¿Cuánto tiempo se tarda en vender una casa?

¿Cuánto tiempo se tarda en vender una casa?

Se encontraron a las 5 de la tarde, la cita era para de una vez por todas firmar los papeles de la venta de la casa. La muerte de su papá las tenía separadas. Bruna era la menor y no se aguantaba al marido de Lara y Lara arrastraba la sombra de que su papá la quería menos que a su hermana.

Esta vez lo hacemos, es la tercera vez que nos juntamos en el mes y, por h o por b, nunca avanzamos dijo Bruna. Lara la miraba atentamente, se descolgaba la mochila de la espalda mientras movía la silla para sentarse.

El mozo de bigote negro se acercó dedicando el desayuno en promoción, dos cafés con cuatro medialunas. El mio cortado, dijo Bruna.

Mientras revisaban nuevamente los papeles y conversaban sobre las novedades de los nenes, Bruna se da cuenta que no tiene más la alianza, pero sí canas y estaba más flaca que siempre, conservaba los mismos gestos de su puericia. Los recuerdos jugando en el patio de la casa de Ituzaingó, atrás de la panadería de su mamá, la encandilaban.

No entiendo porque sos tan pelotuda dijo, de un día para otro dejas de hablar, te escribí varias veces y nunca tenías tiempo. A Lara le gustó la protesta, hizo una leve mueca gozosa que duró milésimas pero enseguida subió nuevamente la guardia.

El mozo caminó hacia ellas con una bandeja redonda de acero, apoya los cafés sobre la mesa, movió con cuidado y determinación los papeles dejando las medialunas en el medio. El mío era cortado dijo Bruna pero fue en vano, ya se había ido hipnotizado por un eco de la cocina.

Trabaja noche y día, desde que me mude que lo veo laburar hasta los feriados, contestó Lara. El silencio se encontró con las dos hermanas un largo rato mientras contemplaban cómo el mozo hacía malabares atendiendo una mesa y otra. Sonreía con toda la cara menos con los dientes, ocultos por el bigote boscoso.

¿Te acordas de los pastelitos de membrillo de la vieja? La casa se inundaba de olor, la camioneta en el garage descargando los sacos de harina, todo sigue intacto en mi memoria dijo Lara, con la voz entrecortada.

Pienso mucho en esa época, está tan fresca como un cuadro recién pintado, respondió Bruna con la mirada fija en la nada.

Escuchame, estoy muerta, no tengo tiempo para ponernos melancólicas, te parece que revisemos los papeles la semana que viene preguntó Lara.

Bruna levantó el codo en dirección al cielo y vació la taza de un tirón. Se embaló una medialuna en la boca, mientras contestaba que el jueves estaba libre y conocía un barcito nuevo donde se come una lasaña parecida a la de la tía. Entretanto, Lara envolvió disimuladamente sus medialunas con papel servilleta y las metió en la mochila de su hermana, nunca tiene nada para desayunar pensó.

En la puerta se saludaron con un abrazo corto, Lara caminó para la derecha, Bruna para la izquierda.

No te olvides de pasarme el nombre de la película peruana que me hablaste, le gritó

Lucila Barbieri

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