DE LA A LA Z

DE LA A LA Z

Joanic92

24/10/2022

                                                           DE LA “A” A LA “Z”

Sentado en una más que confortable silla del AVE, mientras vuelvo del cálido hogar al no tan mal lugar de trabajo y deseoso de los suaves brazos que no necesitan ser llamados para que sepan que de ellos hablo, me he propuesto escribir estas palabras.

Si tú que me estas leyendo te estás preguntando la razón por la que lo estoy haciendo, tengo que serte sincero y decirte sin atisbo alguno de duda que no hay una premisa mayor que justifique este arrebato literario.

Tengo que confesarte que puede ser un acto de valentía. Desde hace un tiempo ya vengo pensando que son demasiadas las cosas que nos perdemos en la vida mientras pensamos cual es la razón para hacerlas. Son demasiados los segundos que dejamos pasar entre cada justificación y no son menos las vivencias que se nos escapan en cada suspiro. ¿Tú no lo crees? No te conozco de nada pero me atrevo a decir que compartes un poco mí reflexión.

Ser valiente es algo es que no es fácil. Es normal que nos de miedo todo aquello que escapa a nuestro control, al menos eso dice la sociedad pero yo me atrevo a atisbar que no es lo que piensa la sociedad lo que nos asusta sino que lo hace el miedo a descubrir nuestros propios límites.

¿Cuántas veces te has ido a dormir con una actitud pesimista pensando en todo aquello que podías haber hecho mejor? ¿Por qué dejamos que los látigos del insomnio sean la fusta que nos impiden ver la parte buena de todo dolor? ¿Acaso no es noble negociar con la mente que también hacemos cosas buenas? El ser humano tiene una visión de mínimos, pensándolo mejor, es de líneas rectas.

Recuerdo que en una ocasión tuve la oportunidad de visitar el Madrid de los Austrias. Permíteme que tenga la osadía de darte un consejo y animarte a formar parte de una ciudad que está llena de historia viva y que resuena a batallas con cada pisada que dejaron sus huellas en los adoquines. Vuelvo ya a lo que te estaba contando. Como te decía, tuve el inmenso privilegio de visitar esa ciudad tan señorial y mientras caminaba por sus empedradas calles y me sentía abrumado por la inmensidad de sus edificios, tratando de buscar el sentido a tanta diversidad escuché una reflexión preciosa.

En este punto seguro que tu mente te está traicionando y estará pensando en averiguar dónde estará la fachada que esconde esa misteriosa frase o qué estatua ecuestre con algún noble caballero a sus lomos la esconde quizás en una bronceada placa que descanse a sus pies; déjame decirte que para nada estás cerca, porque como te he dicho el ser humano es de visión recta, de lo que en aquel momento me explicaron como visión de “planta calle”, por eso no has podido imaginar hasta este momento que esa frase no la dijo ningún histórico personaje ni se esconde en ningún pintoresco lugar sino que la dijo nuestro maravilloso guía. Sí querido amigo o amiga, en el degustar de los sentidos se pueden potenciar muchas virtudes y una de ellas es el noble arte de escuchar.

Perdóname por haber dado tantas vueltas para llegar hasta aquí, aunque te recuerdo que lo bonito de la metas no es el culmen de las mismas sino el camino que recorres hasta llegar a ellas. “Queridos visitantes de la ciudad de Madrid, os invito a hacer este recorrido con mirada de cielo y no de planta calle”. Esto fue lo que dijo nuestro buen amigo y se refería a que teniendo la suerte de visitar lugares que son historia viva estamos más pendientes de las tiendas y de las novedades que hay a pie de calle que de ser capaces de levantar la vista y ver las maravillas que se esconden en las fachadas, las ventanas y las más que trabajadas esculturas que coronan los antiguos edificios.

 A lo mejor te estás preguntando el porqué de todo esto. La respuesta es fácil o difícil según seas una persona de mirada a pie de calle o de cara al cielo. Si eres de los segundos entonces ya te habrás dado cuenta de que estoy hablando de la vida misma y de nosotros mismos.

Para que no perdamos el hilo, te recuerdo que nos hemos quedado en el estar solos en nuestra habitación pensando en todas las cosas que, a veces, no hacemos tan bien. Es decir, solemos reflexionar en línea recta. Pero por qué no levantas la mirada y contemplas tu campo de mejora, tus batallas ya ganadas y tus persistentes luchas que no tienen fecha de caducidad; tu trabajo invertido, tus fracasos bien re-vertidos y tus deseos con anhelos de realidad, porque todo eso forma parte de ti también y es la materia con la que debe crecer el edificio de tu vida.

No te animo a que seas un rascacielos porque el mundo en el que vivimos hoy en día me parece que está lleno de vidas de poca calidad que tiende a ello. Siento tristeza al pensar que nuestra sociedad tiene un profundo arraigo a la idea de que hay que llegar a lo más alto que se pueda y que no debemos mirar lo que queda bajo nosotros, lo importante es crecer. Para mi esa idea no es del todo valida.

Hay “vidas rascacielos” que pueden ser de toda la altura que tú quieras y aparentar relucientes porque están revestidos de cristales muy brillantes pero yo me pregunto, de verdad merece la pena crecer y crecer a cualquier precio. Si tan modélicas son esas vidas y tan limpias y cristalinas parecen por qué no aprovechan y reflexionan que en esta vida no todo vale y que lo que hacemos para conseguir llegar tan alto sí tiene importancia; más que lo que hacemos, es el cómo lo hacemos.

De vez en cuando, algunas personas deberían permitirse el lujo de mirar hacia abajo a través de los impecables cristales de su éxito y pensar en todo el egoísmo, el dolor, las faltas de respeto y la falta de humanidad que han tenido para llegar hasta ahí. No digo que no se deba tener ambición, no digo que todo el mundo sea así ni empaño de crítica el éxito de todas las personas pero el cómo obramos en nuestra vida, en especial con los demás, determina los cimientos de nuestros valores y se convierten en el reflejo de nuestros cristales hacia el exterior.

Querido amigo, no te dejes llevar por la ideas del desasosiego, de las ideas del que todo vale, de los pensamientos individualistas y no te alimentes de las cenizas de las críticas a las que impulsa nuestra joven sociedad desprovista de humanidad y valores, por el contrario, aviva la llama de la bondad en tus relaciones hacia los demás, cuida el manantial de tus más buenos y profundos deseos, navega bajo la bandera de la concordia a la que da fuerza el viento de la caridad y que tiene por puerto de amarre la generosidad.

Me gusta ser un soñador de las personas y me gusta tener “miradas de cielo hacia ellas”. Con un poco de auto critica de nuestro modo de hacer las cosas cada vez seremos más capaces de ver que no es el insomnio lo que debemos potenciar en las personas sino la paz de sus sueños, que no queremos edificios en forma de alma llenos de cristales superficiales sino que queremos un sociedad llena de personas con cimientos de piedra que tenga unos valores que sean inamovibles, esos valores y virtudes que son derecho y deber para con cada ser humano y cada ser vivo que existe sobre la faz de nuestro planeta.

Querido amigo o amiga que has sido capaz de acompañarme hasta aquí, sigo sin saber porque me he decidido a escribir y menos porque lo estoy compartiendo contigo pero si hay una cosa que tengo clara es que somos entes de vista recta, solo vemos lo que se pone delante de nosotros, lo que es evidente y lo que nos gusta tener por evidente, somos un libro que se escribe con letras de las ya conocidas de la A a la Z pero, qué pasaría si nos diésemos cuentas de que la vida no son solo letras, solo miradas rectas, sino también miradas al cielo.

¿Te imaginas que nos diésemos cuenta de que entre la A y la Z hay un montón de espacios en blanco que aún están por soñar?

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