Mis lágrimas son sinceras tienen la piel de mi alma. Son trozos, diminutos perdones. Ahora veo las estrellas recién cortadas y la soledad inmensa de un recuerdo hecho cenizas. Para que quiero el viento, para que la rosa del silencio. Sueño a mi madre tender unas estrella en el patio. Paisaje de la virtud hecha amor, ese amor con el que vivimos día a día, aprendiendo a soñar la rosa del viento.
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