Hace unos días me encontré con una misteriosa pluma, me detuve a observar mientras me enamoraba de su belleza y de su color. Entretanto que la observaba me hice muchas preguntas en la mente, ¿Cómo llegaste?, ¿Entró el ave a casa y dijo aquí te dejo?, ¿El viento te trajo?, bueno, no se. Este episodio me llevó a reflexionar sobre las fascinantes características que esta posee, como lo es la capacidad de vuelo, protección, reproducción, flotabilidad, señal de alerta, regulación térmica, alimentación y muchas funciones más. Pero no solo eso, también poseen cierta clasificación según la función que desempeñan, y al asociarse se complementan entre ellas formando el plumaje del organismo. Todo lo anterior nos lleva a apreciar la importancia de estos, y aun así sea, estos llegan a concluir su ciclo de vida en el cuerpo y simplemente se retiran, ¿Cuándo? no sabemos, quizá durante el vuelo ellas se detengan y se caigan y ya no sigan más el recorrido. Todo esto me hizo reflexionar y asociarlo a nuestra vida, somos como aquellas aves, llevamos plumas, que son las personas con las que convivimos, es decir vuelan junto a nosotros, pero llegará el tiempo que ya no lo harán, simplemente porque no coincidimos en planes y propósitos. Tomaran otro rumbo, se desprenderán de nosotros, concluirán su propósito, sea en algo positivo o negativo. En ocasiones ellas se retiran o simplemente ya no encajaran. Otros se quedarán aferrándose a no desprenderse porque hubo un anclaje tan fuerte en ambos. Cuando alguien se desprenda de tu plumaje, no te aferres, porque quizá esa pluma llegará a otro escritorio para hacer sonreír a alguien más. El ciclo terminó, pero tu recorrido continúa, solamente dale gracias que estuvo cuando lo necesitabas, te enseño algo, te ayudo, pero él o ella tendrá que seguir su rumbo al igual que tu. Pero si alguien se queda, valoralo, cuidalo y amalo porque te seguirá enseñando mucho más, hasta que concluya también su ciclo de vida o bien permanezca.
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