La ciudad está sumergida en una ola de calor, los contornos de los edificios vibran con una turbulencia acuosa, parecida a la distorsión de unos cristales de muchas dioptrías, piensa Bengala Chu, refugiado en lo más profundo de su bazar, sin aire acondicionado en verano ni calefacción en invierno, mientras mueve frente a su cara pálida un pai pai.
-Chu -acostumbrado a ser obedecido, la voz del inspector Olazábal no tiene matices de urgencia.
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