La edad de mis zapatos

La edad de mis zapatos no es la misma que la de mis pies. La de mis zapatos me la acuerdo, la de mis pies me la olvidé.

Quizá por distraído o por no caminar bien, uno se tropieza con demasiadas cosas en la vida; lo saben los zapatos y los pies. Pero a quiénes les duele más, es difícil saber. Si los zapatos pudieran expresarse, quizás llorarían también.

Estoy muy desgastado, mis pies están cansados y mis zapatos no lo sé. Pero no es cuestión de tristezas, es asunto de componer. Llevaré mis pertenencias al zapatero y comenzaré de nuevo otra vez. Iré para que me repare el alma, los zapatos y los pies.

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