Sonaba mi alarma, no me gustaba cuando tenía que levantarme. Si fuera por mí, el día podría tener más horas y solo para dormir, es una de esas cosas sencillas de la vida que hace que valga la pena estar vivo, nada mejor que empezar con un buen sueño. Aunque, quizá debería pensar en las cosas que debería hacer hoy, esas que no eran tan gratificantes, pero mantenían mi mente ocupada. Qué difícil era la sola idea de salir de mi cama, más aún cuando me esperaba en mi trabajo un montón de facturas que revisar, no sé en qué pensaba cuando quería tener mi propio negocio, qué agotador era. Bueno, quizá ahora lo es, porque tengo algo más que hace mi vida un feliz tormento. Tampoco quiero ser pesimista, pero lo soy. Aún no he salido de mi metro cuadrado y estoy aquí re pensando. Antes era más fácil, veía oportunidades de generar dinero de manera eficiente, tener mi negocio estable, seguro, además, de hacer un espacio para que personas que aman a los animales como yo acudieran ahí. Era un plan perfecto, mi vida se detenía ahí. De todas formas, estoy pensando más que de costumbre hoy, ya me duele la cabeza, podría ser que no he comido o el quebradero mental que me estoy haciendo, fuera cual fuera, ninguno era bueno en ese momento. Ya ni sé cuántas vueltas di entre las sábanas. Sonó la alarma nuevamente, alerta para salir de mi comodidad.
Salí de mi habitación, en la cocina estaba mi compañero con su pelo largo tomando café, no traía buen rostro, probablemente no durmió nuevamente.
-“¿Dónde está?” – Le pregunté de mala gana.
-“¡Buenos días para ti también!” –Me respondió únicamente como él podría hacerlo, con su cinismo y sarcasmo a tope. –“Se fue antes de que despertaras.”
Lo miré con desgano, le sonreí haciéndole una mueca de burla ante su respuesta, aunque sabía que mi reacción había sido de lo más primitiva, últimamente ni pensaba en cómo comportarme con los demás, solo estaba ella en mi cabeza. No entendía lo que me pasaba, era como sentir el pecho y el estómago apretado a cada segundo. Las palabras de mi amigo hicieron eco en mi cabeza mientras me quitaba la ropa para darme una ducha. “Se fue antes de que despertaras”. Siempre se va, como tiene el descaro de irse así como así. Ahí estaba, esa sensación de impotencia ¿Por qué no me espera hasta que despierte? O ¿Por qué no me despierta simplemente? Qué es lo que pasa por su cabeza, no la entiendo. Me gustaría entenderla mejor, veía como el baño se llenaba de vapor. Seguía inerte viviendo en mi cabeza, una y otra vez venía a mi mente que siempre era lo mismo con ella. Respiré profundo e intenté dejar pensar en ello, el aire caliente y húmedo ya estaba llenando mis pulmones, me metí a la ducha a sentir el agua caliente, cerré los ojos. Ahí estaba ella riéndose de las cosas más pequeñas que existían en el mundo, qué bonita es. Es tan linda que me duele, no debería serlo tanto. Me gustaría que solo existiera yo para ella, nada ni nadie más. Segundo suspiro del día, no sé cuánto tiempo había pasado. Quizás cuántas cosas más fantasee entre el vapor ¿No sería mi vida más fácil así? Claro que lo sería, no más preocupaciones. Su libertad me abruma, ella me abruma.
Salí de la ducha, con mi mano limpié el espejo, vi mi rostro, tenía el ceño fruncido, estaba ojeroso a pesar de que había dormido bien –al menos, eso creía yo.-. No había peca ni lunar en mi rostro que ocultara mi desgaste emocional. No soy bueno entiendo lo que siento, pero estaba intentando entenderme. Ella decía que siempre sentíamos algo, aunque fuera invisible. Yo no lo creí hasta que me dijo exactamente lo que sentía un día. ¿Acaso leía mi mente? Si esto fuera una realidad, me daría vergüenza conmigo mismo, cuántas cosas hubiera visto de ella misma. Qué terrible. No pude evitar sonrojarme, me sentía mal conmigo mismo por pensarla tanto y de tantas formas distintas, si supiera que todo queda grabado en mi cabeza, cada movimiento, cada palabra, cada gesto. Qué vergüenza, es como una droga y una muy mala. ¿Ella realmente lo era? No lo creo, soy yo el que tiene un problema, debería estar con ella con mesura, pero ¿Cómo me explico eso a mí mismo? No entiendo el concepto de paciencia cuando se trata de estar con ella. Me miré a los ojos, tenía un nudo en la garganta, no me iba a mentir a mí mismo, me sentía insuficiente, quería llorar. Ella era todo y yo nada. Me vestí con esa sensación amarga, me puse mi mejor perfume, yo sé que a ella le gusta. Cuando lo uso, me abraza, toca mi cuello por detrás para besarme y suspira antes de llegar a mi boca. De solo pensarlo se me ponen los pelos de punta, me provoca muchas cosas, quizá demasiadas, todavía es muy temprano para estar imaginando ese tipo de cosas. Qué calor, mejor voy a desayunar.
Seguía mi amigo ahí, pero no dijo nada, yo me limité a comer, aunque estaba comiendo más rápido de lo usual, probablemente por la ansiedad que tenía a raíz de la “situación”. Veía mi compañero me miraba de reojo haciendo gestos de extrañeza, seguramente intentando entenderme. Lo único que sabía, es que no quería hablar esto y mucho menos con él. Estaba planeando en ir a buscarla ¿Debería llegar antes o solo esperarla afuera? No, voy a llegar antes. Miré el reloj. 8:30 am. Hora de irse.
Le apunté la hora a mi amigo mientras buscaba las llaves del auto, comprendió y se fue a buscar sus cosas para irse. Pésima idea trabajar con ex compañeros de escuela. Me reí de la estupidez que pensé, es mentira, lo quiero muchísimo, pero mi relación está un tanto complicada con él por ciertos motivos. Salimos de la casa, no tenía ganas de manejar así que le entregué las llaves a él. Me miró con desconcierto, porque nunca acostumbraba a hacer eso. Me subí al auto, prendí la radio. Sonaba The Police, Every Breath you Take. Qué mal momento para saber inglés. ¿En qué pensaban cuando escribieron esa canción? Fácilmente, podría haber sido yo. Hasta la música me atacaba últimamente, probablemente ella me diría que debería prestar más atención, porque siempre el universo nos habla a través de cosas más intangibles. No creía en nada de eso, hasta que apareció ella. ¿Astrología? Yo no entendía ni sabía nada de eso, con suerte sé que nací en noviembre, pero ella sonrientemente y amablemente me dijo que éramos compatibles. Me sentí afortunado de ser escorpio ese día. Todo lo que decía me parecía importante. Me empecé a interesar en las cosas que le gustaban a ella, en sus creencias, en su forma de ver la vida, era tan simple. Además, hablando de manera pretenciosa que ella sea virgo y yo escorpio solo significa una cosa, que hasta los planetas sabían que nos pertenecíamos. Sonreí para mí mismo. Debería decírselo, qué idiotizado me tenía. Eso se sentía bien, por algo estaba conmigo ¿No? Qué tontas las personas que la dejaron ir. Qué estúpidas fueron, pero que agradecido estoy, porque está conmigo. Es mía.
-“¿Qué te pasa?” –Me preguntó ahogando su risa mi amigo mientras estacionaba el auto.
-“Nada.” –Le respondí mientras juntaba las cejas y giraba los ojos. –“¿Tendría que pasarme algo?”.
-“Sí, pareces un gran imbécil riéndote solo. Estuve a punto de marcar a una iglesia para pedir un exorcismo.» –Se rio a carcajadas de la estupidez que había dicho. –“¿O prefieres que le marque a la barista linda para que salve tu alma?” –Sonrió fingiendo que era ella mientras movía las pestañas, puso el tono más agudo y dijo: -“Oh, me encantan tus pecas, son tan bonitas.” –Mientras se seguía riendo.
Lo miré con desgano, aunque si me causó risa. Suspiré. –“Bah, yo dejaría que salve mi alma las veces que quiera y como ella quiera.” – Dije eso sin pensar mientras miraba mis zapatos sonriendo, me arrepentí al segundo. Había pensado en voz alta.
Me baje del auto, mientras él seguía dentro sorprendido por lo que había escuchado, como si no tuviera sentimientos, que sea introvertido no significa que no sienta, quizá siento más que los demás, no lo sé, pero ella me hace ser de esta manera. Me conozco más ahora, porque entiendo otras cosas. Aunque aún no me siento listo para hablar, me reservo muchas cosas solo para mí. ¿Había necesidad de decirlo? No creo, así también, existían esos pensamientos que me avergonzaban. Es que yo no había sentido de esa manera. Muchas veces no sé lo que es normal y que no.
-“Tanto pensar te va a hacer mal. Yo si fuera tú, me preocuparía de mí.” –Dijo con su voz cínica. –“Tú sabes, las personas cambian de opinión, a mí aún me molesta que supieras que a mí me gustaba y que te hicieras el lindo.”-Su gesto cambió a asombro. –“Parecía que de repente, hablabas.” –Seguía con el sarcasmo. –“Bueno, Pequitas, perdí una batalla no la guerra.”
Qué hijo de perra, hizo de esto una competencia que jamás existió. Intento llevar la situación bien con él, pero se empeña en recordarme que a “él le gustaba antes”. Si tan solo supiera, que me quedé callado y con la menor esperanza de tener algo con ella, es que me gustó desde que la vi cruzar la puerta de mi local. Sentí tantas cosas, que pensé que me había enfermado. Hasta me escondí, fui desagradable. Qué vergüenza, aun no entiendo cómo es que quiso conocerme. Yo no lo hubiera hecho, quizá él tenga razón y no soy suficiente. Tal vez, solo tuve suerte. Es que realmente, el mundo sería más bonito si solo estuviéramos ella y yo. Ningún problema. Ella sería mía y yo de ella. Fin, se acabó. La ecuación es mucho más fácil así.
Entre al local de malas por la situación tensa de mi compañero, prendí las luces. ¿Por qué no simplemente no podía aceptar lo que había ocurrido? Ella estaba conmigo y ya. Quizá, debería ser más duro con él. Qué frustración, si tan solo ella lastimara sus sentimientos, él comprendería que no lo quiere de esa manera, pero no. Ella, también, se preocupa por él. Lo trata con un cariño y cercanía única, yo solo miro desde lejos. No me gusta. Debería estar conmigo, él puede ocuparse de sus problemas. Ella puede ayudarme con el mío y es que mi problema es muy grande: quiero que ella me pertenezca a mí y solo a mí. Es un secreto que guardo para mí mismo. Es que no quiero que piense que la veo como un objeto, solo quiero la certeza. La seguridad de que ella estará a mi lado pase lo que pase ¿Es mucho pedir? Que no se vaya en la mañana sin esperarme, que yo sea la razón por la que sus días son los mejores. Es que yo he aprendido tanto con ella, es que me ahoga lo que siento por ella. Me siento en las nubles, pero ella siempre me trae a tierra firme nuevamente. Me gustaría que me dijera cómo se siente conmigo, qué es lo que le hago sentir, qué le provoco, qué cosas planea, si me ve en su futuro. Si tuviera esas respuestas, si tan solo las supiera, pero… ¿Eso cambiaría algo? Siguen existiendo millones de razones, personas y circunstancias que hagan que su respuesta cambie. Al final, él tenía razón. Ella podía cambiar de opinión.
Cerré los ojos y volví a inhalar profundamente, me fui a mi escritorio ignorando todo en mi entorno, me sentía mal, ya no quería hacer mi trabajo. Las palabras de mi amigo me habían calado hondo, lo único que hacía era pensar y repensar en la relación que tenía con ella, es que yo la veía en todo, incluso en mi pasado. Yo ni creía en la divinidad antes de conocerla, pero cuando la toco, siento que algo divino la envió conmigo. Me sentía tan egoísta, estaba celoso de cualquier persona que se le acercara. Contar hasta diez era muy poco, muchas veces había llegado hasta el cien, sin exagerar. Qué cólera. Y qué difícil fue ser su amigo, sentía inseguridad hasta del aire, es que todo era demasiado intenso para mí. Yo no entiendo cómo ella se lo toma a la ligera, viene, me dice que me ama, me besa, se ríe, duerme conmigo, se va. Yo no me iría, yo no me he ido. Aunque, pensando así, ella tampoco lo ha hecho. Solo que hay cosas que no entiendo ¿Ella siente celos?, ¿No le da miedo perderme?, ¿Se proyecta conmigo?, ¿Qué es lo que quiere?, ¿Qué quiere de mí?, ¿Qué quiero yo de ella? Bueno, yo la quiero a ella con todo lo que venga.
Mi teléfono vibró en el escritorio, un mensaje atraído por mi pensamiento (probablemente):
“¿Vienes hoy? Bueno, no era pregunta. Te espero con un espresso. Hoy pasé por tu habitación temprano, pero no quise despertarte, te veías tranquilo. ¡Te amo! Nos vemos. <3”
Sentí mariposas en el estómago al leer el mensaje y me sentí tonto, llevaba horas pensando en que solo se había ido sin más. Ahora no podía dejar de sonreír. No sé cómo lo hacía, pero lo hacía. Dar una sencilla respuesta a una pregunta que me sacó hasta unas cuántas lágrimas. Le respondí:
“Ahí estaré.”
¿Qué más necesitaba escribir? Nada. Solo quedaban unas horas para que pudiera verla, aunque yo puedo salir cuando quiera, pero no quiero molestarla en su trabajo. Voy a respirar profundo y ser paciente. Miré a mi costado, estaba una carpeta con cosas que debía revisar, se me había pasado el día pensando, así que me iba a concentrar en trabajar. Cada factura que veía y comprobaba era un paso más cerca para estar nuevamente con ella, un respiro. El tiempo avanzaba más lento que de costumbre, pero me dispuse a salir, me miré en la vitrina. Me veía bien –bueno, eso quería pensar.-. Le dije a mi compañero que nos veíamos en unas horas más, para volver a casa. Me sentía nervioso, estaba ansioso. Casi un año y me sentía de la misma manera. Qué bueno que trabaja cerca, gracias a eso la conocí. Salí casi corriendo de la tienda para entrar a la cafetería en donde está. Sentía olor del café, por los vidrios se veía ella, un poco cansada y con un aspecto más desgastado. Parecía haber tenido un día más ajetreado de lo usual. Incluso así, se veía deslumbrante, no había nada que brillara como ella. Entré, estaba preparando algo de espaldas, no me vio, así que me fui a sentar donde pudiera verme. Me gustaba como se veía, el cabello recogido le quedaba muy bien, el delantal le marcaba la figura y esos jeans le quedaban demasiado bien, se dio vuelta para entregarle una taza a un chico que esperaba, le sonrió, este le devolvió la sonrisa. Yo creo que esos gestos deberían ser solo para mí, pero ¿Qué puedo hacer? Solo sentarme a mirar, además, igual es lindo que sea tan tierna con las personas, es una habilidad de la que carezco, podría aprender a ser más amable. Me vio a lo lejos, le brillaron los ojos y me saludó con la mano mientras se encogía a buscar algo. Me encantaba todo de ella, como se reía, como se veía cansada, con energía, desordenada, como sonreía, como hablaba, su cabello, su piel, sus ojos, sus labios, su cuerpo, todo de ella me gustaba, todo en ella me provocaba tantas cosas, su personalidad brillante, amable, con esa libertad que me abrumaba hasta con la inestabilidad que yo mismo me hacía sentir por no saber lidiar con sus cualidades, me gusta la manera en que dice que no firmemente, cuando se enoja, cuando llora, cuando cierra los ojos para hablar con su corazón, cuando arruga la nariz cuando algo no le gusta, su aroma dulce, sus ojeras. Todo. Y yo no quería compartir mi todo, era celoso, posesivo y egoísta. Ella era mía. Mi corazón sabía a lo que me refería, con eso me bastaba (al menos por el momento.).
Se sacó el delantal mientras lo doblaba y se soltaba el cabello, fue hacía atrás a buscar sus cosas. No tardó mucho. Sacó unas tazas que había dejado en el mesón, se acercó hacía mí, las puso en la mesa, acomodó sus cosas, me besó tiernamente los labios. Estaban tibios. Yo amaba sus besos. Se sentó frente a mí.
-“¿Cómo estuvo tu día? Ahí dejé tu café como te gusta.” –Me miró a los ojos atentamente buscando una respuesta. –“Te ves un poco cansado. ¿Mucho trabajo? Yo hoy hice mucho y a la vez nada.”
-“Estuve pensando.” –Le respondí mientras acercaba la taza para darle un sorbo.
Su mirada decía curiosidad en mayúsculas, ladeo un poco la cabeza hacía la derecha sonriendo. –“¿En qué pensaste?”
-“En que soy muy egoísta.” –Dije pensando en que ojalá no tuviera el poder de leer la mente. Y le sonreí.
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