Como a las siete de la tarde me encontraba caminando por las mismas calles que he recorrido por décadas sin embargo me parecen extrañas como si hubieran salido de una pesadilla o de algunas imágenes de una película de tipo surrealista, el deseo de llegar a mi casa y comer y descansar me apremiaban y no tanto eso sino de estar cerca de alguna zona conocida, de pronto me invadió el miedo que se esfumó de repente cuando vi un cancel abierto y un sonido que apenas se percibía. La curiosidad supero mi prudencia y entre, levante la voz para que me escucharan, pero nadie contesto, una buena cantidad de personas se encontraban reunidas en un salón grande con iluminación de muchos colores, en el fondo una pantalla grande que tenía la apariencia de reflejarse en todos los muros como para que nadie dejara de mirarlas, al momento me pude dar cuenta que ese era el objetivo principal de quienes las instalaron, las imágenes que estaban ahí tenían formas absurdas e incomprensibles como del tipo psicológico y alucinante de fondo psicodélico todas las personas con la mirada fija en las imágenes parecía que estaban drogadas además el sonido era acorde con todo lo que rodeaba el ambiente, pude observar otro tipo de personas que se comportaban diferente, una especie de cuidadores o enfermeros, porque no tenían el mismo aspecto que los demás, inclusive uno de ellos me observaba, se le hizo raro que no mostrara el aspecto hipnótico de los demás.

No recuerdo cuanto tiempo pase en ese lugar, pero en cierta forma me agradaba, lo que no me gusto fue que no había comunicación nadie intercambiaba una palabra con otro, todos permanecían en silencio, cuando tuve cerca a uno de los enfermeros venciendo la incertidumbre que me embargaba le pregunte: que es este lugar en que me encuentro, al momento se alarmo sin decirme ninguna palabra tomo un aparato de comunicación y llamo a otros cuidadores que me sujetaron. Los que estaban en el salón al ver esta acción se inquietaron y empezaron a gritar con mucho miedo, me llevaron a un cuarto donde uno de ellos preparo una jeringa y me puso una inyección sin importarle mis protestas. hay cosas que parecen inofensivas, pero no lo son, quien pude pensar que en el interior de una casa sucedan infiernos de tal magnitud, hasta donde puede llevarte la curiosidad, quien dice que innumerables lugares como este no semejan un holocausto, seguimos los seres humanos viviendo envueltos en el egoísmo y la deshumanización sin fin, hasta cuando podre, como individuo estar libre de peligros semejantes o de otro tipo, porque nunca se puede llegar a la profundidad del corazón humano. Todos estos pensamientos se desarrollaron desde el interior, no podía entender cabalmente por lo que me sucedió yo no desee estar ante el caos delante de mí.

Al recuperar mi estado de conciencia estaba en el salón grande, pude notar un grado de alteración de la realidad estaba drogado con algún tipo de alucinógeno, las imágenes el sonido y las luces se intensificaron, me resultaba imposible huir del lugar, aunque quisiera los cuidadores se hallaban pendientes de mis reacciones y de la de los demás. Hasta entonces pude darme cuenta de que la mayoría si no es que todos tenían el aspecto de gente adinerada. Inclusive extranjeros pues es notoria su fisonomía, mujeres y hombres jóvenes y adultos no estoy seguro si niños también por mis alucinaciones me pareció ver a uno, pero no estoy seguro si era realidad o producto de mi imaginación.

Ya había escuchado anteriormente que existían algunos lugares donde internaban a personas que, aunque estaban completamente sanas, por el hecho de que obstaculizaban el derecho a obtener alguna herencia, me imagino que, de monto considerable, o por la razón de que estorbaban a la imagen de alguna familia por tener algún defecto físico, los ocultaban. La riqueza para muchas personas es sinónimo de felicidad o de triunfo en la vida y si alguien les dice así sea el mismo Dios o el diablo, que no creo que lo haga, que va a significar su futura desgracia, se apoyan en el argumento de que quienes opinan de esa manera son pobres diablos que no tienen en que caerse muertos. O que nunca nadie ha regresado después de muerto a testificar que tal versión es verdadera. Sea como sea yo estaba presenciando la degradación de ese tipo de gente donde los seres humanos no tienen importancia.

A pesar de que mi conciencia estaba fuertemente alterada, pensé, puede ser también un lugar idóneo para quienes utilizan droga, pagan por el servicio y cuando deciden retirarse lo hacen sin ningún problema. Pude darme cuenta que era una forma de escape para mí, solo tenía que saber cuál era la clave de tal proceso. Cuando se aclararon las ideas un poco, ante mi estaba una joven, muy linda por cierto con aspecto de hippie, llevaba un brazalete azul turquesa en la muñeca izquierda, que los demás no tenían, al acercarme a ella note su estado de intoxicación, a veces la gente muere de esa manera, el lugar debía tener previsto tal situación, sabía que los enfermeros no tardarían en volverme a drogar por lo que actué inmediatamente, le arranque el brazalete a la muchacha que por su estado ni cuenta se dio, me lo puse luego y lo sostuve como dios me dio a entender y me puse en camino hacia la puerta, o lo que creí que era la puerta por donde había ingresado, debido a la droga perdí la noción del tiempo y no sabía si me estaba encaminando al lugar correcto, afortunadamente nadie noto mi confusión y llegue a la salida, mi teoría estaba correcta, al verme el brazalete los enfermeros se hicieron a un lado y me dejaron pasar, pude ver la luz del sol, era el mediodía, una sensación indescriptible se apodero de mí, dándome prisa casi corriendo hui de ahí alegrándome de escapar de un lugar donde pude permanecer mucho tiempo, donde quizá la droga me enfermara a tal grado de quedar loco o morir.

Caminando me encontró una persona como de mi edad y me dijo: son las 11 de la noche cómo es posible que vayas como si no supieras que es peligroso salir de noche, lo interrogue intrigado de lo que me decía, yo no estaba enterado de esa situación, recuerdo que a mi lado por la acera estaba un parque de esos que tienen una especie de canal con aguas muy verdes y el lugar estaba lleno de grandes y frondosos árboles por lo que no sentía amenaza alguna, se volvió el joven hacia mí y al borde de la histeria me repelió. Estas llegando a la calzada te faltan unas pocas cuadras más.

La calzada es la línea divisoria entre la gente que tiene dinero y por consecuente poder todos los que viven de la calzada para acá es la clase privilegiada y pueden pasar al otro lado a esta hora porque es uno de sus privilegios, aunque no lo hacen si no van con sus escoltas porque tienen miedo de hacerlo solos. Los que viven del otro lado son los asalariados los pobres los que no tienen ningún privilegio, los desprotegidos y cuidado con que alguno de ellos pase al otro lado, las fuerzas del gobierno están de parte de los poderosos, te inventan un montón de cosas como acusarte de robo o asesinato sin que hayas robado o asesinado a nadie y es tu palabra contra la de ellos y pues siempre ganan.

Pero eso no es tan peligroso como que, al querer cruzar la mencionada calzada, ésta esta custodiada por una mortal amenaza. Circula por ella una combi, un vehículo que formaba parte del transporte urbano en algún tiempo y que hoy se utiliza para transportar con sus puertas abiertas a uno de los más terribles seres que puedan existir.

Dicen que, en ese transporte viajan mujeres con uñas tan afiladas como navajas, tienen dientes y colmillos muy grandes que con una mordida te desgarran las carnes, no son mortales, porque han tratado de matarlas, pero sobreviven siempre. Nadie ha sobrevivido a sus ataques.

Quienes las transportan están protegidos en jaulas de grueso hierro porque las arpías como les nombran a estos engendros salidos de quien sabe que conjuros se hayan practicado para traerlos a este plano terrenal. Son seres sanguinarios con una sed de sangra humana que parece nunca sacian a pesar de que los pobres infelices que caen en sus garras son muchos todas las noches, solo el anuncio del amanecer las hace recluirse en el vehículo que está adaptado para que la luz del sol no penetre en su interior. Hasta entonces cesa la amenaza que tantas desgracias ha traído a esta ciudad.

A mí me pareció un cuento fantástico salido de la pluma de Edgar Allan Poe o de algún otro escritor de ese género y la persona que me refería tal cosa me pareció un lunático o algo parecido. Seguí caminando hacia la calzada lleno de curiosidad tenía que comprobar si lo que me había contado aquel joven era verdadero o falso, porque, aunque me negaba a creerlo había una convicción fuerte del narrador en aquel relato.

Me escondí detrás de un montón de basura para esperar que algo sucediera, no tenía ni siquiera una idea de lo que esperaba si se me hizo notorio que no circulara ningún vehículo ni se pudiera ver alguna familia paseando como se acostumbraba en la ciudad, los tradicionales “paseos nocturnos” que la gente realizaba, ya sea en forma solitaria o acompañados se desaparecieron.

Sin embargo, los burdeles funcionaban con cierta discreción y los que seguían la parranda más allá de la medianoche deambulaban sin ningún recato, espere un buen rato, pero nada sucedía, gracias a la posición en que me encontraba pude ver a lo lejos una camioneta que avanzaba lentamente hacia donde me encontraba, cuando llego al cruce de mi vista se bajaron unos seres horribles y repugnantes, tenían garras en lugar de manos pero alargadas finas como las de una mujer vestían ropas antiguas como las de un vampiro y de sus bocas sensuales chorreaba sangre que regaba sus vestiduras y todo su cuerpo al abrirlas surgían los dientes afilados y unos enormes colmillos con los que rasgaban las carnes de sus presas. Poseían unas alas que, por su color metálico semejante al acero, con puntas gruesas y afiladas. Al verlas pensé: superan en gran manera la descripción que me habían dado.

Un pobre diablo atravesaba la avenida, esa era la razón de que hubieran descendido, se abalanzaron hacia él y el desdichado sorprendido quiso gritar, pero una feroz dentellada le destrozo la garganta y la yugular por lo que no pudo emitir ningún sonido, el desdichado infeliz murió casi instantáneamente entre los estertores de la muerte, sus ojos desorbitados mostraban el horror vivido, le costó la vida haberse trasnochado y cruzado por aquel lugar. Las Arpías como las conocían que no estoy seguro si eran dos o tres continuaron con su macabra tarea devorando lo que quedaba del cadáver como cualquier animal saciando su sed de carne, sangre, vísceras hasta no dejar rastro ninguno.

Envuelto en una mezcla de emociones entre ellas la incredulidad el miedo que me fueran a descubrir, el asombro incluso hasta el morbo, como si estuviera presenciando una película no acertaba a reaccionar me quedé inmóvil con la esperanza de que se retiraran lo más pronto posible, afortunadamente quienes las transportaban se las llevaron no pude ver como las metían porque me dio miedo asomarme en esos momentos con lo que había visto me era más que suficiente.

… desperté en mi casa cuando mi madre me invito a desayunar, mi mente estaba muy perturbada cruzaban muchas ideas que no podía detener, no sabía si estaba bien o me estaba volviendo loco, me tuve que resignar a creer que no tenía la capacidad de discernir entre lo real y la fantasía en mi subconsciente conservaba un instinto de conservación que me decía: no vayas de noche a la calzada.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS