Mis apellidos no son García Márquez, no tengo la inspiración de Cervantes, no soy poeta como Machado, tampoco mi escritura pertenece a la eternidad, como la de Shakespeare.

Sé que tengo carencias, pero lo que hago lo hago porque lo deseo y me da igual no tener suficiente técnica, creatividad, inteligencia, sensibilidad, imaginación, ingenio o conocimiento; porque tengo a mi espíritu y solo necesito conectarme con él.

Sé que no se escribir, no me considero escritora, simplemente la vida me empuja y yo me dejo empujar, es algo que está dentro de mí y me fluye sin esfuerzo, no conozco la sensación de sentarme delante de una hoja en blanco, porque no lo necesito, yo sólo escucho la llamada de la hoja y el susurro del bolígrafo que me hablan, me dirijo a ellos y me viene el vómito de la inspiración, pensamientos profundos que ni yo misma se de donde salen, y me pongo a escribir, y siento que estoy en el centro del universo, en ese instante soy alguien poseído por una magia especial, o quizás es mi alma que está demasiado llena y necesita vaciarse por medio de la escritura.

No me importan los motivos, sólo se que al final consigo mi recompensa, que es leer unas bellas palabras escritas desde el alma, palabras que no son capaces de salir a través de mi boca y si puedo pronunciarlas cuando las leo en el papel, palabras escritas por un cuerpo poseído por la magia.

Para todos. Hagamos caso a nuestra inspiración.

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