ODIO QUE SEAS MI HERMANA

ODIO QUE SEAS MI HERMANA

Chava Rangel

30/08/2022

No es nada nuevo ver a dos hermanos peleando. La gente lo ve normal, pero ¿es normal? Claro que sí. Aunque, no es lo mejor para nuestra familia ni para nosotros. ¿Acaso has escuchado hablar sobre la salud mental? ¿Tus amigos en los antros no te han contado algo sobre eso?

Para cualquier persona, incluyendo si es el más inofensivo del mundo, sabe defenderse cuando alguien intenta atacarlo. Creo que yo también me he comenzado a defender de ti. Es solo que lo he hecho demasiado tarde, ¿entiendes de lo que habló? Puede que estés desconcertada, seré un buen hermano y te explicaré mi proceso.

Cuando iba a terapia, mis psicólogos me habían dicho que la familia era difícil de comprender, que era difícil de sobrellevar y que era difícil que ellos me comprendieran a mí. Sin embargo, así es la familia… Pero esa frase ya está muy sobrevalorada.

En el 2020 estuve en su reino y, mientras cuidaba que la creación de su nuevo ser progresara bien, al igual que su salud, ella estaba agradeciéndome con unas frases tan peculiares que nunca había escuchado de una persona que me apreciara. Creí que su forma de agradecerme era que mencionara que las cosas que hacía eran mejor que lo que yo hacía, que compara sus privilegios con los míos. Me agradeció diciéndole a otras personas que su esclavo estaba por debajo de ella. Aún recuerdo cuando me pedía que no comiera mucho para no desperdiciar sus alimentos, pues “La Mujer” los necesita.

Por alguna razón, me sentía raro. Sentía un poco de desprecio hacia ella. No quería sentirlo. Fue una culpa que cargué por mucho tiempo. Sin embargo, mis psicólogos estaban de acuerdo conmigo en ese sentir. Admito que me gustaba cuando me daba órdenes para cumplir sus caprichos. Me hubiera gustado ser quien disfrutara de eso, pero por alguna razón no poseía de ese poder sobrenatural. Creo que solo una mujer como ella podía utilizarlo.

Ese poder vulnerabilizaba a toda persona que escuchaba su voz y, sobre todo, podía enamorarlos con sus tonos dulces para obligarlos a ser lo que ella quería. Ese poder hacía que mis progenitores creyeran que mis psicólogos y yo fuéramos los mayores ignorantes. Pero, mi confusión aumento cuando mis psicólogos me decían que no era agradecimiento lo que hacía, me dijeron que estaba siendo víctima de algo, incluso algo más que mis sentimientos de oscuridad que me invadían cada día. Esos sentimientos de oscuridad me daban miedo, y los había sentido cuando mi mascota murió; por alguna razón, comenzaba a sentirlos de nuevo cuando me volteaba a ver ella.

Estar con “La Mujer” era muy complicado. Sus normas eran difíciles de entender. Después de una larga jornada de complacerla, no tenía conocimiento de si alguien como yo podía tener un poco de tiempo para complacerse también. Creo que no. Creo que mis servicios eran de su agrado, ya que interrumpió la ducha que tanto esperaba en el día para tener mi compañía. El amor que siente por mí debe ser enorme para que no respetara el tiempo que tenía el destino guardado para mí. Si podía hacer eso, es porque es extremadamente superior al destino. Pero, no entendí porque después de interrumpirme me hizo dormir en un mueble caluroso que poseía. Mi única queja ese día, fue que esa vez no me pidió dormir en su encaxada para que mis servicios fueran de tiempo completo. Al parecer alguien como yo no tenía descanso, pues en las madrugadas tenía que despertarme para verificar que “La Mujer” estuviera bien.

Los sentimientos de oscuridad me invadieron más seguido, de hecho, no pude detenerlos. Pedí ayuda de los poderes de “La Mujer”, pero ella decía que para superarlos debía hacer más cosas para ella, pues la actividad y la energía era lo que los disminuía. Sin embargo, lo que yo buscaba era esa energía que me hacía falta. En muchas ocasiones, “La Mujer” siempre recalcaba que las actividades que hacía eran insuficientes para lo que ella esperaba. Creo que ella no se daba cuenta de que realmente me esforzaba en mis actividades, trabajos y en la vida, pero si ella lo decía, entonces era cierto. No estaba haciendo lo suficiente.

Quiero pedirle disculpas a “La Mujer”, pues llegó un día en el que sentía que debía correr de su reino. Mis psicólogos me decían que los poderes sobrenaturales de ella no eran nada buenos, y que debía escapar. Así que, decidí obedecerlos y empaqué mis cosas. Me escapé de su reino sin que se diera cuenta. Mientras iba de regreso con mis progenitores, soltaba un llanto desgastante, pues no me sentía bien dejarle de esa manera. Aún así, el dolor fue disminuyendo…poco a poco.

Actualmente, creo que lo entiendo todo. Mis psicólogos y yo llegamos a una conclusión final. “La Mujer” nunca fue una reina, ni tampoco tuvo un reino. Tampoco tenía poderes sobrenaturales y nunca me agradeció por todo lo que hacía. Me mintió muchas veces. Especialmente cuando me decía que mis esfuerzos no valían la pena. Cuando minimizo los sentimientos de oscuridad. Era de esperar que lo hiciera, pues ella era la que absorbía mi energía y el brillo de mi esencia. Nunca fue “La Mujer”, esa persona fue mi hermana.

Nunca estuve por debajo de ti, siempre me mantuve en alto, pero no podía notarlo por ser tu “esclavo”. YO NUNCA FUI TU ESCLAVO, FUI TU VICTIMA. Con el tiempo y con ayuda del curso de mi destino, pude entender que lo que viví fue una tortura, provocada por una persona incapaz de reconocer sus acciones mal ejecutadas. No justificó tu violencia psicológica, verbal y emocional. Pero, pude entender las razones de tus enojos frustrados. Creo que la raíz de todo está en nuestros progenitores, pues cuando estudié psicología, entendí todo.

En todas las familias siempre hay ciertas preferencias que los progenitores tienen con sus hijos. En el caso de la nuestra, yo fui esa preferencia. Creo que eso te molesto. Llegué a suponerlo porque jamás lo hemos hablado. Aunque, en una ocasión lo mencionaste a uno de nuestros progenitores, “Tu nunca me cuidaste por culpa de él”. Después me apuntaste a mí. Tal vez, el esclavo hubiera creído que la culpa era de él. Pero yo no, yo no tuve la culpa de eso.

Después, cuando me adentré al mundo de la psicología, me percaté que estos tipos de sucesos pasaban generalmente. Con el hijo mayor sucede la inexperiencia y la rigidez de ciertas normas por parte de los progenitores. Incluyendo los descuidos. Además de otorgarle ciertas responsabilidades en un futuro para el cuidado de sus hermanos. El hijo de en medio vive una parte de la experiencia y rigidez, aunque también busca el reconocimiento de los progenitores, pues se siente menos capaz que el mayor, e incluso, suele ser menos visible y siente que no ocupa un lugar significativo. Mientras que los hijos menores tienen todo en charola de plata, aprovecharse de su posición de nacimiento para sacar ventaja de algunas situaciones. Básicamente, tienen más facilidades que sus otros hermanos, incluso son más queridos, pero, a estas alturas los progenitores ya no les toman tanta importancia a sus cuidados, ya que, están más cansados y con menos energía. Por eso mismo, crecen en un ambiente excesivamente permisivo. Así es como pasa en estos funcionamientos familiares.

Creo que mi hermana está molesta por ser yo el que goce de ciertas libertades. Que haya disfrutado de tener las cosas que quería cuando en su turno no las pudo tener ella. Puedo entender la frustración de ver como una persona pueda alcanzar el éxito con mayor facilidad porque goza de esas facilidades que la vida le otorgó. Mientras, que a ella le costo su infancia, esfuerzo y empeño para llegar a ese éxito. Tiene sentido, pues desde que tengo uso de razón, siempre recordaré a mi hermana como una persona que me fastidió de pequeño porque mis progenitores me consentían más. Que discutía conmigo por una paleta que yo me quedé. Y ahora, es lo mismo, pero expresado y demostrado de una forma adulterada. Sin embargo, yo no te he hecho nada malo. Yo te admiraba. Yo te amaba. Pero, aparte de entenderte a ti, me entendí a mí. Sé el valor que tengo como persona. Sé el valor que tienen mis emociones y sentimientos. Sé lo fuerte e importante que soy para el mundo y para mi propia vida, pues en esos tiempos de esclavitud, el esclavo quiso acabar con su vida.

Entiendo tu frustración y tu irá, pero yo no merecía todo eso de tu parte. Eres responsable de esa falta de empatía que termino dañando el vínculo de hermandad entre nosotros. Fuiste mi agresora, pues no te importó el impacto que me provocarían tus palabras, tus insultos denigrantes y la humillación que pasé en varias ocasiones. Creo que mi progenitora te dijo que me lastimabas, pero continuaste con eso.

Ahora sé que está mal. Que fui victima de violencia intrafamiliar. Delito que se paga en prisión con una sentencia mínima de 3 años y una máxima de 7 años.

Tampoco te exijo una disculpa. El perdón no creo que lo obtengas durante un tiempo. Pero no caeré en la frase de mi abuela, “Así es la familia”. Pongo un límite para ti, pues me lastimas y dañas mi salud mental. Ahora, sin ti. He recuperado el brillo y el aroma perfeccionado de mi nuevo yo. Pues supe liberarme de la esclavitud para continuar más allá de la línea de sucesión al trono.

No te tengo rencor, pero lo mejor es que no estés en mi camino.

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