimos en una casa pequeña, en verdad es muy pequeña, que solía ser la casa de verano de alguien hace mucho tiempo antes de que alguien más construyera una casa dúplex de dos pisos enfrente de ella. Ahora es lo que llaman una cabaña de descanso. Es una especie de casa para vigilantes, pero es todo lo que podemos permitirnos. Mamá dice que al menos es un techo que nos cobija de la lluvia, y lo mejor es que no puede ser remolcado con una grúa. Tengo una habitación propia, pero Mamá duerme en un sofá en la sala de estar. Ella arregla el lugar muy bien con cosas que encuentra en la tienda de segunda mano.
Al lado hay una gasolinera. La alarma avisa a los encargados cada vez que un automóvil entra, haciendo un ruido muy gracioso. Algo así como “ping-ping, ping-ping”. A las 10:00 p.m. desconectan el pinguiador, pero a esa hora casi siempre ya estoy dormido. Mamá no quiere que ande por la gasolinera. En nuestra calle, además de la tienda de segunda mano, hay una tienda de mascotas, una tienda de máquinas de coser, una de material eléctrico, un depósito de chatarras de esas que llaman antigüedades, además de un Taco Rey y un Softee Freeze. No se supone que ande por esos lugares. Mamá está en contra de andar de “vago aplana calles”. A veces, cuando la estación de gasolina no está haciendo ping, se puede escuchar el océano. Los leones marinos ladran ¿puede creer que suenan como perros? Eso me hace pensar en Bandido.

Continuará a menos que mi mamá mande a componer la tele.

Su todavía enojado,

Leigh Botts

26 de noviembre

Señor Henshaw,

Si la tele estuviera arreglada estaría viendo “Patrulla motorizada”, pero como no es así, aquí están algunas respuestas más desde mi seco cerebro. (Ja-ja-ja.)

5. ¿Tienes alguna mascota?
No tengo ninguna mascota. (Mi maestra dice que siempre respondamos a las preguntas con oraciones completas y no con monosílabos.) Cuando Papá y Mamá se divorciaron, Mamá se quedó conmigo y Papá se llevó a Bandido porque mi mamá dijo que no podría con todo. Atenderme, trabajar y además cuidar a un perro, mi papá dijo que se llevaría a Bandido en su tráiler porque sería más fácil mantenerse despierto en los viajes largos si pudiera platicar con alguien. En serio que extraño a Bandido pero creo que él es más feliz viajando con papá. Como dijo el padre en Formas de divertir a un perro, los perros se aburren mucho si se la pasan echados en casa. Eso es lo único que Bandido podría hacer todo el día en nuestra casa porque Mamá y yo pasamos mucho tiempo fuera.
A Bandido le encanta viajar. Así fue como se hizo nuestro perro. Simplemente se trepó en la cabina de Papá y se sentó a un lado de él, en una parada que hizo en Nevada. Como usaba una bandana roja. en lugar de collar, le nombramos Bandido.
A veces me acuesto sin dormir oyendo el ping-ping de la gasolinera y pienso en Papá y en Bandido, transportando tomates o fardos de algodón por la Interestatal 5. Me gusta que Bandido ande ahí con Papá para que no se duerma. ¿Ha visto alguna vez la Interestatal 5? Es una carretera recta y muy larga y aburrida, sin nada que ver más que campos de algodón en ambos lados, y un enorme comedero de ganado que se puede oler mucho antes de entrar en esa carretera. Es tan aburrida que ni las vacas del comedero se molestan en mugir. Se la pasan inmóviles como estatuas. Esa parte no la dicen cuando en la escuela se habla del Gran Valle de California.
Me están dando calambres de escritor de tanto escribir. Responderé a la pregunta 6 la próxima vez. Confieso que lo había pensado, pero mi mamá dice que no me preocupe por el gasto en estampillas de correo, así que no tengo pretexto para dejar de responder a sus preguntas.

Su cansado escritor,

Leigh Botts

27 de noviembre

Señor Henshaw,

Aquí vamos de nuevo. Nunca jamás volveré a enviar una lista de preguntas a ningún autor, no importa lo que digan los maestros.

6. ¿Te gusta la escuela?
Pues verá, la escuela no está tan mal. Después de todo es donde se supone que deben estar los niños. Lo mejor de estar en sexto grado y en una nueva escuela, es que estando dentro algún día podré salir.

7. ¿Cómo son tus amigos?
No tengo lo que se dice un montonal de amigos en mi nueva escuela. Mamá dice que tal vez sea porque en el fondo soy un solitario, no lo se. Un niño nuevo en la escuela debe ser muy cauteloso hasta que sepa bien a bien quién es quién. Tal vez sólo soy un niño en el que nadie pone mucha atención. La única vez que me pusieron mucha atención fue cuando, en mi otra escuela, expuse mi reporte de su libro Formas de divertir a un perro. Después de mi reporte algunas persona fueron a la biblioteca a buscar ese libro. Los niños de acá le ponen más atención a lo que llevo para almorzar que a mi. En serio, se la pasan mirando para ver que me pusieron cada día porque Katy me manda cosas muy muy buenas.
La verdad es que desearía que alguien me invitara a jugar a su casa después de clases. Cuando salimos de la escuela me quedo un rato por ahí con otros chicos pateando penaltys aunque no me gusta el fútbol. Lo hago para que no piensen que soy un agrandado, pero aún así nadie me invita a su casa.

8. ¿Quién es tu maestro favorito?
Yo no tengo un maestro favorito, pero me agrada mucho el señor Fridley. El es el conserje de la escuela. Él es muy justo sobre quien y quien no puede pasar leche a la hora del almuerzo y cuando tiene que limpiar porque alguien la ha derramado en el vestíbulo, ni siquiera le echa una mirada de pocos amigos. Él simplemente dice: “Vaya, vaya. Parece que alguien por aquí abrió la boca demasiado,” y comienza a echar aserrín encima para limpiarlo luego. Mamá solía regañar a Papá por abrir demasiado la boca, pero ella no hablaba de escupir ni vomitar sino sobre prometer cosas que Papá jamás cumplía, porque siempre se la pasaba metidote en su camión.
Dos preguntas más por responder. Tal vez ni las conteste. Así que, tómela barbón. Ja-ja-ja.

Leigh Botts

1 de diciembre

Señor Henshaw,

Muy bien, usted gana, sólo porque mi mami me sigue molestando y no tengo nada mejor qué hacer voy a responder a sus última preguntas, así me lleve toda la noche.

9. ¿Qué es lo que te molesta?
¿Qué me molesta acerca de qué? (Mi maestra dice que no debo responder a una pregunta con otra pregunta, pero la ocasión lo amerita.) No se a qué se refiere. Supongo que habrá muchas cosas que me molesten. Me enoja cuando alguien roba mi almuerzo. Aún no conozco a todos los chico de la escuela, así que no tengo ningún sospechoso, ya sabe, debe reunir los tres elementos: medios, motivo y oportunidad. Me molestan esos niños mocosos que evitan que sus mocos escurran haciendo ruidos raros, no se bien a bien la razón, pero así es, y no se trata de que yo sea un quisquilloso o algo parecido.
Me molesta tener que ir a la escuela caminando despacio. Se supone que nadie debe andar cerca de la escuela hasta diez minutos antes de la hora de entrada. Mamá tiene una clase temprano. La casa se queda sola cuando ella se va. No me importa quedarme a solas por la tarde después de la escuela, pero en la mañana es diferente. La casa se siente húmeda y con toda esa niebla es intimidante.
Mamá dice que camine a la escuela muy despacio pero es algo bien difícil de hacer. Una vez traté de ir por todo el camino sobre la línea amarilla de la acera pero es aburrido, así que luego probé a caminar juntando un pie con el otro. A veces camino de espaldas, menos cuando tengo que cruzar una calle, pero aún así llego a la escuela muy temprano y me tengo que esconder detrás de las jardineras para que el señor Fridley no me vea.
También me enoja que cuando me llama Papá se despida diciendo “Bueno muchacho, pórtate bien que nada te cuesta”. ¿Por qué no podrá decir que me extraña y llamarme Leigh? Me molesta que no me hable cuando eso es lo único que quisiera todo el tiempo. Tengo un mapa de carreteras y en él, trato de seguir la ruta que tomará cuando me entero hacia dónde se dirige. Cuando la tele funcionaba miraba los reportes de clima y así sabía si mi papá conduciría a través de ventiscas, tornados, bajo una lluvia de granizo tan grande como pelotas de golf o algún otro de los climas raros que hay en otras partes del país.

10. ¿Qué es lo que más deseas?
Deseo que dejen de robarse las mejores cosas de mi lonchera. Supongo que hay muchas más cosas que deseo. Deseo que un día Papá y Bandido se detengan frente a la gasolinera, Papá manejaría un refri de 40 pies (es un remolque climatizado de esa medida,) de esos de dieciocho ruedas… ¡dieciocho ruedas más controladas por Papá! Desde la cabina me gritaría: “Oye Leigh, monta y te llevo a la escuela.” Yo me trepo a la cabina y Bandido me hace un lugarcito para luego frotarse y lamer mi cara. Nuestro camión despegaría como un jet y los encargados de la gasolinera corriendo detrás nuestro, agitarían sus franelas rojas. En lugar de ir directo a la escuela, daríamos un largo rodeo por la autopista, los demás autos parecerían cochecitos de juguete, luego bajaríamos por el trébol de retorno para llegar a la escuela justo al tiempo de la primera campanada. Ya no parecería un niño tan mediano, ahí en la cabina de un tráiler enganchado a un “refri 40 pies”. Bajaría de un salto y Papá diría “Hasta luego Leigh, nos vemos pronto” y Bandido ladraría a manera de despedida. Yo respondería: “Maneja con cuidado, papá”, como siempre le digo. Papá se tomaría un minuto para anotar en la bitácora de su tráiler: “Hoy conduje hasta la escuela de mi hijo”. Entonces su camión marcharía hasta perderse en la curva del camino con todos los niños de la escuela mirando y deseando que sus papás también manejaran un primor de camión como ese.

Ahí lo tiene, señor Henshaw. Este es el fin de sus patéticas preguntas. Espero que estará satisfecho por haberme hecho trabajar tiempo extra.

Lero, lero ♪♪♫♫
señor Henshaw ♪♫♫
lero, lero ♪♪♫♫

Leigh Botts

4 de diciembre

Señor Henshaw,

Siento mucho haber sido tan rudo y grosero en mi última carta cuando terminé de responder a sus preguntas. Quizás haya sido porque estaba enojado por otras cosas como eso de que Papá hubiera olvidado enviar el dinero de la manutención del mes. Mamá trató de encontrarlo por teléfono, pero a pesar de que tiene uno propio en su camión para que sus clientes puedan encontrarlo, a ella no le fue posible hacerlo. Quisiera que él siguiera acarreando remolachas al ingenio de Spreckels porque así podría pasar a verme.

El juez del divorcio dijo que él tiene derecho a verme.

Cuando respondió a mis preguntas, usted dijo que la manera de ser un escritor era escribir. Lo subrayó y dos veces. Bien, estoy seguro de que escribí muchísimo y ¿sabe una cosa? Ahora que lo pienso no fue tan difícil hacerlo cuando no se trataba de un reporte sobre algún libro o acerca de un lugar en Sudamérica ni de cualquier otra cosa que tuviera que investigar en una biblioteca. Hasta echo de menos escribir ahora que ya terminé de responder a sus preguntas. Me siento solo. Mamá está trabajando tiempo extra en Catering Katy porque en esta temporada las personas ofrecen muchas fiestas.
Cuando escriba un libro quizás le titule El gran misterio de la lonchera, porque tengo muchos problemas con mis almuerzos. Mamá ya no cocina esas deliciosas costillas ni aquellos jugosos filetes ahora que Papá no está, pero me hace sándwiches muy buenos con pan de grano entero que compra en una tienda naturista. Katy me envía mini pasteles de queso que hornea especialmente pour moi (eso es francés) o champiñones estofados y pequeños bocados que ella llama canapés (no se trata de divanes). A veces hasta me toca una rebanada de quiche (se dice kiish).
Se suponía que hoy almorzaría huevito a la diabla. Katy compra los huevos más pequeñitos para las fiestas. Los cuece y corta por la mitad, la yema la mezcla con curry molido y vuelve a rellenar las mitades con una manga para darles forma de rosa. Cada mitad se puede comer de un bocado, así que las personas nunca se deben preocupar por ensuciarse. A la hora del recreo abrí mi lonchera y mi huevito había desparecido. Dejamos nuestras loncheras en unas cajas alineadas a lo largo de un muro bajo nuestras chaquetas colgadas en los percheros, en la parte trasera del salón de clases, justo detrás de una especie de cancel.

¿Está escribiendo algún libro nuevo? Por favor, responda a mi carta para que seamos compañeros de letras.

Su todavía fan número 1,

Leigh Botts

12 de diciembre

Querido Señor Henshaw,

Me sorprendió recibir una postal suya desde Wyoming porque pensé que vivía en Alaska.
No se preocupe. Mensaje recibido. Se que no tiene mucho tiempo para responder cartas y eso está bien para mi porque así se que estará usted escribiendo uno más de sus geniales libros, además de cortar leña para estar calientito.
Algo bueno me pasó hoy. Cuando andaba por ahí escondido detrás de los arbustos esperando que sonara la primera campanada en la escuela, vi como el señor Fridley subía las banderas. Debo explicarle que la bandera de California es blanca y que justo en medio lleva un gran oso pardo. Primero se sube la bandera de los Estados Unidos y debajo la de California. Cuando el señor Fridley subió las banderas, el oso quedó con las patas hacia arriba. Yo le grité, “Oiga señor Fridley, el oso está de cabeza”
Eso debería ser otro párrafo porque la maestra Martínez dice que debe escribirse un nuevo párrafo cuando en el escrito habla una persona diferente. El señor Fridley dijo, “Así parece. ¿Cómo lo harías tú?
Entonces bajé las banderas y volteé la bandera de California, luego subí las banderas de nuevo. El señor Fridley dijo que quizás sería bueno, si me apetecía, llegar unos minutos más temprano a la escuela para ayudarlo con eso de las banderas, pero que por favor, dejara de caminar hacia atrás porque se pone nervioso siempre que lo hago. Ahora ya no tengo que caminar tan despacio por las mañanas. Fue agradable saber que alguien me presta atención. Tampoco me robaron mi almuerzo hoy porque me lo comí de camino a la escuela.
He estado pensando en lo que dice en su postal. Llevar un diario. Tal vez lo intente.

Sinceramente,

Leigh Botts

13 de diciembre

Querido señor Henshaw,

He comprado una libreta nueva como usted dijo. Es amarilla y de espiral. Al frente le puse este cartel:

DIARIO DE LEIGH MARCUS BOTTS

PRIVADO-ALÉJESE

¡TE HABLO A TI!

Cuando comencé a escribir no sabía cómo comenzar. Sentí que debería decir, “Querida nueva libreta”, pero como que suena medio bobo, lo mismo que “Querida hoja en blanco”. Esta se sigue viendo tan vacía como mi imaginación. No creo que pueda llevar un diario. No quisiera darle la lata, pero me gustaría que me dijera qué hacer. Estoy atorado.

Su desorientado lector,

Leigh Botts

21 de diciembre

Querido señor Henshaw,

Recibí su postal con la foto de los osos. Tal vez haga lo que usted dice y suponer que mi diario es una carta para alguien. Podría suponer que le escribo a Papá, pero antes le escribía y él nunca me respondió. Tal vez estoy haciendo de cuenta que sigo respondiendo a aquellas preguntas suyas porque me acostumbré a comenzar escribiendo, “Querido señor Henshaw.” No se asuste, que no le enviaré mi diario.

Gracias por el consejo. Se que se encuentra muy liado.

Su agradecido amigo,

Leigh Botts

DIARIO PRIVADO DE LEIGH BOTTS

Viernes, 22 de diciembre

Querido Supuesto Señor Henshaw,

Este es un diario. Lo guardaré. No lo enviaré por correo.
Si como mi almuerzo de camino a la escuela, por la tarde ya tengo un montón de hambre. Hoy no lo hice y los dos champiñones rellenos que mi mamá me puso en la lonchera habían desaparecido a la hora del recreo. Mi sándwich seguía intacto, gracias a eso no morí de hambre. Podría quejarme con la maestra pero no mola eso de chivarse cuando eres el chico nuevo de la escuela.

Toda la mañana me la pasé vigilando quién se levantaba de su lugar para ir al área trasera antes del recreo. No atrapé a nadie masticando. La maestra Martínez se la pasó diciéndome que mirará al frente. De cualquier manera, la puerta del salón suele estar abierta todo el tiempo así que cualquiera puede escurrirse y robar mi almuerzo, cuando la maestra Martínez está escribiendo en el pizarrón y nosotros copiando.
¡Lotería, acabo de tener una idea! Algunos autores suelen escribir con nombres falsos. Después de las vacaciones de Navidad pondré un nombre ficticio en la bolsa de mi almuerzo. Eso confundirá al ladrón, como dicen en los libros.
Supongo que no tengo por qué firmar en mi propio diario como lo hago en una carta verdadera.

Sábado, 23 de diciembre

Querido Supuesto Señor Henshaw,

Este es el primer día de las vacaciones de Navidad. Aún no recibo nada de Papá. Creí que tal vez vendría a traerme algo en lugar de enviarlo por correo, así que le pregunté a Mamá que si ella creía que Papá vendría a vernos en Navidad.

Ella dijo, “Estamos divorciados. ¿Lo recuerdas?”

Cómo no me voy a acordar, si me lo dice todo el tiempo.

Domingo, 24 de diciembre

Querido Supuesto Señor Henshaw,

Nada de Papá todavía.
Sigo pensando en la última Navidad que pasamos en la casa móvil, antes de que mi papá comprara el tractor. Tuvo que andar toreando a las patrullas para poder llegar a tiempo para la cena. Mamá cocinó un pavo y estaba estupendo. Pusimos un arbolito de Navidad de medio metro. No teníamos espacio para uno más grande.
Después de cenar, mi papá nos contó que en una parte del camino veía siempre un zapato tirado en medio de la carretera. Se preguntaba cómo había ido a parar ese zapato por aquel lugar tan solitario y qué le habría ocurrido a su pareja. Mamá dijo que un solo zapato sonaba tan triste que hasta parecía ser una de esas tristes canciones campiranas. Cuando terminamos de cenar y estábamos en el postre, tratamos de inventar canciones acerca de zapatos solitarios abandonados en la carretera. Nunca las olvidaré. La mía fue la peor:

Conduciendo mi carga pesada
me encontré en el camino
un zapato muy solito
que parecía rana aplastada.

Papá inventó esta canción:

Me dije chico ¿en qué te metiste?
cuando en la autopista 4
me topé con un zapato
abandonado y triste.

Mi mamá inventó la canción más divertida.

Un turista solitario
tuvo la mala fortuna
de perder entre la bruma
un zapato extraordinario.

Desde entonces muy triste anda
con la pata congelada
y no hay ni cómo avisarle
que su zapato encontraste.

Son canciones tontas lo se, pero nos reímos mucho. Mamá y Papá no reían tanto desde hacía mucho tiempo y deseé que jamás dejaran de hacerlo.
Después de eso. No importa de dónde venga, le pregunto a Papá si por casualidad ha visto algún zapato abandonado. Siempre se encuentra alguno.

Domingo, 25 de diciembre

Querido Supuesto Señor Henshaw,

Anoche me sentía triste y aún estaba despierto después de que en la gasolinera se detuvo el ping-ping. Oí unos pasos lentos aproximándose a la casa, por un momento pensé que era Papá, pero recordé que él camina tan rápido que siempre tengo que correr para seguirle el paso.
Mamá siempre se asoma por la ventana y enciende la luz de afuera antes de abrir la puerta, así que yo sabía que había apartado las cortinas antes de abrir la puerta. Un hombre en el umbral preguntó, “¿esta es la casa en que vive Leigh Botts? “. Yo que estaba fuera de la cama le dije, “yo soy Leigh Botts”.
“Tu papá me pidió que pasara a dejarte esto”. El hombre que lucía como un trailero me entregó un enorme paquete.
“Gracias”, le dije. “Muchas muchas gracias.” Seguramente que mi cara era de desconcierto porque aquel hombre explicó. “Tu padre estuvo hablando por la radio para saber quién de los compañeros que venían cerca de Pacific Grove querría hacerle al Santa Claus. Así que, aquí me tienen. Feliz Navidad y ¡jo-jo-jo!” Se dió media vuelta y se marchó antes de que yo pudiera decirle algo más.

“¡Guau!” Le dije a Máma. “¡Guau!” Ella solo permaneció de pie mirándome y sonriendo cuando yo comencé a quitar la envoltura de aquel gran paquete, aunque aún no era la mañana de Navidad. Papá me envió lo que siempre quise- una chaqueta de tela capitonada con muchos bolsillos y una capucha que se esconde en el cuello bajo un zipper. Me la probé encima del pijama y me quedó tan bien que me sentí genial, pero recibir un regalo de Papá a tiempo fue lo que me hizo sentir mucho mejor.

Katy nos ha invitado a su cena de Navidad a pesar de que tiene mucho trabajo con eso de los banquetes. También ha invitado a algunas de las otras señoras que trabajan con ella y hasta algunos ancianitos que viven cerca.
De camino a casa Mamá dijo: “Esta Katy tiene el corazón del tamaño de un estadio. Fue una cena encantadora para corazones solitarios”. Me pregunté si mi mamá estaría pensando en la última Navidad que pasamos en la casa móvil cuando jugamos a inventar canciones sobre zapatos solitarios y abandonados.

Miércoles, 3 de enero

Querido Supuesto Señor Henshaw,

Suspendí mi diario hasta después de las vacaciones porque tenía muchas cosas por hacer, como ir al dentista, ir a comprarme zapatos y muchas otras cosas que no podemos hacer cuando estoy en la escuela.
Hoy escribí un nombre falso en la bolsa de mi almuerzo. Un pseudónimo como dicen. Le puse Joe Kelly porque así es como se llama el niño en Formas de divertir a un perro. Supongo que confundí al ladrón porque nadie se robó mis castañas asadas ni mis higaditos de pollo envueltos en tocino frito, que aún fríos son buenísimos y que Katy preparó especialmente para mi.
Espero que el ladrón de almuerzos se haya quedado babeando mientras me miraba comer.

Lunes, 8 de enero

Querido Supuesto Señor Henshaw,

¡Mi papá telefoneó desde Hermiston, Oregon! Acabo de mirar en mi libro de mapas y encontré dónde se ubica ese lugar, está hacia el sur del río Columbia. Me dijo que estaba esperando una carga de patatas. Se podía oír un gran jaleo de camiones y hombres gritando. Le pregunté por Bandido, y me dijo que estaba bien. Ese perro es un gran oyente mientras Papá conduce en trayectos largos aunque la desventaja es que Bandido nunca tiene mucho qué decir. Entonces le pregunté a Papá si alguna vez podría yo acompañarle en alguno de sus viajes cuando fueran mis vacaciones de verano, me respondió que ya lo hablaríamos. (Odio ese tipo de respuestas.) En fin, me dijo que había enviado el dinero de la manutención y que lamentaba mucho haber olvidado enviado antes, y que también esperaba que la chaqueta me hubiera gustado.

Me gustaría que Papá viviera con nosotros de nuevo, pero dijo que llamaría la semana siguiente y que me portara bien, que nada me costaba. Tenía que ir a ver que las patatas estuvieran bien estibadas para que no se le fueran a caer en las curvas.
Este ha sido un buen día. Mi almuerzo tampoco desapareció hoy.

El señor Fridley es tan divertido. Algunos niños llevan frenos en los dientes y cuando almuerzan se los tienen que retirar y envolver en una servilleta de papel. Como son varios niños los que hacen esto, algunas mesas lucen sembradas con esos asquerosos envoltorios. A veces algún niño olvida sus frenos y tiene que hurgar en los botes de la basura hasta que los encuentra, porque los frenos son bastante caros y los papás de los niños los regañan cuando los pierden. El señor Fridley se para junto a los botes de basura para asegurarse de que todos pongan las cucharas y los tenedores en la bandeja de lavado y no en la basura. Siempre que un niño que usa frenos se acerca, el señor Fridley le dice, “Atención, no vayas a tirar tus colmillos”. Esto ha disminuido el IPFD. (Índice de pérdida de frenos dentales).

Mamá dice que en una cosa salí a Papá. Mis dientes están derechitos y muy sanos, lo que para ella representa un gran ahorro.

Martes, 9 de enero

Querido Supuesto Señor Henshaw,

Mi pequeño pay de queso ha desaparecido de nuevo y eso me hizo enojar. Creo que alguien notó que el almuerzo de Joe Kelly en realidad es el mío, cuando tiré a la basura la bolsa de papel en que mi mamá lo puso. El señor Fridley dijo, “Anímate Leigh, no pongas esa cara o te pisarás el labio.”
Yo le dije, “¿qué sentiría si alguien siempre le robara lo mejor de su almuerzo?”
Me respondió, “lo que necesitas es una alarma anti robo.” Me dio mucha risa aunque todavía quería que me devolvieran mi pay de queso.
Se supone que en estos días debería telefonear mi papá. Se lo dije a mamá durante la cena (chili enlatado.) Ella me dijo que no me ilusionara mucho, pero yo se que mi papá lo recordará esta vez y llamará. Mamá nunca habla mucho de Papá y cuando le pregunto por qué se divorció de él, todo lo que me dice es, “se necesitan dos personas para divorciarse”.
Imagino que trata de decirme que pasa lo mismo que con las peleas. Siempre se necesitan dos personas para hacerlo.
Mañana voy a envolver la bolsa de mi almuerzo con mucha cinta canela para que nadie me lo pueda robar.

Miércoles, 10 de enero

Querido Supuesto Señor Henshaw,

Es curioso como alguien puede decir algo casual y tú no puedas olvidarlo. Sigo pensando en lo que dijo el señor Fridley, que necesito una alarma anti robo para la bolsa de mi lonchera. ¿Cómo se puede hacer eso? Hoy puse casi medio rollo de cinta canela alrededor de la bolsa de mi almuerzo y me ha tomado tanto tiempo abrirla que apenas me dio tiempo de comer, además, hice reír a todo el mundo.

Papá debe llamar entre hoy y mañana. Quizás si el viniera a casa podría enseñarme a hacer una alarma anti robo para mi lonchera. Él solía ser bueno ayudándome a construir cosas, aunque cuando ocupaban mucho espacio en la casa móvil en la que vivíamos, teníamos que tener mucho cuidado de no tirar y romper algo.

Leí de nuevo la carta que usted me escribió cuando respondió a mis preguntas y pensé en los consejos que me dio acerca de los diálogos y los ganchos de escritura. Uno de sus consejos fue escuchar. Supongo que se refiere a observar y anotar la manera en la que la gente habla como en una obra de teatro.
Esto es lo que hablamos mi mamá y yo durante la cena:

YO: Mamá, ¿por qué no te has casado de nuevo?

MAMÁ: No lo se. Supongo que encontrar a un hombre no es tan fácil cuando ya no eres una colegiala.

YO: Pero a veces sales. Fuiste a cenar con Charlie un par de veces. ¿Qué sucedió?

MAMÁ: Un par de veces fue suficiente. Fin de Charlie.

YO: Y, ¿cómo fue?

MAMÁ: (Pensando un poco.) Charlie es divorciado y tiene tres hijos que mantener. Lo que en realidad quiere Charlie, es alguien que mantenga a Charlie.

YO: Oh, (tres hermanos de buenas a primeras está de pensarse.) Pero es que yo veo muchos hombres por todos lados. En realidad hay muchos.

MAMÁ: Sí, pero no de los que se casan. (Soltando una carcajada.) Creo que en el fondo me da miedo encontrarme con alguien que también esté enamorado de su camión.

YO: (Pensando sin responder. ¿Papá enamorado de su camión? ¿Qué significará eso?)

MAMÁ: ¿Por qué preguntas todo eso?

YO: Estaba pensando que si tuviera un papá, quizás me ayudaría a fabricar una alarma anti robo para mi lonchera.

MAMÁ: (Riendo.) Debe haber formas más fáciles de hacer eso, sin tener que casarse de nuevo.

Fin de la conversación.

12 de enero

Querido Señor Henshaw,

Esta es una carta verdadera que le enviaré. Quizás deba explicarle que he estado escribiéndole muchas cartas pero en mi diario personal, ese que debo guardar yo mismo, según me aconsejó usted. Mi mamá aún no manda a reparar la tele. Quiere a mi cerebro en forma y sano. Ella dice que necesitaré mi cerebro toda la vida.

¿Adivine qué? Hoy en la escuela, la encargada de la biblioteca me dijo que pasara a verla más tarde. Ahí me entregó un libro. ¡Es su libro más reciente Señor Henshaw!

Debí parecer sorprendido cuando me lo dio y más aún cuando me dijo que lo apartó para que fuera yo el primero de la escuela en leerlo. Me dijo que sabe cuánto adoro sus libros porque los leo muy a menudo. Ahora se que el señor Fridley no es el único que me presta atención.

Voy en la página 14 de Osos menesterosos. Es un buen libro. Le escribo pues quiero que sepa que soy la primera persona de por aquí que tiene su libro.

Su fan número 1,

Leigh Botts

15 de enero

Querido Señor Henshaw,

Terminé de leer Osos menesterosos. Es un muy buen libro. Al principio me sorprendí pues no es un libro gracioso como los otros, pero cuando lo pensé mejor (usted dice que los escritores tienen que pensar) llegué a la conclusión de que un libro no tiene por qué ser gracioso para ser un buen libro, aunque a veces eso ayuda. Este libro no necesita ser gracioso.

Cuando leí el primer capítulo creí que sería gracioso. Supongo que esperaba algo parecido a sus anteriores libros porque la mamá oso enseñaba a sus oseznos a mendigar entre los turistas del Parque Nacional de Yellowstone. Entonces la mamá oso muere porque un turista estúpido le da un panecillo con todo y empaque, y ella se lo come así. Me di cuenta de que sería un libro triste. Con el invierno cerca y sin turistas a quienes mendigar, los oseznos no podrían alimentarse a sí mismos. Cuando estuvieran en plena etapa de hibernación, despertarían a medio invierno por no haber comido las cosas que necesitaba su cuerpo para almacenar suficiente grasa. Casí lloro. Fue un gran alivio que aquel guardabosques y su simpático hijo encontraran a los oseznos y les alimentaran para luego enseñarles a cazar y buscar alimento hasta que llegó de nuevo el verano.

Me pregunto, ¿qué pasará con los papás osos, simplemente desaparecen?

A veces me acuesto sin dormirme oyendo el ping-ping de la gasolinera y me asusta que pueda pasarle algo malo a Mamá. Ella parece tan frágil y tan pequeña junto a las otras mamás, y trabaja tanto. No creo que a Papá yo le importe mucho. No me ha llamado como dijo que lo haría.

Espero que su libro gane millones de premios.

Sinceramente,

Leigh Botts

19 de enero

Querido Señor Henshaw,

Gracias por la postal de las montañas con el lago y toda esa nieve. Sí, seguiré escribiendo en mi diario aunque tenga que hacer como si le escribiera a usted. ¿Sabe una cosa? Creo que me siento mejor cuando escribo en mi diario.
Mi maestra dice que mis habilidades de escritura han mejorado mucho. Quizás algún día, realmente llegue a ser un escritor famoso. Ella dice que nuestra escuela junto con otras más imprimirán un libro con las obras de algunos autores jóvenes y que por eso debería yo escribir una historia. Las autores de las mejores obras ganarán un premio. Una comida con un autor famoso y los ganadores de las otras escuelas. Espero que ese autor famoso sea usted.
No muy a menudo recibo correspondencia, pero hoy me llegaron dos postales, una suya y otra de Papá desde Kansas, en ella se ve un enorme silo. Me ha dicho que telefoneará algún día de la semana que viene. Desearía que alguna vez tuviera que entregar alguna carga en Wyoming y que me llevara con él para así poder conocerlo, señor Henshaw.
Por ahora eso es todo. Intentaré pensar en una historia. No se asuste. No se la enviaré para que me ayude. Se que está muy ocupado y no quiero ser una molestia.

Su buen amigo,

Leigh Botts,  Primero

DEL DIARIO DE LEIGH BOTTS

Sábado, 20 de enero

Querido Supuesto Señor Henshaw,

Cada vez que trato de pensar en alguna historia parece como si alguien más ya la hubiera escrito, usualmente usted. Quisiera hacer lo que usted me dijo en sus consejos de escritura y escribir como yo mismo y no como alguien más. Lo sigo intentando porque quiero ser uno de los autores jóvenes que sean publicados (en realidad serán una edición mimeografiada).
Quizás no puedo pensar en nada porque estoy esperando que Papá llame. Algunas noches me estoy quedando sólo en estos días cuando Mamá toma una clase de enfermería.
Ayer alguien se robó el pedazo de pastel de bodas que tenía en mi lonchera. Era de una de esas cajitas de cartón blanco en las que los anfitriones envían alguna cosa para sus invitados cuando se marchan.
El señor Fridley se dió cuenta de mi enojo porque siempre que me enojo frunzo el ceño y entonces me dijo, “¡así que el ladrón de almuerzos ataca de nuevo!”

Le dije, “sí, y encima de eso, mi papá no me llama.”

Él me respondió, “no creas que eres el único chico por aquí con un padre olvidadizo.”

Me pregunto si es cierto. El señor Fridley suele echar un ojo o todo lo que sucede en la escuela, así que es muy probable que tenga razón. Desearía tener un abuelo como el señor Fridley. Es tan agradable y buena onda, que uno se siente muy a gusto en su compañía.

Lunes, 29 de enero

Querido Supuesto Señor Henshaw,

Papá aún no me llama y eso que prometió que lo haría. Mamá me sigue diciendo que no me haga tantas ilusiones porque Papá es muy despistado. No creo que debería serlo tanto para ni siquiera enviar una postal. Me siento terrible.

Martes, 30 de enero

Querido Supuesto Señor Henshaw,

Busqué en mi atlas de carreteras imaginando que Papá estuviera de regreso a Bakersfield, pero él aún no ha telefoneado. Mamá dice que no debería ser tan duro con él, porque la vida de un camionero no es nada fácil. Los traileros a veces pierden parcialmente el oído izquierdo debido a todas esas corrientes de aire que entran por su ventanilla. También dice que nunca están en buena forma porque permanecen mucho tiempo sentados sin hacer ejercicio y por tomar comidas grasosas. A veces también sufren de úlceras ocasionadas por el estrés que les impone la urgencia de entregar sus cargas a tiempo. Para un trailero el tiempo es dinero. Lo que yo creo es que ella trataba de hacerme sentir mejor pero no fue así. Me siento del asco.

Le dije, “si la vida de los camioneros es tan dura, ¿cómo es que Papá se enamoró de su tráiler?
Mamá dijo, ”no es de su camión de lo que está enamorado. Él adora la sensación de poder que siente cuando maneja una máquina tan potente. Le excita no saber lo que hallará en el camino en su siguiente viaje. Él ama atravesar montañas y mirar los atardeceres en el desierto. Mirar las ramas de los naranjos cayéndose con tantos frutos y el olor de los brotes de alfalfa. Lo se porque yo le acompañaba hasta antes de que tú nacieras.

Entonces me sentí peor. Si Papá ama todas esas cosas, ¿por qué no puede amarme a mí? Quizás nunca debí haber nacido, así Mamá seguiría acompañando a Papá. Quizás todo lo que ha pasado sea culpa mía.

Miércoles, 31 de enero

Querido Supuesto Señor Henshaw,

Papá sigue sin llamarme. Una promesa es una promesa, especialmente cuando va por escrito. Cada vez que el teléfono suena es una llamada de alguna de las señoras que trabajan con mi mamá. Me siento por completo furibundo (saqué eso de un libro, pero no de los suyos.) Estoy molesto porque Mamá se divorció de Papá, pero como ella dice que se necesitan dos para divorciarse, entonces estoy enojado con los dos. Quisiera que Bandido estuviera aquí conmigo. Bandido y yo no estamos divorciados, ellos sí.

Jueves, 1 de febrero

Querido Supuesto Señor Henshaw,

Hoy hubo una mala noticia. El ingenio de Spreckels va a cerrar. Aunque ahora Papá hace viajes por todo el país, yo tenía las esperanzas de que alguna vez tuviera que hacer una gran entrega de remolachas en ese lugar. Ahora, quizás jamás vuelva a verlo de nuevo.

Viernes, 2 de febrero

Querido Supuesto Señor Henshaw,

Le escribo porque estoy atrapado en mi habitación con un par de bebés que duermen en unas cestas en mi cama. Mamá vino con algunas de sus amigas y ahora mismo lo pasan tomando café o té de hierbas, hablando de sus problemas, que por lo general tienen que ver con hombres, dinero, caseros y niños. Algunas de ellas se dedican a armar edredones mientras hablan. Esperan vender algunos para ganar un poco de dinero extra. Prefiero estar aquí que salir y decir, “hola, seguro, me gusta la escuela y voy bien en ella, sí, claro que he crecido” y todas esas cosas que los niños le dicen a las señoras.

Mamá tiene razón con lo que dice de Papá y su tráiler. Recuerdo lo emocionante que fue ir con él y escuchar los mensajes en la radio. Papá me enseñó unos halcones que se posan en los cables de teléfono y me dijo que están ahí esperando que algún coche atropelle a un animal pequeño para bajar y cogerlo, en lugar de molestarse en cazarlo ellos mismos. Papá dice que la civilización está echando a perder a los halcones. Aquella vez mi papá transportaba una góndola cargada con tomates. Me dijo que esa variedad de tomates se cultiva especialmente para ser acarreada en góndolas porque son mucho más compactos y no se despachurran en el camino. Tal vez no saben igual de rico, pero al menos no se revientan.
Esa vez paramos en una báscula. Papá calcula muy bien cuánto diesel debe cargar a su camión para evitar una multa por sobre peso. Luego de eso fuimos a almorzar a un paradero de tráileres. Parecía que todo el mundo conocía a Papá. Todas las meseras le decían, “Vaya, mira quién llegó, nada menos que nuestro viejo amigo Wild Bill,” y cosas como esa. Wild Bill de Bakersfield es el apodo que usa Papá en la radio banda. Cuando Papá decía, “te presento a mi hijo,” yo me estiraba lo más que podía para que pensaran que iba a crecer tan alto como Papá. Papá hacía reír mucho a todas las meseras. Almorzamos pechuga de pollo frita, puré de patatas con mucho gravy, chícharos de lata y pastel de manzana con una bola de helado encima. Nuestra mesera me sirvió helado extra que me ayudará a crecer tanto como Papá. La mayoría de los camioneros comen de prisa y se van de igual modo, pero nosotros nos quedamos un rato en los video juegos. Papá siempre hace muchos puntos no importa en qué máquina juegue.

Las amigas de Mamá están recogiendo a sus bebés, así que por fin podré echarme a dormir.

Sábado, 4 de febrero

Querido Supuesto Señor Henshaw,

Odio a mi padre.

Mamá suele estar los domingos en casa, pero como esta semana hubo un gran torneo de golf y eso significa que mucha gente rica ofrece fiestas para sus amigos que se reúnen para ese evento. Así que Mamá tuvo que rellenar un millón de jaibas. Nunca se preocupa por reunir el dinero de la renta cuando hay torneos de golf. Estuve sólo en la casa, llovía y no tenía nada qué leer. Su supone que me tocaba limpiar el moho del baño con ese limpiador maloliente pero no lo hice porque estoy enojado con Mamá por haberse divorciado de Papá.

A veces me siento así y me avergüenza reconocerlo porque me consta lo duro que Mamá trabaja y además se esfuerza por ir a la escuela.

Me la pasé mirando el teléfono hasta que no pude más. Cogí el auricular y marqué el número de Papá. Hasta recordé marcar el 1 primero, porque es larga distancia. Lo único que quería era escuchar el timbre del teléfono de Papá sonando. Eso no le iba a costar nada a Mamá porque nadie iba a responder. Pero Papá respondió.

Casi cuelgo. Él no estaba ocupado en otra parte, estaba en su camión y aún así no me había telefoneado.

“Prometiste llamar esta semana, ¿no?”

“Tranquilízate, chico,” me dijo. “No pude hacerlo. Iba a llamar hoy por la noche. La semana aún no ha terminado.”

Lo pensé. Era cierto.

“¿Quieres decirme algo?”

No sabía qué decir, así que dije, “Mi almuerzo. Alguien roba las mejores cosas que llevo.”

“Averigua quién es y aplástale la nariz de un guamazo.”

Podría decirse que mi almuerzo tampoco le importaba.

“Me hubiera gustado que llamaras. Esperé y esperé mucho.” Me arrepentí de decirle eso porque aún me queda algo de dignidad.

“Cayó una tremenda nevada en las montañas,” dijo. “Tuve que montar las cadenas para nieve en la “I-80” y eso me hizo perder mucho tiempo.”

En mi mapa de carreteras dice que la interestatal 80 cruza la Sierra y sé algo sobre eso de las cadenas. Cuando la nieve es muy alta, los camioneros tienen que poner cadenas en las ruedas del tráiler. En cada una de las ocho. Montar cadenas en enormes ruedas en medio de la nieve no es cosa de risa. Eso me hizo sentir un poco mejor.

“¿Cómo está Bandido?” Le pregunté imaginando qué haría Bandido mientras nosotros hablábamos. Hubo un silencio sepulcral (eso también lo saqué de otro libro). Por un momento creí que la llamada se había cortado. Sabía que algo malo le había pasado a mi perro.

“¿Cómo está Bandido?” Volví a preguntar, esta vez más alto por si acaso el oído izquierdo de Papá no pudiera captar mis palabras.

“Verás chico,” comenzó a decir.

“Mi nombre es Leigh, no soy un chico que hayas conocido en la calle”

“Cálmate Leigh,” dijo “cuando tuve que parar junto con otros compañeros a montar las cadenas, dejé a Bandido salir de la cabina. Pensé que el volvería cuando viera que estaba nevando muy fuerte, pero al volver ya no estaba en la cabina.

“¿Y la dejaste abierta para que pudiera entrar? Yo pregunté.

Luego de una larga pausa.

“Juraría que lo hice,” dijo. Lo cual significa que no lo hizo. Luego dijo, “Yo silbé y silbé muchas veces y Bandido no volvió. La patrulla de caminos hablaba de cerrar la I-80. No podía quedarme varado en medio de las montañas porque tenía una fecha de entrega muy estrecha con un distribuidor de aparatos electrónicos en Denver. Así que me tuve que ir. Lo siento Leigh, así es como pasó.”

“Abandonaste a Bandido para que muriera congelado.” Estaba llorando de rabia. ¿Cómo pudo hacerlo?

“Bandido sabe cuidarse. Apostaría dinero contra papel a que se montó en otro camión que iba saliendo.

Me limpié la nariz con la manga. “¿Por qué lo dejaría subir otro conductor?” Yo pregunté.

“Porque pensaría que Bandido estaba perdido. Tendría urgencia para entregar su carga como algunos y como yo, de salir antes de que cerraran la autopista, y porque no dejaría que un perro se congelara”

“¿Qué hay de la radio CB?” Yo pregunté. “¿No enviaste un mensaje?

“Claro que lo hice. Pero no obtuve respuesta. Las montañas cortaron la señal.

Así me lo dijo Papá y estaba a punto de decirle que lo entendía, pero aquí viene la parte mala, la parte realmente mala.

Logré oír la voz de un niño que decía, ”oye Bill, mi mamá dice que te pregunte ¿a qué hora vamos a ir por la pizza?”

Sentí que todo dentro de mi se derrumbaba. Colgué. No quería oír nada. Ni a él, ni a Mamá reclamando porque tendría que pagar por esa llamada. No quería volver a oír nada.

CONTINUARÁ…

Lunes, 5 de febrero

Querido Señor Henshaw,

Ya no tengo que hacer de cuenta que le escribo a un supuesto señor Henshaw. Se que puedo escribir las cosas que pienso en una hoja de papel. Se también que no odio a mi papá. No podría hacerlo aunque las cosas podrían ser más sencillas si pudiera.

Ayer, luego de colgar el teléfono me tiré en la cama a llorar y mientras golpeaba la almohada juraba cosas, me sentía mal. Me sentía mal al pensar que Bandido estuviese viajando con otro camionero y que Papá llevara a otro niño a comer pizza mientras yo estaba solo en casa con un baño cubierto de moho, lloviendo fuera y además muriendo de hambre. Lo peor de todo era saber que Papá saldría a cenar con alguien, la pasaría en grande jugando video juegos y no me llamaría a pesar de haber dicho que lo haría.

Entonces pude oír que el auto de mamá se detenía frente a la casa. Me sequé las lágrimas y me lavé la cara tan rápido como pude para intentar que no se notara que había llorado, pero no pude engañar a Mamá. Ella abrió la puerta de mi recámara y dijo, “Hola, Leigh”. Traté de evitar su mirada pero ella se acercó más y entre la luz tenue de la habitación dijo, “¿qué pasa, Leigh?”

“No pasa nada”, le dije, pero ella lo sabía bien. Se sentó y me rodeó con su brazo. En verdad, me esforcé por no llorar, pero no pude evitarlo. “Papá perdió a Bandido”, por fin pude decir.

“Oh, Leigh”, dijo ella. Entonces le conté toda la historia. Con pizza y todo.

Estuvimos un rato así sentados hasta que le dije: “¿Por qué te casaste con él?

«Porque estaba enamorada de él», dijo ella.

«¿Y por qué ya no lo estás?» Yo pregunté.

«Nos casamos muy jóvenes», dijo. “Crecimos en un pueblo pequeño, lleno de maleza, liebres y pozos petroleros sin mucho qué hacer. Recuerdo que por las noches miraba las luces de Bakersfield y deseaba vivir en un lugar como ese, parecía tan grande y emocionante. Hoy suena gracioso, pero en ese entonces sonaba como si se tratara de Nueva York o de París.”

“Al terminar la preparatoria, los chicos en su mayoría se fueron a trabajar a las petroleras o se enlistaron en el ejército; las chicas se casaron. Algunos fueron a la universidad, pero yo no pude convencer a mis padres para que me ayudaran a pagar mis estudios. Después de la graduación se presentó tu papá conduciendo un gran camión y… bueno eso es todo. Era alto, guapo y agradable. Parecía que nada podía perturbarlo y la forma en que manejaba ese tráiler… bueno pues. Parecía todo un caballero de brillante armadura. Las cosas no iban bien en casa, con tu abuelo bebiendo todo el tiempo, así que tu papá y yo salimos huyendo hacia Nevada y nos casamos en Las Vegas. Disfruté mucho viajando con él hasta que llegaste, y… bueno, para entonces ya había tenido suficiente de autopistas, parques de tráileres y comida rápida. Me quedé en casa para pasar más tiempo contigo”.

Me sentí un poco mejor cuando Mamá dijo que estaba cansada de pasar la vida en la carretera. Tal vez yo no soy el culpable después de todo. También recordé cómo Mamá y yo, estábamos mucho tiempo solos y lo mucho que odiaba vivir en una casa móvil. Recordé que los únicos lugares a donde íbamos eran la lavandería y la biblioteca. Mamá leía mucho y solía leerme también. Me contaba que la directora de su escuela primaria era una entusiasta de la lectura y que en aquella escuela celebraban el mes del escritor en abril de cada año.

Ahora Mamá continuó. “Llegó el momento en que pensé que jugar pinball y video juegos en una taberna, todos los sábados por la noche, ya no era tan divertido. Tal vez maduré y tu padre no”.
De pronto Mamá comenzó a llorar. Me sentí tan terrible por haber hecho llorar a mi mamá, que yo también comencé a llorar. Lloramos juntos hasta que ella dijo: “No es tu culpa, Leigh. Nunca debes pensar eso. Tu papá tiene muchas cosas buenas. Lo que pasó es que nos casamos muy jóvenes, y él ama lo emocionante que es vivir en el camino, y yo no”.

“Pero él perdió a Bandido”, le dije. “No le dejó abierta la puerta de la cabina cuando estaba nevando”.

“Tal vez Bandido sea un vago aplana calles”, dijo Mamá. “Algunos perros son así. ¿Recuerdas cómo saltó a la cabina de tu padre la primera vez? Tal vez estaba listo para saltar a otro camión”.

Quizás Mamá tenía razón, pero no me gustaba pensar que así fuera. Casi me daba miedo preguntar, pero lo hice. “Mamá, ¿todavía amas a Papá?”

“Por favor no me preguntes”, dijo ella. No sabía qué hacer, así que me quedé allí sentado en silencio, mirándola hasta que se secó los ojos y se sonó la nariz y dijo: “Vamos, Leigh, salgamos un rato.”

Así que nos subimos al coche y fuimos a ese lugar de pollo frito y compramos un gran paquete. Luego bajamos por la costa hasta un mirador y allí comimos pollo con la lluvia deslizándose por los cristales. Nos pusieron puré de patatas con mucho gravy y ensalada, en la caja, pero «a alguien» se le olvidaron los tenedores, así que tuvimos que usar los huesos del pollo como cucharas y eso nos hizo reír. Mamá encendió los limpiadores y en la oscuridad pudimos ver el blanco de las olas rompiendo contra las rocas. Abrimos las ventanas y pudimos escuchar el mar venir y alejarse una y otra vez.

“Sabes”, dijo Mamá, “cada vez que miro las olas, siento que no importa lo mal que parezca que va todo, la vida sigue”. Así fue como me sentí también, solo que no hubiera sabido cómo decirlo, por eso sólo respondí, “sí”. Entonces volvimos a casa.

Ahora me siento muchísimo mejor con Mamá. No estoy seguro de cómo me siento con Papá aunque ella diga que tiene muy buenas cosas. No me gusta pensar que Bandido es un vago, pero Mamá tal vez tenga razón.

Martes, 6 de febrero

Hoy me sentía tan cansado que no tuve que esforzarme por caminar despacio. Cuando llegué a la escuela el señor Fridley ya había izado las banderas. La bandera de California estaba bien puesta, con el oso patas abajo. Quizás el señor Fridley no necesita que yo le ayude después de todo. Aventé mi almuerzo sin importarme si alguien lo robaba. A la hora del recreo estaba hambriento y cuando fui a buscarlo mi pastelillo de queso había desaparecido. Me enojé muchísimo.
No importa quién sea el que roba mi almuerzo. Le encontraré y le daré su merecido. Lo va a lamentar mucho mucho mucho, ese ladrón. Aunque también podría tratarse de una ladrona. De cualquier manera se llevará lo suyo.

Traté de comenzar una historia para el Anuario de Jóvenes Escritores. Lo más a lo que llegué fue al título, «Formas de atrapar a un ladrón de almuerzos». Una ratonera en la bolsa fue todo lo que pude pensar, de cualquier modo el título suena mucho al libro del señor Henshaw.

Hoy en Ortografía, estaba tan cabreado pensando en el ladrón de almuerzos que pedí permiso para salir al baño. Tan pronto estuve en el pasillo cogí la bolsa de almuerzo más cercana a la puerta y la tiré en el piso. Cuando estaba a punto de patearla sentí una mano en mi hombro. Era el señor Fridley.

“¿Qué crees que estás haciendo?”, preguntó. Y no se veía tan simpático como siempre.

“Ande, vaya y acúseme en la dirección”, le dije, “para lo que me importa.”

“Tal vez a ti no, pero a mi me importa mucho.”

Eso me sorprendió. Entonces el señor Fridley dijo: “No quiero ver a un chico como tú metido en problemas, y eso es lo que va a pasar”.

“No tengo amigos en esta cochina escuela.” No se por qué dije eso, pero tenía que decir algo, supongo.

“¿Quién querría ser amigo de alguien que todo el tiempo tiene el ceño fruncido?”, preguntó el señor Fridley. “Así que tienes problemas. Sabrías que todo el mundo tiene problemas si te tomaras la molestia de pensar en los demás.”
Entonces pensé en Papá allá en las montañas poniendo cadenas en las ocho ruedas de su camión en medio de la nevada. Pensé en Mamá rellenando, con jaiba a la diabla, millones de caparazones para que los golfistas tragaran, preguntándose si aún serían bastantes para que Catering Katy tuviera lo suficiente para pagarle, y completar el dinero de la renta.

“Convertirte en un amargado “pateador de almuerzos” no ayudará en nada”, dijo el señor Fridley, “tienes que pensar positivamente”.

“¿Y cómo?” Pregunté.

“Es algo que tienes que hacer por ti mismo” dijo él. Entonces me empujó hacia dentro del salón de clases. Nadie notó cuando volví a poner la bolsa de almuerzo en su lugar.

Miércoles, 7 de febrero

Hoy después de la escuela me sentía del asco así que decidí caminar un poco antes de ir a casa. No iba a ningún lugar en particular, sólo caminé. Comencé a bajar por la calle dejando atrás la tienda de pintura, la tienda de antigüedades, la pastelería y todos esos negocios hasta llegar a la oficina de correos cuando me encontré frente a un letrero que decía ÁRBOLES DE MARIPOSAS. Había escuchado mucho acerca de esos árboles. Desde ellos, miles de mariposas monarca emprenden un viaje de miles de millas hacia el sur para pasar el invierno. Seguí las flechas entre una vereda formada entre pinos y eucaliptos marcados con letreros que dicen SILENCIO y grandes señales que advierten

                                     SE MULTARÁ CON $500 A QUIEN PERTURBE
                                                      DE CUALQUIER FORMA
                                                            A LAS MARIPOSAS
.

Sonreí porque ¿quién querría molestar a una mariposa?

El lugar estaba en silencio y tranquilo como si se tratara de una iglesia, así que caminé de puntitas. La arboleda lucía sombría y al principio pensé que todo eso de las mariposas se trataba de una estafa para los turistas porque sólo vi dos o tres mariposas desperdigadas por todo el lugar. Cuando miré más en detalle pude ver que había algunas ramas que parecían extrañas, como si estuvieran cubiertas con varitas de color marrón. Entonces el sol salió de entre las nubes y los palitos comenzaron a moverse. Lentamente las varitas abrieron sus alas para convertirse en mariposas negras con naranja. Miles de ellas comenzaron a flotar de un árbol a otro, persiguiendo la luz. Muchas nubes de mariposas flotaban entre las ramas. Esas nubes eran tan hermosas que me hicieron sentir muy bien. Me quedé mirándolas hasta que la niebla volvió a cubrir la luz y las mariposas volvieron a sus árboles para convertirse de nuevo en varitas marrones. Eso me hizo pensar en un cuento que Mamá me leía: Cenicienta volviendo del baile en el palacio. Me sentí tan genial que regresé a casa corriendo y mientras lo hacía se me ocurrió una idea para mi historia. También me fijé que en algunas tiendas había cajas metálicas que decían “SISTEMA DE ALARMA”, colocadas en los tejados. En la gasolinera junta a la casa hay una de esas cajas. Me pregunto qué habrá dentro de ellas.

Jueves, 8 de febrero

Hoy que regresé de la escuela me asomé por la cerca y le grité a un señor que trabaja en la gasolinera, “Oye Chuck, ¿qué hay en esa caja en el tejado que dice “Sistema de Alarma”?” Se que se llama Chuck porque lo tiene bordado en su uniforme.
“Baterías”, dijo Chuck. “Baterías y una campana.”
Eso de las baterías es algo en qué pensar. Comencé una historia que espero sea impresa en el Anuario de Jóvenes Escritores. Creo que le voy a titular El Hombre de Cera de Tres Metros. Los chicos de mi clase están escribiendo historias raras llenas de monstruos, rayos láser y criaturas de otros planetas. Las niñas escriben poemas e historias de ponis.
Estaba escribiendo mi historia cuando se me ocurrió una brillante idea. Si llevo mi almuerzo en una lonchera negra, de esas que usan los señores para llevar su almuerzo y consigo algunas baterías, quizás pudiera adaptarle una alarma anti robo.

Viernes, 9 de febrero

Hoy llegó una carta de Papá enviada desde Albuquerque, Nuevo México. Al menos era lo que yo pensaba, pero no era una carta de verdad sino un billete de veinte dólares envuelto en una servilleta de papel que traía escrito un mensaje: “Siento lo de Bandido. Toma estos veinte y cómprate un helado. Papá.”

Estaba tan enojado que no pude decir nada. Mamá leyó en la servilleta y dijo, “Tu padre no quiere decir que en verdad tengas que comprarte un helado.”

“¿Entonces qué quiso decir?” Pregunté.

“Es su manera de decir que lamenta mucho lo de Bandido. Sólo que no es muy bueno para expresar sus sentimientos.” Mamá parecía triste y dijo: “Algunos hombres son incapaces de hacerlo, es lo que hay.”

“¿Y qué se supone que tengo que hacer con veinte dólares?” Pregunté. ¿En qué podríamos usarlos?

“Guárdalos, son tuyos y puedes echar mano de ellos cuando quieras.”

Cuando le pregunté a Mamá si debería escribir a Papá para darle las gracias, ella me echo una mirada divertida y respondió:

“Eso depende de ti.”

Decidí no hacerlo.

Esta noche trabajé mucho en mi historia para el Anuario de Jóvenes Escritores, acerca del hombre que mide tres metros y es de cera y decidí guardar los veinte dólares para comprar más adelante una máquina de escribir. Cuando sea un autor de verdad voy a necesitarla.

15 de febrero

Querido Señor Henshaw,

No le he escrito en mucho tiempo porque se que está muy ocupado, pero necesito ayuda con la historia que intento escribir para el Anuario de Jóvenes Escritores. Ya había comenzado pero no se cómo terminar.
Mi historia es acerca de un hombre que mide tres metros y maneja un camión. Este hombre está hecho de cera y cada vez que cruza el desierto se derrite un poco. Hace tantos viajes y se derrite tantas veces, que un día ya no puede controlar el volante ni alcanza a pisar los pedales. Ahí es hasta donde he llegado.
¿Y ahora qué hago?
Los chicos de mi salón que están escribiendo sobre monstruos se limitan a meter en la última página un nuevo monstruo que destruye a los malos con su rayo láser, pero a mi no me gusta un final parecido para mi historia.

Por favor, deme una mano. Tan sólo una postal sería de gran ayuda.

Atentísimo a su respuesta,

Leigh Botts

P.D. Hasta antes de comenzar mi historia había estado escribiendo en mi diario casi todos los días.

28 de febrero

Querido Señor Henshaw

Gracias por responder a mi carta. Fue una sorpresa saber que usted también había tenido problemas para escribir historias a mi edad. Tiene usted razón. Tal vez no estoy listo para escribir historias. Entiendo a lo que USTED se refiere. Un personaje dentro de una historia debería resolver un problema o crear un cambio de alguna manera. Veo que el hombre de cera que se derrite hasta convertirse en natilla no está ahí para resolver algo porque derretirse no es la clase de cambio ni respuesta a la que usted se refiere. Supongo que podría meter a alguien más para que en la última página se pusiera a fabricar velas con el hombre de cera. Eso cambiaría a mi personaje desde luego, pero no es un final que me guste.

Le he preguntado a la maestra Martínez si debería escribir una historia para el Anuario de Jóvenes Escritores, y ella dice que también podría escribir un poema o una descripción.

Su agradecido amigo,

Leigh

P.D. Compré una copia de Formas de divertir a un perro, en una venta de garaje. Espero que eso no le moleste.

DEL DIARIO DE LEIGH BOTTS VOL.2

Jueves, 1 de marzo

Me he retrasado con mi diario por varias razones que incluyen haber trabajado en mi historia y escribirle al señor Henshaw (al real, no al supuesto). También tuve que comprar una nueva libreta porque ya llené la primera. Ese mismo día compré una lonchera, de plástico negro, en la tienda de segunda mano que está calle abajo y he comenzado a llevar en ella mi almuerzo.

Los chicos de la escuela se sorprendieron, pero ninguno me hizo burla porque después de todo una lonchera negra no es tan cómica como aquellas que usan los niños de primero o segundo grado, todas llenas de calcomanías de caricaturas. Un par de niños me preguntaron si esa lonchera era de Papá y les respondí: “¿Y de dónde más iba a sacarla?”

Al otro día mis rebanaditas de salami rellenas con queso crema desaparecieron, pero me lo esperaba. Ya atraparé al ladrón. Haré que lamente haber comido las mejores cosas de mi lonchera. Más tarde fui a la biblioteca a consultar algunos libros sobre electrónica, electricidad y baterías. Pedí en préstamo un par de ellos, muy básicos porque en verdad nunca antes había pensado en baterías o cosas semejantes. Lo único que sé de baterías, es que cuando necesitas encender una linterna, las baterías ya se han agotado.

Decidí olvidarme de la historia del hombre de cera de tres metros porque lo cierto es que es muy tonta. Pensé escribir un poema sobre mariposas para el Anuario de Jóvenes Escritores porque un poema puede ser corto, pero es difícil pensar en mariposas apacibles y en alarmas ruidosas al mismo tiempo, así que mejor me dediqué a estudiar electricidad. Los libros no dicen cómo hacer alarmas antirrobo para loncheras, pero creo haber aprendido lo suficiente sobre baterías y cables como para construirla yo mismo.


Viernes, 2 de marzo

Me dediqué al poema esta noche. Las únicas rimas que se me ocurrieron son: mariposas y perezosas, que junto con niebla y tiemblan suenan muy aburridas. Un poema que hable sobre mariposas perezosas que en la niebla tiemblan suena un poco tonto, de cualquier forma un par de niñas ya están escribiendo poemas sobre mariposas que duermen perezosas bajo la niebla.
A veces comienzo una carta para Papá y quisiera agradecerle su nota y los veinte dólares, pero nunca la termino. No se por qué.

Sábado, 3 de marzo

Hoy cargué con mi lonchera y los veinte dólares de Papá. Fui a la ferretería y me puse a buscar. Encontré un interruptor de resorte, una pequeña batería y un timbre para puerta económico de esos que llaman zumbadores.
Mientras estaba buscando el tipo de cable que le quedaría mejor a mi alarma antirrobo, un hombre no me perdía de vista. (Los chicos como yo siempre son vigilados cuando entran a un lugar como ese). El señor me preguntó si podía ayudarme. Parecía muy agradable y era un caballero de edad madura.
Me dijo: “¿Qué planeas construir, hijo? (¡Hijo!. Me llamó hijo y Papá me llama “muchacho”). No le quería responder a ese hombre, pero cuando echó un vistazo a las cosas que llevaba, sonrió y me preguntó: “¿Problemas con tu lonchera?” Asentí y respondí: “Intento construir una alarma antirrobo.”

“Me lo imaginaba. Por aquí hay algunos empleados con el mismo problema.”

Resulta que necesitaba una batería de 6 voltios en lugar de la que iba a comprar. Me dió un par de consejos y después de pagarle me dió también un par de palmaditas en la espalda y dijo: “Buena suerte, hijo.”

Volé a casa con las cosas que había comprado y lo primero que hice fue escribir un cartel y pegarlo en mi puerta que decía:

                                                                           ALÉJESE

                                                               ESO VA POR TÍ MAMÁ

Entonces uní un cable desde la batería hasta el primer cable del interruptor y conecté otro cable desde el cable libre del interruptor hasta el zumbador. Finalmente usé un cable más largo para unir el otro extremo del zumbador con la batería. Me llevó algo de tiempo hacerlo bien. Cuando todo estuvo en su lugar encinté todo.
Pegué con cinta la batería en una esquina de la lonchera y el zumbador en otra esquina. Use una perforación en el marco trasero de la lonchera para colocar el interruptor y luego lo fije con cinta. Me encontré con un problema, una botella de agua suelta, podría mover de su lugar todo. Así que fijé un alambre con la abrazadera de la lonchera y lo torcí a manera de gancho. Cuando estuvo listo, metí la mano para retirar la cinta que sujetaba el botón del timbre y cerré la caja.

Entonces probé a abrir la lonchera. ¡Mi alarma funcionó! Aquel zumbador dentro de la caja sonó con tal fuerza que Mamá enseguida estaba del otro lado de mi puerta. “Leigh por amor del cielo, ¿qué pasa ahí dentro?”, gritó ella tratando de hacerse oír.
Le dejé entrar y le hice una demostración de mi invento. Ella rió y me felicitó. Algo me preocupaba aún. ¿Mi almuerzo mitigaría el sonido de la alarma antirrobo?
Mamá debió preguntarse lo mismo porque me sugirió colocar una división de cartón dentro de la caja y fijarla con cinta para hacer que sirviera como carcasa para mi almuerzo. Lo hice y funcionó a la perfección.

Ya quiero que sea lunes.

Lunes, 5 de marzo

Hoy Mamá puso con mucho cuidado mi almuerzo dentro de la lonchera revisando que la alarma siguiera funcionando y así fue. Claro y fuerte. Cuando llegué a la escuela el señor Fridley dijo: “Es bueno verte sonriendo, Leigh, deberías hacerlo más a menudo.”

Puse mi lonchera en el lugar de costumbre y esperé toda la mañana para que la alarma se activara y poder ir a placar al ladrón. La maestra Martínez preguntó sí estaba o no en clase y yo fingí estudiar. Como nada ocurría comencé a preocuparme. Quizás algún cable se había desconectado de camino a la escuela.

Hora del recreo. La alarma aún no se activaba. Todos cogimos nuestros almuerzos y marchamos a la cafetería. Cuando puse mi lonchera en la mesa supe que estaba en un gran apuro. Si ningún cable se había zafado, mi alarma seguiría cargada. Me senté ahí, enfrente de mi almuerzo sin saber qué hacer.

“¿No vas a comer?” Dijo Barry con la boca llena. Los sándwiches de Barry nunca van cortados por la mitad, así que, para empezar a comer, siempre les da una mordida enorme por un lado.

Todo el mundo en la mesa me miraba. Pensé decir que no tenía hambre, pero la tenía y mucha. Pensé en tomar mi lonchera fuera, hasta el pasillo, y entonces abrirla, pero si estaba aún lista para activarse no había manera de abrirla en silencio. Por fin me dije: “Ahí va”. Levanté ambos broches de la lonchera reteniendo el aliento y abrí la tapa.

¡Guau! ¡Mi alarma funcionó! El ruido fue tan alto que sorprendió a todos en la mesa, incluyéndome a mí. Todos los que estaban en la cafetería voltearon a verme. Alcancé a ver al señor Fridley sonriendo y negando con la cabeza de pie allá, cerca de los botes de basura.
Apagué la alarma. De pronto parecía que todo el mundo se fijaba en mí. El director que siempre anda viendo que todo vaya bien a la hora del almuerzo, se acercó para examinar mi lonchera y dijo: “Eso que tienes ahí es todo un invento.”

“Gracias,” dije complacido de que al director le hubiese gustado mi alarma.

Algunos maestros salieron de su sala de descanso para ver qué era todo ese ruido. Tuve que darles una demostración. Parece que no soy el único al que le roban las mejores cosas de su lonchera. Todos los chicos dijeron que también querían loncheras con alarma, hasta esos que sus almuerzos no son tan buenos como para que alguien les quiera robar algo.
Barry dijo que le gustaría una alarma como esa para su habitación. Me empecé a sentir como todo un héroe. Quizás no soy tan “promedio” después de todo.

Algo me sigue molestando y es que aún no se quién ha estado robando mi almuerzo.

Martes, 6 de marzo

Hoy Barry me pidió que fuera a su casa para ver si podía ayudarle a armar una alarma para su habitación. Tiene un montón de hermanitas y hermanastras que invaden sus dominios. Pensé que sí podría porque he visto en uno de los libros que saqué de la biblioteca, una alarma de ese tipo.
Barry vive en una casa grande y antigua. Una mezcla entre alegre y desordenada con niñas pequeñas corriendo por todos lados. Justo como lo imaginé, Barry no tenía la clase de batería que ese trabajo requiere. Así que nos la pasamos armando modelos a escala. Barry nunca usa instructivos cuando une las piezas de sus modelos porque las instrucciones arruinan la diversión y son difíciles de seguir. Las bota a un lado y mira hasta entender como cada pieza encaja con la otra.

Aún no sé qué voy a escribir para el Anuario de Jóvenes Escritores, pero me sentía tan bien que al fin pude escribirle a Papá para agradecerle los veinte dólares a los que hallé como dar buen uso, aunque podría haberlos guardado para comprar una máquina de escribir más adelante. No le dije mucho.

Me pregunto si Papá se casará con el niño de la pizza y con su madre. Eso me preocupa mucho.

Jueves, 15 de marzo

Esta semana varios chicos llevaron a la escuela loncheras con alarmas. Una canción dice que se puede sentir el cantar que hay en las montañas. Pues en la cafetería de mi escuela se puede sentir el cantar de las alarmas antirrobo. La moda ha pasado muy pronto. Ya ni siquiera me molesto en preparar la alarma de mi lonchera porque desde ese día que sonó por primera vez, nadie ha vuelto a robar mi almuerzo.

Nunca supe quién era el ladrón y ahora que me detengo a pensar en ello, me alegra. Si él o ella hubieran activado la alarma estando mi lonchera en el salón de clases, se habría metido en un gran, gran problema. Quizás se trata solamente de alguien a quien no le ponen nada bueno para almorzar, (sandwuiches de jalea hechos con pan blanco que sabe a Kleenex remojado) o quizás él o ella tenían que prepararse ellos mismos su propio almuerzo sin tener jamás algo bueno que poner. He visto niños mirar dentro de sus loncheras, coger una o dos galletas y tirar el resto a la basura. El señor Fridley siempre parece consternado cuando ve que alguien hace eso. No estoy diciendo que robar almuerzos sea correcto.
Lo que digo es que me complace ignorar quién es el ladrón porque tengo que verle todos los días en la escuela.

Viernes, 16 de marzo

Esta noche estaba mirando una hoja en blanco tratando de pensar en algo qué escribir para el Anuario de Jóvenes Escritores, cuando sonó el teléfono. Mamá me dijo que respondiera porque se estaba lavando el pelo. Era Papá. Sentí como si mi panza se fuera a caer al suelo. Como siempre me pasa cuando escucho su voz.

«¿Como están?, ¿Qué estás haciendo, muchacho? «, preguntó.

«Estoy bien», dije, pensando en el éxito de mi alarma antirrobo.

«Genial, recibí tu carta», dijo.

«Ah, qué bien», le dije. Su llamada me sorprendió tanto que pude sentir mi corazón latiendo con mucha fuerza, y no podía pensar en nada qué decir hasta que pregunté:

“¿Encontraste otro perro para ocupar el lugar de Bandido? «
Creo que lo que realmente quería decir era, ¿has encontrado otro chico para ocupar mi lugar?

“No, pero pregunto por él en mi radio banda «, me dijo Papá. «Puede aparecer todavía.”

«Espero que así sea.» Esta conversación no iba a ningún lugar. Realmente no sabía ni qué decirle a mi padre. Fue embarazoso.

Entonces Papá me sorprendió. Él preguntó: «¿Alguna vez extrañas a tu viejo padre?»

Tuve que pensar un minuto. Lo extrañaba, bien, pero parecía que no podía decírselo con palabras. Mi silencio debió molestarlo porque preguntó: «¿Estás aún allí?»

«Claro, Papá, te extraño», le dije. Era cierto, pero no tanto como había sido hace un par de meses. Todavía quería que se detuviera frente a la casa en su camión con una gran plataforma, pero ahora sabía que no podía contar con eso.

«Lo siento. Siento no pasar por allá más a menudo», dijo. «Oí que el ingenio de Spreckels está cerrando «.

«Lo leí en el periódico», dije.

«¿Está tu madre?» preguntó.

«Voy a ver», le dije, aunque para entonces ella estaba parada junto al teléfono con el pelo envuelto en una toalla. Ella sacudió su cabeza. No quería hablar con papá.

«Se está lavando el pelo», le dije.

«Dile que me las arreglaré para enviar su cheque de manutención, en algún momento, la próxima semana», dijo. «Bueno pues, eso es todo, muchacho. Pórtate bien, que nada te cuesta».

«Hasta luego, papá», le contesté. «Conduce con cuidado.»

Supongo que nunca aprenderá que mi nombre es Leigh y que me porto tan bien como puedo. Quizás piense que nunca aprenderé que él siempre maneja con cuidado. En realidad no lo hace.
Es un buen conductor, pero acelera para ganar tiempo cada vez que puede evitar a la policía de caminos. Todos los camioneros lo hacen.

Después de eso no pude volver a pensar en el Anuario de Jóvenes Escritores, así que cogí Formas de divertir a un perro para leerlo por milésima vez. Leo libros más complejos ahora, pero todavía me siento bien cuando leo ese libro. Me pregunto dónde estará el Sr. Henshaw.

Sábado, 17 de marzo

Es sábado así que bajé caminando hasta los árboles de mariposas. La arboleda lucía tranquila y silenciosa y como el sol brillaba bastante me quedé mucho rato allí, mirando las mariposas flotando entre las hojas y las ramas. En sus cortos vuelos formaban mosaicos de grises, verdes y naranjas que parecían una danza al compás del sonido del oleaje del mar. Ya no hay tantas mariposas pues se acerca el verano y emigran hacía el norte. Creí que debería escribir sobre ellas en prosa y no en verso pero de camino a casa me puse a pensar en aquella vez que Papá me llevó en uno de sus viajes. Se trataba de entregar un cargamento de uvas en un lagar propiedad de una empacadora. Pensé en lo genial que había resultado ser aquel día.

Martes, 20 de marzo

Ayer la señorita Neely, la bibliotecaria de la escuela, me preguntó si había escrito algo para el Anuario de Jóvenes Escritores. Tuve que responder que no lo había hecho. Ella dijo que aún tenía veinticuatro horas para hacerlo. Así que tenía que poner manos a la obra. Y lo hice. Mi historia sobre el hombre de cera de tres metros estaba en el bote de basura. Así que comencé a escribir una historia titulada “El gran misterio de la lonchera”, pero como no pude convertir mi experiencia en una historia y además nunca supe quien era el ladrón (y no quiero averiguarlo), finalmente hice una descripción del viaje que hice con Papá cuando entregamos aquella carga de uvas. Escribí como tuvimos que bajar la gran pendiente de la carretera 152 a través de El Paso de Pacheco para llegar al lagar. Escribí sobre todas esas señales de tránsito en letras negras con fondo color amarillo y que dicen: “PENDIENTE PRONUNCIADA”, “TRANSPORTE PESADO USE FRENO DE MOTOR”, mencioné como Papá bajaba la velocidad de su camión con los cambios del motor y lo hábil que es para controlar toda esa carga cuando toma las curvas. Hablé sobre los halcones que se posan en los cables de teléfono y cómo antaño en las colinas que rodean aquel camino se apostaban vigías al servicio del famoso bandolero Black Bart para avisarle con señales de espejos cuando se aproximaba alguna carreta para poder asaltarla, y cómo las hojas de los árboles caían a lo largo de la carretera formando una alfombra que del verde se convertía en amarillo y también lo bien que huelen muchas toneladas de uva entibiadas por sol en las doradas llanuras de California. No mencioné a las meseras ni los video juegos. Entonces pasé todo en limpio por si acaso la limpieza del trabajo fuera un factor por considerar por parte de los jueces y se lo entregué a la señorita Neely.

Sábado, 29 de marzo

Mamá dijo que tengo que invitar a cenar a Barry porque ya he ido muy a menudo a visitarle después de la escuela. Hemos trabajado mucho en la alarma antirrobo para su habitación y la hemos hecho funcionar gracias a los consejos que encontramos en un libro de la biblioteca.
No estaba muy seguro de que a Barry le gustara venir a casa porque es muy pequeña comparada con la suya, pero aceptó cuando le invité.
Mamá cocinó una cacerola mixta con puntas de res, pimientos, tomates y queso, acompañados con tortillas. Barry dijo que le gustó mucho la comida y comer en mi casa, porque en la suya sus hermanitas se la pasan jugando, agitando lo mismo cucharas que piernas de pollo. Eso me dio gusto. Es bueno tener un amigo.
Barry dice que su alarma antirrobo sigue funcionando. El problema es que a sus hermanitas les pareció muy gracioso abrir la puerta para activarla y luego echarse a correr. El ruido estaba volviendo loca a la mamá de Barry, así que al final tuvo que desconectarla. Todos reímos con su relato. Barry y yo nos sentimos orgullosos de haber construido algo que funcione sin importar si puede o no usarse.
Cuando Barry leyó el letrero en la puerta de mi habitación, ese que dice: “ALÉJESE / ESO VA POR TÍ MAMÁ”, me preguntó sí en realidad mi mamá se mantiene lejos de mis dominios. Le dije: “Claro, mientras lo mantenga limpio y ordenado”. Mamá no es una meterete. Barry dijo que le gustaría tener una habitación en la que nadie se metiera nunca.
Me alegra que Barry no pidiera usar el baño. Quizás deba comenzar a limpiarlo desde mañana mismo.


Domingo, 25 de marzo

Sigo pensando en Papá. En lo solitario que se escuchaba la última vez, y me pregunto, ¿qué pasaría con niño de la pizza?  Aunque no me gusta pensar que Papá se sienta solo, tampoco me gusta pensar que la pase super con aquel otro chico.
Hoy durante la cena (frijoles con salchichas), junté todo mi valor para preguntar a Mamá si pensaba que Papá se volvería a casar. Ella meditó unos segundos y luego dijo: “No veo cómo podría hacerlo. Tiene muchas deudas. El mantenimiento y los combustibles para su camión son cada vez más caros. Si la gente no tiene para construir casas o comprar coches, él no podrá transportar ni materiales ni autos.”
Pensé en todo eso. El permiso para su camión vale más de mil dólares por año. ”Pero siempre envía mi cheque de manutención,” dije, “aunque a veces tarde un poco.”

“Sí, así es,” confirmó mi madre. “Tu padre no es una mala persona.”

De pronto todo el asunto me molestó y me hizo enojar.

“Entonces, ¿por qué no se casan de nuevo? Supongo que no dije eso de la manera más gentil pues Mamá mi miró directo a los ojos muy seria.

“Porque tu padre nunca va a madurar.” Dijo ella. Entonces supe que eso era todo lo que ella iba a decir sobre el asunto. Caso cerrado.

¡Mañana van a darnos el Anuario de Jóvenes Escritores! Quizás sea afortunado y pueda comer con el Autor Famoso.

Lunes, 26 de marzo

Hoy no fue el mejor día de mi vida. Cuando nuestra clase fue a la biblioteca había una gran pila de anuarios sobre un escritorio y apenas podía esperar a que la señorita Neely nos los entregara. Cuando por fin me dieron el mío, abrí la primera hoja, había una historia sobre monstruos. No había ganado el primer premio. Seguí hojeando. No había ganado el segundo premio, ese lo ganó un poema. Tampoco gané el tercero o cuarto lugar. Pasé otra hoja y leí: Mención Honorable y más abajo:

UN DÍA EN EL CAMIÓN DE PAPÁ
Por
Leigh M. Botts

Era el título de mi relato con mi nombre, ambos impresos aunque fuera con mimeógrafo. No puedo decir que no estaba desilusionado por no haber ganado un premio porque lo estaba. Estaba decepcionado porque no conocería al Misterioso Autor Famoso, aunque me gustó mucho ver mi nombre impreso en el anuario.
Algunos chicos se enojaron tanto por no haber ganado un premio o por no ser mencionados, que juraron nunca volver a escribir, para mí eso es muy absurdo.
He escuchado que a los verdaderos escritores también les han rechazado libros. Creo que simplemente a veces ganas y a veces pierdes.
Entonces la señorita Neely anunció que el Autor Famoso que los ganadores conocerían y con quien iban a comer era Angela Badger.
Las niñas estaban más emocionadas que los niños porque Angela Badger escribe acerca de niñas con problemas como tener pies grandes, pecas o espinillas en la cara. Quisiera conocerla de cualquier manera porque ella es lo que llaman una “real escritora viva” y yo nunca he conocido a un real escritor vivo. Qué bueno que el Autor Famoso no resultó ser el señor Henshaw porque sí que me hubiera dolido no poder conocerlo.

Viernes, 30 de marzo

De pronto el día se convirtió en algo emocionante. A mitad de la segunda hora la señorita Neely me sacó de clase y me preguntó si me gustaría almorzar con Angela Badger. Yo dije: “Pues claro, ¿pero cómo?”
La señorita Neely me explicó que los maestros habían descubierto que el poema ganador había sido copiado de un libro, no era original, así que a la niña que lo había enviado no le fue permitido asistir al almuerzo y que si me gustaría asistir en su lugar. ¿Que si me gustaría?
La señorita Neely telefoneó al trabajo de Mamá para pedir permiso. Le dí a Barry mi almuerzo porque mis almuerzos suelen ser mejores que los suyos. Los otros autores iban muy bien vestiditos pero no me importó. He visto que los escritores como el Señor Henshaw suelen usar viejas camisas a cuadros en las fotos de las contraportadas de sus libros. Mi camiseta era tan vieja como la del Señor Henshaw, así que supe que todo estaría muy bien.
La señorita Neely nos llevó en su coche hasta el Holiday Inn, donde los otros bibliotecarios y sus autores ganadores esperaban en el lobby. Entonces Angela Badger llegó acompañada por el señor Badger y todos fuimos conducidos hasta el comedor que estaba bastante concurrido. Uno de los bibliotecarios que parecía ser una especie de Super Bibliotecario dijo que los ganadores ocuparían una mesa larga especialmente designada para ellos. Frente a cada lugar había un letrero que decía: “Reservado”. Angela Badger se sentó justo a la mitad de la mesa y las niñas se peleaban por sentarse lo más cerca de ella. Yo tomé un lugar al otro lado de la mesa frente a ella. El Super Bibliotecario explicó que podíamos escoger lo quisiéramos de la barra de ensaladas. Luego todos los bibliotecarios se retiraron a una mesa especial para acompañar al señor Badger.
Así que ahí estaba yo. Cara a cara con una “Real Autora Viva” , que parecía ser una dama agradable de pelo crespo y algo gordita, sin saber qué decirle o preguntarle porque nunca he leído sus libros. Algunas niñas le dijeron cuánto les gustaban sus libros, pero otros niños y niñas eran tan tímidos que prefirieron guardar silencio. Nada parecía suceder hasta que la Señora Badger dijo: “¿Por qué no nos hacemos un favor y vamos por nuestro almuerzo a la barra de ensaladas?”
¡Qué oso! Algunos no entendían lo que es una barra de ensaladas pero la Señora Badger encabezó la marcha y allí “nos hicimos el favor” con lechuga, ensalada de judías, de patatas y todo eso que suelen poner en las barras de ensaladas. Algunos de los niños más pequeños eran tan bajitos que no alcanzaban sino los primeros tazones. No lo estaban haciendo nada bien hasta que la Señora Badger les ayudó.
Conseguir el almuerzo se llevó su buen tiempo, mucho más del que tomamos para el almuerzo en la escuela y cuando volvíamos a la mesa cargando nuestros platos, aquellos que ya estaban sentados nos esquivaban como si esperaran que les fuésemos a tirar algo sobre la cabeza. Todo lo que había en el plato de un chico era una hoja de lechuga y una rebanada de tomate porque esperaba que pusieran luego filetes y pollo frito. Cuando le explicamos que sólo servirían ensaladas, se puso colorado y volvió a la barra para servirse más cosas.
Yo seguí pensando en algo interesante qué decir a la Señora Badger mientras trataba de capturar un garbanzo escurridizo por todo mi plato. Un par de niñas llevaban la conversación diciendo a la Señora Badger que querían escribir libros exactamente como los de ella. Los bibliotecarios reían a carcajadas con la plática del Señor Badger.
La Señora Badger por su parte trataba con poco éxito de hacer que los más tímidos hablaran y yo seguía sin saber qué decir a una señora que escribe libros acerca de niñas con pies grandes y pecas o espinillas en la cara. Por fin la Señora Badger me miró fijamente y preguntó: “¿Qué escribiste para el anuario?”
Sentí que me ponía colorado y respondí: “Sólo algo sobre un viaje en tráiler.”

«¡Oh!» dijo la Señora Badger. «¡Así que tú eres el autor de Un día en el camión de Papá

Todos guardaron silencio. Ninguno nos imaginábamos que el Autor Famoso quisiera leer lo que habíamos escrito, pero ella lo hizo y hasta recordaba el título de mi trabajo.

“Sólo obtuve mención honorífica”, dije, pero en realidad estaba pensando que ella me había llamado “autor”.

“El lugar es lo de menos” dijo la Señora Badger. “Los jueces nunca se ponen de acuerdo. Da la casualidad de que a mi me ha gustado Un día en el camión de Papá porque está escrito por un chico que habla honestamente sobre algo que le había despertado sentimientos muy profundos. Me hiciste sentir en tu relato lo que es bajar por una pendiente muy pronunciada con cientos de cajas llenas de uvas a mis espaldas.

“Pero no pude convertir mi descripción en una historia”, dije, sintiéndome un poco más confiado.

“¿Y eso qué importa?”, dijo la Señora Badger con un coqueto manoteo. Ella es de esas señoras que usan anillos en el dedo índice. “¿Qué esperabas? La habilidad de escribir historias llega con el tiempo, cuando hayas vivido un poco más, y tengas nuevas experiencias y entendimiento. Un día en el camión de Papá ha sido un espléndido trabajo para un chico de tu edad. Escribiste a tu manera sin intentar imitar a nadie más. Esa es la marca de un buen escritor. Sigue así.” Note que un par de niñas de las que habían dicho que querían escribir libros exactamente iguales a los de Angela Badger cambiaban miradas avergonzadas.

“Guau, gracias”, fue todo lo que pude decir. Para cuando la mesera comenzó a repartir platos con helado, todos habían superado la timidez y comenzaron a preguntar a la Señora Badger si escribía con lápiz o usaba una máquina, si le habían rechazado alguna vez un libro y si sus personajes eran gente real o si ella misma había sido una niña con pecas o espinillas en la cara. También le preguntaron qué se sentía ser una autora famosa.
No pensé que las respuestas a esas preguntas fueran muy importantes pero yo tenía una pregunta qué hacerle y por fin lo pude hacer cuando se encontraba firmando autógrafos en los libros que algunas personas compraron.

“Señora Badger”, dije, “¿alguna vez ha visto a Boyd Henshaw?”

“Pero claro”, dijo ella haciendo a un lado un libro que iba a autografiar. “Una vez le vi en una feria de libros a la que ambos estuvimos invitados».

“¿Y cómo es él?” Pregunté por encima de la cabeza de una niña que se había acercado para que le firmaran su libro.

“Es un joven muy agradable. Su picardía le asoma en los ojos” dijo ella. Supongo que eso ya lo sabía desde el momento en que respondió a las preguntas que la maestra Martínez nos hizo formularle a un autor famoso. De vuelta a la escuela todo el mundo parloteaba que la Señora Badger esto, que la Señora Badger aquello. Yo no quería hablar, quería pensar. Un verdadero autor vivo me había dicho que siguiera adelante. Mamá estaba orgullosa de mi cuando le conté todo. La gasolinera ha dejado de pinguear desde hace un buen rato, pero yo quería escribir todo esto mientras mis recuerdos aún están frescos. Lo bueno es que mañana es sábado. Si tuviera que ir a la escuela me la pasaría bostezando. Cómo quisiera que Papá estuviera aquí para poder contarle todo lo que me pasó en este día.

31 de marzo

Querido Señor Henshaw,

Seré breve y conciso para ahorrarle tiempo en la lectura. Le escribo porque tengo algo qué decirle. Tenía usted razón. Aún no estoy listo para escribir historias imaginarias, pero ¿adivine qué? Escribí una historia verdadera que ganó una mención honorífica en el Anuario de Jóvenes Escritores. Quizás el año próximo escriba algo que gane el primero o el segundo premio. Tal vez para entonces ya sea capaz de escribir alguna historia imaginaria.

Pensé que le gustaría saber todo esto. Gracias por toda su ayuda, de no haber sido por usted hubiera seguido con esa estúpida historia del derretido camionero de cera.

Su amigo, el autor,

Leigh Botts

P.D. Aún escribo en el diario que usted me encomió que comenzara.

DEL DIARIO DE LIEGH BOTTS

Sábado 31 de marzo

Hoy amaneció muy soleado así que fui con Barry hasta la oficina postal para enviar la carta que escribí para el Señor Henshaw. Volvimos caminando hasta los árboles de mariposas y solamente vimos unas tres o cuatro. Supongo que las demás ya habrán partido hacia el norte para pasar el verano. Luego de eso bajamos hasta el parquecito de Lovers Point. Allí nos sentamos en las rocas para mirar los veleros en la bahía. Cuando comenzó a nublarse decidimos volver a mi casa.

Un camión sin plataforma estaba estacionado frente a la casa. ¡Era del camión de Papá! Comencé a correr. Papá y Bandido salieron de la cabina.

“Debo irme,” le dije a Barry. Él me ha oído hablar mucho sobre Papá y Bandido y también sabe de padres y de divorcios.

Papá y yo nos detuvimos unos momentos examinándonos mutuamente hasta que dije: “Hola Papá. ¿Has visto algún zapato por el camino?” Me respondió, “Cientos de ellos.” Sonrió a medias, no como siempre solía hacerlo. “Botas, tenis, sandalias. De todas clases.” Bandido me saltó encima meneando su cola. Se veía super feliz y llevaba una bandana roja y nueva, alrededor del cuello.

“¿Cómo estás, muchacho?” Pregunto Papá. “Te traigo a tu perro.”

“Caramba, gracias,” dije abrazando a Bandido. La panza de Papá le caía sobre la hebilla de sus vaqueros y no lucía tan alto y grande como le recordaba.

“Has crecido,” dijo como siempre dicen los adultos cuando no saben qué más decirle a los niños. ¿Esperaba que no creciera nada más porque él andaba lejos?

“¿Cómo encontraste a Bandido?” Pregunté.

“Preguntando todos los días en mi radio banda”, dijo él. “Por fin alguien me respondió. Un compañero dijo que había recogido a un perro perdido en una nevada en La Sierra. Un perro que aún seguía viajando con él. La semana pasada coincidimos en el mismo carril de la misma báscula.”

“Estoy muy contento de que lo hayas recuperado.” Le dije, luego tratando de pensar qué más decirle pregunté: “¿Cómo es que no enganchaste nada?”

Creo que deseaba oírle decir, que había manejado desde Bakersfield hasta aquí, solamente para traerme a Bandido.

“Hay un refri en Salinas que ahora mismo me están cargando con brócoli,” dijo él. “Como no está muy lejos, pensé que no estaría mal que me diera una vuelta por acá, antes de engancharlo y partir rumbo a Ohio.”

Así que Papá sólo pasó a visitarme por causa del brócoli. Después de todos esos meses en que le eché de menos, se necesitó de un cargamento de brócoli para hacer que viniera. Me sentí mal y con los sentimientos heridos. Dolía tanto que no supe que responder. En eso llegó Mamá. Su viejo auto lucía maltrecho y muy pequeño junto al camión de Papá.

«Hola, Bill,» dijo ella.

«Hola, Bonnie,» dijo él.

Ahí nos quedamos los tres, mientras Bandido meneaba la cola, hasta que Papá dijo, “¿No me invitas a entrar?”

“Claro, pasa.” Dijo Mamá. Bandido nos siguió dentro. “¿Qué tal una taza de café?”, Preguntó Mamá.

“Me gustaría”, respondió Papá echando una mirada a toda la casa. “Así es que aquí es donde ustedes dos viven ahora.” Entonces se sentó en el sofá.

«Aquí es donde vivimos mientras podamos pagar el alquiler,” respondió Mamá. “Y nunca podrá ser sacado en grúa por falta de pago.” Mamá en serio que odiaba aquella casa móvil en que solíamos vivir.

Nunca había visto a Papá tan cansado y triste. Mientras Mamá preparaba el café, le enseñé la alarma antirrobo de mi lonchera. La hizo funcionar un par de veces y dijo: “Siempre supe que mi muchacho era muy inteligente.”

Mamá se tardaba tanto con el café que pensé que debía entretener a Papá de alguna manera, así que le mostré mi Anuario de Jóvenes Escritores y también lo que yo había escrito. Lo leyó y dijo: “Es curioso. Recuerdo aquel día siempre que me toca transportar uvas o viajar a la empacadora. Me alegra que también tú lo recuerdes.”

Eso me hizo sentir muy bien. Me miró un rato en silencio como si esperase encontrar algo… no sé qué, algo. Entonces revolvió mi pelo y dijo: “Eres mucho más inteligente que tu viejo.”

Eso me avergonzó un poco. No supe qué responder.

Por fin Mamá llegó con dos tazas de café. Le dio una a Papá y tomo una para ella. Luego se acomodó en una silla. Sólo se sentaron mirándose uno al otro a través del vapor de sus tazas de café. Yo quería gritarles: “¡Hagan algo!, ¡Digan algo!” «No se sienten nada más.»

Finalmente Papá dijo, “Te extraño, Bonnie.”

Sentí que no debería estar escuchando esa conversación pero como no sabía como inventar un pretexto para salirme de la casa me tiré en el piso para jugar con Bandido. Él se echo patas arriba enseñando la panza y esperando que yo se la rascara.

“Lo siento mucho,” dijo Mamá. Creo que sentía mucho que Papá la echara de menos. O tal vez lamentaba todo lo que había sucedido. No lo se.

“¿Has encontrado a alguien más?” Preguntó Papá.

“No”, respondió ella.

“Pienso en ti durante todos esos viajes,” dijo Papá, “sobre todo por las noches.”

“Yo tampoco te he olvidado”, respondió ella.

“Bonnie, habrá alguna manera?”

» No,» dijo Mamá con voz suave y triste. «No hay ninguna oportunidad.»

» Por qué no?» preguntó Papá.

«Demasiados días solitarios y noches sin saber por dónde andas, demasiado esperar a una llamada que olvidas hacer porque estás conduciendo o revisando tu carga en algún paradero de tráileres.” Dijo Mamá.

«Demasiadas noches de sábado en tabernas ruidosas. Y demasiadas promesas rotas. Cosas como esas.»

«Bien…» dijo Papá y dejó su taza sobre la mesita de centro. «Es lo que había venido a averiguar, así que creo que debería marcharme.» Ni siquiera terminó su café. Se puso de pie lo mismo que hice yo. Entonces le di un enorme abrazo. Por un minuto quise tenerlo abrazado siempre y nunca dejar que se marchara.

«Hasta pronto, hijo,» me dijo. «Trataré de venir por acá para verte más a menudo.»

«Claro, Papá,» dije. Ahora ya había aprendido que no podía confiar en nada que él me dijera.

Mamá se acercó a la puerta. De pronto Papá le dio un gran apapacho y para mi sorpresa ella le correspondió. Luego caminó a grandes zancadas hasta su camión y cuando subió me dijo: “Cuida bien a Bandido.”

Pensé en Papá en ese viaje remolcando un refri 40 pies lleno de brócoli a través de La Sierra y luego por las Rocallosas para luego cruzar las planicies y todos aquellos lugares que he estudiado en mi atlas de mapas y carreteras, para llegar por fin a Ohio. Por mí está perfecto y estoy feliz de que Papá se lleve todo ese brócoli de California hasta Ohio, porque no es que digamos mi vegetal predilecto, pero no me hacía feliz saber que Papá estaría viajando sólo todo el día y toda la noche excepto por un par de paradas para dormir un rato en la cabina y pensando en Mamá.

“¡Papa, espera!” Grité corriendo hacia él. “Papá, llévate a Bandido. Lo necesitas más que yo.”

Papá dudó Hasta que le dije: “Papá, por favor, llévalo contigo. No tengo ninguna manera de divertirlo.” Papá sonrió y suspiro. Bandido salto dentro de la cabina del tráiler como si eso fuera lo único que hubiera deseado hacer todo el tiempo.

“Hasta luego, Leigh”, dijo papá y puso en marcha el motor. Luego se asomó por la ventanilla y dijo: “Eres un gran chico, Leigh. Me enorgulleces, y trataré de no defraudarte.” El camión comenzó a avanzar y Papá gritó: “Nos vemos pronto.” Sonaba más sincero de lo que jamás recuerdo.

Cuando entré a la casa, Mamá tomaba su café. Su mirada estaba fija en alguna parte del horizonte. Entré en mi habitación, cerré la puerta, me senté y pude a escuchar el ping-ping, ping-ping que en la gasolinera se comenzaba a escuchar. Quizás el brócoli fue lo que trajo a Papá hasta Salinas, pero quiso manejar el resto del trayecto porque realmente deseaba vernos, porque en verdad nos echa de menos. Me sentí triste pero mucho muy feliz a un mismo tiempo.

Fin del libro

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