Quieren
saber de mí hostias,
volúmenes
consagrados, emancipados
lugareños,
circuitos magnéticos, piras
incendiadas,
con el ardiente deseo
de
una cadera dilatada. Me necesitan,
es
por eso que me urgen, determinados
anarquistas,
fundidos en piedra, escuetos
mensajes,
frenéticos pájaros, hundidos
semillas
de mínimos voltajes. Quieren tenerme,
las
caricias de un muslo, las poesías de los arribistas,
los
contrarios muleros que arriban a buen puerto; y es que
sin
mí, se celebraría un cónclave, un simposio, de estrategias
como
un párpado que huyó lejano. Sin mí, es decir,
con
nadie-.
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