¿Qué te motiva a realizar algún cambio en tu vida?, pienso que muy pocas personas llegan a realizarse esta pregunta, especialmente cuando introducen algo nuevo en sus vidas y esto quizás se deba al nivel de aceleración que tenemos para tomar decisiones. Vamos tan apresurados que muy pocas veces nos cuestionamos, sobre el porqué de una decisión y básicamente cuando lo hacemos… ya nos encontramos viviendo las consecuencias de nuestra decisión.
Y es que básicamente, todo el tiempo vamos tomando decisiones, toda nuestra vida es una constante toma de decisiones. Por ello las personas han desarrollado muchas herramientas para ayudarnos a tomar decisiones reduciendo lo que llamamos el riesgo.
Entonces, surge la pregunta… ¿Qué es el riesgo?
Básicamente lo definiremos así, es la probabilidad de contar con dos opciones de afrontar una situación, cada una con la misma posibilidad de ocurrir. La primera es, una situación desagradable en la cual nos sentimos inseguros, temerosos y la segunda todo lo contrario, pues sería una situación agradable en cual nos sentimos seguros y fortalecidos.
Siempre nos enfrentamos a estas dos situaciones, generalmente siempre optamos por el sentimiento de enfrentarnos ante una situación agradable pues quien quisiera enfrentar momentos de inseguridad y temor, generalmente esas situaciones son las que queremos olvidar. Pero, a veces olvidar el lado desagradable podría ser un error trágico e insensato y por otro lado, si vivimos siempre pensando en lo desagradable olvidaremos la oportunidad de disfrutar de las oportunidades agradables, por lo que ahora nos preguntamos ¿Qué hacemos?…
Lo primero seria tomar consciencia sobre la situación en la que nos encontramos, entendiendo los factores que involucran ambas decisiones y sobre la incidencia que tendrá en nuestra vida, por lo tanto, toca no apresurarse y preguntarse ¿Qué riesgo estoy dispuesto a tomar? ¿Cuál es mi motivación para asumir ese riesgo? ¿Es lo que quiero para mí?…
Podríamos apoyarnos quizás en el conocimiento, el raciocinio que Dios nos dio y la sabiduría.
Cuando se debe decidir que actitud se tomará ante una situación en particular, cada persona tiene que pensar por sí misma, porque las consecuencias primero serán para ella y luego para su entorno.
La elección siempre está en ti, pero si quieres una mano también puedes pedir ayuda a Dios para tomar las mejores decisiones.

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