Cabalgo a lomos de la asertividad y mis palabras se sienten libres,
renace mi autoestima y perecen mis enraizadas vergüenzas,
mis temidos pudores,
mis sufridos complejos…
A menudo,
cuando el entorno se agria y el ambiente osa entristecerme,
mi asertividad se torna escudo de mis debilidades y,
cual celoso guardián,
transforma mi miedo en fortaleza,
mi incertidumbre en arrojo,
mi temor en arrogancia…
Y me hace fuerte,
me cubre de valentía y arrojo,
me transforma en un ‘yo’ confiado y seguro,
me transporta a un mundo donde nado en la confianza,
me agasaja,
me mima,
me idolatra…
Conectar con mi asertividad es como montar sobre Pegaso,
es mostrar empatía con el mayor de los aplomos,
es como surcar los mares sin temer las furias marinas,
es quedar impasible a la reacción adversa,
es sentirse protegido por una armadura impenetrable…
Asertividad, libre y manifiesta expresión en la cúspide del respeto.
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