Hija olvidada de Dios

Cae al suelo y ya,

tan siquiera,

quiere volver a luchar

contra la gravedad.

Sabe que nada

será posible

mientras, allá arriba,

siga habiendo

un cielo oscuro

coronado

por una Luna,

que capitanea

el destino de las cosas

que habitan sobre la tierra,

y juega

con el infructuoso azar

de las estrellas fugaces

que iluminan sus espacios

y se hacen añicos

al colisionar

en alguna parte

de un incierto horizonte.

Y en esas

pasa sus ratos.

Tratando de subirse las medias

mientras el resto de planetas

orbitan alrededor del Sol.

Ese que baña sus cabellos,

a ratos de oro

y otros de cielo.

Aunque la joven

tan siquiera

es consciente de ello.

Tal vez,

tenga el privilegio

de pertenecer

al selecto club

de las hijas

olvidadas de Dios.

Imagen perteneciente a la colección:

«Las hijas olvidadas de Dios»

de Naxo García.