Engaño y letargo

Incertidumbre, dolor…

Eso hay, nada más.

Un sol eterno e inextinguible, permanente,

que consume todo hasta los vestigios más profundos

que inocentemente se escapan.

Fingir que no lo hemos sentido, es negarnos.

Humano, tan iluso…

El ser ante el ser.

Vacío, eso es lo que siento: «Vacío».

¿Ya no queda nada para mí?

Tú, ante ese espejo, mímica,

espectadora de ti misma.

Idólatra, siempre idólatra.

Tú, la pared del mundo,

la pirámide, la cúspide donde miran

todas las civilizaciones patriarcales.


Insignificante…


Qué manera de acabar con las particularidades. «Vanidad».

¿Pero de qué otra forma me puedo referir?

Negar lo innegable,

y lo sencillo que es acabar con los delicados afectos.

Me río:

«Amar hasta los huesos.

Ser carne abierta

y deshacernos hasta que sucumban los días»,

me decía.

Pero…

Incertidumbre, dolor…

Eso hay, nada más.

Un sol eterno e inextinguible, permanente,

que consume todo hasta los vestigios más profundos

que inocentemente se escapan.


Hmm…

Labia con la que acabo de escribir mi epitafio

y el sueño que nunca descansará.

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