Pienso mucho en los hubiera, como si fueran una realidad paralela, como si estuviesen existiendo en otro universo nuestras almas sanas, sin enredos.
Ojalá pudiera dejar de martirizarme con lo que nosotros pudimos haber creado y construido, porque éramos una apuesta segura, algo irrompible, nacimos para estar juntos, para funcionarnos en uno.
Sigo creyendo que eres todo aquello que espere, que suena tan cliché que lo odio.
Y estamos rotos ahora, demasiado heridos, cada uno por si solo, que es imposible continuar lo que una vez existió.
Sin confianza, que era nuestro tesoro más grande, o incluso el propio respeto o lealtad que fue rápidamente sustituida por inseguridad.
Pero me gusta pensar que allá afuera de este dolor que siento por la pérdida de tu perfecta imperfección, se encuentre esta versión de amor que está abastecida de lo que en la realidad escasea, esos tú y yo si juran un para siempre, ellos están libres de traumas del pasado y trastornos diagnosticados.
En esa otra vida, bailamos sin ansiedad, ni pastillas antidepresivas, prometemos cerrando los ojos y la comunicación es asertiva. Estoy tan confiada de que ellos son reales, porque se lo merecen, como nosotros pudimos merecerlo. Más nos tocó la historia difícil, la gran tormenta y el devastador huracán, mientras que del otro lado del espejo hay sol desde aquel invierno.
Así que no me aflijo, porque sé que de alguna manera nos salimos con la nuestra, vencimos el miedo, el amor nos rige a su manera, y tú y yo por fin somos felices, en los hubiera.
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