La facilidad de no conformarse

LA FACILIDAD DE NO CONFORMARSE

Desde la misma casa que en la que se encontraba hacía doce meses, entre las mismas cuatro paredes, para María todo era distinto. No entendía por qué se sentía tan sola si nada había cambiado a su alrededor. Sin embargo, algo no iba bien dentro de ella. Algo había cambiado que no le permitía encajar. Tan solo había una cosa que no permanecía igual: el tiempo.

Carlos, desde la otra punta de la ciudad, sufría lo mismo, pero por razones opuestas. Él era la misma persona, pero lo que le había rodeado un año atrás ya no estaba. Por unas razones u otras, la gente que tan feliz le hacía, se había ido alejando de él. Se sentía desconocido en el lugar que para él había sido su casa.

Desde arriba, yo puedo sentir la frustración y tristeza de ambos. María echa en falta lo único que perdura en Carlos; Carlos, por el contrario, necesita todo lo que María ya no quiere. Ambos demuestran una misma cosa: lo fácil que es no conformarse. El no afrontar los cambios, el extrañar algo desde el preciso momento en el que lo pierdes. No se si alguna vez valoraron lo que tenían, o por lo contrario hacía un año también habían sentido que de alguna manera algo no funcionaba en sus vidas. Sólo sé que desde aquí ya no puedo comprender el egoísmo del ser humano.