Según datos de la Unesco, en Argentina se publican 28 mil libros nuevos por año. Un promedio de 2.300 libros por mes y algo así como 80 títulos por día. Asombra la cantidad de gente que escribe y publica libros. En mi caso y con dificultad puedo llegar a leer 24 libros por año. Me considero un lector apasionado pero el porcentaje de gente que no lee es abrumador. Ante este cuadro de situación, las probabilidades de que un escritor sea conocido, son remotas, casi imposibles. Tengo amigos y conocidos que han publicado libros y me han contado sobre las dificultades de editar, vender y cobrar los derechos de autor. Todos, sin excepción, viven de otras profesiones. Escribir es propio de idealistas. Tampoco se puede meter en la misma bolsa a todos los no lectores. En esta sociedad despiadada, la mayoría de la gente tiene que luchar día tras día por llevar alimento a su mesa. ¿Se puede pedir a una persona que, tras diez horas de trabajo diario, llegue a su casa y se siente a leer un libro? Por otra parte, las tecnologías modernas, restan tiempo para dedicarse a la lectura. Esto se demuestra en la pobreza del lenguaje que usa la mayoría de la gente.
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