Desde el alba de mi existencia,
mi alma se preguntó que era la vida…
mientras los labios que me hacían compañía
musitaban, sin responder.
En la oscuridad de tibia humedad,
con mis ojos presos,
busqué tanteando desesperadamente…
Quería llegar a saber…
Y exploré el mutable reflejo del agua,
cada horizonte nuboso inmenso,
el espejo azul de tus ojos…
cada charco de sangre cristalina,
las corrientes de lágrimas carmesí,
tu tambor de ritmos y risas,
y mis besos, rebosantes, sobre ti…
En cada lugar de estos
una respuesta nueva encontré…
Pero todas se me hacían vacías,
escuetas, incautas y desleídas de realidad.
Y recorrí con ansias las praderas verdes,
seguí los riachuelos vibrantes,
susurrantes de armonía y de placer.
Y volé…y excavé los deseos inscritos en mi ser.
Ahora ha pasado el sol sobre mi piel
y un atardecer hermoso se posa lento,
donde le puedo ver…
Disfruto la brisa caricia,
los sueños dorados,
el tacto epifanía de semillas del querer.
Más la pregunta y la duda siguen en mí…
¿Quizás sea ya momento de entender…?
Mientras, juego a los murmullos melodía
bajo un cielo rosa-naranja,
con cientos de pájaros blancos
en vuelo veloz jugando
bajo una tormenta que se fue.
Una luz, en cada recoveco de mí,
me sugiere que…
estoy preparada para volver a nacer,
intentar desentrañar el misterio
y vivir, a tu lado, otra vez…
Imagen en Unsplash de Bayley Zindel
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