“El corazón me dijo que no te toque,

Una sonrisa tuya y pierdo el enfoque.

Perdona mi osadía, dulce alma mía

Mi alma sin la tuya siempre está perdida.

Mi mente me asegura que es temporal,

Que un día sin amarme despertarás,

Que debería olvidarte y seguir mi camino…

Pero yo creo en Dios, no creo en el destino.

Con miedo me convenzo que no tengo miedo,

Que no es tu rostro por las noches que veo en el espejo,

Pero eres tan hermoso, dulce alma mía,

Que al no tenerte cerca caigo en agonía.

El alma a veces llora cuando es ignorada,

Cuando estás a mi lado y no sientes nada.

A veces estoy cerca y tú estás tan lejos,

Como cuando me agoto y pierdo mis reflejos.

Ya dime lo que sientes triste o seguro,

Derribemos de una vez este existente muro.

Ya deja de evadirme en todas mis facetas,

Decide de una vez ya cuanto amor te queda…

¿Cuánto amor te queda?

Una guerra perdida tengo conmigo,

Mi piel dice que solo se eriza contigo.

Que cuando tú la tocas siente que fallece,

Y cuando tú la besas siente que florece.

Mis ojos se debaten en el desafío,

De lo que pueden ver y se ha vuelto martirio,

Las lágrimas no existen, tiemblo de frío

Que dulce tan amargo eres Sibilino”.

Eso le dije a la mujer que me aconseja,

Ella me dijo, mija que pesar tan fea,

¿Por qué el tal Sibilino aún no te ha matado?

Le dije ya no importa, quedó en el pasado.

Con expresión confusa insistió enojada,

¿Por qué lo perdonaste, ya no sientes nada?

Lo amo con mi vida, dije muy afable.

Cuando el amor es puro, no lo mata nadie.

Incrédula me mira y con afán responde;

¿Pues qué sentido tiene si no corresponde?

Mi risa se desata entre la ironía,

Es que nadie lo conoce como el alma mía.

El día que no lo ame, él odiará ese día,

Por eso sigo aquí, aunque de amor no viva,

Y es que él también se muere, si me mata en vida.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS