Blaze! Capítulo 103

Capítulo 103 – Abysmal Greed.

Tiempo atrás, antes de la pelea de Blaze y Chained God…

Hänä y Claire fueron guiadas por las ondinas marítimas al lugar donde ocurrían extraños sucesos, que incluso ellos como seres elementales no podían explicar, ganándose la atención de la maga y sus fieles y conscientemente organizados súbditos.

La profundidad se hacía cada vez más evidente para Hänä, que sentía como el agua la estaba presionando, invocando sobre su cuerpo la armadura de hielo oscuro y cálido, la cual mantenía la presión interna constante y a la vez liberaba oxígeno dentro del completamente cerrado yelmo para que la maga pudiese mantenerse con vida en tan inhóspito ambiente, permitiéndole a la joven continuar con su descenso. Claire no estaba afectada en lo más mínimo.

Las ondinas de mar le indicaron el sitio a Hänä, pero no se atrevieron a acercarse, incluso retrocediendo mientras que la reina y su vasalla se aproximaban cautelosamente, chocando estas contra algo parecido a una pared de cristal que separaba al agua del oscuro y profundo océano con una especie de templo abandonado, húmedo e infinitamente más negro que las profundidades del mar.

¡Estamos siendo observadas! –exclamó Hänä dentro de su casco mientras tocaba la impenetrable y transparente pared , lo que fue escuchado por Claire, quien se comunicó con sus hermanas ondinas, indicándole que se alejaran de inmediato del lugar, dispersándose todas rápidamente hasta dejarlas solas.

La reina y sus ondinas antropomorfizadas se paralizaron, sintiendo como si una infinita multitud les mirase descaradamente, como si un sinnúmero de ojos estuvieran sobre las superficies de sus pieles desnudas, casi sintiendo el roce de los globos oculares mientras escudriñaban sus cuerpos por completo. Repentinamente, la pared de movió, lo que fue sentido por la mano de Hänä, quedando la maga y Claire frente a un traslúcido y gigantesco iris, siendo absorbidas por la negra pupila dispuesta en su centro, desapareciendo frente a las ondinas marítimas que desde la lejanía observaban aterrorizadas el suceso.

Las muchachas cayeron pesadamente dentro del templo, que estaba hecho de piedra dura de color azulado, escuchando goteos de agua desde lejos, lo que les indicaba que el lugar era extenso, aunque no pudiesen ver nada.

¿Estás bien? –preguntó Hänä a Claire, levantándose ambas del frío y mojado piso, terminando el hechizo de armadura que cubría su cuerpo al percatarse que ya no estaba sumergida en agua y que el interior del templo era respirable.

Sí –respondió Claire, moviendo su cabeza hacia la derecha e izquierda, buscando alguna fuente de luz, comenzando a brillar ellas mismas como ondinas individuales, iluminándose el cuerpo falso de la agrupación de elementales.

Gracias –dijo Hänä por la tenue iluminación, comenzando las dos a vagar por el lugar, buscando por sus interminables y solitarios pasillos, esperando a encontrar el artefacto mágico que las convocaba allí.

Caminaron con cautela por los húmedos pasadizos parecidos a un enredado laberinto, prestando extrema atención a los sonidos que las envolvían, tomando en consideración la falta de luz del lugar, acercándose a lo que parecía ser una habitación cerrada, separándose del resto del lugar por dos grandes puertas de piedra entreabiertas, desde donde emergía una tenue luz, escuchándose la voz de un hombre desde el interior.

¡Las puedo ver allá, por eso las dejé pasar! –exclamó el hombre, mientras se escuchaban los lastimeros sollozos de una mujer, que imploraba que la soltaran y la dejasen en paz.

Claire apagó de inmediato su azulada luz, deteniéndose las dos mujeres detrás de la puerta, expectantes ante la revelación del hombre que supuestamente las había dejado entrar en el templo bajo el océano. Hänä miró a Claire y con un asentimiento de su cabeza se dejó caer al piso, deformándose su cubierta de piel y saliendo todas las ondinas desde dentro de esta, dispersándose por el sitio hasta separarse individualmente. Por su parte, Hänä utilizó rápidamente su hechizo Mist Veil, desapareciendo detrás de una fina capa de niebla, convirtiéndose en invisible para cualquier criatura con la capacidad de ver.

¡¿Qué es lo que ha pasado?! –exclamó con horror el hombre mientras se agarraba la cabeza con ambas manos, soltando a la mujer que estaba sometiendo sexualmente—. ¡Una de ustedes se desparramó en el piso como si se tratara de un estropajo sucio y la otra desapareció repentinamente sin dejar rastro! ¡¿Están allí todavía, chicas?!

Claire estaba dentro de la habitación, en todos los extremos, en todas las hendiduras, vigilando desde todos los ángulos, sabiendo donde estaba exactamente Hänä, que había entrado después de ella en el lugar, estando de pie frente al desnudo y fofo hombre sin que él se diera cuenta, mientras este miraba en todas direcciones sin enterarse de nada.

El hombre portaba una especie de ojo de esclerótica oscura e iris dorado como si fuera un pendiente colgando de su cuello, aunque este estaba casi incrustado en su pecho, habiendo deformado y calado el torso del hombre por su “peso”, moviéndose en todas direcciones como si se encontrara dentro de una órbita ocular, mirando y buscando por Claire y Hänä.

El ojo, el artefacto llamado Abysmal Greed, buscó a las muchachas por un par de minutos mientras el hombre las seguía llamando para que aparecieran, pero luego se aburrió y volvió a agarrar a la mujer que había estado sodomizando, liberándola después de un rato y llamando a otra, que vino contra su voluntad, llorando y gimiendo por haber sido elegida, incapaz de resistirse al mandato del mágico orbe ocular.

Ya las encontraré –dijo el hombre, procediendo a saciar sus insaciables necesidades, dominando a la mujer con el Abysmal Greed, obteniendo de ella todo lo que quisiera, permitiéndole quejarse para poder elevar cada vez más su libido.

Después de un desfile de horas de esclavas sexuales, el hombre se fue a dormir, dejando a las mujeres tranquilas para que lloraran y se consolaran entre ellas por su fatídico destino, acostándose en una habitación separada, con puertas de piedra inmensamente pesadas como para que las atravesaran o vulneraran.

Hänä estaba asqueada. No por el espectáculo de fornicación continua del hombre, eso se lo esperaba, ya lo había visto otras veces, sino que por el bajo propósito por el cual era el actual portador de tan poderoso artefacto. Era patético, y por esa misma razón se lo iba a arrebatar. Claire y Hänä dejaron esa noche para descansar, no delatando su presencia a ninguna de las casi treinta mujeres que estaban en el lugar, para evitar traiciones que pudieran servir solamente para que las esclavas se liberaran momentáneamente de su calvario, poniéndolas en peligro frente al usuario del Abysmal Greed.

Al otro día, el hombre despertó y salió de su aposento personal, atrapando peces del océano que rodeaba al templo con el poder del Abysmal Greed, dejando algunos para las mujeres y tomando otros para poder alimentarse, cocinándolos con una fogata hecha con algas y trozos de madera traídos desde el exterior, secados por la influencia del ojo oscuro, ambicionando que el agua que tenían en su interior estuviera fuera de estos, dejándolos completamente secos, un uso bastante particular y específico, algo que sorprendió a la maga de agua.

No es solo un asqueroso y libidinoso… –pensó Hänä mientras miraba lo que sucedía, temiendo otros tipos de peligrosos usos que podía darle el hombre al ojo en caso de ser necesario defenderse u otras situaciones, debiendo recalcular las formas que había estado pensando para arrebatarle el artefacto, elevando su nivel de cautela para no salir dañada en su ataque.

Hänä prefirió observar al hombre por unos días para aprender su rutina y ver de qué más era capaz con el Abysmal Greed, aprovechando el tiempo para esconder la piel de las ondinas bajo unas rocas para evitar que el hombre la pudiese encontrar, juntándose en las noches con Claire para ir comparando hallazgos y poder planear una arremetida perfecta, quitándole todas las posibilidades de defenderse o contraatacar.

Los días no pasaron tranquilamente, ya que el hombre seguía insistiendo en que las recién llegadas se revelaran ante él, desquitándose con las integrantes de su obligado harem debido a la nula respuesta de Hänä y Claire. Fue en el momento más álgido del descontrolado hombre que ella surgió, una mujer que no había sido llamada en ninguna ocasión anterior, concurriendo voluntariamente a la presencia del depravado ser, calmándolo para que dejara de atacar a las otras mujeres, complaciéndolo con su compañía y satisfaciéndolo sexualmente. Después de esto el hombre se retiró a sus aposentos sin siquiera mediar palabras, olvidándose de las recién llegadas parcialmente y también de las otras mujeres.

Las mujeres se abalanzaron ante su heroína, tocando sus pies descalzos mientras esta se retiraba al lugar del cual había emergido, callándose todas completamente después de un rato, para no molestar al violento violador que las tenía allí contra su voluntad. Hänä se maravilló por la entereza y calma de la callada mujer, siguiéndola a su escondite con lentos pasos, ya que solamente era invisible, pero no incapaz de producir sonidos.

¿Por qué acudió sin que se le hubiese llamado? –preguntó Hänä desde su invisibilidad, entrando a una habitación ligeramente lujosa en comparación al lugar donde se encontraban la mayoría de las otras mujeres, observando a la orgullosa fémina mientras esta se tendía sobre la única cama que había visto en el templo submarino hasta ahora.

¿Eres tú una de las nuevas capturadas? –respondió la mujer con cierto desdén, notando que Hänä de seguro había presenciado por días todas las humillaciones y las profanaciones por las que habían pasado las otras mujeres y no había hecho nada por ayudarlas, calmándose al recordar que también había ingresado al templo contra su voluntad y ahora estaba atrapada con ellas a pesar de ser invisible—. Perdón. Soy la única que puede calmarlo cuando se pone así…

¿Qué la hace tan especial para él? –preguntó Hänä, apareciendo al lado de la mujer, sorprendiéndola un poco, pero no al punto de asustarla, sentándose en la cama junto a ella.

Nos conocemos de toda una vida, antes de que fuera de este modo, cuando solo era Katha, ese era su nombre en aquel tiempo… –rememoró la mujer, brotando unas pequeñas y cálidas lágrimas de sus ojos, secándoselas de inmediato para no demostrar flaqueza frente a la recién llegada—. Digamos que soy su primer y gran amor, por eso soy a la única que respeta a su perverso modo…

¿Katha? Ese es el nombre de un antiguo rey de hace más de cien años –dijo la maga del agua, recordando alguna que otra historia de algunos de los reinos que visitó cuando era una pequeña nómada junto a su madre—. Entonces, usted es su reina… ¿cuánto tiempo llevan encerradas aquí?

¿Ya son cien años?, ¿más? No lo sé… Nuestro matrimonio debía durar hasta que uno de los dos muriera, pero alguien que no tiene el compromiso para mantenerse fiel solo a una y mantiene cautivas a todas las que le gustaban como si fueran ganado no debería haberse casado, desde que encontró esa cosa nos tiene acá, incapaces de morir y viviendo en un tormento sin fin que nos hace antojar el quemarnos en el infierno por la eternidad –reclamó la mujer sin nombre, con una ira que no lograba expresarse por los años de maltratos y vejaciones, completamente entregada a su denigrante e interminable destino.

Pero ustedes son muchas más que él, ¿cómo no han intentado atacarlo entre todas para intentar liberarse? –preguntó Hänä con molestia por la debilidad mostrada por las mujeres—. Si no les importa morir, podrían al menos poner sus vidas en juego con tal de terminar con este martirio…

¿Crees que no lo intentamos una vez? Lo tuvimos acorralado, o al menos eso nos hizo creer. Solo una de nosotras sirvió de ejemplo para no hacerlo nuevamente. Nos paralizó con ese ojo, nos robó toda nuestra fuerza vital y agarró a una desde el cabello, la arrastró por el piso y la machacó hasta la muerte… la destrozó y la dejó podrirse frente a nosotras por días ¿pero morir? No, no nos dio el lujo de morir. Capturó el alma de la pobre desdichada en el ojo y continuó abusando de ella mentalmente de las maneras más imaginativas que pudo, mostrándonos lo que ocurría dentro de su pútrida cabeza mediante nebulosas imágenes como si estuviéramos dentro de un sueño. Su cuerpo puede haber muerto, pero ella sigue dentro de ese ojo para que él siga haciendo lo que quiera con ella cuando se le dé la gana –dijo la mujer, ahora sí sucumbiendo a sus emociones, tapándose el rostro con fuerza para ahogar sus gritos y no despertar al desgraciado que las tenía cautivas.

Hänä se sintió mal por haber prejuzgado a las mujeres como cobardes y débiles, agachando levemente su cabeza en señal de arrepentimiento. Esperó a que la mujer se calmara y prosiguió hablando con ella, algo que al parecer no molestó a la que seguía siendo la esposa oficial del malévolo hombre, no habiendo intercambiado amables palabras con nadie que valiera la pena por años, aliviándose en parte su soledad y su pena por su cautiverio.

Esa noche fue de vigilia para ambas mujeres. Un poco antes de que el hombre despertara, Hänä volvió a ser invisible, desapareciendo de la habitación, prometiéndole a la mujer que volvería nuevamente después de que el hombre saciara sus apetitos y se retirara a descansar, esperando poder hablar nuevamente con la desahuciada reina.

No te preocupes, no estaré lejos de aquí –dijo la reina irónicamente, tendiéndose nuevamente sobre su cama para descansar, no pensando en volver a atender a Katha ese día.

Seguiré observando a este malnacido –murmuró Hänä a Claire, quien estaba en todas partes, cansada por la larga conversación con la reina, sintiendo nuevamente los efectos de la maldición que la aquejaba, retirándose a descansar para poder mantener su hechizo de invisibilidad en las horas en que el hombre se mantuviera despierto solamente, debiendo guardar sus fuerzas lo que más pudiera.

¿Qué es lo que escucho allí? –preguntó el rey Katha, notando levemente la lejana y sangrante tos de Hänä, comenzando a ser buscada vehementemente por el Abysmal Greed ante la desesperación de la maga que intentaba mantener silencio y a la vez respirar correctamente mientras la garganta se le llenaba de sangre—. Creo que ahora sí las encontraré…

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS