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Las profesiones y oficios son algo que desde chico pareciera ser algo lejano, “Ser Bombero, ser astronauta, ser oficial de policía”, pero siempre hay uno que se repite más que otros, y quizás se debe a Steven Spilberg, es ser Paleontólogo, dedicarse al estudio de los fósiles de dinosaurios. Cuando uno es niño, tener un concepto de que una criatura de más de 2 metros vivía libremente por la tierra, junto a miles de especies distintas, es algo fascinante. Jurassic Park traía consigo gracias a la digitalización y maquetas, este mundo prehistórico al presente. En la Estación Mapocho, se hacía cada cierto tiempo una exposición de estos huesos, se armaban de manera que formaban un esqueleto de estas bestias gigantes. En la sección de niños habían huesos repartidos en un arenero, lo cual te permitía buscar, limpiar, e incluso poner en un molde el fósil encontrado. Por alguna razón, el Tiranosaurio Rex es considerado como el “mejor”, aquel que los niños tienen en sus poleras, como también es el “villano” o un peleador en Killer Instinct o un amigo de aventuras como Barney. Nadie escoge al Triceratops, o al Estegosaurio, pareciera que tienen una inferioridad a pesar de sus características fenomenales, 3 cuernos o un cuello largo, parece no ser suficientes. Con el pasar de los años, mi fascinación por estos reptiles fue cambiada por algo más del presente, pero sigue siendo un espacio para la imaginación de los niños, como es el caso de mi sobrino. Tiene una colección de varios dinosaurios, distintos tamaños, colores, luces, con pilas o sin ellas, robóticos, de lego, posters, videojuegos, poleras, cartas, etc. Pareciera que el capitalismo lo atrapó de una manera comercial increíble, pensé en la muerte del artista y su obra como escape a la muerte, se supone que la única manera de ganarle a la parca, es dejando en vida un vestigio que te mantiene, es así como los dinosaurios a pesar de extinguirse, están aún en el día a día. Luego de revisar un foro, encontré una hipótesis maravillosamente innecesaria, aislando el caso de las gallinas, cocodrilos, tortugas o aquellos animales que estuvieron desde ese tiempo evolucionando y viviendo, esto es algo cercano a la trascendencia química de la alquimia, “la materia no se crea ni se destruye, solo se transforma”. Retomemos millones años atrás, los Dinosaurios mueren por X causa, quedan sus fósiles de los cuales estos generan el petróleo, el plástico viene del petróleo, y los juguetes están hechos de plásticos, esto quiere decir, a pesar de la distancia del tiempo, los juguetes de Dinosaurios, están hechos de Dinosaurios. A pesar de esta increíble visión que quizás sea ficticia, ya que desconozco las propiedades del petróleo y su función en el mundo, o como se genera, poco dura el amor a los dinosaurios con el paso del tiempo. Ross de Friends lo demuestra cuando sus amigos se duermen en sus explicaciones, pero a pesar de eso, es inevitable pensar en un mundo Jurásico que terminará mal, porque todo lo que va de la mano de la humanidad trae consigo ambigüedad, es el intercambio equivalente, dar para recibir.

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Al leer 1984 me interesó mucho la Hipervigilancia, como por medio de las telepantallas te registran a todo momento, que incluso un susurro es símbolo de sospecha, dónde hasta pensar de cierta manera es cuestionable por cómo reaccionas ante El Gran Hermano. En la actualidad existen los celulares, es indispensable en la vida diaria tener uno, todos lo tienen, hasta los bebés. Es un acto conocido a nivel mundial, incluso parodiado en South Park, el “Términos y condiciones” de un servicio, nadie lee ese documento, entonces, ¿a que accedemos?, ¿será posible que dentro de esa eterna lista de segmentos exista algo que nos condicione de manera negativa?. Me costó entender cómo funcionaban las propagandas de las redes sociales, pensé que eran aleatorias hasta el momento, no son las mismas para cada usuario, junto al caso de privacidad contra Mark Zuckerberk, creador de Facebook, por la propagación de información personal a múltiples cadenas de comercio a nivel mundial. Esto genera una vigilancia, si te pones hablar sobre bicicletas todo el día, lo más probable es que te aparecerán bicicletas en un anuncio, en una propaganda, o cualquier lugar donde estés navegando. Esto es gracias a los micrófonos de cada aparato, como también el algoritmo del teclado, esto quiere decir que recuenta las palabras que has dicho y escrito de manera de aislar murmullos, o conversaciones, para adjuntar en ello lo más importante, el capital. El mundo actual, denominado personalmente como Siglo de las Leds, apunta al capitalismo global. Los smartphones son el arma perfecta para interferir en este mercado que se mueve a la rapidez de la luz, cambiando valores, vendiendo acciones, e incluso creando nuevos comercios para la inmensa cantidad de personas y productos. Antes una señora iba a tu casa con una revista Avon y al mes después te traía los productos, ahora todo es online, con un par de clicks, ingresas tus cuentas, el cargo a 2 meses más en 10 cuotas, y así como así, el contacto con un humano desaparece, el papel moneda igual, todo son códigos virtuales. El lenguaje digital está ganando fuerza en este entorno, como los “000010000100001” combinados en infinitas posibilidades generan lo que estoy haciendo ahora, escribir. Los aparatos tecnológicos nos rodean, desde la televisión a relojes, lentes, audífonos, pulseras, quizás ropa en algunas partes del mundo. En la serie Invencible, un villano dice que “la verdadera debilidad del humano no es que muera con el tiempo, si no que puede mejorar gracias a la tecnología pero no lo intenta”, desde una perspectiva de la salud aceptable, corazones robóticos, prótesis, etc. Pero esto nos llevaría a un mundo donde el humano deja de ser humano, quiero decir, frágil ante la muerte, la vida se alargaría, los niños serían incubados hasta poder protegerse solos, como en el reino animal nacen caminando. Los estudios serían chips, y los trabajos designados por una computadora, parecido a las encuestas de vocación, pero estás más efectivas. Ya existen autos que se manejan solos, o inteligencia artificial como Siri, Alexa, o robots que simulan emociones, de hecho, hay una obra de teatro que la protagoniza una robot. Es aquí donde ocurren varios giros, si bien la tecnología nos ha ayudado a mantenernos conectados unos con otros, creo que nos ha desvinculado de nosotros mismos. Si se genera un mundo como Detroit: Became a Human, donde los robots divergentes emulan emociones humanas casi generando una nula diferencia entre máquina y homosapiens, acabaría si o si como nos mostraba Terminator, un apocalipsis. Quizás es cambio, o es avance, quizás es un disfraz para llegar a ese final distópico, lo único que sé es que hoy en donde entre a navegar, aparecerá algo al respecto, y sabré que me vigilan.

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Después de los 28 días de la primera dosis, me tocó ir hacer la fila de nuevo. Siempre le he tenido miedo a las inyecciones y a las tomas de sangre, es como una Tripanofobia, pero que resulta aparecer solo en esos momentos o cuando hablo de estas cosas me genera un dolor irracional en dobles del codo. Es algo extraño, ya que tengo tatuajes, lo cual debería causar el mismo temor, pero creo que el temor va más allá de sentir algo puntiagudo o filosos cortando los tejidos, es sobre el líquido que ingresa o sale de mi cuerpo. Mirar Trainspotting es una generación de ansiedad para mi, pero ver Tatuadores de pesadillas, no genera el mismo efecto. Quizás el miedo viene por un capítulo de Doctor Black Jack, un anime antiguo que daban en el ETC, trata de un cirujano famoso por hacer milagros, y un capítulo un pedazo de aguja se queda en el organismo de un niño, el cual si sigue por el torrente sanguíneo puede causar un corte en la arteria principal del corazón. Mágicamente, la punta parece haber circulado por su cuerpo sin chocar ninguna vez, entonces la logran extraer, otro milagro. O tal vez viene por aquella vez que me vi con sangre por mis muñecas en el acto desesperado de desaparecer del mundo. Eso sí, esta vez fue más rápido, la aguja entró como si nada, y ya estaba listo, ¿tanto alboroto mental para esto?, quizás, solo tenía que afrontarlo, ahora en cuestión viene la reflexión sobre si hay un chip o no, quizás tengo red wifi dentro de mi, o un implante de autodestrucción, al menos estoy un poco más a salvo del Covid, pero más en peligro de perder la humanidad, si es que las teorías conspirativas son verdaderas.

13-7

Ya casi libre de los Exámenes de la universidad me reencontré con un yo del pasado, aquel que escuchaba música todo el día, esas canciones electrónicas de discotecas donde hay tres ambientes distintos, el primer piso de reggeaton, alcohol y conversaciones en la terraza, el segundo piso la barra, más un DJ, con música mezclada conocida gringa o Europea, luego el tercer y último piso escondido en la oscuridad con unas luces magentas, tres personas moviendo la cabeza atrapadas quizás en el éxtasis o alguna que otra droga sintética pero los parlantes reventando en los bajos. Así comenzaban mis días de escuela, con música descargada ilegalmente de Youtube, “permiso tio”, sentarme atrás, mirar por la ventana y esperar llegar a la hora, decidir si tomar el metro o no, ¿habrá taco?, quizás, cuando se subían artistas pausaba las canciones, volvía a la realidad, al murmullo de la gente, las bocinas de los autos, los garabatos de gente estresada, los ojos perdidos, algunos encontrados, los besos de los enamorados, la mirada del lanza eligiendo a su víctima, el Chofer chato de su pega, como alguien pedía dinero para el pasaje, que se lo devolvería algún día, la señora de 90 años bajando lentamente, el tipo que sube por atrás, o el que se roba el espejo, el niño pequeño asustado por la incertidumbre del mundo, el artista afirmandoce de donde pueda, la puerta dañada por una botella de plástico atorada en el mecanismo, la ventana abierta hasta el fondo por un sujeto que no conoce de espacios públicos, la señora que lo encara, el pleito, de regreso a la música. El amor a la música viene de mucho antes a mis viajes en micro, cuando pequeño tenia un mp3, marca Walkman, y en mi celular tenía un par de canciones descargadas de Ares, siempre que me conectaba al Messenger, MSN, colocaba el Winamp, reproductor antiguo de música de Windows XP. Se podía conectar lo que escuchabas a Messenger, así todos sabían que escuchabas “Zion y Lennox.mp3.Download.versión estudio” o “D0n 0m4r. 4lla y Y0”, o lo nuevo que circulaba por las fiestas. Sin embargo mi edad me impedía tener esos encuentros con la gente, así que escuchaba lo que mis hermanos tarareaban, o ponían los domingos de aseo, a veces era Rap, otras veces Cumbia, otras veces Rock, Reggaeton, Techno, Electro, etc. Nunca me fui por un género favorito, diría que es el Rap por las canciones que he escrito y me gusta hacer freestyle, pero de vez en cuando tarareo melodías románticas, o los bajos de canciones electrónicas. Aunque, debo conceder que al ponerme los audifonos, logro olvidar todo, enfocarme en el ritmo, mi mente y alma, es como si fuera una terapia, pero más que nada, es flotar en un mar tranquilo y aunque me hunda, siempre podré sacarme los audífonos.

15-7

Tanto tiempo divagando, me di cuenta que las cosas en que pienso se fueron esfumando, como si mi cabeza hubiera estado repleta de un smog espeso, ahora tiene aire limpio de un lugar austral. Me costaba empezar a escribir enfocandome en una sola idea, los pensamientos se disparaban como una ametralladora sin precisión, al blanco le daba después de horas de darme vueltas por mi casa, de comer para llenar la ansiedad, de ver por la ventana si un pájaro me transportaba lejos, o si mi gata aparecía para darle cariño. Aquí me encuentro ahora, frente al teclado del computador en la oscuridad de la noche pensando en todo lo reflexionado, ¿lo hice bien?, es mi temor, pero de los errores se aprende, imposible saberlo si no lo intento. Esta paz mental nunca la había experimentado antes, los sollozos eternos en las madrugadas venían de recuerdos de antaño donde fui feliz, o una acción que me llevó a poner en peligro mi existencia, una mezcla de lágrimas y arrepentimiento se formaban en un charquito que reflejaba mi propio yo olvidado del tiempo, aquel que era feliz. A pesar del frío, mis manos se mueven, pareciera que encontré como afirmarme en esta tormenta, mi navío se fue sin mí, quedé abandonado en una isla de constante sufrimiento, sin comida ni agua, me alimento de mi rabia, me convertía en uno más de esa arena que arde con la intensidad del infierno. Pero, cuando apareció en Noviembre del año pasado aquel saludo, logré entender que no todo estaba perdido, las divagaciones para entender mis errores salían a flote como una balsa que construía con mis manos, ella el faro. Así que me fui, a la deriva con el horizonte por delante, tratando de dejar en el papel digital lo que tanto me atormentaba, o en aquello que pensaba y no podía dejarlo ir. Ahora empiezan las vacaciones de invierno, quizás mi mente esté clara en estos días para volver a escribir o esperar las instrucciones de otro ramo, acumulando día tras día toneladas de información. Al menos al enviar esto, siento que fue necesario, todo se ajustó a mis necesidades, pareciera que me hacía falta divagar entre reflexiones varias que daban vueltas en mi cabeza, expresar, desahogarme, de una manera que me resulta fácil, relatando recuerdos, vivencias, del pasado en que vivo constantemente como si pudiera viajar entre portales del tiempo. Pareciera que fue eterno, pero el resplandor que aparece ahora en mi mente, es junto a una música digna de un final de película quizás, como si me tratara de un personaje en su propio universo, un viaje épico de palabras extraídas de momentos que ahora no recuerdo ya que los dejé inmortalizados. Puedo descansar de mantenerlos vivos, así puedo agregar nuevos, así sucesivamente hasta que mi tiempo acabe en la infinita posibilidad de la vida. Ahora queda descargar el archivo, enviarlo y sentarme a ver una película, reír con amigos por Discord, o escribir un poema del alivio de entregar el último trabajo, a pesar de que esta paz sea del momento, debo admitir, que no me sentía tan bien desde hace mucho.

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