Atardecer de verano rojo

La música de las chicharras

y el fresco olor a verde real

tamizan la luz a gestos inquietos

entre las hojas de mi álamo blanco. 

El sol recorre todos los tonos

del sueño que le vendrá,

y mis ojos, perdidos en la distancia

eternos, escuchan renacer mi soledad… 

Mi vida ya no vale nada

ni por una moneda la retendría,

he visto su discurrir sin sorpresas

y sin ya nada de temor. 

Me resigno a la ausencia

de algo nuevo, mientras se deshacen

el tiempo y mis pulpejos abiertos

sobre la arena del triste tablero. 

Ya no soy yo, 

queda un espectro de mis andares,

bosquejos de pesadillas, 

de historias perdidas

sólo sé que tu continuarás 

cuando no esté yo…

Eso me da sosiego y valor. 

Atardecer de verano rojo,

la música continúa,

y las hojas acarician la brisa

que bendice mi desolación. 

La luz se apaga 

mientras cierro los ojos para verte,

inmenso y magnánimo en mi mente…

Esperaré el amanecer…

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS