Mi corazón se descontrolaba cada vez que lo veía, y la emoción me hacía perder la razón cuando estaba entre sus brazos, ahora, estoy aquí enfrentando su imagen como a la de un desconocido.
Estaba convencida de que aquel amor era lo más poderoso e inquebrantable que podría llegar a sentir en la vida, sin embargo, aquí estoy intentando recordar cómo eran las formas de su rostro.
Podía jurar que la decisión más difícil que debía tomar era dejarlo ir, aun así, ni una sola lágrima se derramo por mis mejillas cuando recibí su último abrazo.
Cada noche, mis ojos descansaban tranquilamente, y mi corazón latía con la esperanza de que aquella última oportunidad lo mantendría a mi lado un día más, y hoy, me encuentro agradecida de no tener que verle de nuevo.
Hay instantes en los que su recuerdo parece querer renunciar a mis memorias, aun cuando intento abrazarlo para sentir incluso algo de pena, solo recibo una enorme avalancha de indiferencia.
Me preguntó, ¿en dónde está el amor acaso? Cuando un sentimiento tan apasionante desaparece en un suspiro.
Descubrí entonces, que el tan aclamado sentimiento llamado “amor” es solo una excusa de los seres humanos para evitar convertirse en prisioneros de sí mismos, que el único camino para recuperar la estabilidad cuando estamos a punto de perder el equilibrio es sumergiéndonos en los placeres terrenales.
El tiempo es el peor enemigo del hombre, muchos dicen que cura y es un maestro, yo, por el contrario, pienso que nos convierte en criaturas indiferentes, basta con darse cuenta de cómo absolutamente todo nos abandona discretamente. El tiempo existe para susurrarnos en cada TIC TAC que nada nos pertenece.
No somos otra cosa más que una eventualidad lanzada al vacío, para experimentarse a sí misma y embarcarse en un viaje repleto de emociones trágicamente marchitas.
Incluso ahora, me arrepiento de todas las palabras que dije aduciendo a la eternidad, cuando hoy incluso me resisto a creer que existe un mañana.
El cinco de octubre un sentimiento renunció a mí, y a mi ambición por protegerlo, aun cuando él quiso marcharse desde hace mucho, mucho tiempo atrás. Ahora me pregunto ¿dónde está mi corazón? ¿volveré acaso a sentir? Y si es así, ¿sobreviviré una vez más?
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