Un día lo tienes todo y al segundo siguiente sientes que no te queda nada, ni siquiera fuerzas para moverte y seguir respirando.

Ese dolor que provoca el rechazo de alguien amado, la distancia que crea la desconfianza, la ira que nace de ver que las cosas no salen como uno esperaba; ese mundo vacío que se siente en el corazón aún teniéndolo todo; un mundo que se vuelve oscuro, frío, triste, a momentos insoportable; el mundo que yo sola he creado dentro de mi y que no sé como encenderle una llama para iluminarlo.

No sé como salir de esta oscuridad, y siento, que cuanto más tiempo paso en ella, más me atrapa y se pega a mí; quiero romperlo todo, quiero llorar y gritar para expulsar toda la rabia contenida; pero no puedo manejar a los otros, pues sólo tengo poder sobre mi y es lo que veo en ellos lo que me corroe y pudre por dentro, sus comportamientos, sus aptitudes, sus palabras,…

Necesito encontrarme en el silencio, encontrar quietud, encontrar la paz que pierdo cada vez que mis ojos ven cosas que no quiero ver, cada vez que mis oídos oyen cosas que les duele oír, cada vez que mi piel se eriza por reprimir ciertos sentimientos.

Y sin embargo, me tengo que sentir afortunada y dichosa, pues yo se la gran verdad:

«Que YO soy la única persona que puede llenar mi mundo vacío».

A los que se sienten vacíos.

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