Hagamos el amor
desde el alma volcada,
con los ojos cerrados
y los labios abiertos.
Juguemos a que no nos conocemos…
Y surquemos esos mares encabritados
que nos impulsan desde muy dentro.
Parpadeo de piel fría,
de cuerpo lívido aislado,
transmutándose a tibieza,
sintiendo tu roce cierto.
Y los suspiros encadenando ensoñaciones
con sutiles giros de pensamientos ebrios.
Me veo en el cielo… y allí te encuentro.
Juega con mis manos y mis temores,¡Déjame sola!
y no conoceré ya otro tormento.
Quiébrame con un beso profundo,
envuélvete con mi aliento.
Haré de ti un trastornado,
convertido en soles rosas ardiendo.
Acariciemos las gaviotas inmaculadas
para luego convertirlas en erupciones
de sonrisas liberadas,
flotantes volutas de nubes
con olor a cantos argentos.
Retoza tu cobertura junto a mi
que ya sólo quiero sentirla vastedad de tu mirada.
Todo lo que brillas no me cegará…
Es tiempo de volver a empezar
y no dejar de soñar.
Imagen en Unsplash de Supritha Jonnavitulla
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