Hay como magia en el aire
provocándome un éxtasis de alegría,
ganas de sonreír,
de seguir,
de vivir.
Ese cúmulo de energía
que recorre mí interior,
elevándome hacia un estado
de serenidad absoluta.
A un momento donde aquello difícil,
se transforma en tenue.
De un estado de ruidosa confusión,
a una sensación de armoniosa melodía.
Es que no es casual,
es simple y sencillamente
la existencia de lo que se ama
la presencia de lo que se desea.
Es ese aroma inconfundible
que me rodea
me atrapa
me hipnotiza.
Conecta mis emociones
sacándome de la realidad
metiéndome en un sueño
del que no quiero despertar.
El tiempo se hace eterno,
aunque solo pasen cinco minutos.
El tiempo se hace eterno
y es en esa eternidad,
donde encuentro lo más bello,
los momentos más hermosos.
En esa eternidad,
me siento más a gusto.
En esa eternidad,
espero siempre estar.
En lo que se dice y como se dice,
siempre hay un grado de verdad.
Lo que se torna como un juego
también puede hacerse realidad.
No hay palabras vacías y sin sentido,
quizá hay señales y confesiones
disfrazadas de inocencia,
camufladas de ingenuidad,
rociadas de esperanza,
aquella que me permite,
avanzar cada día un poco más,
queriendo entonces llegar,
a mí única verdad.
Y es que no me quiero alejar
de lo que me da tranquilidad,
de lo que me da serenidad.
De ese mundo mágico
de ese momento eterno
de aquello que yo más quiero.
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