Producto literario sobre la dictadura de Argentina
Jostin S.
Contextualización Histórica
En las décadas de 1940 y 1960 gobernaba Juan Domingo Perón en el Partido Justicialista. El partido era de carácter reformista, es decir, se desarrollaron garantías en salud que brindan programas de vacunación y nutrición; en educación, al administrar centros educativos y formar a docentes; en aspectos laborales, como la creación del código de trabajo, derechos del trabajador, establecimiento de jornadas laborales, y la regulación entre las relaciones entre patrono-trabajador; y demás. Asimismo, era un gobierno populista (no se confunda con demagogia) por sintonizar las demandas populares, en especial las demandas de los trabajadores junto con la política. Perón fue muy exitoso con todas sus acciones políticas, por lo tanto, las personas lo apoyaron, en especial los sindicatos, estudiantes, y trabajadores, no obstante, debido a su enorme popularidad muchos lo acusaban de autoritario y dictatorial debido a que su mandato se mantuvo durante 14 años, siendo un gobierno continuo y que elimina la competencia política. Los opositores, denominados como antiperonistas, eran atacados por el gobierno mediante acciones indirectas y leves como despidos, a más directas y graves como asesinatos (Fonseca, 2022, notas personales).
En 1955 se da un golpe de Estado, y el gobierno de Perón es derrocado, y este es exiliado a España. Desde 1955 a 1973 Argentina cae bajo un periodo de bastante inestabilidad política, por lo tanto, al ser imposible formar un gobierno por los constantes golpes de Estado se decide dar de nuevo el mandato al exiliado Perón (Fonseca, 2022, notas personales). El peronismo llega al poder nuevamente en 1973, pero el gobierno no pudo romper las bases sociales y políticas del empate dado por una “imposibilidad de hegemonía” entre la burguesía agraria y capital industriales quienes no pudieron formar una coalición (Lvovich, 2009, p. 277). El 1ro de Julio de 1974, Juan Domingo Perón falleció a sus 78 años; es sucedido por su segunda esposa y vicepresidenta María Estela de Perón. El gobierno de Perón como el de María Estela se encontraban en deterioro, no obstante, fue el gobierno de María Estela el que presenció la caída del peronismo. En el mandato de María Estela la inversión privada cayó, asimismo, se le suma el shock petrolero de 1973, la hiperinflación donde los precios subieron y el valor de la moneda se perdió, el debilitamiento del Modelo de Sustitución de Importaciones, la exacerbación del conflicto político por grupos paramilitares y paraestatales de extrema derecha u organizaciones político-militares de izquierda marxista y peronista, y la aparición de la guerrilla del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) en la provincia de Tucumán. Esta guerrilla pretendía combatir al gobierno para cambiar las cosas y demostrar la naturaleza represiva del régimen peronista, no obstante, estos fueron diezmados antes de 1976. (Lvovich, 2009, pp. 277- 278).
Es importante mencionar que las Fuerzas Armadas se habían convertido en un actor de gran relevancia en la política argentina al igual que los diputados, sindicatos, y la Iglesia Católica. Fueron integradas con el fin de controlar los problemas sociales entre peronistas y antiperonistas que enfrentaba el gobierno. Se utilizaba la represión y control, justificado con la idea de combatir al “enemigo interno” (comunismo) (Fonseca, 2022, notas personales). Este enemigo operaba utilizando la “guerra revolucionaria” que consistía en llevar el conflicto dentro de las fronteras nacionales mediante el uso de vías políticas, militares, económicas, o psicológicas, todo esto con el objetivo de lograr la subversión para imponer un nuevo régimen aliado con la Unión Soviética. Estados Unidos, al querer mantener alejado al comunismo de sus aliados creó e implementó la Doctrina de Seguridad Nacional (DSN), una doctrina actualizada y adaptada a la Guerra Fría, que reemplazó a su antecesora francesa: Doctrina “de la Guerra Revolucionaria” (DGR), no obstante, la DSN rescataría ciertas estrategias de su antecesora. Por último, esta doctrina defendía que los militares debían apoderarse del poder para enfrentar al enemigo interno; en Sudamérica: aquellas naciones que formaron parte del Plan Cóndor, apoyados por Estados Unidos (Florencia y Pontoriero, 2020, pp. 354-357).
Tras la ineficiencia del gobierno de María Estela de Perón para enfrentar las diversas problemáticas de la nación, los militares dan un golpe de Estado en 1976, y la antigua presidenta es exiliada. Las Fuerzas Armadas de Argentina tras el golpe de Estado dan inicio al Proceso de Reorganización Nacional y fundan la Junta Militar bajo el mando del general Jorge Rafael Videla, el almirante Emilio Eduardo Massera y el brigadier Orlando Ramón Agosti (Román, 2007; Fonseca, 2022). El objetivo era reorganizar las estructuras sociales, políticas, culturales y económicas del país, pero principalmente mantener alejado al comunismo debido a que Argentina, según los militares, existía un enorme desorden que era necesario aniquilar con la disciplina (Lvovich, 2009, p. 279). El ya mencionado golpe de Estado se legitimó debido al escenario de crisis provocado por el gobierno de María Estela de Perón. (Fonseca, 2022, notas personales).
El Estado terrorista de Argentina también se caracterizó por “el uso de la violencia, la clandestinidad, la negación y ocultamiento de los hechos y sus responsables y –como elementos originales– la constitución de la figura del ‘desaparecido’ y la apropiación sistemática de los menores, hijos de los desaparecidos” (Román, 2007, p. 217). Para poder combatir al “enemigo interno” se recurría a la metodología del terrorismo de Estado que comprende acciones como la censura, amenazas, exilio, violaciones, secuestros, desapariciones, asesinatos y tortura (Fonseca, 2022, notas personales). Algunos grupos que trabajaban en las Fuerzas Armadas o aliados, secuestraban a sospechosos y los encerraban en centros clandestinos, siendo estos los principales instrumentos para cometer aberraciones contra los prisioneros para “quebrarlos” y que suministran información para el aniquilamiento de la guerrilla, y también para exterminarlos. La tortura no sólo era física,
si no también psicológica. Los interrogatorios, acompañados de la tortura, eran archivados y guardados, mediante informes, fotografías, grabaciones, y demás. (Román, 2007, pp.
218-220).
A pesar de todos los crímenes mencionados, por una parte, los argentinos aceptaron el régimen de la Junta Militar, ya sea por la creencia de que el actual gobierno no podía ser peor que el anterior, o la esperanza de que la dictadura solucionara los problemas de violencia política y de crisis económica; por otra parte, el miedo de ser catalogado como subversivo y ser detenido junto a toda la familia; y el miedo a aquel enemigo interno que promovía ideas ateístas, expropiatorias; y que atentaban contra la libertad y cultura, la dignidad argentina, y la seguridad nacional. Asimismo, la población toleraba o ignoraba la violencia del régimen (Lvovich, 2009; Fonseca, 2022). Por otra parte, la dictadura fue legitimada y apoyada por diversos grupos de la sociedad. Entre los grupos se puede mencionar a la Iglesia Católica, quienes se sentían amenazados por el ideal ateísta del comunismo. Fueron comunicados sobre el golpe de Estado y los métodos represivos a utilizar, presentaron su conformidad, no obstante, la iglesia se opondría a la dictadura cuando esta empezó a reprimirlos. Otro grupo eran los grandes empresarios, quienes sostenían y eran cómplices del terrorismo de Estado. Debido a la forma de operar del socialismo, este no beneficiaría a la élite capitalista. Hay casos donde las empresas convocaban a las Fuerzas Armadas para entregar listas de posibles subversivos, y a su vez formaron centros clandestinos en las propias empresas. Un tercer grupo eran los sindicatos y burócratas, quienes a veces eran cómplices y callaban, también apoyaban a la dictadura por intereses personales (Lvovich, 2009; Fonseca, 2022). También se encontraban los medios de prensa y difusión quienes se encargaban de transmitir la imagen negativa del enemigo interno y el peligro que significaba (Román, 2007, p. 2016). Un grupo
que se oponía al terrorismo de Estado, eran las Madres de Plaza de Mayo, una asociación que
pretendía recuperar a con vida a sus hijos desaparecidos; caracterizadas por usar un pañuelo
blanco en sus cabezas.
Durante el mandato de Videla se presentó un momento importante para los argentinos: el Campeonato Mundial de Fútbol de 1978. Este mundial fue utilizado por la Junta Militar como propaganda, ya que cuando Argentina gana se forma una identidad nacionalista, y la Junta Militar aprovecha diciendo que aquellos que hablen mal de la Junta y mencionen que en Argentina se violan Derechos humanos son anti-argentinos (Fonseca, 2022, notas personales). Las personas tras la victoria apoyan a la Junta. En 1981 Jorge Rafael Videla renuncia a la presidencia, es sucedido por Roberto Eduardo Viola, luego por Leopoldo Fortunato Galtieri, durante el mandato de este último se presenta un segundo momento importante: la Guerra de las Malvinas. Esta guerra fue un intento de la Junta Militar para frenar las protestas y desviar la vista de la crisis económica, mediante el uso de un tema que tocaba la sensibilidad del pueblo argentino. La guerra inició en 1982, y tras la derrota de los argentinos ante la potencia británica en ese mismo año se evidenciaba la paulatina caída de la
Junta Cívico-Militar (Lvovich, 2009, p. 297). Tiempo después Reynaldo Benito Bignone asume el poder, y lleva a cabo la transición de la dictadura a una democracia, pero también firma una ley de autoamnistía para no permitir juicios contra los militares, no obstante, en 1983 Raúl Alfonsín retiró esta ley. Se llevaron a cabo juicios contra los oficiales de la Junta Militar, y “El Nunca más’‘ dicho por Julio César Strassera, “apareció por primera vez el 30 de noviembre de 1984, con los comienzos de la nueva democracia. Desde entonces, marcó la historia de este país como un símbolo de la lucha por la defensa de los derechos humanos (Ministerio de Cultura Presidencia de la Nación Argentina, s.f.).
Tomando como referencia una obra artística: el poema de Francisco “Paco” Urondo, llamado “Por soledades”. El poema nos relata sobre cómo el pueblo argentino es perseguido y atacado debido a un régimen que impone su poder. Asimismo para que ese poder pueda ser efectuado se necesitan cómplices como la policía o empresarios y debido a que estos son la élite que ponen las reglas, el pueblo es sumiso ante estos. El miedo es tanto que no se quiere ser juzgado como un enemigo del Estado, por lo cual se colabora con los militares para poder dar información sobre posibles enemigos, traicionando Argentina así misma por culpa de aquellos que infundieron el terror al corazón y mentes de las personas (La colectiva Radio, 2020).
Criminal durante 7 años y más
I
En Argentina han pasado sólo unos meses desde el Proceso de Reorganización Nacional, o, mejor dicho, y diciendo las cosas como son: aquel Estado terrorista. Me encuentro en mi casa, entre mis sábanas, entre la oscuridad y lamentos, y como se ha hecho costumbre últimamente, trato de encontrar un motivo para levantarme y dar cara a este país y a su gente por lo que he hecho; y es que después de todo yo fui parte de aquellos terroristas uniformados. No trato de buscar el perdón, ni entendimiento, porque ni yo me perdono ni entiendo; he estado perdido desde que inicio “mi cuestionamiento”.
Recuerdo que mi primer contacto significativo con el mal inicio el mes de diciembre de 1977 cuando me encontraba en el GT 3.3.2 (Grupo de Tareas 3.3.2) en la sección de operaciones. Según me comentaron mis compañeros de ese entonces los secuestrados iban a parar a la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) para posteriormente ser “trasladados”, recuerdo con perfección el tono burlón con que lo decían, y es que esos “traslados” en realidad querían decir “vuelos de la muerte”, esos vuelos donde se adormecen y tiraban vivas a las personas al agua. En ese mismo grupo se encontraba Alfredo Astiz, “El cuervo” llamado así por nosotros, pero ante sus víctimas era “El ángel”, debido a que este se hacía pasar por una víctima más de la dictadura, infiltrándose, entre aquellas auténticas víctimas que perseguíamos: la asociación de Madres de Plaza de Mayo. La manera de proceder en esa operación era un tanto curiosa y maquiavélica: “El cuervo” se acercaba a aquellas mujeres y con un abrazo marcaba a quienes debíamos detener y secuestrar. A pesar de su genio cometió dos graves errores durante estas operaciones: el primero, fue al dañar a dos monjas francesas, y el otro al disparar a una menor de edad de origen sueco. Actualmente tengo entendido que será juzgado no sólo por las autoridades de Argentina, sino también por las autoridades de Francia y Suecia.
Mi periodo en el sector de operaciones fue corto, y para inicios de enero de 1978 se me asignó al sector de inteligencia donde brindaría mi servicio hasta 1982, cerca de la caída de la dictadura en 1983. En este sector estábamos a cargo de tratar con los prisioneros de la subversión marxista y militantes del peronismo. La metodología que se utilizaba contra los prisioneros consistía en la tortura física y psicológica en una habitación llamada “huevera”. La tortura física consistía en golpes con objetos contundentes y descargas eléctricas, una que otra ocasión los prisioneros sufrían de paros cardiacos o morían. Recuerdo que yo solía golpear a los prisioneros con un tubo en el abdomen, no me contenía para nada. Después de que el prisionero fuera torturado se le trasladaba a un piso llamado “capucha” donde se reunían junto a otros desaparecidos o secuestrados. La tortura psicológica se presentaba de muchas maneras, una de esas se hacía notar cuando nos acercábamos a los prisioneros y los despojábamos de su identidad; la primera vez que lo hice fue con un militante peronista, le dije: “de ahora en adelante ya no tenés nombre y apellido, vos sos un número, el 301”, y con estas palabras se le despojaba y negaba la identidad a toda una vida. Y la nueva vida de esos prisioneros era un tanto curiosa, según pensaba yo en esos tiempos, porque existía un tipo de jerarquía entre los prisioneros, una de “privilegios”, es decir, algunos poseían mantas, o se les retiraron las esposas de las muñecas, o incluso la capucha, esto con el fin de demostrar al prisionero que se encontraba en un periodo de “redención”, esta manera de “re-direccionar” al enemigo interno no aplicaba para todos, sólo a aquellos que se mantenían durante mucho tiempo. Después de la tortura en “huevera”, y el posterior traslado en “capucha”, Jorge “El tigre” Acosta, nos repetía que en un sueño se le presentó Jesusito y le dijo quiénes debían vivir, y quiénes debían morir; los suboficiales y oficiales teníamos un sistema donde todos votaban quien iba a ser trasladado, pero si uno del grupo se negaba no ocurría. En lo personal yo nunca presente interés alguno en estas votaciones y me limitaba a coincidir.
Los días en la ESMA eran monótonos, no obstante, recuerdo dos momentos únicos entre toda esa rutina, el primero, fue el partido del Mundial de 1978, que ocurrió aquí en Argentina, ese día tanto prisioneros, como militares no sentamos a ver el partido en una habitación llamada “pecera”. Como se esperaba de una escena semejante, el ambiente era un poco extraño: por una parte, los militares viendo con entusiasmo y celebrando los goles gritando: “¡eso, eso, mételo, vos podes!”, pero por otra parte los prisioneros completamente quietos, sin mover un músculo, como si tratasen de ocultar su presencia, incluso entre esa quietud pude notar a uno que otro prisionero que lloraba, de manera silenciosa y quieta. El otro momento fue en la navidad y nochebuena de 1979, de nuevo, reunidos en la “pecera”, habíamos sentado a los prisioneros en una mesa bien servida y brindamos por una feliz navidad y unas felices fiestas. Igual que el mundial, el ambiente era extraño y los prisioneros se comportaban con extrema sumisión. Después de esas fiestas, me había atacado una enfermedad grave y me vi obligado a tener que salirme de la armada durante un tiempo, a pesar de mi estado de salud, salí con optimismo debido a que lo veía como unas vacaciones y una oportunidad para pasearme en aquella victoriosa y nacionalista Argentina del 79.
II
Lo que a inicios de 1980 veía como un malestar, en realidad se convirtió en un asunto que necesitaba de operación urgente, ya que sentía un agudo dolor en mi abdomen. Tras ser internado en el hospital, y posteriormente regresar a mi hogar con una enorme cicatriz, me vi incapacitado durante meses por la naturaleza de la operación. Durante ese tiempo tuve el goce y desgracia de tratar conmigo mismo en su máximo esplendor, ya que llevaba divorciado y soltero desde hace años y me las tuve que arreglar por mi cuenta. Recuerdo que mi padre me repetía cuando era un nene: “Escúchame, aquel quien está mucho tiempo solo con su mente se vuelve loco”, nunca le había dado importancia, aunque esa indiferencia no se sostendría durante mi soledad. Pasaron los días y me quedé sin comida, y a pesar de mi dolor al caminar tuve que salir de casa y hacer las compras. Tras salir del supermercado, vi lo que aparentemente era un operativo que se estaba llevando a un hombre, eran de los míos ejerciendo su deber. Se sentía extraño verlo desde el punto de vista de un civil, es decir, ¿Siempre hubo tanto alboroto para llevárselos? y más aún me sorprendió la indiferencia de la gente, esperaba unos rumores, unas miradas juzgonas… pero no oí muchas quejas; estaban secuestrando a un hombre frente a sus caras, pero no importaba tanto. No le di importancia porque después de todo ¿A quién le importa la vida de un comunista? No obstante, puede que no sea un comunista, sino un pobre diablo no simpatizante de la izquierda, pero que era conocido o familiar de uno, esto ocurría mucho durante los operativos, y era bien sabido allá en la ESMA. Tras mi regreso a casa, vi a un grupo de sacerdotes y monjas expresando su descontento silenciosamente con respecto al gobierno, y eso me sorprendió ¿no se supone que la Iglesia está de nuestra parte? pues al parecer no, no desde que La Junta Militar apuntó contra los que alguna vez nos apoyaron febrilmente; eso me dejo que pensar.
Con el pasar del tiempo nació en mí aquella duda que desencadenaría una serie de perturbaciones, esta fue: ¿Qué es el comunismo? Sonara estúpido, pero auténticamente no sabía que era el comunismo en sí, sabía que era malo, y tenía en mi como fuente primaria a la prensa y a la Iglesia católica –aunque esta última ya no era tan fiable–, pero si se me apresurase y se me plantease la mencionada cuestión yo no podría haberla respondido con base a la definición izquierdista, ni siquiera con una imparcial o académica, sino con una de extrema derecha, ese lugar donde mi corazón latía. Decidí ignorar el tema, pero la duda me había ganado, y no sé si fue por la misma curiosidad o el dolor intenso en el abdomen que me impedía dormir, pero tenía que saciar esta molestia. Fue difícil, pero de alguna manera –una arriesgada– logré educarme sobre el tema con ayuda de un profesor universitario, el cual convencí de que no era una amenaza (debido a mi entrenamiento militar podía hacerme pasar por el enemigo). A primera vista, el comunismo me parecía grandioso por esa idea de que todos seamos iguales, y esto fue alimentado porque desde hace meses fui notando que Argentina pasaba por un periodo de inestabilidad económica y demás problemas, pero este sentimiento fue apagado cuando dicho docente me explicó que en la práctica el comunismo no servía, yo le creí y al fin calmé mi agonía, o por lo menos una de estas. Asimismo, el profesor me explicó que una de las razones por la cual muchos deciden ser de izquierda es por las dificultades que trae consigo el capitalismo, y que muchos optan por esta por un sentimiento auténtico de querer mejorar las cosas, pero que al final son manipulados como nosotros los de derecha. Caminando entre las calles pude notar que todo era muy distinto afuera de la ESMA, era como si existieran dos realidades conviviendo en una misma, ¿estas personas saben lo que hacemos allá? ¿lo aprobarían? “supongo que sí… después de todo ellos han presenciado cómo hemos ejercido aquella violencia…”, no obstante, era una violencia visible e invisible a su vez, es decir, ellos veían parte de la violencia: aquella controlada y la cual deseábamos que vieran, pero no veían la violencia salvaje dentro de la ESMA.
Los días y noches se convirtieron en un constante campo de batalla en mi mente. Estaba enloqueciendo de tanto pensar; ya no sabía ni quién era; me levantaba de la cama y me miraba al espejo y era como ver a un completo desconocido ¿Dónde están mis principios? ¿mis creencias? ¿estoy haciendo lo correcto? Desesperado deseaba volver a aquel lugar al que pertenecía y me definió, así que hice lo imposible para poder regresar a la ESMA, me habían negado la entrada varías veces, pero por mi insistencia al final me aceptaron de nuevo a finales de 1980. Nuevamente me encontraba en el sector de inteligencia siguiendo la rutina de siempre, aunque con dificultad por el dolor de la operación. Torture a uno que otro prisionero ese día y confieso que me sentí muy vivo y satisfecho, sin embargo, tras que pasará el efecto embriagador me invadió nuevamente la duda, desde ese momento intuía que no podía detenerla y que solamente podía cavar aún más hondo. A inicios de 1981 aún me mantenía a flote luchando contra mi creciente locura. En esos días tenía una tarea distinta: debíamos trasladar a unos prisioneros para que hicieran contacto con sus familiares, esto debido a las denuncias desde 1979. Transportábamos al prisionero “Solano” en un coche robado hasta un lugar específico: ese día un restaurante, y allí, lo sentamos en una mesa para que esperase a su familia, mientras los militares vigilábamos muy de cerca. Esto en parte, también era un método de tortura psicológica. Ese tal “Solano” era un prisionero que se había mantenido durante mucho tiempo en la ESMA. Gracias a su antigua labor, fue asignado al sector de documentación con el fin de colaborar con los militares, y tengo entendido que ese hombre es uno de los sobrevivientes de aquel infierno, fue liberado a finales de 1982.
III
Tras la sucesión de Videla por parte de Galtieri se presentó una Argentina en enorme crisis, y para poder desviar el foco, Galtieri, decidió utilizar el tema de las Malvinas para tocar la sensibilidad del pueblo. Tiempo después, entraríamos en guerra contra la potencia británica. Esta decisión de los militares me había parecido estúpida. Para ese entonces mi lealtad ya no era la de antes.
Ese mismo año, días después del inicio de la guerra, caminaba en medio de las dos hileras de prisioneros en “capucha” y estos sumisos se “postraban” ante una figura de autoridad con tan sólo escuchar sus pasos. Soy un militar, pero los militares existimos para proteger al pueblo, entonces, ¿por qué luzco como lo que soy en realidad? un terrorista. En la tarde, tras cumplir con mi turno de seis horas, y en mi pronta retirada, vi entrar a unos compañeros junto a una nueva prisionera, está vestía con una chaqueta roja; “mal color para vestir aquí” murmuré. Disfruté como nunca mi descanso, cada vez era más difícil sobrellevar la jornada, aunque gracias a Dios ya no me dolía el abdomen, pero ahora me sentía enfermo mentalmente. Cuando retomé mi turno tuve la oportunidad de ver a “aquella de rojo”: de semblante sufriente y distraído, pero con una belleza y juventud envidiable; de piel blanca, ojos cafés, cabello negro, y a pesar de estas generalidades físicas, ella, de alguna manera que no logro explicar, destacaba entre todas. Me acerqué y quería comprobar que tan “podrida” estaba, pero no quería preguntarle si tenía una relación con la guerrilla, o si era militante, ni nada de eso, ambos de seguro estábamos cansados de preguntar y responder ante esas molestas cuestiones. Le pregunté:
—Eh vos —y le daba una patada para que reaccionará— ¿por qué sos comunista?
—No lo soy señor soldado… —me respondió con voz muy baja.
—¿Entonces sos peronista? —nuevamente una patada forzando así una respuesta.
—No… —lo dijo con voz aún más baja mientras su cabeza seguía plantada en el suelo, mirando solamente aquella bota que la agredía.
Le dije que me enojaría y que la golpearía si me mentía, después de mi advertencia ella subió su rostro y mientras me miraba a los ojos dijo que no era peronista y que además no sabía realmente lo que era el comunismo. A diferencia de otros prisioneros, me había tomado en serio su respuesta, ya que pude notar que ella era muy joven, tal vez una estudiante, y eso quiere decir que todo lo que sabía sobre el tema era lo que la Junta quería que supiera ¿Cómo se puede capturar a un enemigo comunista, si este no sabe siquiera qué es el comunismo? Entonces pensé que si ella es así puede que muchos de los presentes compartan su conocimiento, o peor aún, que mucho realmente sepan del tema pero que de igual manera no simpaticen ¿Cuántos enemigos verdaderos fueron aniquilados? y ¿Cuántos inocentes fueron bajas injustas? Me sorprendí, pero no porque esas cuestiones fueran un descubrimiento, sino porque era algo que ya sabía y que ignoraba por completo. Al igual que aquellos civiles que presenciaban la violencia, yo también había callado e ignorado todo lo sucedido, pero en mi caso lo vi en sus dos realidades.
Pasaron los días, y lo último que me quedaba de lealtad se desvaneció al igual que la vida de todos aquellos que alguna vez pasaron por la ESMA. Se nos presentó “El tigre” y nuevamente repetía su sueño con Jesusito y dijo a quién debíamos trasladar, y mencionó a aquella de rojo. Hasta la fecha no sé el porqué de mi posición ¿fue por qué me recordó a mí? ¿fue por su belleza? ¿fue por qué estaba cansado de ver tanta miseria? ¿fue por qué quería hacer por lo menos algo bueno en mi vida militar? no lo sé, pero, cuando todos los oficiales estuvieron de acuerdo, yo me negué sin razón alguna, por lo tanto, aquella de rojo se salvó. Al día siguiente me enteré que la joven había sido torturada y violada. De nuevo “El tigre” dijo que debíamos trasladar a aquella de rojo porque Jesusito se lo dijo, todos votaron a favor, yo me negué por segunda vez. En la noche, me acerque a ella y con una patada llame su atención y le dije:
—Escúchame—susurrando— “El tigre” te quiere matar, pero yo no lo voy a permitir.
—¿Por qué…? —me decía esto mientras seguía viendo mis botas, sostenía los brazos con
fuerza y temblaba.
—No lo sé, él es así —mientras volteaba y disimulaba un poco.
—No, ¿por qué me ayudas? —cuando dijo esto sus ojos se cruzaron con los míos, retiré mi mirada, no podía creer que esos bastardos quisieran hacerle daño a esta joven, ella puede ser perfectamente mi hija, se parece a ella.
—No tengo que darte respuestas. Compórtate bien y te aseguro que saldrás de acá.
—No quiero salir…quiero morir…—Sus ojos lucían apagados, y al apreciarlos se veía la muerte de una esperanza y de un color vívido.
A primera hora del día, aquella de rojo fue nuevamente torturada y violada. En mi turno, “El tigre” ya cansado insistió en matar de una buena vez a aquella de rojo, en la votación me negué. Justo antes de terminar mi turno me acerqué a ella y noté que su apariencia era peor que antes, y ella me suplico que por favor la ayudara no ayudándola. Sin más me retire con un amargo sentimiento. Juro que, por primera vez en años, sentía que me rompería en lágrimas, pero no lo hice, no se puede hacer eso frente a los militares y prisioneros. Mi última duda fue sobre cómo salvarla, pero no podía, cada vez que lo hacía ella moría. Al día siguiente, la misma votación, y cuando las miradas apuntaron a mi yo dije: “estoy de acuerdo”. Ese mismo día trasladaron a aquella de rojo, ni siquiera pude preguntarle su nombre… ahora no tengo nada más que mi memoria para comprobar que ella existió alguna vez, eso, junto a su número: 539. Unos días después de su traslado, se anunció la derrota en las Malvinas y con esto le siguió la caída de la dictadura en junio de 1982. Los prisioneros fueron liberados poco a poco.
Posteriormente a mi retiro en ese mismo año, llegó al poder Bignone quien llevaría a cabo la transición a la democracia y firmaría una ley de autoamnistía, que sería revocada durante el mandato de Alfonsín en 1983. Y seguido de esto, actualmente, 1985, hay rumores sobre que habrán juicios en contra los militares. Al fin el pueblo se levanta contra los terroristas. Y entre todo eso me encuentro yo, siguiendo en mi cama y esperando el día en que me convoquen y me encarcelen por mis crímenes de lesa humanidad.
Bibliografía
La colectiva Radio. (17 de octubre de 2020). Por soledades Francisco Paco Urondo.
https://acortar.link/SZDDYU
Centro de Estudio Legales y Sociales. (s.f.). Testimonio sobre el Centro Clandestino de
Detención de la Escuela de Mecánica de la Armada Argentina (ESMA).
Comisión Argentina de Derechos Humanos. (1979). Testimonios de los sobrevivientes del
genocidio en la Argentina.
Florencia, Osuna, M. y Pontoriero, E. (2020). El impacto de la Doctrina “de la Seguridad
Nacional” en Argentina durante la Guerra Fría (1955-1983). Izquierdas, 49, 352-364.
Fonseca, E. Lección 7. Historia de la Cultura II, 29 de septiembre de 2022. Universidad de
Costa Rica Sede del Sur. Notas personales.
Lvovich, D. (2009). Sistema político y actitudes sociales en la legitimación de la dictadura
militar argentina (1976-1983). Ayer, (75), 275-299.
Ministerio de Cultura Presidencia de la Nación Argentina. (s.f.). El Nunca más y los
crímenes de la dictadura.
Román, R. (2007). Centros clandestinos de detención Algunas reflexiones sobre cómo
abordar su estudio: el caso de Rosario, 1976-1983. Prohistoria, 11, 215-236.
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