A veces me gustaría que en la vida todo se pudiera clasificar en blanco o negro, que el bien y el mal dejaran de ser tan relativos y se limitaran a ser categóricos, para poder así distinguirlos con claridad. Pero las situaciones se desarrollan en una escala de grises con matices tan sutiles que cuando intentas diferenciarlos se difuminan, hasta que sólo queda una mancha oscura ante tus ojos confusos. Al final solo puedes ponerlo todo en una balanza, rezar para que esté lo más calibrada posible, dejar que el peso de los hechos decida por si mismo su gravedad y simplemente limitarte a observar. Porque si hay algo que el ser humano ha hecho desde los inicios de los tiempos y a día de hoy aún no ha conseguido dominar es el duro oficio de juzgar, y yo nunca he querido ser juez de nadie.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS