Por siempre

No soy ajeno a la escritura, eso no significa que sea un adepto o un veterano en lo que a escribir se refiere.

Siempre tuve dentro de mi algún gusanito que me decía que talvez y solo talvez podría hacer algo con esto y, por un tiempo, tuve un blog de escritos, dónde deje parte de mi vida plasmada en retazos cortos de historias tristes. 

El título de mi blog es «la mujer del otro», que por cosas de la vida, fue mi mantra, mi mea culpa, mi infierno particular.

Han pasado varios años de aquello, ya mi vida se maneja a un ritmo diferente, a veces lento, a veces muy lento, pero no con aquella rapidez del día a día.

No se (aunque seguramente sea por eso) si es porque ya no pienso igual, ya no siento igual, ya no me muevo igual entre las personas, soy un ciudadano más de este mundo, el que «si te he visto, no me acuerdo».

Ya no tengo los mismos deseos de escribir, ya sea porque no me nace y me tengo que obligar, o porque simplemente ya no tengo tiempo, espacio o ganas de hacer algo con eso. 

Aun recuerdo esas ganas que tenía cada noche de decir algo, así fuera una estupidez, pero al parecer (nadie me dijo esto) llega el momento donde el cerebro manda a callar al corazón, y así queda uno, dormido con los ojos abiertos, viendo el tiempo pasar, disfrutando de lo que se pueda, así sea segundo a segundo. 

Porque no se puede seguir siendo el mismo por siempre, aunque aún sientas dentro de ti, ese niño inerte, que sigue buscando jugar con el tiempo diciendo «todavía hay más», porque por mucho que lo intentes, el tiempo y la fuerza de la costumbre te saca arrugas, te saca canas y te vuelve más sabio.

Por siempre esperando el regreso del que se fue, por siempre queriendo recuperar lo que ya no está.