Hay amores que no se imponen… se eligen.
Con el tiempo he entendido que una relación verdadera no se trata de renunciar a quien soy, sino de ofrecer lo mejor de mí, con coherencia, cuidado y verdad.
Tú, mi Estrella, me inspiras a mirar hacia lo alto, a no perder la dirección.
Eres esa luz que no encandila, pero guía.
Tú, mi Luna, iluminas mis noches más inciertas.
Reflejas calma, ternura y ese misterio suave que me envuelve el alma.
Y tú, mi Mar… eres profundidad, movimiento y abrazo.
Contigo no hay orilla que no quiera tocar, ni tormenta que no quiera cruzar si es contigo.
No busco imponer nada, ni moldear amores a mi manera. Solo quiero construir algo bonito desde lo que soy, y desde lo que Dios ha sembrado en mí.
He vivido, he sentido, he aprendido… y ahora solo deseo paz, amor real y una conexión que tenga raíz en lo eterno.
No dejo de ser yo. Al contrario, contigo soy más yo que nunca.
Porque cuando se ama bien, no se pierde la libertad: se comparte.
Y eso es lo que deseo contigo: un amor que se elija cada día sin máscaras, sin ruidos, con fe.
Cuando Dios diga que es tiempo… quiero caminar contigo, tomarte de la mano y llamarte Esposa.
Y ser para ti hogar, abrigo, compañero y verdad.
Porque tú, mi Estrella, mi Luna y mi Mar,
has despertado en mí el deseo más puro:
amar sin miedo, sin medida… y para siempre.
OPINIONES Y COMENTARIOS