Desde aquel día, retumba en mi la necesidad de llegar a REM, justo antes de irme a la cama, me exijo recordar, al día siguiente, lo que sucedería cuando mi tránsito de ondas alpha a delta me permita llegar a la atonía muscular, mis movimientos oculares rápidos y el estado de ensoñación, deje imbuir la historia y recrear la escena, pero ha sido muy difícil encontrar los hilos sueltos de un viaje en la penumbra de la noche, es como comprar el tiquete de viaje subirse al tren, pero nunca arranca, fue tanta la provocación, me ha asaltado el trastorno del sueño que no me suelta, al contrario me desvela, solo escucho el ladrido de los perros, el mugir del Toro que justo hoy me persiguió sin razón aparente , con toda su cornamenta, su peso de 500Kilogramos, su negro cuerpo, hacían aterradora la escena, todo su andamiaje hicieron que corriera del pánico y me saco de la Finca, por poco más de media hora hasta que alguien vino en mi auxilio, y tomo al toro por su nariguera con lazo y lo regreso al potrero, asumí que podía ser un detonante al finalizar el día, pero contrario sensu, en fidelidad a ese estadio donde la vigilia se confunde con la vida, visitar parajes alternos y dimensiones desconocidas por vía de la programación derivo en intento frustrado, recurrí a mi memoria, hace un par de años, tuve un sueño, cuyo recuerdo está muy presente , encontrarse en un gran castillo, con antorchas en el portal, y con una gran servidumbre, era un banquete con flores desperdigadas por todas las estancias, aromas que venía de los bouquets, mucha decoración en tonos dorados y beige, las cortinas vestían las ventanas lánguidas con Jacquard, cuadros de gobelinos por doquier, gran Salón, muchas mujeres de vestido Largo y sus acompañantes impecablemente vestidos, me acercaba a saludarles, pero sus caras no me decían nada, en la distancia puede ver aquel hombre con su jaquet inglés, de unos treinta y cinco años, su tez trigueña, sus cejas pobladas, su mentón partido, su camisa almidonada, también saludaba en el otro lado del salón, con su dentadura perfecta sonreía espontáneamente a los invitados, abrazaba y casi que se conocía con la mayoría de los asistentes pareciese que la fiesta fuese en su honor, yo seguía tratando de llegar a él, pero entre más le siguiese con la mirada, se veía lejos, en ese momento llegue a la chimenea y sobre ella había un espejo con un gran marco dorado, y mi reflejo me sorprendió, tenía flores silvestres, sobre un gran tocado, mis ojos estaban bellamente realzados, mi mirada era muy clara, tenía los ojos traslucidos, llevaba puesto un traje tipo bandeja, con un gran velo decorado cayendo de mis hombros hasta mis pies, el vestido bordado en beige con flores diminutas en todo el borde y un fajón que ceñía la cintura , era casi espectral, como si flotase por el vuelo de las telas, me veía sublime, las voces murmuraban, los grandes candelabros sobre las mesas, las velas delgada doradas, me retire del espejo, en búsqueda de aquel hombre, que se aleja o se esconde, tomo de la charola una copa de chardonay y empiezo a repasar nuevamente las caras , pero ni los hombres ni las mujeres, me recuerdan a nadie, sigo saludando, abro y cierro los ojos pero no puedo encontrarlo, decido salir a los jardines que son majestuosos con varias formas geométricas, hay un gran laberinto de pinos ,respirando hondo , en el sendero encuentro un molino y decido entrar y subir las escaleras muy angostas de madera, una gran espiral y llego a una terraza y empiezo a ver el castillo azul con dos torres y el salón iluminado, las personas bailando un vals, estoy afuera y empieza a llover poco a poco, pero no me moja, se forma un gran manantial entre el castillo y yo , y en la fiesta están aplaudiendo y rodean al hombre quien aparece en el centro, pero solo se ve que danza con alguien cuyo rostro parece difuminado como en carboncillo, una imagen sin terminar, yo trato de afinar el ojo pero no puedo mas que verle a él con esos dientes lustrosos ,complacido, y yo queriendo tocarle pero el agua que nos separa una cascada en varios pliegues, se hace una gelatina pegajosa pero no puedo regresar ni moverme hacia adentro, solo veo el otro lado, intento con la cabeza volver a entrar, y no puedo, me balanceo hacia delante y me devuelve con fuerza, no puedo más que vigilar la escena y resignarme a ser un espectador del Gran baile, es como faltar a la boda y ser reemplazada por una actriz sustituta, ser aislado de un festín , pero el implacable destino impide su realización, la ilusión de haber estado allí, aún hoy sigue presente, me hubiese gustado bailar con aquel hombre tan guapo, y tan dueño de sí, en ese estado de complacencia y de vivida alegría.

Espero poder sugestionar mi subconsciente para retomar aquel día, antes de la lluvia y regresar al Salón para conocer a ese hombre que mi mente reclama, en esta semana de perdidas, donde amanecer es una constante búsqueda, este síndrome de centinela ha impedido que esta historia hubiese sido más honda y llena de gran actividad creadora.

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