Y es que hay días, en los que no nos levantaríamos ni de la cama; días en los que nos cuesta la vida mantener una conversación y nos provoca cansancio hasta el pestañear de los ojos; días sombríos y grises, en los que a nosotros, no nos importa que el sol esté brillando fuera, con su particular fuerza, porque la tormenta y las nubes oscuras se encuentran dentro de nosotros, en nuestro interior.

¡Y cuesta tanto trabajo todo!

Los suspiros continuos entre dejan ver el agotamiento de nuestra mente y de nuestro cuerpo; un agotamiento sin sentido, que no sabemos ni de donde viene, un agotamiento que no nos deja hacer nada bien, ni nos permite relacionarnos alegremente con nuestros seres queridos; pues todo te cansa y lo único que deseas es que llegue la noche, para poder tumbarte en la cama, agradecer haber llegado hasta ese momento y cerrar los ojos, para soñar que mañana será otro día y confiar en que volverán tus fuerzas perdidas, que volverán tus ganas de vivir, tu energía y tu luz interior.

Porque todo lo que necesitas para que vuelvan, lo llevas dentro de ti,  sólo hay que desear que regresen con interés y no volver a permitir dejar entrar en nuestra vida, a esos días sombríos.

Aquí dejo una pequeña llama, para que ilumine esos días sombríos.

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