El paso del Sr. Ibáñez por los barrios Tártaros

El paso del Sr. Ibáñez por los barrios Tártaros

Los Tártaros son generalmente locos.

Así y todo, los Pupinautas tuvieron que propalar una fiesta en un barrio Tártaro y como era de esperarse, con la troupe llegaron el Sr. Ibáñez y Lechuga, eximio bailarín de rap.

Tranquila empezó la fiesta, con temas clásicos y los ánimos de los Tártaros, bien se contenían. El Sr. Ibáñez entablo amistad con la turba, mientras tomaba unos vinos. Los tártaros comenzaron a bailar con el Sr. Ibáñez una música más jocosa que la anterior, pero los ánimos seguían contenidos.

Ibáñez había logrado enamorar a las damas del lugar con que endemoniados pasos de baile. Xuxa sonaba al palo. …salta, salta, salta, salta y… Saltó tan alto que le conectó un certero cabezazo al globo espejo del mismísimo Jerjén Sanchez, que no paraba de putear. El maestro se incorporó, como los grandes, levanto el globo, y siguió la parranda como si nada.

Pero, el verdadero problema se suscitó cuando Lechuga entró al salón danzante con toda la movida rap. Los tártaros no le soportaron, Para ser más preciso, lo quisieron matar.

Los ánimos ya no esteban contenidos.

Una vez terminada la fiesta, los Tártaros agolpados en los accesos no dejaban retirarse a los Pupinautas. Querían la cabeza de lechuga…

Pero, cuando de Duendes de la Noche se trata, apareció el Sr. Ibáñez empuñando un cordial saludo a la turba enardecida, esta contestó el saludo y contemplo la situación; Ibáñez exigió que no masacren al plantín, que de vez en cuando se ponía pavo, pero que era buen tipo. La turba Tártara meditó la situación en silencio y sentenció –ta bien, si es amigo suyo…

Y así salvó milagrosamente su pellejo Lechuga

Ibáñez, hizo amigos en un lugar prácticamente imposible, donde la hostilidad es lo primordial. Sin duda son les virtudes que poseen los grandes…

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