Todas las cosas venían con los genes…Y eran escena viva de aquel sueño, en lo profundo de vidas urbanas y ordinarias.
Alguna vez, nunca se sabrá bien cuando, el aire fresco del mar y la sal y el rumor musical del agua chocando en el casco de la chalupa pesquera, y el tintinear alegre del escanciado de sidra y el sibilar de la brisa entre huertos de fabes de las serranías, escaparon entre moléculas y átomos hacia la materia gris atávica, profunda; y despertaron notas y ritmos olvidados; y llegaron y silbaron juntos entre perdidos pastizales, palmares y talas o trigales campesinos y los cardos orilleros o los yuyos silvestres crecidos entre las baldosas flojas de barrios grises del centro…
Y el sueño centenario terminó antes de aquella media noche; la modorra del despertar sabía a orilla: orilla de mar y de baldío y monte verde; y una poesía hecha de trinos y bocinas y motores tejida con dichos ancestrales le dió letra y empezó a crecer casi trasnochada, un postrero dia de primavera.
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