Por Cris Cam

A través de la cortina.

A través de la cortina,
agitada de la brisa sutil de tu respiro,
puedo tu espalda de trazos pintados,
tus brazos esculpidos…

Pero no,
no es eso,
no es eso lo que quiero decirte.

No quiero hablar del mar de tus pupilas,
sino del cansancio de tus manos.

No quiero expresarte la calma de tu boca,
sino le susurro tranquilo a la hora del mate.

Si es cierto,
no te pude librar de la cotidiana cola para comprar el pan.
Pero tu mano apurada se seca la espuma del jabón,
para recibirme con una sonrisa.
Tus uñas despintadas,
que me roban las aceitunas,
cuando soy yo quien se calza el delantal.

Por eso, ahora,
que la espalda se nos agrieta,
es cuando más te tengo,
dibujándote de venus
a través de la cortina.

2002

Abriría la puerta azul.

1 Obertura

Abriría la puerta azul
la que me lleve a tus caminos
circulares, limpios y amarillos.

Pero temo abrir la puerta
me quedaré aquí
viéndote en tu pecera
regalándome burbujas.

2. Opus 54231

A veces
sólo de no verte
se me incendian las magnolias
me arrinconan las telarañas.

Leo los epígrafes
donde los pianistas
han dibujados fantasías
con sonido a ojos en espera
que arrastran la certeza de tu nombre.

Entonces abriría la puerta azul
me abalanzaría al encuentro de tus pies
retorcería tus tarsos en mis húmeros
para impedir tu vuelo.

Porque sé de la levedad
de tu espalda infinita.

Oquedad muerta
son tus pasos lo que me aligeran
inventados de zapatillas
en la ignorancia total de tus muslos.

3. Interludio

Entonces me paro frente a los espejos
y busco justificaciones.

Los locos
se sabe
buscamos justificaciones
para asesinar a los fantasmas blancos.

Los locos
se sabe
morimos en las tardes
de olvidos confabulados.

4. Finale sin brio

Entonces
para no morir
cierro la puerta
apoyo suave el oído debajo del bronce
escucho tu voz
tu respiración
y me miento un rato.

Me miento.

A que no es el bronce
sino la insignia egipcia de tu esternón.

A que no es tu voz
sino mi oído acurrucado
escuchando tus palpitaciones.

A que no es la distancia
sino tu mano pronada
enredada en mis canas.

Y me muerdo los labios
para recuperar la cordura.
Respiro profundo
para atemperar mis comisuras.
Cuento hasta gugol
para retener mis lágrimas.

Ahí es cuando ensayo un chascarrillo,
escribo una comedia
doy tres brincos.

Que se me ha caído la nariz.

Aprieto el picaporte con mis vértebras
giro sobre mi piel sin abandonar la pared
me paro frente a tus ventanas
empaño tus vidrios.
Dejo en el cristal la marca
que nunca tendrá tu boca.

Borro…
trato de borrar
las palabras insensatas
los sueños de azucenas
con mis mangas desabrochadas.

Y te veo
imponente
como a los tiburones de los acuarios
para recibir tu sonrisa
y ahogarme de tus burbujas.

2002

Acepciones

¿Cuál es la diferencia?
No es mejor decir;.
cuanta diferencia.

Cuando pronunciamos cópula.

Vos que me has pedido ser atravesada,
partida, enajenada, sometida.
Para que emerjan todas tus bestias.

Yo tenderme sobre tu piel,
para sentirte aleteos de pájaros.
Besarte uno a unos los dedos,
rodear de espirales los pezones,
despegarte suavemente el alma,
de tu cuerpo enredando mi boca,
de tu clítoris.

Yo pretendiendo la suavidad del Cyrano,
vos el avasallamiento del Caballero Negro.
Yo un leve acoplamiento de naves,
en el espacio ingrávido.
Vos un choque de planetas,
contra tu superficie polvorienta.

Y preguntarme, ahora,
si todas las lunas,
tendrán tu misma definición de palabras.

Porque quizá
no sepa que mi diccionario esta obciso,
quizá haya nacido con las definiciones cambiadas,
y esté escribiéndote,
que es escribirle al pasado de horrendas marcas;
cuando no me puedo quitar otra mariposa de las manos,
que quizá tenga tus mismas definiciones.

2002

Adiós sin galletitas.

Lo podríamos hacer simple,
llano y conciso,
lleno de trigales y cuervos,
a lo Van Gogh

O podríamos levantar las patas,
temiendo el sonido de los aerosoles.

Podríamos usar tinner,
para desdibujar los contornos.

Como poder se puede.

Tan fácil como el posarse,
una abeja sobre una margarita,
y no saber quien gana,
sí el néctar o el polen.

Pero pasa que esta mañana,
me levanté de oscuras pesadillas,
soñé tu adios ingenuo,
y descubrí que no tenía galletitas.

2002

Aguas inquietas

Es cierto…
Mis aguas ya no caen turbulentas.
Arrastrando piedras.
Desbordando cauces.
Rompiendo muelles.
Borboteando espumas.

Pero tampoco
se pudren de ciénagas.
Quietudes congeladas.
Superficies espejas.
Sorbo de pájaros.
Vahos de nieblas.

Tienen aún tránsitos de orillas.
Vórtices de remansos.
Caudales de ahogos.
Ansias de canoas.

Así, es niña.
No podré saltar desde el acantilado,
buscando tu cuenco cada mañana.

Y tampoco, señora, esperar,
ocasiones para alguna inundación.

Sin embargo…

Sin embargo, mujer,
te daré todas mis aguas,
para que te bañes en ellas,
cuantas veces quieras.

2002

Amor Homeopático

Sólo gotas de tus ojos,
así, al pasar,
cansados de rutina,
como quien no quiere la cosa.

Las tardes esperadas,
se espacian hacia el olvido,
sólo equidistantes,
en tramas logarítmicas.

Y te estás yendo,
diluyendo tu título,
entre la tinta de mi cuaderno,
en mi pauta de sólo verte.

Cosas de la vida,
sabiduría de viejas,
mi mano te saludará conforme…
mi inconsciente te seguirá soñando.

2002

Anestesia

Los alcoholes no podrán enfriarme el corazón.
Agujas arrítmicas, no saben de que hablan.
Bloqueo de rama derecha.
Sólo estaba viendo el poste de teléfonos.
Triste pájaro, no conocerás otra primavera.

Mejor cerrar la ventana.
No quiero que me vendan caramelos,
El solitario tiene cartas aburridas.
Clavaré espinas en las azucenas.

Ríos verdes se erizan de mis valles.
No recuerdo las curvas trazas felinas.
Para mostrar, sólo tengo un olvido.
Esos sólo son vidrios de botella.

Saldré al viento de la noche,
que la luna se escapa por la avenida.

Tengo un lucero para llamarla.
Si deja de titilar quizá me entregue.

No recordaré cuerpos que no conozco.
No saltaré los abismos de mis palabras.
Jugaré a la mancha de tinta,
escurrida de formas extrañas.

Mejor así, cubriré mis manos,
antes que los candados se derrumben,
antes que la campana se llame a silencio,
porque no es de su boca, la culpa de mi locura.

2002

Arenas del desierto

Esta no es mi película,
ni villano ni muchachito.

(No sé si me gusta el puño de Scarlett
o la cintura de la novia de Roger Rabbit)

Pero me gustaría ser el antihéroe,

(una ficción en colores)
ese que descubra tu mano blanca,
y mi nuca sobre tu falda,
dos minutos antes de la muerte.

Quizá sólo sea viento del desierto,
y yo crea escuchar tus susurros.
Ajenos al transitar de los genios,
mientras me arranco las vendas del sarcófago siete.

Milagro de números,
Sirio no iluminara jamás mi máscara,
pero se me alumbra el rostro de tu estela.

No soy Salgari, ni Agatha,
no paro en Boedo ni Florida.
No corregirás mis faltas,
ni conducirás mi vida.

Pero prestame este set…
(apronten multitudes en el Coliseo,
activen los teletransportadores,
hundan los trasatlánticos,
sirvan los tomates verdes fritos)

Mis aventuras son tan estáticas.

Mas parecidas a la sombras de mis penas
que a la luz de tus parapentes.

¿Serás mi rosa purpura o mi modelo de lienzo?

Quizá la alfarera que me modela al sólo influjo del verso.

Y escribo guiones de no sé que películas.
Tratando de ser tu Hombre Elefante,
escribiendote poemas intrascendentes,
que tu luna de agua no registra,
pero tu sol rescata.

Entonces, me pregunto:
si sé que nunca llegarás,
¿Porque te extraño tanto?

2002

Bebés de corralito

Pero, ¡bebe!, No me llore así.
¿No quiere su mamadera con Nestúm,
calcio fortificado, sus vacunas al día?

Pero bebé no llore así.

¿Se acuerda, bebé, de ayer?
¿Cuándo las tumbas no llevaban lápidas,
y usted cantaba: “Yo tengo fe”?
¿Cuándo había grito ahogados,
y usted decía: “Por algo habrá sido”?

Pero, ¡bebé!,
lo han puesto en ese corralito.
¿Cómo va viajar a Cancún,
pagarse las noches de telo,
sacarle fotos a papá Sam?

No se preocupe bebé,
que ahora le pongo la tele,
parece que no le van a traer,
su whisky Importado,
quizá le traigan buena merca,
ellos de eso, seguro, saben mucho.

¿Se acuerda bebé,
los bastones largos,
el frío de Trelew,
la sangre de Ezeiza,
la noche de los lápices,
ronda de jueves?
¿Dónde estaba su llanto?

Ya sé,
mirando otro canal,
un desfile del 9 de julio,
el sexto gol a Perú,
una película de Carreras,
al sucio Olmedo.

Pero, ¡bebé!,
¿Qué hará con esa cacerola?
Parece que Ud. la ha podido usar.
A nosotros nos las han vaciado,
de extras impagas,
de tickets en negro,
de cualquier cosita lo llamamos.

Nosotros no quedamos sin vías,
sin teléfonos, sin alas.
Para que Ud. pueda cenar en Puerto Madero.

Pero, bebe, ¡esos grandes!

Esos grandes que tanto amaba,
que han jugado al Monopoly,
con una perinola de toma todo
¿no le han dejado nada?

Y usted que pensaba
que no era un negrito más.
Hablando de heráldicas,
y orgullosas conquistas.

Vio, ahora lo vinieron a buscar

2002

Besos perversos.

Hay besos que sólo se leen.
Se pueden imaginar sobre una escenografía.
Un castillo azul, un bosque encantado,
una trinchera, un comedor popular,
el habitáculo de un módulo lunar…

Cerrar los ojos para evaporar la distancia.
Beberse los océanos.
Patinar sobre los picos de los Andes.
Hacer que la tierra se apoye sobre tortugas.
Deslizar las venas por un pulso de satélite.

Un delirio de locos montados sobre jirafas Dalí.
Pulsar pedacitos de plástico perfectamente rotulados,
y creer que son una cascada de vértebras.
Relatar texturas de puentes infinitos,
para acariciar omóplatos intangibles.

Bah, amores virtuales, se burlan las ecuaciones,
con la misma certeza de un rumbo de molécula,
una vuelta multiforme de hoja de Riemman.

Morder con una palabra cada dedo de los pies.
Humedecer con un morfema la línea oído/clavícula.
Arrancar con una interjección los elásticos del pudor.
Enardecer con una metáfora un lago de ombligo.

Y no conocerse la piel.

Besos perversos.

Besos que no pueden ser dados, pero pueden ser sentidos.
Abrazos obsequiados al viento, que oprimen las costillas.
Manos lúcidas que destierran fantasmas de soledades.

Es cierto, es cier… es…

Hay pieles cercanas rondando patios.

Pero, pero… pero…

Yo que he sido fiel,
en una fidelidad de Sarraceno,
hasta una amargura de rosa muerta,
postulo mi infidelidad abierta.

Beberé de las hojas del limonero,
de este que está acá, en el verano,
me emborracharé del perfume de niña,
lejana, allá, en el invierno.

Claro, yo seré, niño.
Seré el adolescente que me había olvidado.
Hablaré en pleno otoño,
de las cosas que callé en primavera.
Mala secuencia, pero secuencia cumplida.

Sumaré su nombre a todos mis amores incumplidos.
Un imposible más, pero un imposible que responde.
(Ella sabe, confidencias secretas, todo el rosario de mis nombres)

Le besare, como ya he dicho, cada dedo de su pie.
Le arañaré de yemas los omóplatos.
Le arrancaré un beso desde el fondo de la garganta.
Exploraré con mi virtualidad los bordes de su axila.
Le arrancaré una hesitación por la sola magia de un renglón.

Bah, las latas de cerveza no entienden.
Ellas que sólo existen para lubricar vaginas,
no entienden de columpios bajo los puentes;
no entienden de orgasmos bajo la sombra de los gatos;
no entienden de pechos entregados de adentro hacia fuera.

Es que yo acabo de disfrazarme de imberbe.
Me he comprado un chupetín grandote.
(Me he olvidado del sexo salvaje,
esas noches de traiciones,
ese explorar y penetrar endotelios)
Y me imagino, torpemente, mordiéndome las uñas,
la curva de un muslo debajo de una tabla.
Espío como será eso que se guarda tras el escote.
Humm… ansiedad de púber, de piel fresca, aguas virginales.

Igual. Exactamente igual.

No hay vestido de fiesta,
sólo una distancia de cuarto de meridiano.
No hay una máscara de disfraces,
sólo una mediación de pantallas.
No hay arañas de 500 luces,
sólo una red con miles ojos.
No hay puertas de cristal,
sólo un portal de palabras mágicas.

Y me atrevo,
antes de mi colapso de huesos.
Caminar a dos aguas.
Mientras husmeo un hombro de bretel caído.
Arrojaré mis pétalos de verso/beso,
como misiles de paz,
sobre los dominios de Quetzacoalt.

2002

Bicicentauro

Poema de Rosa Buk dedicado a mi

Concentrado hombre lanzado en rectas
no amanezcas sin sol , sin arco,
sin flechas.
Que los dioses capas de smog
chisteras rotas,
alivien tu sino.

Sé de los funestos barcos
tus puertos sin puertas,
sé de los perfumes deseados
tus pies descalzos,
esperando.

Concentrado y enjuto ser
no te pierdas,
levitar blancuras
discos de plata, sueños de luna,
es destino de vagamundos.

He visto la lluvia en tus hombros,
delicadas gotas
lavadoras angélicas,
escuché tus versos,
potros desbocados
cabalgando omóplatos rojos,
sin tocarlos.

Ay, mi amigo,
monta tu bicicentauro,
despega del suelo, aunque creas no soportarlo
y gargantas tu cuerpo
penetrando gritos en silencio,
ahuyentarás fantasmas,
sacrificio contemplado de aplausos.

Entonces,

pimientas de Cayena sus labios,
los de elllas,
las que giran, saltan, sueñan,
trapecistas ciudadanas,
circuladoras en rayos de níquel,
entonces
cruzarán las calles sin luz
tus codos en la mesa,
beberán café,
las bicis en la vidriera

enero 2002

Biyuteri

Yo no quería una esclava nacida de mi sangre.
No quería marca de propiedad.
Ni anillos en la nariz del toro bravo.

Yo te quería libre.
Sólo adherida al centro del universo.
Ni me importaba las letras finales de tu nombre.

Sólo mi bendición de Isaac.
Cuando nadabas de lunas,
contando cuantos deditos tendrías.

Quería una soberana.
Donde el mendigo reposaría en las alfombras.

Pero he aquí.
Que los imperios seducen.
Las ansias de pertenencia.

No quise perforar tus lóbulos.
No quise que nadie te apropiara.
Ni yo.

Y un día te vi de aritos.
Señal inequívoca de la sumisión.
Te vi de zapatillas de marca registrada.
(Yo que te quise enseñar el desapego,
la rebeldía de los proletarios)

No serás la reina que soñé.
Pero aún espero que me muestres tu alfombra.

2002

Boleto picado

Me despedí de esa estación.
El silbato aturdió a una paloma.
Los pájaros en sus nidos de vitró.
La Bagley con su aroma a galletita crocante.
Monte de Oca me trae unos ojos verdes.

No sé adónde voy.
Subirse en un vagón de muerte vencida.
soplarse el pecho de olvidos perimidos.
El corazón falla de juntas abiertas.
No, no quiero peine.

Aceite poluído de sirenas mexicanas.
Un puente de Quinquela.
Un estadio de éxtasis diabólica.
Ojos dormidos.
Chicos sucios,
zapatillas de nada,
cigarrillo temprano.

Piel ardida de carpos dormidos.
¿Dónde empieza la noche?
¿Porque los puentes no saludan a los aviones?
¿Existirán razones para el pasto debajo de los durmientes?
¿Estaré lo suficientemente tonto para dejar de amarte?

O viceversa.
Como la locomotora que viaja sola en busca de sus pollitos.

Tocarme tres veces el hombro.
Justo cuando estaba ensayando una amnesia.

2002

Bosque noche

Sobre el piso de mi bosque,
de muertes mustias,
hongos hiperactivos,
encontré la aguja de tu barco.

Fuiste la noche, el sexo, la ruta,
y hoy mis ejes sólo transportan tu cadáver,
sostenido al cielo por tus imágenes blancas,
de muecas torvas y guantes secos.

En el tronco pétreo de mi bosque,
la corteza herida de vanidoso pasado,
mientras aún apunta al cielo,
su erguida savia verde.

Te he matado, es cierto.
Aún huelo la fibra coagulada,
colgado de tu última sinapsis.
La última que marcó tu ojo.

En mi bosque hay resolanas,
un sol atraviesa indolente,
las nieblas de mi noche,
y no me deja cerrar los ojos.

Tus ruedas arrasaron margaritas,
creí verme en tu carro negro,
mirándote de máscaras multiformes,
abriendo tu sexo a los viajeros del viento.

Mariposa indolente la de mi bosque,
trepada, mimetizada, camuflada,
en la curvatura de los álamos,
aleteo vivo y cálido, se posa en mi mano,
susurra resurrectropas palabras mágicas,
pero no se deja atrapar.

En tu muerte, en cambio,
un corazón de pez globo,
henchido sólo por la fuerza de tu boca,
encuentro la estrella que nunca tuve,
estrella de redenciones,
promesa nunca cumplida.

Esperaré a la última gota de tu sangre,
estirada de cabellos rojos al abismo,
no haré caso a tu mano precipitada.
Es una muerte de teatro sólo para mí.

La mariposa ha volado de mi sien,
esperaré la estela de su mensaje.
Dejaré de llorar el cielo,
caminaré,
perfumando mi mano,
sobre cada hoja seca.
Le daré un respiro a mi bosque,
buscaré los caracoles,
hasta que mi muerte me separe.

¿Que le interesará al hombre gris,
que no estuviera babeando por la bombachita azul?
Tengo cosas más importantes en que pensar.
Rezando una penitencia de ostracismo.

Las lagunas se alimentan de las lágrimas de los ángeles.
Una vaca me saluda antes de su despedida,
yo que la amé ese momento,
quizá mañana me la coma.

Que sabe la niña de enfrente,
porque un hombre llora
con la frente apoyada en la ventanilla.

He visto duendes escondidos en los matorrales.
Les pregunté sobre las preguntas a mis repuestas.
Giraron sus dedos alrededor de sus sienes.

Tienen razón, tanta razón.
Tantas respuestas y no saber,
desde cuando estoy muerto.

Qué largo es este camino.
De pronto se esfumaron los rieles.
Está haciendo tanto calor.

2002

Bosque oscuro

Mis bosques son oscuros, húmedos y fríos.

Mis ramas retorcidas, por la angustia de los cronómetros.

Mis hojas secas, sepias, orugadas.

Pero hay luces, arcoiris, contraluces,
que horadan pertinaces mis sombras.

No les he pedido quiebres refractarios,
pero saben de mi delirio de madreselvas.

No hay transfiguración que desechen,
para arrancarme las viejas cortezas.
Se mimetizan de mariposas, brujas o guerreros.
Alteando versos, recitando oraciones, recordándome cuentos.

Otras, en cambio,
han arrancado madera de otro bosque,
para confeccionar el vestido de un último viaje,
recordándome que la luz está allí afuera,
pero mi sabia no tiene todo el tiempo de esperarla.

Entonces trato de cortar mis raíces secas,
queriendo alcanzar el éxtasis de la metáfora,
el sentido teleológico del universo,
la retórica de mis retoños.

Pero me quedo allí,
con las yemas heridas de eterna primavera,
esperando que al fin la luz incendie mis telarañas,
para contemplar el sol de este largo otoño.

2002

Caja de sorpresas

¡Ah, sorpresa!
¡Que creías!
Sólo era eso,
un monigote prendido de un espejo.

Y vos, que la guardabas,
atesorabas cada etiqueta de los aeropuertos,
esperando el segundo fatal y primigenio de la entrega.

Suele suceder, viste,
que los clavos se enmohezcan,
la cola se reseque,
y vos,
muerto de ansiedad,
sin retirar la chaveta,
que afloje el pestillo,
que asegura la tapa.

Y era eso, todo eso, sólo eso.
Descubrir tras el sarcófago,
debajo de la máscara de oro,
tras las vendas,
la seca podredumbre de un simple hombre.
¿Cómo explicarás a las llanuras la inválida espera?

Mejor arranca el payaso,
enclaustrate,
cerrá la tapa,
que él ponga el pestillo,
cruce la chaveta,
y lo explique.
¡Nadie notará la diferencia!

2002

Camila

Inclinarme sobre una foto para rescatar miel,
no es tarea de zánganos,
sino hasta que mis dedos desaparezcan
crujidos de tus negaciones.

Debajo de este sol,
he congelado esperas, comido estepas, remontado ciénagas,
es hora de buscar la sombra.

Lloviznado por la luz de las ventanas,
creí poder escapar a los compases, la lluvia y los relojes.

Fue el prisma de tu lagrima el estallido,
esa que te negaste a llorarme,
esa que denunciaba la parte de mi culpa,
recordándome que ya me estoy yendo.

Desgana de abrir los ojos hacia el valle,
(no quiero verte, no quiero escucharte)
así será mas profunda mi melancolía,
y más vívidas mis pesadillas de mentiras.

Te seguiré perdiendo en trenes, calesitas, laberintos.
Mirándome, sin sonrisa, desde empañadas ventanillas

Reconcentrado ante mi propia estirpe,
buscando la causa de tanto dolor.
No habrá testigo que alumbre esta noche.

Despedirme de este mar de sombras,
creer que tu piel será de espumas,
ayer, ventana al cielo, caramelo olvidado,
para buscar el punto infinito,
donde guardarás mi último aliento.

Acodado entre la penumbra de tus ojos,
la tristeza que no te quise dar,
queriendo descubrir la razón de los silencios.
Disipar contra la pared cualquier duda de esta pasión inhóspita,
y reclinarme en tu nombre, para poder olvidarlo.

Ocultare mi furia en tus aleteos de párpados,
tu boca de pucheros, tus cajitas lilas,
desterrando la neblina de mi último cuento,
simplemente, para descubrir que mi sangre,
se guarda en los pliegues de tus cuencos.

Liberado hacia el abismo, una caída de epitafios,
para acontecer esta mañana de oscuros presagios.
No quiero ya mas dormir tu olvido,
buscaré la flexión de mi índice,
para cortar todos los vuelos.

2002

Cansado de arrebatar musgos

Cansado de arrebatar musgos,
de despintadas paredes extrañas,
vio en el fondo de la histeria,
que los alambres lo acosaban.

No quiso esperar mañanas agotadas
para anquilosarse de abulia
la mano en el bostezo.

Y fue por eso,
antes que el cartero llamara otra vez,
le sacó la pila al reloj,
y camino la distancia final.

2002

Cansancio

Estoy cansado de aullarle a luna.
Cuando no me alcanza el alfabeto;
para escribirte, decirte, gritarte,
(cosa que jamás he hecho,
venganza de las féminas acuarelas),
cuanto te amo.

No me importa el sonido de la sangre,
que cae de las bocas de los vampiros.
Tengo sonido de alas naranjas,
que trepanan mis oídos,
y nunca pronuncian mi nombre.

Saber que jamás albergaré tus manos,
me hacen,
cada día,
mas duro este otoño.

2002

Gatúbela

Que traman tus velos.
Que le pasa a tus dedos,
que buscan la billetera de mi bolsillo.
Ambos sabemos que no tengo.

Tu boca tiene gusto a vino.
Tus duraznos levedad de limones.

Pero que cosa con tu timidez.
Que bonito te queda el antifaz.
Me arrancan risas de fantasma
tus cosquillas caminantes sobre mis longitudes de levante.
Y tus dientes mordidos a mi cremallera.

Hasta donde se estirará este elástico.
La seda se dibuja de tu mariposa,
henchida, pletórica de deseo.
Beberé esa gota que se expande,
y abandonada cae sobre tu rodilla.
Creo que masticaré tu venus.

Dame tu espalda de libélula.
Te abrazaré el ombligo,
para bailar este blue.
Tus inciensos me traen
tus pieles de vestal.
Esa a la que le juré mi fidelidad de piel.

Que trampa me traen tus cielos.
Me sumerjo en su azul infinito.
Las manos no me alcanzan,
para los algodones de tu carne.

Si te soplo,
el viento te dará estirpe de amazona.
No gimas de dolor,
que ya me pusiste de espaldas.

2002

Ceguera

A veces reclamo la ceguera.
Que mis ojos se apaguen.
Para no ver la llama de sus ojos mansos.

Y no reclamo la locura,
que ya habita conmigo
cuando me despedí
de mi amigo imaginario,
mi objeto transicional,
y mi ángel de la guarda.

Pero… esa estatua de mármol blanco que me sonríe.

Quizá no sean mis ojos, sino mi corazón el ciego.

Tantas veces me ha pedido,
que no pene de su boca,
con sus palmas en mis palmas,
que de todos modos ocupo,
un lugar en su corazón.

Y yo saber de su cruda honestidad,
pues también me ha pasado.
Para ir año tras año,
a pedir perdón por no haber podido amar.

Pensar que son más viejas mis súplicas de perdón,
que estos leves labios sin pintar.

Pediré de paso la sordera,
que ya mucha tengo,
para no escuchar
una y otra vez,
los nombres,
que han tenido el cielo,
de la espuma de su boca.

2002

Chocolate

Hasta tanto no invoque la verdad,
seguiré con este ataque al hígado,
producto del chocolate…
que no he tomado.

Hasta que no asuma la realidad,
de no ver las marcas en el almanaque,
la diferencia en las texturas,
entre los brotes de noviembre y las hojas del invierno.
Seguiré dandole puñetazos a la pared.

Mientras suponga las necedades,
que alguna vez esta tierra será libre,
que los mansos obtendrán misericordia,
que podré al fin algún día,
invitar, a quien sea, a tomar un café.

Seguiré en esta muerta soledad.

Y sí, en esos segundos de lucidez,
en que quito tu foto de mi marco,
pruebo otra imagen,
pero obtengo la misma decepción.
Contar las monedas para viajar,
las goteras de mi techo,
los cartones reemplazando vidrios,
la heladera rota que seguirá así.

No, nunca pude ser un caballero,
nunca tuve para un restaurant.
¿Será por eso que mi vieja serpiente,
se apareó con un yuta escorpión?
Entonces,
entre tantas bocas que nunca tendré,
me quedo con la tuya,
que al menos me sonríe.

Mientras tanto seguir.
Y cuando mis retoños den flores,
veremos.

2002

Cielos y grúas

Vine a verte desde mi espacio,
trepado al hollín de tus grúas.

Sabés,
en mi mundo no existe el aceite,
los pies resbalan sobre la hojarasca,
los vestidos son blancos,
las sonrisas son simples.

Pero vine a verte a tu mundo.

Sabés, nos difieren los ojos,
me paro en tus dársenas,
observo el vapor que respiras.

Vapor sucio, para mí muerte.
Para vos camino.

Hace rato, hace tanto,
me puse a caminar, para encontrarte,
porque te veo, estás allí, pero no te encuentro.

Sabés, no sé para que crucé mi línea.
Detrás de las grúas
la muerte es apacible y aquí duele.
El blanco es perfecto y aquí es idiotez.

¡Ah!, La realidad de los espacios duales.
Tu pregunta es mi respuesta.
Tu quietud mi movimiento.

Negra claridad, claridad obsecuente.
En mi mundo, una estrella,
en el tuyo, una piel que se lamenta.

Lástima no poder transportar,
mi cuerpo a tu mapa,
lástima que no quiera viajar.

No enrojeceré mis branquias,
sólo para gozar el mar de tu boca.
No destrozaré mis alas,
sólo para entrar en tu patio.

Pero, la pestilencia de tus puertos,
no te inquieta el rostro.
Adaptaste tu piel,
al escozor de los adoquines.
Y te parecen sutiles,
las sábanas percudidas.

Yo, en cambio,
prefiero la agonía de la espera,
antes que disfrazar mis palmas.
La soledad de los monólogos,
antes que decirle sí a los mástiles.
Despedazar mi cuerpo,
antes que regalar la inocencia.

Es cierto,
estar colgado de las grúas,
sin ser llevado a ninguna bodega,
me produce cierta tristeza.

Pero no quiero accionar las palancas.

Te he visto, debajo de la manga.
Una marca de piel. Una etiqueta de viaje.
Sé que alguna vez pasaste por mi mundo.

Nosotros no tenemos tiempo.
Perdemos eternos rocíos,
contemplando la textura de los pétalos.
¿Cómo saber entre tantas flores,
cual era tu perfume?

Pero los partos son tan dolorosos.
Los portales se quiebran de luces.
He perdido tantos corazones,
que cruzaron el cristal hacia el abismo.

No. No me invites a tu mundo.
Ya he probado caminar sus calles,
y he vuelto pleno de llagas.
Ustedes llaman cascada, a los mares de lava.
Llaman pureza a los cambios de costumbres.
Y no quiero oscurecer mi alma.

Oh, se me hizo tarde,
aquí transcurren las horas.
Debo volver,
antes que las abejas despidan a los girasoles.

Encenderé un fósforo, incendiaré mis túnicas,
pensaré en tu nombre y daré la vuelta.

Volveré a mis valles solitarios,
pero no venderé mis verdades.

2002

Cobardes

Los cobardes son,
vacíos como la nada, fría y estéril,
frustrados como un héroe ajusticiado,
vencidos con un ejercito sin fuerzas,
quebrados como ramas de otoño,
olvidados como el sueño del justo.

Los cobardes no tienen,
sangre para usar ni disfrutar,
impulso para pelear y conquistar,
futuro para esperar y construir,
pero, de todos modos mueren,
sin lucha, en una dolorosa agonía.

Los proyectos de un cobarde son,
como rosales sin rosas,
como ríos sin desembocadura,
flores marchitas a destiempo,
manzanas mordidas por fantasmas,
mucho arado, poca cosecha.

La vida de un cobarde es,
una letanía de deseos insatisfechos,
un largo camino hacia ningún lado,
un arrastrarse por el polvo,
un invierno de viento y hambre,
una triste y continua pérdida.

La palabra para un cobarde es,
un imposible juego de ilusiones,
un desesperado pedido de auxilio,
un grito en el candente desierto,
un éxtasis sin destino,
un espejo puesto de reverso.

El amor para un cobarde es,
dicha corta, espera infinita,
esperanza trunca, dolor interminable,
largas noches de relojes tristes,
praderas ausentes de sábanas frías,
cuerpo cálido y robado.

La muerte para un cobarde es,
una mano dura y amiga,
un filo temido y esperado,
un espacio lejano y deseado,
una suerte implacable y amable,
pero es, finalmente, la libertad.

2002

Código postal

Perdí mi código postal,
mi puerta,
mi pertenencia.

No tengo,
(¡malditos, recursivos, no tengo!)
la ductilidad del alambre,
que trepa con las hiedras,
las paredes mohosas,
para participar del éxtasis,
de aperturas en plenilunio.

Me han dicho,
tantas veces,
que la pintura reconvertida,
se cuaja,
en el látex bermellón.

Sin embargo,
mis dedos,
insisten en los tonos cálidos.
Y quizá le den mejor textura,
los tonos sepia.

Bah, volqué otra vez,
mis tachos sobre mi cédula,
(Aunque la esconda,
me denuncian las células)
Exabrupto rímico
para expresarme ridículo.

Es eso, ¡ridículo!,
Verla partir,
quizá a un encuentro de pieles,
(y… ¡Dios!,
Me repito, me ahogo,
me arranco la garganta,
me perforo el hígado,
¡no es asunto mío!)
y me quedo celando a la nada,
en mis manos quebradas.

Rompí mi brújula,
que me apunta un falso norte,
¿aguja o flecha?
(las flechas de Eros,
a veces llevan la punta envenenada),

Me han dicho Titán,
pero no saben que caeré al mar,
sin desplegar antenas,
sin conocer la luna…
por no poder…
no querer…
cambiar de motor…
quedarme en esta órbita,
sin quemar etapas

2002

Confesión

No podré explicarte mi culpa.
Avergonzará mi cara tu verdad.
Sé que ese es el verdadero espanto…
que aún me sigas sonriendo.

Pero, de cobardías tengo huesos,
No puedo alzar la mirada sobre este camino,
sin la esperanza de un cuenco.

De cobardías.
Ya lo sabés.
Me llamaste al monte y no fui.
”Quedate en mi casa” y partí.
Me hablás desde las mariposas,
y sólo veo sus aleteos,
pretendiendo,
sacrílego,
cazarlas.

De todas maneras,
no podré alzar la vista a tu rostro.
Pero no quiero arrojarme al mar
con otra piedra de mi molino.
No quiero contaminar tus limpias aguas,
con el aceite de mis faltas.
He enterrado tu talento bajo la tierra.

Por eso,
no quiero salir al claro día a jugar, donde,
me acosa el arco iris de tus tardes,
me emborracha el perfume de tus gaviotas,
me transporta el éxtasis de tu música.

Buscaré la oscuridad de mi ventana,
el hambre de mi pobreza,
la soledad de mi futuro,
para no acrecentar mi culpa.

Y esperar…
me envíes,
el Ángel Melancólico.

2002

Conífera.

Ya todos se fueron,
volaron al fatal y puntual vuelo.
Yo, ¡ya no!

Me quedaré en esta playa,
a hurgar las últimas almejas,
atraparé alguno que otro cangrejo,
picaré las últimas bayas de estación.

El volar en muy decepcionante,
un largo esfuerzo para, finalmente,
encontrar las mismas playas,
el mismo trigo,
el mismo sol.
No, yo, ¡ya no!

Mis alas están cansadas.
Cansadas de volar,
cansadas de esperar,
cansadas de luchar.
Con el viento que siempre te lleva,
con el horizonte que nunca se alcanza,
con la tierra que alguna vez te alimenta,
con el mar que rara vez te espeja.

Ahora voy a volar bajo.
Me posaré en aquella conífera,
sus ramas firmes y flexibles, han vencido al viento,
sus raíces, profundas, han horadado la tierra,
sus hojas perennes, han llegado hasta el mar.

Mis patas saltan de rama en rama.
Una araña se descuelga insolente delante de mi pico.
La ignoro.

Salto una rama más arriba.
Por entre los penachos de los otros pinos,
se pueden ver los nidos de los humanos,
lindos para unos pocos, miserables para los muchos.

Allá lejos se puede ver, aún,
el sinuoso rumbo de la bandada.
En ella, mi compañera, que eligió volar, indiferente.

Yo, ya no.

No puedo remar ninguna otra decepción.
No quiero que mi pico no tenga más fuerzas de atrapar peces.

Cae la tarde, me pondré a cantar,
desde esta rama, mirando la rompiente.
Creo que es suficiente, para decir aquí estoy,
al menos una vez en la vida.

Aunque venga silencioso lo siento.
Siento sé olor. Su respiración.
Tiene un andar ágil.
Es joven y aún cree en los designios de la especie.
Está pensando que soy buena presa.

Puedo volar hasta el próximo árbol, pero no quiero.
Podría jugar un rato, pero no,
le daré la satisfacción de creer que me puede cazar.

Siento su salto.
El agudo dolor de su garra en mi pecho.
El filo de sus dientes en mi cuello.
Gracias amigo. Adiós.

2002

Contingencia

Niña, dejame nombrarte.

La ventana me llevará lejos a las espumas de mar…
y seguiré viendo gusanos en la tersura de las rosas.

La luna me acariciará,
levitándome en los cuartos crecientes.
Pero le entregaré mi pecho, a los cuervos.

Tendré tu sonrisa amiga,
tu voz, tu cuaderno…
tus mates…
pero me arrastraré de arpones.

Si embargo… (mariposilla) dejame nombrarte.

Dejame decir(te)le a un espejo (que guardo para esta magia)
… amor… (se ríe de cristal y me da un caramelo)

Si sabés que no te reclamo.
¿Para que explicar los rumbos de tu corazón?
Si soy yo el que ha gastado tardes sin sol.
No vengas a visitar mis lápidas.
Si ya me mostraste la luz, (que había olvidado),
no quieras adelantar mis relojes.

Niña, no me regales de tus dulces excusas.
(que avergüenzan mis libros)
No confundas mis celos con ansias de pertenencia.

Sabemos es cierto,
que sos primavera y yo otoño.
Tus caminos blancos,
mis sendas cadenas.
Tu mañana, luminoso,
mi noche, telarañas amargas.
Y eso sí es simple contingencia.

Pero, ya sabés,
(nunca lo he ocultado),
que otra me ciño de esta roca.
Y deberé arrastrarla marcando mis desiertos,
hasta que la muerte nos separe.
Y esto, el cielo lo sabe, no es contingencia.

Viste que no tengo poesía, fuera de tus ojos.
(Me vienen estos ataques cuando no te veo).
¿Acaso son bellas estas absurdas articulaciones?

Entonces, dejame nombrarte,
(es una mentira de uso privado)

Ya que nunca serás mi amor,
dejame soñar,
tontamente,
con el mejor de los nombres.

2002

Corbata

Tengo el mismo odio por las corbatas.
Que el que tengo por las gorras,
los borceguíes y las motos.

Ya estoy harto de sus conminaciones.
Oración que estoy harto de repetir.

No me pondré jamás una corbata.
No dejaré de escupir al paso de un cana,
mercenarios del poder.
No dejaré de decir: “hay olor a mierda”,
al ver un cadete del Colegio Militar,
porque estudian para destruir y matar.
No dejaré de decirle “hijo de puta” a cada dueño de moto,
ya que lo hacía desde antes de las picadas en los cementerios

No voy a decir, Hermano Idiota,
drogadicto redimido,
que a los cincuenta hay que dejar de escuchar
The Doors, Viejas Locas y Rapshody,
para entonar Salmos de Alabanzas.

Pasa, Hermano Idiota,
que a mí también me la ofrecieron,
pero dije “No”,
sin dejar de escuchar a Zeppelin,
sin haber dejado nunca de rezar.

Pero mis principios,
parece a la luz de la historia,
fueron mas firmes,
que las torres del capitalismo.

No me vengas, patrón,
con tus amenazas de despido.
No será el único trabajo que pierdo para mantener mi dignidad.
He perdido pedazos de mi piel para conservar a Dios.

Pero pasa, explotador coyuntural, que
mi estómago está tan lacerado del hambre de tus aliados
mi imaginación tan alta de volar en la piel de las vírgenes
Quedate con el dinero producto de tus expoliaciones.
Yo me quedaré con el calor de mis purezas.

No me pondré esa corbata que me regalaste.
Quizá la hayas usado mientras mentías en las reuniones de directorio.
O haya quedado al costado de una cama de hotel como tus amantes pecuniarias.

Los pobres no usamos corbatas.
No engañamos en los estrados.
No vestimos de campera en los sindicatos.
No cantamos el Himno con dólares en los bolsillos.

No me digan que clase de amor debo tener.
Yo que he buscado el amor de las fuentes.
Yo que he encontrado bocas fucsia de pies inmóviles.
Yo que he concebido, que he cuidado, que he perdido.
Yo que tengo los mismos sueños, los mismos proyectos,
que aquel de hace treinta años,
por perseverancia o por fracaso.

No me hablen de mis fracasos.
No me digan que no la ame;
que es nulo mi sueño.

¿Para que? Si ya lo sé.

Ella de zapatilla fresca.
Yo de zapatos humeantes.
Ella con el futuro en sus manos,
yo con la miseria golpeándome la puerta.
Ella de secretos recién entregados.
Yo con mi única moneda de oro,
entregada a una prostituta disfrazada de vestal.

Ella sin conocer los collares.
Yo rendido, muerto, disipado al aliento de sus inocencias.

Porque ya le dije a la muerte.
entregaré la nuca a su guadaña,
vistiendo mis jeans ajironados,
mi remera de hilo barato,
y la esperanza de un poema,
escrito por ella,
sólo para mí.

2002

Crisis de abstinencia

Son duras las crisis de abstinencia.
Que no he elegido.
Con las que has sesgado mis cobardías.
Que he abonado.

No he transitado
el camino de piedras sucias;
con tu libro en la mano,
para rescatar desesperaciones.

No he desafiado
el olor de los fusiles,
en busca de las tumbas sin nombre.
Lucha de toda justicia,
que tu Conciencia ha desperdigado,
como grano de mostaza al viento.

Supe tener, me has dado,
un ácido y cálido cuenco,
para fructificar simiente,
árboles de ramas verdes.

He cantado como todo hombre,
dulces canciones de cuna,
recitado abecedarios,
al viento de las bicicletas.

Pero el adios, se pronunció indeclinable,
a pesar de las renuncias y las entregas.

Y cuando este dolor,
encallecido de toda llaga,
creí, ya me era suficiente.

El horizonte me destelló un arco iris.

Yo que esperaba, calmo de falacias,
adormecimiento de piel, olvido de libido,
de pronto tengo un incendio en el pecho.

Y no sé, realmente no sé,
si es tu regalo o tu castigo.

Mientras, peno de la saliva de su boca,
apago de oración y puñetazos al muro,
mis impulsos de otoño.

Esperando, mientras escribo,
el frío del invierno, la paz de la muerte.

2002

De ojos

No puedo definir tus pupilas.
Temor de verte profundamente el alma.
Para descubrir mis manos torpes,
de líneas antiguas.

Casi como retener en los brazos,
un bebe sucio de placenta,
temor de romperlo.

Y tus ojos,
que me dibujan poemas;
debajo de la camisa.

Tu mueca,
que me implora búsquedas,
de plumas en otros nidos.
Y tu sonrisa,
sin embargo, me retiene,
en una ronda sin azúcar.

¿De que se tratan estos ojos?

No he estado en Estambul, Beijing, ni Lisboa,
sólo he caminado mis pobres calles.

No me he trepado al Himalaya;
apenas ver el valle azul desde El Chorrillo.

No he orado en la capilla Sixtina,
pero lo he encontrado en mis silencios.
No he combatido opresores entre las cañas,
pues me he despertado tarde de conciencias.
No he conocido mañanas de resaca,
siempre he podido oler la piel que me abrigó.

Y cuando manoteaba en mi charca roja,
desbordada de mi propia sangre,
herido de cielos celestes.
Cuando quería dormir la piel,
para abortarme el otoño,
(que es cuanto me queda)
para estrangularme el invierno,
(condena perpetua a soledad)…

…la luz… la poesía… tus ojos…

Tus ojos,
que es peligroso mirar,
que es pecado soñar.

No puedo definir tus pupilas.

Sólo saber que verlas daña.
Pero no verlas es la fría noche de la muerte.

2002

De vísceras.

De vísceras estoy hecho.
De sangre me han pintado.
Huesos que me duelen.
Pero manos,
manos blandas me han puesto.

Me han dicho que olvide.
Y me lo han dicho con razón.
Y así lo entiendo.
No me da paz el odio.
Me tuerce el rostro.
Me doblega la espalda.

Pero… vísceras…
y el rencor me gana.

Donde hubo tanto amor,
hoy circula la hiel del rencor.

Te esperé de blanco vestida,
pero yo, de blanco traje lo hice.

Me dijiste: “Soy yo”
Te lo creí.
Te lo creí en las furiosas batallas,
que tenías por verme, por tenerme,
por amarme, por acunarme, por cuidarme.
Quemé inciensos de alabanzas,
en los templos, los patios, los cuadernos.
Creyendo en el final de mi espera…
y era un espejismo.

Hice juramentos eternos,
ligados a tu carne,
y a la carne de nuestra carne.
Sin darme cuenta de la trampa.
Trampa que consumiría mi sonrisa,
mi alegría, mi esperanza.

Y una mañana te fuiste…

Te fuiste sin razón de mi razón.

Mis manos blandas,
que sólo conocieron tu cuerpo,
en la caricia.
Mi voz tenue,
que sólo se espejaron tus oídos,
en el susurro.
Mi letra,
desplegada de poemas,
a los cuatro vientos.
Quedaron secos en el viento de la niebla.

Y te fuiste…

Y te fuiste sin partir.
Sólo entregando tu piel.
Al vértigo de la noche.
Invirtiendo la escala de valores,
como un simple reloj de arena.
Dejándome las preguntas.

Entonces yo que no me fui, tuve que partir.
Para no avalar tu vergüenza,
yo me quedé con mi integridad,
(esa que te enamoró, y luego detestaste)
Vos con tus aventuras.
(Esa que nunca comprenderé,
de aquella, mi niña dulce)

Y dejé, tras la puerta, tras la lágrima,
los retoños, que me duelen,
en cada instante de ausencia.
(¡Tan grande mi vergüenza!)

Me quisiste adular.
(Casi de gira proselitista,
o arenga de director técnico)
Sobre las bondades de mi corazón.
Las virtudes de mi sexo.
La ductilidad de mis manos.
Las posibilidades del mundo.

Y sé, aunque lo sigas negando,
es sólo retórica de la burla.

Es cierto de la abundancia de mujeres.
(¡Que frase machista en boca de una mujer!)

Cierta la posibilidad de los amores fugaces.
(¡Claro de regaladas como vos!)

Hasta es cierto que mi tonto corazón,
se ha enamorado varias veces.
(Como tu bufo vaticinio lo predijo).
Siempre de la persona equivocada.
(en verdad, sabemos,
no puede haberla adecuada),
donde siempre busco tu pureza regalada.

Pero se te olvida un detalle.
Tantas cosas olvidaste,
bajo la falsa piel de las serpientes maduras.
(Son cosas sin ninguna importancia,
cosas en las que ya no creo, dijiste)
Que una vez, juntos,
y sin coerción, dijimos:
“Hasta que la muerte nos separe”.

Hoy, es cierto,
nada me liga a tu cuerpo, ni a tu corazón,
pero te escribo.

Te escribo,
para no escribirle a quien,
paciente, estoica, inocente y comprensiva,
soporta mis duelos de corazón solitario.

Te vuelvo a escribir, sin amarte.
Preocupado,
(ya que tengo vedado ocuparme),
de la pureza de nuestra hija,
que no tiene el espejo
que yo buscaba para ella.

Y acá estoy,
porque de vísceras se trata,
deseando mi muerte,
para no desear la tuya.

2002

Dedos

Dedos marcados de arenas temporales.
Yemas desmemoriadas de llanuras cálidas.
Arrugas donde se pierden los renglones de un pasado de almidón.
Tendones que pugnan por romper contornos en busca de libertad.
Uñas enclavadas en el granito de alguna montaña de gelatina.
Salir de una caja para culpar a la carnívora.

Bajó el índice imperceptiblemente,
para guardar en un cofre plano
la eternidad de una luz.

No recordaba si alguna vez se haya chupado el pulgar
como el que veía a través de la mirilla,
supone que sí,
pero en la escuela se encargaron de decirle que los adultos no tienen pasado.

Tampoco llevaba ningún anillo en el anular izquierdo,
el lugar le fue ganado por las arrugas.
Frotó las yemas del pulgar y el índice derechos.
Ausencia.
Nada de transpiración
o una lágrima
o cuando aquellos pechos ausentes
le dejaban la palma húmeda
para abandonar la sábana para salir a amamantar.

Una suave música le pareció reproducir,
arrastrando las yemas sobre la veta artificial de la mesa,
como cuando se imaginaba escalas sobre cada vértebra,
cada músculo,
rodeando el movimiento retráctil de cada folículo.

Apretó el puño,
los nudillos crispados le devuelven las marcas de los puñetazos
contra la pared tratando de amordazar la soledad.
Ni siquiera lleva en las uñas
las manchas de alguna nicotina pertinaz.

Debe ser verdad,
como dice la vecina,
ninguna marca calcificada,
ausencia de mentiras,
demasiado tarde para comenzarlas.
La única marca traviesa,
la costura del dedo mayor,
que casi quedó colgado de lanza de una reja,
hace tanto,
que hasta los inviernos le parecían divertidos.

Estos dedos pacíficos,
demasiado pacíficos quizá;
alguna vez llagados de ladrillo tras ladrillo,
de cálculo tras cálculo,
trenza tras trenza,
letra tras letras,
tecla tras tecla,
ya no guardan la figura de ninguna señorita,
las señoritas ya no pasan por las huellas de estos jardines.

Será la hora de bajar de la plataforma de la calesita,
ya no habrá nueva sortija.
Que levanten la púa del vinilo.
Cambiar de escenario.
Juntar los dedos y hundirlos en la miga.
Es hora de alimentar las palomas.

2002

Delirio

Ah, no tengo memoria.
No puedo recordar,
cuando fue mi último orgasmo.
Sin embargo no es senilidad,
(eso creo),
aún se me retuercen los testículos,
en los aromas femeninos.

Pero no con ellas.
Y quizá sea error.

A ver, digamos.

Yo, que vengo vencido,
arrastrado, obnubilado,
sucio de pecados de pensamiento.

(De morirme, La Otra quedará libre,
para no sufrir, yo, el escándalo,
que Ellos, la vean concubina.
De que se muera La Otra,
y el libre ser yo).

Y pensar que la conocí inocente,
que fui yo quien la hizo mujer,
(y ella me hizo hombre)

Y aparece otra vez la inocencia,
es real…
(eh, Usted, árbol allí plantado, a Usted le hablo)
….es real mi búsqueda de la inocencia,
y me quedo ensimismado,
(como el paleontólogo con su pieza),
cada vez que descubro una,
hasta el éxtasis… la locura.

¿Cómo pensar en recomenzar, desde la inocencia,
las zapatillas, los ojos mansos?

Ya no puedo desdecirme del esperma derramado.
(Por desbocarme, por no imponerme mas espera.
Por creer en aquella mariposa, que fue serpiente)
Ya no podré recuperar la pureza.

No la puedo llevar,
cualquiera sea Ella,
a la blancura de un altar,
porque, aunque la traición, sigo atado.

Entonces, pienso en el pecado final;
(de todos modos condenado)
de cortar esta agonía…
despidiéndome de los ojos.

Pero, ya lo dije,
soy cobarde.

2002

Desde la asfixia

Desde la asfixia,
he encontrado alas,
he descubierto amores,
he disfrutado esperas.

He visto peones dama cianóticos,
mecánicos jaque mates ciegos,
en la muerte ciega,
en la cama pleura.

Flores fucsias de corta inspiración,
para vociferar epítetos soeces,
en labios de furiosa libido,
en piernas de obcecada quietud.

Adolescencia de músculo atónico,
glotis de arroz,
en sueño de inconciencia,
en despertar de peine.

Ahora veo un ángel rescatado,
del túnel al empíreo por un píe dormido.

Que da clases de vida,
conduce enredaderas de letras,
abre la luz de los arcanos,
con un ventolín en el bolsillo.

2002

Dicotomía

En tu boca, una eclosión de libélulas
campanillas lilas, ruptura de nieblas,
blancos vestidos de domingo,
una fe de clérigo descalzo.

Pero claro, nena, no podés creer lo que digo,
tu aguijón precavido desconfía del fuego de los panales,
los torpes cascos de los caballos.

Mis arterias, eclosión de arañas,
astillan mis huesos, detonan los oídos,
aullidos de sirena, desbalance hemodínamico.

Dedos, ruptura de cegueras, trampa de coyotes,
clavados entre rótula y hueco poplíteo,
pierna hormiga, impotencia funcional,
para que las rodillas no se incorporen,
salten la mesa, contraigan párpados,
para que una mano no tome tu cuello/nuca,
la otra tu cintura/espalda y… decirte una tontería.

(Cosas que no deben decirse a las jóvenes profesionales;
felizmente casadas con jóvenes señores con futuro material).

Mis tensores de muñeca, sogas de campanario,
cuerdas títere, atadas al puente de tu respiro.
Puños que arrugan rosas imaginarias,
nunca entregadas, uñas romando espinas.
(Caramba, no tener cartas y pretender jugar).

A ver, recreo, mente en blanco,
hablemos de cosas que no te invoquen,
un político, un milico, un capitalista…
un molino trepado de malvones…(tu vestido),
una mañana luminosa y fresca… (tu sonrisa),
un cielo estrellado… (tu piel)

¡Como ocultarme!
Si ya no sos una niña para no gritar piedra,
aunque no estés libre.
Si ya no crees en los Reyes Magos,
en la eternidad de las promesas,
en la mano invisible de Adam Smith.
Si sé que no pedirás auxilio,
ni me denunciarás en La Haya,
(conflicto internacional, tratado de límites).
A mi no me alcanza con una caverna,
a vos sólo te basta con estar ahí,
(y yo vuelvo a quedar como idiota).

Si conoces todos los ritos de las tribus,
como negar lo que mis brazos niegan
(temo, en un abrazo de despedida, no poder soltarte,
para que vuelvas a quien te halló temprano).

Llegar tarde, siempre tarde,
una, y otra, y otra vez.

Sigo durmiendo en sarcófagos rotos,
nunca sé de donde vienen y ni van, mujeres que amo/é.
De rodillas marcadas de piadosa contemplación
a mejillas marcadas en violencias de otra sábana.
Desde un mar virgen de interjecciones,
a un lago de chocolate.
Desde la simetría de un tensor de inercia,
a un silencio de ovejas australianas.
De un patio/lazareto, respiración asistida;
a mudas campanas, secos cipreses.

¿Si me convirtiera en regicida, me trozarían como a Tupac?
¿Dolerá menos que el no poder besarte?

(No hablo de tu mejilla, tu frente, tu hombro; no es lo mismo)

Me apuñalaré el fémur con el bolígrafo, para no enredarme en tu pelo.
Me implotaré el pecho, para no distraerme en tu bretel.

Me gusta el veneno, parece.
Salto de una serpiente a otra,
de una escorpión a otra.

Quizá Quiroga me preste un bote,
para dejar de sentir este nuevo dolor,
y cese de respirar.

2002

Difracciones

Atravesar las aberturas,
de fuentes colimadas,
para alcanzar espectros,
de líneas cuantificadas.

Ver mi sombra antirroja,
en una tarde húmeda,
que arroja a trepar médanos,
en busca de semillas,
de juncos erguidos.

Expresar mi pasado,
pleno de luces y números,
con verborrágicas palabras huecas,
sólo usadas para que no mueran.
Como la piel de mis palmas,
mi curva de la vida,
una hemorragia de corazón Pepper.

Y no hay rendija;
de múltiplo lambda,
para espiar la espalda
de ninguna amada.
Es que hay rendijas
pero no amada.

No hay alforjas,
de arenas mojadas,
para expiar ninguna culpa.
Es que no existen culpas,
sólo esta soledad.

2002

Dijo quien dijo

Dijo el jugador arruinado,
no, ya no jugaré nunca más,
pero que sería,
si una ultima bola,
cayera en colorado el dos.

Dijo el gordo a dieta,
no, ya no haré gula nunca más,
pero que sería,
si un jugo churrasquito,
cayera de las comisuras de mi boca.

Dijo el amor herido,
no, no amaré nunca más,
pero que sería,
si al doblar la esquina,
encontrara el dulce de su boca.

2002

Doce en punto

Doce en punto,
la resolana amarilla del otoño,
juega en los declives de las ventanas.

Llaman a la puerta,
sin palabras,
una carta apenas hecha,
apuro del mensaje,
en el margen de una revista.
Un bollo de papel,
alguien precisó entrega en mano,
alguien que sabía de un secreto,
un pasado, una flor,
crecida del gajo de aquella flor,
que perteneció al azúcar,
nuestra última noche.

La letra apenas dibujada,
temor de trazo,
que has muerto, dice.

Nadie me ve,
nadie puede intuir en mi póker de ases,
que subo la escalera sólo para llorar,
nadie de la razón de mis ojos rojos.

Seis de la tarde,
quiebro mi traje azul
con ausencia de protocolo,
en las modernas salas.
Nadie sabe quien soy,
sólo tu hermano se me acerca,
se sostiene con la mano derecha,
engrampada al hombro de mi traje,
apoya su frente y llora.

Te veo el rostro lívido,
tan bello,
como si tal cosa.

Tres de la mañana.
Nadie ve que clavo las uñas
en la caja de sándalos perfumes,
que pretende abrazarte, cobijarte, amarte.
Nadie que te beso con furia,
la misma que la noche del adios.
Ya no hay lágrimas,
ambos las gastamos,
30 años de desencuentros,
digo, es decir, reformulo,
sólo la luz de los encuentros
detrás de las puertas que esconden los espejos.

Lástima no haya quedado heredad,
para la amalgama de tus cielos y mis caobas.
Creo que es demasiada venganza,
movernos como seres fríos, solitarios,
cuando las tardes de primavera se incendiaban,
para esconder nuestros abrazos.
Las tontas razones,
las rejas de púas,
la cobardía de no raptarte,
de tu torre de silencio.

Cuatro de la tarde,
puntualidad de guantes blancos,
tres sogas, un abismo húmedo,
un rezo, un incienso, un adios.

Cinco de la tarde,
arrojo el traje azul,
busco la misma remera,
esa que hiciste jirones de tus dientes.
El sol me guiña un ojo,
casi te veo,
un pájaro vuela a través del cromo,
el primer track,
respiro,
te
pien… so,
es… pe… ra… me.
encojo el índice,
te quie…

2002

¿Dónde se oculta la palabra cuando el valle es fértil?

La palabra se oculta
en la tierra para germinar de luz la noche,
en el lado oculto de la luna para esconder el misterio,
en las manos del médico brujo para esperanzar la tribu,
en la lluvia de la llanura para repetir los trigales,
en las bocas de los amantes para escribir el silencio.

En el arco iris mientras te crece un mar de ombligo.
en las ballenas mientras Mozart dibuja Adagios,
en los lobos mientras mi puente queda a mi espalda,
en mis manos mientras digo que todo muere y
me inunda de malvones los renglones del cuaderno.

2002

Dubitativo

De dudas tengo una sangre.
Que quizá sean los huesos.

Que te digo que no serás mía.
Que me muero por tu boca.

Que mejor me vaya,
que quiero morirme aquí.

Que te quiero de blanca boca,
que me gustas de lasciva letra.

Hablaré de los cuervos,
que esperan mis entrañas.
De la luna que entra por tu ventana,
para acariciar tus manos.

¿Será lo mismo?
Tengo dudas.

Nunca pude saberlo.

Los duendes danzan en mis sinapsis,
esperando me entregue;
a la muerte o a la vida.
El limbo no es un buen lugar.
El infierno tiene favores de pieles vendidas.
El cielo sonrisas ingenuas inalcanzables.
Y no estoy en ningún lado.

Si elijo la vida,
las mariposas me conducen,
siempre a tu patio.
Si la muerte,
¿entonces para que he esperado tanto?

Dudo que te ame.
(¿Sólo se ama lo que se tiene?).
Pero deliro de tu pelo rebelde.
(Ves, nunca hablo de lo que no tengo)

Debo decidirme.
Debo dejar de escribirte.
Debo alejarme de tus manos.
Debo imponerme altas leyes de pureza.

Pero…
no estoy seguro.

2002

El ángel reza junto a la botella.

El ángel reza junto a la botella.
Una palabra se acaba de inmolar,
de pulcro vestidito, en mi presencia.
Una galletita se desvanece entre mis labios.

Para esperar.

Esperar el resultado del rezo blanco
del ángel junto a la botella,
que reza desde hace tanto por mí,
y yo no lo sé.

Encerrado en un cuenco vacío,
sin nada que respirar,
y yo, no sé que reza el ángel.

No sé que significado
tengan para él
desesperación y redención.

2002

El badajo invisible

El badajo invisible
me golpeó sin misericordia las costillas.

Yo esperaba el filo dulce de una guillotina.
Morir de viuda negra,
luego de conocer un secreto,
atenazando una cintura.

(Tonta reflexión,
de eso se trata mi veneno)

Pero el badajo
me quiere inmolar las retinas,
me despierta,
me seduce soles.

No puedo, le digo, y no le interesa.

Me duele el pecho,
me tiemblan las manos,
(ni se imagina que la miro a los ojos,
es otra la letra de mis desvelos,
ya se han acostumbrado,
luna a soportarme,
otra a escucharme)
Entonces no sé a cual,
a cual de los personajes,
romper contra las tablas.

2002

El viento en mi ventana.

Hoy he escuchado el sonido del viento.
He visto temblar los vidrios de mi ventana.
Sentido un temblor debajo de mi cama.

He salido descalzo a contemplar este amanecer.
Un amanecer de nubes rojas, cielo azul, valle verde.

Hoy me ha asaltado una esperanza ingenua.

Multitudes de obreros en sus bicicletas;
conformes, saciados, plenos de planes.
Gentío sus hijos, con sus carpetas,
caminando, orgullosos, a la clase pública y gratuita.

Han tomado las fábricas y las han puesto a trabajar.
Han tomado las escuelas y se han puesto a aprender.
Han tomado los caminos y se han puesto a gobernar.

Hoy, no veo el control azul,
cuidar las propiedades de los ladrones,
liberar la zona para los asesinos,
comerciar éxtasis en las esquinas.

No escucho discursos,
justificando el despojo, la usura, la explotación.
No veo la lágrima de una madre,
ante la ausencia y la inanición de su hijo.
No veo a las niñas vendiendo,
su cuerpo en las estaciones.

Han abolido los documentos, las fronteras y las cárceles.
No escucho más las marchas, tambores, ni arengas.
Ni veo esos trapos inútiles en los mástiles.

Hoy, simplemente, por que lo he querido,
he rezado, he producido, he salido al sol.
No he tenido muros que encerraran
a mi princesa tras el silencio.

Hoy el viento acude furioso a mi ventana.
El sol derrite las grietas del pasado.
La música invade cada espacio de los mosaicos.

Hoy mi pueblo es libre, puro y simple.
Hoy mi pueblo disfruta del producto de sus manos.
Nadie le roba la libertad, la igualdad, ni su excedente.

Y si esto es un sueño.
Mejor, no me despierten.

2002

Electrocución

Me han enumerado los riesgos del café.

Hipertensión,
litiasis renal,
quedar pegado al cable de la cafetera.

Sin embargo estoy revolviendo el azúcar.

¿Tener un ACV?
¿Quién se apiolará de las pelotudeces que diga?
¿Serán distintas de las de siempre?
Volver al niño, la inocencia, los pañales.

¿Un infarto renal?
¿Hincharme de mis propios líquidos?
¿Será lo mismo lumbalgia que orquitis?
Ni conozco un golpe durante una pelea.

Electrocución.
Ah, sí, esa sí que es posta.
Los músculos descoyuntados.
La grasa ebullendo dentro de la piel.
Pero cinco minutos… dicen…

Cinco minutos para pensar en Ellos,
y arrepentirme de mis pecados.

2002

Encefalocardioepidídimico

Una prueba con titulaciones radioopacas.
Una tomografía computada.
Que descubra antes que mi cáncer.
La razón de mis esperas.

Ya me han confirmado la inexistencia de lobotomías.
La firmeza de mis erecciones.
La ductilidad de mi lengua.
La rapidez de mis eyaculaciones.

He pasado airoso todos los test de conocimientos adquiridos.
Con un alto coeficiente de aciertos.
Virtudes de las distribuciones de Poisson.
Hasta me han dado diplomas en los juegos de palabras.

Han encontrado razones operativas.
A pesar de cierta creatividad innata.
Para los fracasos de mis proyectos.
Pero nada preocupante,
me han dicho,
a Kafka tambien le ha pasado.

Me han medido en las comparaciones
me han incorporado a sus estadísticas.
Han visto otros borrachos con altos rendimientos eyaculatorios
Aunque yo les dije que no bebía.
Han visto otros delincuentes esperados a su excarcelaciones
Aunque yo le dije que jamás había delinquido.
Han visto otros mitómanos inventando nuevas patas.
Aunque yo les dije que jamás había mentido.
Han visto otros verdugos paseandose luego de los indultos.
Aunque yo les dije que jamás había golpeado.

Del estudio cardiológico secreto se desprenden.
Un leve taquicardia en los encajes de las enfermeras.
Un normopulso a las manos de los médicos.
Disnea ante la carita de sueño de las residentes.
Una preocupante arritmia en las tardes de lluvia.

Me han entregado el histograma del catalogado de visitas.
Han detectado columna vacía en los rótulos,
jefes, políticos y prostitutas.
Discretas longitudes en las formalidades.
Altas cotas en soñadores y delirantes.

Han terminado en forma abrupta.
Las entrevistas psiquiátricas,
al arrojarse los terapeutas por la ventana.
La ayuda espiritual,
al huir el cura con una evangelista.
La visita de la muerte
que viene, se me caga de risa y se lleva a otro.

Finalmente me dieron el alta.
Sin haberme diagnósticado.
La ciencia tampoco encuentra explicación.

Nadie sabe porque no tengo quien me ame.

2002

Enrejado

Detrás de las rejas,
hay un niño, protegido,
de amenazas, aventuras y amistades.

Detrás de las líneas,
hay un hombre,
aterrado, informe, sosegado.

Un niño,
que camina en círculos
desde su vientre hasta su espalda,
indiferente al sonido del agua,
el color de las orquídeas,
los caminos de las hormigas.

Un hombre,
que rodea con sus puños
cada centímetro del metal,
montículo de monedas,
catálogo de código de barras.

2002

Entrá sin golpear

Sí ya conocés los delirios de mis furias.
Que detrás de esta pobre ropa,
hay una piel siempre puntillosa.

Que detrás de mis ventanas de lluvia,
hay espectros de prismas blancos.
Escondidas en mis silencios,
verborragias de papel.
En mi desorden
una vida sencilla.

Que detrás de mi timidez,
guardo erecciones aún no usadas;
en mis respetuosos saludos,
quien te deje sin aire,
y sea mi boca siempre correcta,
la que te haga pronunciar adjetivos soeces.

Que mis puertas de añosas bisagras,
sólo se abren hacia adentro
hacia las frescuras de un niño,
y mis brazos que no saben buscarte,
se desharán en abrazos.

Entonces, si lo sabés,
empujá la puerta,
está sin llave.

Tengo la pava siempre al fuego.
La yerba aún sin mojar.

Entrá a mi patio de prisionero.
Que te enseñaré como destilar colores,
de las hojas de un almanaque.

2002

Escalerita de caracol

Las laderas de Buenos Aires,
derraman aceites sobre las juntas de las baldosas,
Las bocas de los hormigueros se declaran en asamblea.
Y el cielo sigue cayendose en cuotas intangibles.

Despertarse a comtramano cuando el sol se ha ido a dormir,
enfría la piel del vampiro,
que ha olvidado
sabor,
densidad,
textura,
de la sangre de un orgasmo,
debajo de los dientes.

Le molesta la marca en la frente que lo designa de gris,
ante las marquesinas de los restaurantes, los teatros y los hoteles.

Por eso ata las alas,
para que no se sepa en que badajo ha depositado la sordera.

Cuando el sol hiere pupilas añora los párpados lejanos,
que se cerraban de entrega en la herida de los colmillos.

Pero ese campanario,
fue despedazado por los puñales del olvido,
y hay escases de carrillones.
o quizá aquellas cuerdas se enmohecieron de traiciones.

Las oraciones cuestan un poco más,
cuando sólo se oyen los tintineos,
de parcas monedas que calmen, apenas,
el hambre de hoy.
Cuando los cirios sólo se encienden
para iluminar los pasos hacia las sábanas,
oscuras por falta de pago.

Entonces sale a caminar veredas negras,
aceitadas de la esencia de los dinosaurios,
escapadas de las bocas de mamuts,
mientras lo vigilan los lobos azules,
de ojos intermitentes.

O quizá ya no.
Ya no ocupará una fosa sin nombre,
por ser jóven
sino un epitafio que no será leído,
por ser viejo.

Siempre los ojos se limitan a ver las luces
que ruedan alrededor de su espacio egocéntrico,
donde la piel extraña escaleras de caracol,
hacia el centro de alguna galaxia,
y acometen vomitos de sapo,
guardados al beso de alguna princesa.
O quizá no,
quizá ya sea el tiempo del te con leche.
O quizá no, no, seguro que no,
la piel quiere morirse caliente,
antes que adormecerse de palomas,
porque la piel no eligió olvidos,
porque la piel espera
y la noche es perra.
Entonces, un crecer travesias de nocturnas lapidaciones

Y buscar ese leve e intenso resplandor de estrellas.
Que se dá puntualmente, en un tiempo prefijado.
en cada fase de luna.

Donde crecen ciertos espantos de luces,
una leuca página violada de araña verde,
que será besada como la ovoide foto de una tumba,
por el simple horror de haber una boca que no será besada.

Como un mármol oscuro atravesado de un láser rubí,
la tarde inclina sus árboles al paso de zapatillas.

Que es cuando ella toca el timbre,
y él sale en castillo ajeno con una llave prestada,
custodiado por un guardia de siberia
a franquearle el paso.

Y con una palpitación rebelde,
la mira tontamente a los ojos,
y se olvida,
al menos por un rato,
que podría ser su hija.

2002

Escondido en la sombra.

¿De que lado quedó la sombra?
¿Porque se empecina en venir a buscarme?

Yo que cierro las ventanas,
y las nubes me quiebran los picaportes.

Entonces me arrincono,
con los dientes mordiéndome las rodillas,
para que el mar no me congele,
la montaña no me cause escalofríos.

Pero el sol
reseca las pinoteas de mis marcos,
quiebra la rigidez de mis sonrisas de yeso
y no me deja escapar.

Y doy la espalda,
me enjugo las lágrimas,
me limpio los mocos con la manga,
y cuento el desfile de hormigas,
que se han robado mis galletitas de agua.

Es inútil.
Pateo los zócalos,
y las cucarachas hacen silencio.

Que quiero la noche.
Pero un azul se derrama por el ladrillo,
que digo: ¡Que me importa!,
cuando me importa cada centímetro de sus uñas.

Y esa nube que no es de invierno,
ese viento no trae remolinos de hojarascas,
es un verano absurdo,
retraído en montañas de primavera.

Porque no sé.
¡Ay, que no sé!
No sé si jugar al yoyo,
abrir secretos de Pandora,
o contar las líneas de los pentágonos de las tortugas.

Y me nacen sombras en la espalda,
que apuntan a vértices infinitos,
pero no quiero ir.
Porque es inútil.

Caminar en playas de luna,
sólo me trae oscuridades de pozos ciegos.

Y no poder desviar mis ojos,
no poder detener mis falanges.

Y decir:
¡Que me importa!.
Para terminar tragándome el vómito.

2002

Expoliax

No han dejado marca del despojo.
De limpios guantes, encajes, tasas.
Nos acunan, nos palmean, no acorralan.

Quizá seamos niños ingenuos,
títeres dóciles,
en su ventriloquismo usado.

Pero, ya basta,
nos quitaremos la pintura del rostro,
borraremos nuestro silencio de mimo.

Para que la pureza sea mañana,
tendré que gritar hoy,
aunque un guante negro,
me abra el pecho.

2002

Formicando

Las hormigas,
tenacidades inexplicables,
marchamos de víboras sendas,
ciega y organizadamente,
hacia tu bizcochuelo.

Crash, crash. Crash.

Mientras crees que bebemos tus venenos,
nos ahogamos en tus inundaciones,
nos quemamos en tus incendios,
seguimos formicando,
que es nuestro destino.

Crash, crash, crash, crash…

Solemos horadar oscuridades de cuevas,
transitar en la sombra y en la luz,
transformar la roca en espuma,
para que te quedes con el verde,
luego de patearnos las cabezas,
denostando nuestra perseverancia.

Crash, crash, crash, crash…

Formicamos cuando dormís,
robás, mentís, eyaculás y matás.
Formicamos cuando respirás,
cantás, tomás, apuntás y disparás.
Formicamos por que allí esta el sol,
que nos explica la hoja cada día.
Formicamos sin que lo pidas,
porque así siempre lo hemos hecho.

Crash, crash, crash, crash…

Estuviste tan preocupado en mentir;
que te olvidaste de tu alacena;
esa que llenaste de nuestras entregas,
desventajas de la inocencia ciega.
Asolaste el campo hasta los ojos,
enturbiaste el agua hasta las manos,
y ahora mirás nuestra senda.
Y no tenemos tranquera, ni molino.

Tuyas, las vaquitas, siempre tuyas.

Crash, crash, crash, crash…

Pero pasa que también debemos,
debemos cumplir con la especie,
debemos seguir de espaldas cargadas,
debemos llegar al centro de la tierra.

Crash, crash, crash, crash…

Seguiremos formicando,
ya hemos visto las rosas de tu jardín,
olfateado la mugre de tus sábanas,
percibido el ácido de tu pólvora.
Y hasta allí vamos.

Crash, crash, crash, crash…

No alcanzaran tus ramas, talones, fuegos y venenos,
somos ciegas y millones, tercas y decididas.
Queremos las migas de nuestro trigo,
las semillas de nuestros girasoles.

Crash, crash, crash, crash…

Aunque una sola te formique,
será suficiente.
Una sola,
que te coma el humor vítreo de los ojos.
Una sola,
que invada la seda de tu amante.
Una sola,
que mastique los números de tus billetes.

Crash, crash, crash, crash…

No le grites a las cigarras,
ellas no vendrán,
están alegres y distraídas,
consumiendo sus cigarros de olvido,
esos mismos que les vendiste.

2002

Fuente de otoño

Escuché tu aletear de luciérnaga.
Me llamaste de luces de la tarde.
Dejé mi oso peluche,
y destroné mis miedos.

Me senté como un niño en la fuente,
queriendo atrapar tu mano,
que jugaba a ser descubierta.

¿Que harías si, justo ahora,
tu nieta te trae la muñeca?
Trampas, dulces trampas olvidadas.
Un arco iris que rompe telarañas,
de aquellos que fuimos,
de estos que somos.

Atravesé tus labios,
del sagrado fuego juvenil.
Casi, casi, no lo recordaba.

Ahora, bien,
volvamos a lo nuestro:
¿Que tenés que hacer
desde ahora hasta el ocaso?

2002

Gala Dalí observada por hombres de Magritte.

Los hombres a través de la ventana,
la tarde fresca,
la ventana gris,
colores primarios,
cielo de bandera argentina.

Y te siento allí,
sentada de vos,
vos frente a vos,
contando las perlas,
saliéndote para buscarme.

Una palabra cayó sobre la alfombra,
recorrió los pisos de la habitación,
hacia la cocina, el baño,
golpeó contra la columna de mi mármol,
y salió al sol del patio.

Y los hombres, jetros, perfectos,
que miran a través de la ventana,
un mundo de corbatas planchadas.
Y les das la espalda.

Tu espalda de valles transitados,
sólo por las caricias de los versos de los poetas.

Luego, todo mío, aunque lejana.

Me pincharé el dedo con la rueca,
a la hora del ángelus,
que es cuando tu rostro es más blanco,
más luminoso y más lejano.

Entraré a mi cuarto lúgubre, oscuro, sombrío.
Donde las miradas de los hombres,
no horadan desde la ventana.
Y dormiré mi amor sin tiempo.

Ellos no saben de mi amor,
de mi letra ensimismada,
de mi espera inútil,
de tu camisa,
tu pelo
y tus manos cruzadas.

Mañana te irás.
Te escribiré cada día un poema.
Ellos creen en las despedidas,
yo en la eternidad.

Perecerán los puentes,
del óxido de mis lágrimas.
Cuando yo soy feliz,
sólo con nombrarte.

Esos hombres de sombreros mágicos,
creen en la sangre de los orfanatos,
pero no saben de mi sangre,
resucitada, regurgitada, agitada,
a la hora del ángelus,
por tu boca ajena.

Quizá me compre una camisa,
del mismo color de tus ojos,
para colgarla de espejo y nombrarte.

Te irás y no lo lamento.
Te irás a volar entre los incineradores,
a nadar sobre las vías del subte,
a sonreírle a la vaca de la ruta nueve.

Y yo te amaré.
Te pintaré sobre la pared del desván,
desplegaré tu blanco sobre mi cuaderno,
le daré la forma caprichosa de un poema.

Y lo recitaré al viento,
para beneplácito de los hombres,
que miran absortos por la ventana.
Ellos, hablarán de la belleza de las palabras.

Porque, ellos, no saben, en realidad,
que yo sólo hablo de tu belleza,
que entra algunas tardes,
cuando levantas los ojos,
sólo… solamente para mirarme.

PD: Jetro: Hombre de traje o boncha de jetra.

2002

Ghettos sudacas

Nunca pases por un ghetto sudaca,
no te detengas ante el semáforo,
ni lo cruces a plena luz.

Allí, decimos en los quinchos,
sólo hay ladrones, borrachos, violadores y prostitutas.
Son vagos que no conocen Orlando ni París.
Hijos sin padre que vuelan de coca y Poxiram.

En los bunkers sudaca, en cambio,
(rejas, vigiladores y láser),
radica la esencia de la raza,
los futuros perpetuados en bronce.
Fortalezas elevadas de estirpe,
(cuentas suizas, narcodólares, coimas parlamentarias)
Prohombres que escribiremos la historia
(deudas que pagan otros, corrupciones.

En los ghettos sudaca, cuidado,
viven esos salvajes, enemigos de la civilización,
ignorantes que no conocen a Bush,
supersticiosos que tapan los agujeros de sus chozas,
con fotos de Jesús, Evita, el Che y Maradona.

Se les ve en la piel su pobre ascendencia,
(quechua, aymará, querandí, comechingón, guaraní, charrua, africana)
cuando se acercan a limpiarte el parabrisas,
perdirte una moneda con un crío en brazos,
con su olor a porro y vino en caja,
con su espalda doblada de madre de 13 años.

En los quinchos deliberamos, por suerte,
luego del hoyo 18, asado y whisky importado,
como deshacerse de ellos.
Ya no necesitamos su mano de obra barata,
su carne de cañón en guerra libertadora,
y sus votos nos cuestan cada día más empanadas.

Ha de ser urgente.
Andan cortando rutas,
instruyéndose sobre el valor de un libro,
la importancia de la solidaridad,
su inalienable dignidad de hijos de Dios.

¿Que discurso al pie de la Bastilla es ese?

Otra vez esos subversivos
intelectuales, pastores y sotanas jóvenes,
que se internan en sus aguas servidas,
les apagan sus televisores para confundirlos,
hablándoles de otro mundo posible y distinto.

Pero vos, encuchá nuestros noticieros.

No te detengas en una villa,
(sólo quieren tu auto y el cuerpo de tu hermana)
No mires sus montañas de cartones reciclados,
(las cambian por merca, que nosotros les vendemos.
No compres sus cobros por indemnizaciones,
(justa paga por negarse a la esclavitud)

Tené en cuenta, imberbe tonto,
que si no seguís estas verdades,
como a tus padres,
te haremos desaparecer.

2002

Girando alrededor de una estrella invisible.

Sigo girando de eternos espines,
alrededor de mi estrella invisible,
que no tiene nombre,
ni catálogo,
ni magnitud.

Ha colapsado a su centro,
con toda mi luz,
en su luz,
tragada de sí,
en el abismo.

¿Que verán?

Nada.
Una roca excéntrica
girando alrededor de la nada.
Sólo yo que giro
inventando un centro que no existe.

O quizá… si exista.

Si no escaparía en radios exógenos
hacia el fondo límite de las fronteras inacabadas.

Es tan grande su densidad,
(y no saberlo)

Mejor me quedo aquí,
ya de cristales congelados,
ya de furia incendiaria.
Demasiada levedad,
para engullirme a su centro.

2002

Gracias por tu foto

Gracias por prestarme tu foto,
esa que entraba justito en mi marco vacío.
(¿Cómo cual?,
esa que te saco cada vez que te parpadeo)

Es lo único que tengo,
un marco y ninguna foto,
ni el color de tu pecho,
ni la temperatura de tu mano.
Y sin embargo,
un amor de siglos.

Gracias por dibujarte de mis sombras.
Por sentarte en mi altar,
por adivinar los gestos,
las muecas,
las sonrisas,
que me han hecho soñar.
Tu ingenuidad dibujada,
tu levedad dibujada,
tu virginidad dibujada.

Ah, te vas de viaje,
lástima,
voy para el otro lado.

Hacia donde vas,
ya estuve,
es un hermoso, delicioso paraje,
pero por no llevar efectivo,
me tuve que volver solo,
sin equipaje,
sin sangre,
sin esperanza.

Llevá suficiente combustible,
No.
Con el que inflama el pecho no es suficiente.
Yo también lo creí,
y la ruta de regreso se hizo desierto.

Pero, gracias por tu foto.

Haré un documento falso.
Cuando llegue a mi estación;
cuando los guardias blancos me interroguen,
cuando vean mis sucias marcas,
lo sacaré,
lo mostraré,
diré:
”Pero caballeros,
caramba,
fui amigo de ella,
permitanme el paso”.

Si no los convenzo,
esperaré algún par de milenios,
a que me recuerdes,
y por el único poder de tu nombre,
tramites mi Habeas Corpus.

2002

He besado a un hombre.

He besado a un hombre,
sí, lo he besado,
y no me avergüenzo.

Tenía leve barba, casi como la mía,
leve mirada, casi como la mía,
larga memoria, más larga que la mía,
largos huesos, más anchos que los míos.

Lo abracé a ambos lados del cuello,
le vi brillar la mirada,
con colores de fotos sepia.
Algo que había olvidado.

Pero, lo he abrazado,
se me avino el corazón,
de telarañosos rincones,
se me agolparon las rodillas,
de rótulas casi idénticas.

Sí, he besado un hombre,
que creció sin que lo viera,
He abrazado un hombre,
que guarda secretos que no conozco.

2002

Herencia

¿A quién legaré todo lo aprendido?
¿A quién le regalaré esta caja de fósforos vacía?

Un parche de rock&roll que descona.
Estos poemas que nadié leera.
Un corazón empecinado en la pureza.
Un estómago vacío que borbora la pobreza.

¿A quien le contaré del pájaro en el árbol,
del trotar de los perros libres,
del arena fría que se trepa por los dedos,
los niños que corren por las plazas?
Sólo me han quedado estas miguitas de pan.
Y mirar tu foto.

He esperado junto al teléfono,
teléfono que no es el mío,
pero que guardás en la agenda.
Y no sé porque era tu voz la que esperaba.
Quizá por que sea tu timbre
el que reemplazará mis agonías.

Otra vez miré,
al pasar por enfrente,
tu ventana.
Siempre lo hago.
Miro la tuya y la de tu hermana.

Esta espalda se da por vencida,
y miro tu ventana.

Estoy, sabés, cansado de esperas.
y te escribo en la cobarde seguridad
que nunca leeras mis poemas.
Pero recuerdo cuando te dormías de arrullo,
entre mis brazos.

Pero mi espalda esta muy cansada.
No he podido saber de tus alegrías y melancolías,
desde aquel día que tuve que cruzar el umbral,
sólo para hundirme con la fatalidad de un cálculo,
en las sombras de las telarañas.

Es cierto, ya lo sabía, no hay otro destino,
pero he preferido ser víctima de tu olvido,
a que vos fueras carne de mis amarguras.

Sabés (que novedad), estoy sólo.
La soledad es la peor de las compañeras.
Te grita desde el abismo,
huele al estiercol de las prostitutas,
aconseja como espinas del desierto.
Te empaña los ojos,
para no dejarte ver,
como ahora,
la última palabra del renglón.

Pero, debo decirte, aunque me pese,
que me he enamorado tantas veces.
Lo he hecho antes y después de nombrarte,
pero nunca cuando respirabas cerca de mis manos.
He contado tantas veces tus respiros,
me he desvelado tantas veces de tu llanto.

Sí, no es que te importe,
como a mí sí me importa
en que ocupas tus sentimientos.

Sólo que tu corazón es libre,
el mío, atado a las eternas promesas.

Un consejo, así al pasar,
de esos que jamás tuve la soberbia de dictarte,
cuidate de quien reciba tu promesa.

No. No temas.
No hablaré de ella,
ni para bien ni para mal,
ella es pasado para mí,
y yo soy pasado para ella,
presente para vos y tu hermana.

Es que el enamorarse a mis años,
no es dicha como a los tuyos.
Es ver pasar los rios,
sin poder refrescarse en ellos.
Es quebrarse los labios de sed,
sin poder beber.
Es ver crecer niños,
que nunca serán los tuyos,
y a los tuyos,
se los ha robado la noche.

¿Para que escribo esto,
si sé que jamás lo leeras?
Porque quizá alguien te haya susurrado,
que la soledad es mi destino.
Pero quien te lo haya dicho,
sabemos, nunca me amó.

¿Como podría ser mejor esta soledad,
que la alegría de verlos,
cada día, cada tarde, cada noche?

Ya no quiero esta soledad.
Estoy arto de combatir las cucarachas.
De no saber que hacer con los botones de mi camisa,
no tener con quien ver una película,
a quien comentarle un libro.

He hecho tan buenos amigos.
He tenido júbilos de letras, de palmas, de ojos.
Pero ellas no van entibiar mis sábanas.
Ni ellos van a llenar mi alacena vacía.

¿A quien le heredaré estas caricias,
si el teléfono no llama?
(Ah… decile a tu hermana que también la amo)

No se cuando.
Pero esta piel se quiere ir a dormir.
Quizá pueda escribir algún poema mas.
Palabras inútiles que me he acostumbrado a garabatear.
Tan inútiles que no me sirven para que estés a mi lado.

Como te decía,
enamorarse,
enamorarse no esta bien.
No está bien a mis años,
cuando a nadie ya le interesa,
saltar las tranqueras del pecado,
para condenarse junto a mis huesos.

¿A quien heredaré estas palabras,
si no serán tus manos, hijo,
las que cerrarán los ojos?

2002

Hijos

¿Hasta cuando seguiré
soñando pesadillas de contarte,
nuevos cuentos?

Acompañarte de recuerdos,
a tus nuevos partidos de Básquet

Dejar ganarme un fulbito,
para hacer crecer tu autoestima,
hasta que te dieras cuenta,
y ya no te pueda ganar

Te soñé, hijo, caminando a mi lado.
Contándome de esos libros,
que yo no he leído.
Tus series japonesas;
iguales y distintas,
que las que antes compartimos.

Te soñé, hija,
presentándome a tu novio,
que ya es hora.
O decirle a tus amigas,
este es mi padre.

Este padre,
que pocas veces elevó la voz,
nunca levantó su mano,
jamás impuso límites,
pues no creyó, cree, ni creerá,
en enseñanzas que no partan del ejemplo.

Este padre,
prefirió perder lo que más quiso,
lo que soñó, deseó, engendró y bendijo,
antes de someterlos a una lucha de botín,
antes de escucharle furiosos golpes en las puertas.

Este padre,
aún no los ha avergonzado,
con la pertenencia de una amante.
Ustedes son la verdadera causa;
causa sin el morral de las culpas,
de mi persistencia moral.

Este padre,
que se ha autoexcomulgado,
cuando cruzó el umbral,
no los ha abandonado nunca,
y sigue rezando por ustedes,
aunque le espere la oscuridad final.

Quizá sea el dormir, solo,
en la pieza que les fue suya,
antes, mucho antes,
de la amargura.

Y si alguna vez,
seudónimo por medio,
llegan a leer este tonto poema,
no es para que lloren,
no es para que se apenen.

Simplemente,
es una oración elevada a Dios,
dueño de las ondas electromagnéticas,
galaxias y agujeros negros,
para decirle al universo,
lo que nunca me escucharon:
¡Cuánto los quiero!

2002

Hombre de Arena

Cuervos negros sobrevuelan,
yo, en mi desierto sostenido por un perfume.

El hambre que te cerca,
la esperanza que se esfuma.

Unos amigos que te llaman.

Seré olvidado como el soldado desconocido.
Los perros mearán mi tumba.

¿Que más?

Soportar el sol,
la garganta anudada,
la fatiga de esperar,
mañanas de vacíos,
el sueño de no soñar,
sólo para verla,
sólo verla un momento.
(¿Que sabrás del precio del silencio?
Ojala, nunca tengas que pagarlo.
Nada es tu culpa.
Sólo es tu imagen,
un oasis que me refresca.
Uff, que calor que hace aquí.)

Xilocaína,
bisturí.

Una foto de Ellos,
Una foto de una amiga.

Otra foto.

(Ninguna tuya)

Eso es todo.

Primero debo correrlas,
verlos a los ojos,
antes de tomar el frasco
¿Cuanto tiempo detendrán el corte?

Música de Rock and Roll,
Adrenalina.
Paz a mis venas.
Estallido de mis oídos.

Campanas del Infierno.

Entraré más divertido que el Dante.
Menos platónico, pero más loco.

Nada de alcohol.
Sin conocer otro pecado que desear mi propia muerte.
Sin otra mujer,
Sin mis hijos,
Sin un minuto de paz.

Otro tren que se escapa,
no pregunté el destino,
quizá no me hubieran pedido boleto.

Que frío en este andén.

Es tan fácil confundir cielo con infierno,
cielo azul con sufrimiento,
acero con nubes de algodón.

Las sonrisas arrastradas por los pastos incendiados.

La sangre de tus poemas con la letra de tus venas,
El aroma de su mano, el ahogo del esperma.

¡How i wish, how i wish you were here!

2002

Huele la caja

Huele la caja,
de dimensiones exactas;
de manos juntas.
¿Que sería de un lugar para mí?,
para saber,
enterarme,
que te contaran los duendes
en esta noche a la que te vas.
Tus ojos cerrados,
tus dedos crispados,
tu boca fría,
simples misterios cerrados,
cerrados a la luz,
cerrados a la vida.

Dame un lugar en tu caja,
llévame a tu entierro,
quiero descubrirte
hedionda y fagocitada,
vos que me diste almendras,
vos que me curaste hambres.
Regalame las horas de tu noche,
para contar cada pelo de tu cuello,
cada gota de tu sexo,
cada hueso de tus manos,
un lugar de tu historia,
mi historia,
camino corto de sepulcros,
de jurada eternidad.

Y bien, dame tu noche,
tu polvo, tu aire, tus iras,
para pasarlas frente a todos.

2002

Incógnita

Ciertamente,
vos no me amás,
ni yo te amo.

Pero,
el café tiene otro gusto,
cuando viene de tus manos.

Yo he perdido algunas inocencias,
que hacen juego con este fondo de nostalgias.
Mi sonrisa declama desde un vaso,
aunque no tengo nieves que denuncien mi tiempo.

Tu piel ha ganado algunas marcas,
que conjugan con los papeles arrojados.
Pero creo adivinar algunas rosas,
debajo del pliegue de tu falda.

No son maldiciones gitanas,
las que me persiguen,
crujiéndome los nudillos.
Sólo una consecuencia
de la perversidad de mis silencios

Mientras barro el polvo de mis caminos,
hago rondas de arroz con leche,
esperando aún salir a jugar.
¿De que color son las puertas que sabés abrir?

Espero en este bote a la deriva,
cursando derrotas de corrientes inesperadas,
con mi caña de pescar siempre altiva.
Aunque quizá no sepa de carnadas,
y cruces mis líneas indiferente.

Sin embargo, tengo una incógnita,
que no podrán develarme las estrellas.

¿A que sabrá tu piel,
bajo la luz de las candilejas?

2002

Intangible

Descubrime,
no hace falta ninguna lógica deductiva,
debajo de mi piel de iguana,
hay arterias diapasón,
que sonarán en tu leve caricia.

Creame,
no hacen falta hipótesis rivales,
dame los atributos celestes,
que tu boca necesite,
bajaré de mis ápsides a tu alcoba.

Modelame,
no hacen falta citas retóricas,
casi siento en mi cara,
tus manos de alfarera,
que no serán refutadas.

¿Seguimos?

Ya casi me dibujo en el cristal de tu ventana.
No le hagas caso a tu juicio.
No es una halógena espectrada,
en la trama de la cortina.
Soy yo que desciendo,
en cuantos dispersos,
por una escalera de luna.

Dibújame,
no hace falta ningún motor de inferencia.
Se divide la titulación de mi veneno,
gotas tus besos,
que recorren la cuesta de mi espalda.

Abracadabrizame,
no hacen falta predicciones inductivas.
Hay tránsitos en las constelaciones,
que decretan la pertenencia de mi luna,
para infiltrarme en tus versículos.

Acurrucame,
que no estoy fuera de contexto.
Estoy tan lejos de mi razón como de tu corazón,
pero tan cerca de tus oraciones como a veces de tus ojos,
para otra de mis falsas conclusiones.

Terminemos.
Que no quiero ser borrón ,
tiritando el frío de tu ignorar de papel,
Prefiero quedarme inerme,
descascarando con mi uña,
la pintura de una silla que no es tuya ni mía,
expiando si alguna vez pondrás,
(oh, aquellas glorias del pasado)
nuestras iniciales,
enmarcadas por un corazón.

2002

La araña

La araña tiene la paciencia de la espera.
Deja transcurrir las hesitaciones,
hasta que todas las rachas sean caras.

Ignora las neurosis placetarias,
porque ella,
mucho antes que los pescadores,
radica su éxito en el temblor de las redes.

Duerme mientras tanto…
(abajo había tapadita, barrilete, rayuela, poliladron, escondida,
abajo hay alcohol, sexo, rayas, cometa, robo, tortura, evasión)
hasta que la despierta la fatal distracción,
de mil ojos, ciegos, de no mirar el cielo.

La araña vive menos que el óxido de las puertas,
pero prefieren sus guaridas,
a ser encerradas en los sarcófagos.

Las arañas pacientes, aguardan…
a que unas monedas,
sean excusa de unas palabras…
y yo, al verla, la recuerde.

2002

La Palabra

La Palabra habitaba el tiempo,
que no corría por imperio del Orden.

La Palabra estalló
en mallas, torsiones, gravitaciones, disrupciones,
y la Palabra se hizo Luz.

La Palabra se derramó en ácidos,
batió los mares,
irrumpió en lunas amnióticas,

Y fue Eva, Elena, María, Constance, Yoko.

Acunó manzanas, desató guerras, lloró espinas,
provocó corcheas, alzó cápsulas servidas.

La Palabra, trepó escalones,
para mirar el horizonte desde la Torre.
Entregó inferencias a Sócrates,
papiros a Hipatya,
moldes a Gütemberg.

Y fue Copérnico que le regaló cometas a Kepler.
Jungens satélites a Galileo,
Liebnitz infinitésimos a Newton,
Wallace especies a Darwin,
Proudhon razones a Marx.

La Palabra se disfraza, eleva y eclosiona.
Escupe arcilla e insufla péndulos.

Para que el ojo la descubra,
la boca la interpele,
el dolor la niegue,
y la pasión la hesite.

La Palabra se decanta,
en el lienzo de Pablo,
en la oda de Pablo,
en el violín de Pablo.

La Palabra me atravesaba,
de aprecio por la palabra,
mientras medía la constante de Jules,
puteaba por la mugre de los pasillos,
el destino de cuerpos sin tumbas,
y las bocas que nunca besaría.

Y la Palabra me desbordó; en versos ingenuos,
que buscaban en la simple belleza,
la incontrastable verdad del agua.

Y la Palabra se oculta,
en el valle fértil de sus interjecciones,
sus intersticios y sus interpretaciones.
Para mirarse a si misma, en el amor de su aliento.

Y descubro que siempre la llevaré en mis versos,
escondida en la inefabilidad de su belleza
aunque nunca la pueda guardar entre las páginas de un libro.

La Palabra se oculta en mis dedos,
en los sueños del pasado,
la imagen de las palomas,
hasta que un momento más tarde del Ángelus,
descubra el esplendor de un silencio,
a la hora del mate.

2002

Lightfeet

1

He caminado largas avenidas equidistantes.
Las he medido de normas no euclídeas.
Para saber porque siempre estás allí.
Pero nunca llego.
Detrás de alguna puerta,
durmiendo un cansancio,
con tus ojos de sueño.
Y tu pie salido de la sábana,
alumbrado de luna.

2

Te he alumbrado.
No sólo desde las curvas caderas suceden los partos.
Mís fémures paralelos no sólo se han dibujado.
en los arreboles de tela, para una simple entrega.

Te he pintado de esperanzas, con crayones prestados.
He escuchado tus saltos de soga con un cordón de nueve lunas.
He soplado tus vientos de hamaca con una bicicleta partida.

Y de tus pies, que cabian mansos en mi boca,
nos ha nacido una noche que yo no esperaba.

Pero sabrás, algún día sucederá,
hay libros en las cuadraturas,
que emanan palabras no articuladas.

Pues, digo, que tus pies vuelan a la luz,
porque así yo lo he pedido.

3

Las rayuelas dibujadas con racimos de uvas,
delatan sombras de resolanas.
Tu caleidoscopio se ha rebelado en una tarde de limonada.
Entregando ojos que miran ojos en círculos de fuego.

En tus manos de té he visto cuadernos espiralados;
historias de noviembres, de escorpiones heridos,
esos, tus muertos, que salen con sus sillas de paja,
a beber el fresco de la vereda.

Y ahora, tus zapatos gastados de veredas ciegas,
buscando ventanillas absurdas,
para que tontas fogocitadoras de culebrones,
pronuncien sus frases celebres a los desocupados.

Tus pies, sin embargo,
convierten las sombras en soles de sábados,
para iluminar tus poemas con una sonrisa.

4

No es posible abjurar de las posesiones.
Aunque me bañe mil veces en las fuentes sagradas,
no podré quitarme el aroma de tu piel.

Aunque le grite al mundo mi rencor, tu traición,
no podré olvidarme de nuestras sábanas.

Es que los olvidos se alimentan de los recuerdos.
No podré mentirme en las plazas de las hogueras,
diciendole a los inquisidores,
que yo jamás he besado tus pies a la luz de una vela.

5

Vaya uno a saber la gracia de un tutu.
O que habrá sido de tus zapatillas de punta.
Que significará hoy cruzar esos puentes entre edificios.
¡Que se yo!

Los duendes se escapan por ventanas no terminadas.

Cuando yo llegué ya habian
rematado la última sandía del verano.
Claro, yo tampoco puedo ya caminar con las manos.
Y hace rato que perdí la última inocencia que me quedaba

Pasa que le temo a las termitas.
Y no distingo, a veces, los limones
que me arrojas contra mis ventanas cerradas.
Formas tan distintas de disfrutar el otoño.

No hace falta preguntar.
(¿A que tanta pregunta?)
Si sabemos que tus pies están impregnados,
del fósforo de las anémonas.

Pasa que esas mismas hojas
que nos aliviaban el sol de la tarde.
Ahora se consumen al sonido de una chispa,
iluminando rostros, rodillas, pies,
en un caldero de bruja española

6

Las flecha 26 descansando, inmóviles,
sobre el estribo.

Para que yo les desate el cordón.
Y tome en mis palmas tus pies.
Pequeños, blancos, infantiles.

Pies que hubieron montado zainos en pelo.
Para huir con tus rubirrojas crines,
de algun castigo de borrachera.

Y una tarde no escapar, sólo abrir los ojos.
Que no era sarampión, ni rubeola, ni gripe.
(Total de nada estabas vacunada)
Lo que te estaba cerrando los puños,
y durmiendote los pies.

Ah, tus pies en mi palma.
Mis pies prestandote pies.
Mi amor regalandote amor.
Un adiós como si tal cosa.

Un reencuentro.
Otro adiós.
Un adios definitivo,
sin mis manos acariciandote los pies.

Pero, así son las cosas.

Quizá me esperes con tu zaino.
(Para mi, que sea un manso caballo blanco)
Al borde de una nube.
Con tus pies llenos de luz.

7

Y creer en la eternidad de un orgasmo,
esperar ser devorado,
y que tu boca camine desde mi vientre,
como anaconda o sanguijuela,
masticando mi ombligo, mi plexo, mi esófago.

Es creer demasiado.

Porque luego de penetrar tu bahia.
de partir tus montañas,
incendiar tus bosques,
estallar mis volcanes.
Quiero quedarme.

Quiero quedarme
lubricado en la agitación de tu aliento,
Quiero quedarme,
una mañana,
para saber de tu pasta dental,
tu forma de hacer el café,
a que hora encenderás el lavarropas.

Porque sino es así, no quiero.
Ya he jugado de niño a las escondidas.
Al veo veo y a la mancha.

No creas en los privilegios de tu carne,
sin la ligadura de los compromisos.
Que quiero tener tus ojos,
tu camisa y tus sueños.

No me basta tu colección de corpiños.
Quiero llevarte el desayuno a la cama,
no sólo después del cigarrillo del reláx.
Sino para despertarte haciendote arañitas en la espalda.

Entonces, despues de este baile, princesa,
quede usted buscando principes,
el que calze esa bota de jinete.

Este leñador se irá caminando,
retrocediendo sus pasos de hojas secas.

8

Es tan dificil contarle a las jaurías,
que peno por tus pies, tu boca, tu omóplato.
Se ríen con sonidos de hienas,
en mis historias de poemas dulces,
letras ingenuas, mármoles puros.

Hay tantas lobas de sexo partido,
contando sus horas de Penélope,
mientras te contemplo,
a la luz de un farol.

Es tan dificil explicar a los cabríos,
que nunca amé de otra manera,
¿Porque destilarme de tu sexo,
que jamás tendré?
¡Que entienden los cerdos de perlas!

Ah, ver tus zapatillas llegar.
¡Que saben las jaurías!
Ah, morir de locura
por la suavidad de tu pie desnudo,
por la luz de tu sonrisa,
la sombras de tus dibujos japoneses.

Morir de locura. Morir de miel.
Simplemente, morir aquí.
Antes que las hienas me despedazen.

9

Como no decirtelo.
Tus pies en las estrellas.
Aplastando la cabeza de la serpiente.
Como no hablar de tu vientre bendito.
Tengo perlas en el bolsillo que te recuerdan.

Es tan cierto tu cielo.
Tus bellezas de luna.
Como mi noche,
que vuelve a buscar,
de tanto en tanto,
tu regazo herido de espinas.

Y que puedo hacer.
Si todas me recuerdan a vos.
Adolescente del si eterno.

Vengo aquí con cuentas entre los dedos.
A vos que lograste favores de aguas en vino.
Dame paz para convertir esta soledad,
en manso invierno.

Y, quien sabe.

Quizá, de todos modos,
conozca tus pasos de colores.

10

Dicen que los ángeles.
Pero yo, crecido de infiernos,
no he visto ninguno.

Quizá sea cierta la belleza de sus alas.
La levedad de sus rostros.
Pero, como dije, yo no he visto ninguno.

Y aunque me duela la costilla, declaro
no haber conocido creación mas excelsa que la mujer.
Por tanto dejenme embriagarme del perfume de sus polleras,
imaginar el deslizar de sus elásticos.
Dejen que la sombra de mis huesos
se iluminen de la elegancia de sus pasos.

2002

Luego de tu piel mis palmas.

Luego de tu piel,
mis palmas.

Iluminan los bosques de anémonas.

Raptan el arena del desierto,
para preguntarle al pasado,
de la textura de tu cuello.

Se me quema la línea de la muerte,
por el perfume de tus pechos.
Se me esfuma la noche de mis dedos,
en la maraña de tu sexo.

Me sobrevienen cantos de tribus,
que no adolecen,
que no extrañan,
regurgitan sus tambores,
al compás de sus vientres.

Acunan el calor de tus costillas,
para protegerte el fuego,
de tus mañanas.

Y si todo esto dicen mis manos,
que nunca habrán de conocerte.

¿Que será de la vasija,
en que se esconden tus canciones?

2002

Luna de enero.

1

Bajo la lámpara de nubes,
un mar de palabras olvidadas:

¡Buahh!
¡Pa¡
¡pido!,
¡viejo!,
¡adios!,
¡hola!

¡Sos lo más grande!
¡No sabés nada!
¡Enseñame!

Un balanceo de hamaca;
frente a la fuente,
la muñeca,
la pelota.

Y otra vez aquí,
olor a alcohol y espadol,
sonido de algodón;
Parece que esto yo ya lo ví.

2.

De la lluvia de tu lluvia,
del mar de tu mar,
del cuenco de tu cuenco.
He aquí, compañera,
nuevamente,
Sonido a canción de cuna.
Entra a ese chico que hace frío.

Rotos cristales de nieves dulces,
acariciando nuestras sienes,
para ver lo que quisimos ver.

Una Luna de luna ha crecido lunas,
hoy parece menos amarga esta tierra.

3

El agua a la temperatura justa,
un baño de azahares hipoalergénicos,
biberón con complemento de calcio,
súbame la lámpara,
bájeme el aire acondicionado.
Un bolsón de pañales extra chico.
obsequio del visitador de Roche.

Me quedaré en la puerta,
no interrumpiré.

Mi nieta tomando teta.

Algo pasó entre paciente y paciente.
Se me perdió un pintorcito rosa,
en un desván de mi otra casa.

4

Pero, Princesa, ¿Qué ha pasado?
El cielo se ha dormido en tu pelo despeinado,
una ola rompe detrás de tu camisón de medianoche.

Pero, Princesa, ¿Qué hago con esto?.
Tengo mármoles blancos prolijamente lijados para el dinenti,
un cascote rojo para la rayuela,
un espejito para tu bicicleta,
un caracol de tu baldecito de playa.

Ah, claro, Princesa, ¿Me prestás?

Yo te presté mi estetoscopio,
Te dejé tocar la bocina de mi auto,
Te di el control remoto y me sacaste el partido.

¿Me prestás tu Luna para pasear por la plaza?

2002

Lunáticos

Los poetas son lunáticos irredentos.
Y de eso se trata.

Todo sus poemarios la contienen,
un sinnúmero de veces;
conjugada, adjetivada, sustantivada,
junto a amor, cuerpo, lágrima o éxtasis.

No es posible explicarles texturas de rocas,
compararán una y otra vez,
sus valles luminosos,
con el vientre que contemplan,
y las naves salvajes,
con la pelusa de un ombligo

Todos, tarde o temprano,
sin importar su credo o filosofía,
caen en su hechizo.
La ven en todos los cuadros,
la escuchan en todas las melodías.
Le construyen altares,
aún cuando abominen de los dioses paganos.
Pues…
no hay forma de escapar.

Y por ahí andan,
lunáticos, delirantes, disparados,
con sus verdades reveladas.
Preguntándole a la gente,
que sólo la conoce por la TV,
si la han visto pasar.
Ignorando que ellos ignoran,
de sus ritos primitivos,
en las azoteas,
las rutas solitarias,
la orilla del mar.

Como yo,
que le rezó en los plenilunios,
le ilumine mi camino de ladrillos,
a mi vestal.

2002

Madreselvas

En los patios de malvones,
crecen amores de sombras diáfanas,
sábanas tendidas a la hora de la siesta.

Se escuchan palmas de niñas saltando la soga,
a los niños remontando estrellas,
antes de que el sol se apague
tras el molino atrapado de madreselvas.

Y ya es la hora,
faroles invadidos de libélulas,
que la pebeta* camina las veredas de ladrillo,
cuidando su blanca falda almidonada,
a la espera de un silbido,

hiedras tramadas en los alambres,
que regala un beso
antes de volver con el vino de la mesa.

2002

Maestluna

Ella tiene ojos que ven,
ángeles en los banderines de las marquesinas,
oídos que escuchan,
la caleidoscópica melodía de las llantas de los autos.

Descubre la geométrica sonrisa de los gatos;
en una tarde de paso lánguido,
la vigilia de los perros,
detrás de sus jaulas de patio.

Y yo, que digo adorar las palabras,
me descubro en una mentira,
porque he descubierto teoremas parciales,
sobre los pupitres, los monitores y las lápidas.

Pero me falta algo de su ojo y de su oído,
para descubrir, cada día,
la belleza que guardan las alcantarillas.

2002

Maldito fósforo

Él caminaba por la calle Corrientes;
ya había leído todas las Cimoc de Expolibro;
y salió a la vereda para conocer el sonido de pluma,
de un títere del Teatro San Martín.

Ella recien había sido abandonada por su amante,
tras una maratónica sesión de sexo, mentiras y videos,
el cual, al parecer con el agotamiento del deseo,
ya no le gustaba su nariz barbi,
y preferiría un toque de siliconas,
para poder jugar a la mancha.

El se encogió de hombros ante las marquesinas grandilocuentes,
miró al cielo para darse cuenta que no tenía paraguas,
pateó una lata de gaseosa que fue rápidamente subida a un changuito,
buscó los cigarrillos y sólo encontró una caja con tres fósforos.

Ella venía llorando,
escupiendo todas las placas de los hoteles,
recordando lo que mamá le decía.
Por suerte recordaba lo que mamá le decía,
a mamá, esa estúpida mojigata, no le fue mejor,
sometida a los antojos del comisario,
amen al santo padre.

El ya no lo pensó más,
tenía ganas de fumar,
ganas de contarle una historia ridícula,
enigmas filosóficos, versos mal rimados,
a una complaciente señorita,
que no le crea una sola palabra y le diga:
Me encanta que digas boludeces.
Por lo que empuño su dibujito de Fragata,
como si fuera una granada de mano,
para arrojarla detrás de la primer barricada de Cliba,
que se le apareciera.

Ella venía histérica por Paraná
buscando la parada del 39,
le gritó a un mimo que se callara,
le pareció dulce el cartel de Seineldin,
Ya a esta altura le pareció lo mismo,
decir todos los hombres son iguales,
o que lomo tienen los Strippers,
que se estaban besando en la parada de enfrente.

Cuando se percató que dejó el encendedor,
al costado de la vela roja.

Se acordó de Amado Nervo.
Bah, esos hombres no existen.

Él venía con un fósforo en la mano,
ella con el cigarrillo en la boca,
se encontraron en la esquina correspondiente.

Se miraron a los ojos,
él le recitó el verso primo de “Oh, tu”
ella elevó el pucho haciendo un sensual puchero,
como modelo de Lola Mora.

Él chispó el primer fósforo, se partió,
chispó el segundo, no encendió,
chispó el tercero, encendió
pero lo apagó una gota de lluvia.

Pero, cambió el semáforo,
ella corrió el treintainueve,
él se quedó con la caja vacía.

Otro amante suspirará por su nariz barbi.

Otra librería abierta.
Después.
Después de comprar un Cricket.

2002

Manos y bolsillos.

La mano que busca el vacío de un bolsillo.
La mano que encuentra un hueco infinito donde abrigar sus venas.
La mano que descubre que se le han escurrido los sueños por falta de hilo y aguja.
Una boca que te muerde el cuello mientras
la mano busca en el fondo del bolsillo un abrigo que no es chequera.

Una mano que revuelve en cada bolsillo, debajo de la agenda, la novela, el desodorante, las llaves, las entradas del cine de año pasado, una muñequita, cuatros dados, tres lapiceras, un dentífrico, un cepillo de dientes, un caja de chicles, una latita de caramelos, un cierre, las monedas… y el subte que se va…

Una mano sucia que busca en cada bolsillo,
cada bolsón, cada bolsa, un cartón, una lata, un pan…

Una mano sucia que pone en algún bolsillo, algo con manteca, para poder disfrutar el dantesco espectáculo, para que siga habiendo, manos sucias que revuelvan la basura.
Una mano que busca en el bolsillo un pañuelo para secarse lágrimas de olvido.
Una mano que se abriga en tu bolsillo, tu mano, tu pecho, tu abrazo.

La mano volvió su rostro supino hacia los ojos,
para que estos vieran el frío de los dedos.
Los ojos cruzaron sus dedos pestaña
y se clavaron estalactitas.

La mano descubrió rastros de óxido
entre las falanges y la línea de la vida,
que crecían lejos de las tramas de la tarde,
escondidas por una selva de telarañas,
hechas de polvos de agendas rotas.

La mano buscó el abrigo de un bolsillo.
Las uñas tenían añoranzas de cuna
entre un pañuelo y una llave.
Las yemas exploraron el hueco infinito
por donde se habían escapado las monedas de dos caras,
que corrieron apuradas al encuentro de la alcantarilla
detrás de un espejismo de bicicletas.

La mano corrió la cremallera de un pecho
cansado del soplido de los vientos,
para encontrar lentes que le ayudaran a mirar el horizonte,
pero sólo encontró una billetera vacía
y las palpitaciones incoordinadas de un corazón
que sigue esperando en vano.

La mano tuvo un temblor de lluvia de julio
en un papel apelmazado,
de dobleces añejos,
bordes teñidos de cuanta tinta derramada hubo sobre el muslo.
El bolsillo aún guardaba en un carozo de verano un centro incrustado de soles,
fiel escudero de la última carta de amor que alguna vez otra mano escribiera.

La mano trajo desde la cálida sombra de tela el papel.
Lo desplegó, cuadratura a cuadratura,
hasta los bordes truncos de un arranque de espiral.
Miró el dibujo infantil,
las palabras apenas aprendidas,
apenas trazadas.
Se le enredaron viejas canciones de cuna por los tendones,
que contrajeron la piel contra el óxido que se encendía de lunas caídas.

Por suerte a la mano le quedó un último recurso.
Que evitaran la rotura de todo bolsillo.
Pues dicen las viejas costureras que ese traje no lleva ninguno.

Sopló una uña a algún oído,
para que el ojo viera otro párpado
que guardaba en un bolsillo rojo un poema escrito en un tránsito de ruta.
Se manchó las cutículas de tinta
en letras tontas y taquicárdicas,
añejas e imberbes.

La boca sopló apenas una interjección
y la mano la atrapó antes que saliera a jugar con el limonero,
para guardarla en un bolsillo
bajo cuatro botones,
para que no se disipe,
no se evapore,
no se arrepienta.

Por la noche la pondría debajo del cuello,
entre el bolsillo de funda y almohada.
Que es la forma que tienen los cuerpos viejos
de soñar con angelitos.

2002

Mansedumbre

De la calma de los recodos,
mansos espirales en los juncos;
es que esculpí mis ojos.

Del suave planear de los cuervos,
que marcan la línea de la vida;
es que atemperé mi pulso.

Del paso sigiloso del puma,
que cuida no quebrar los pétalos,
es que aprendí mis pasos.

Es lo que ves.
Esta tierra es ancha.
Digna de los dioses que presiden el día y la noche.

Pero veo tu rostro sin sol,
y tus manos pesadas,
que traen fuegos que lastiman los oídos.
¿Donde dice tu dios que eres mejor?

Pero bien,
la tierra nos no presta alternativa.
Has envenado sus aguas.
Cercado sus llanuras
Matado sus animales..

Las almas de nuestros muertos,
esos que mataste sin razón ni causa.
Nos piden dejar la mansedumbre de los rebaños
y vestirnos de la furia de las jaurías.

Aunque tus muecas de soberbia,
nos devuelvan risas de hienas.
Aunque no quede ninguno de nosotros,
por el poder de tus armas.
Aunque la luna se olvide de nosotros,
y el sol pulverize nuestros huesos.

Aunque nuestra estirpe,
sólo nombre a las montañas.

Aún así lucharemos.
La tierra lo reclama.
No quedará ninguno de nosotros.
Pero tu soberbia,
finalmente,
quebrará tus rodillas.

2002

Mariposa Libre

Ella es una mariposa.
Se le ven los ojos aletear.
Los deditos contar sílabas.

Ella reza con un diablo sobre la torta.
Tiene la inocencia de las vestales.
La boca llena de jubileos.
La sonrisa llena de sorpresas.

Pero ella no lleva clausura.
Tiene la esperanza de las blancas promesas.

Y, por Dios,
que suene ese teléfono…

2002

Marta

La primer lluvia de noviembre lavó, tenaz,
los mármoles solitarios de los panteones.
El sol fuerte se replica en los charcos
y los bronces lustrados de los que retienen recuerdos.

Te busqué, tímidamente, en las listas de los paupérrimos,
he caminado las calles de cipreses
en la ciudad de los muertos,
tratando de hallarte.

Inútil caminata,
en realidad no quise encontrarte,
digo, en realidad,
no quise encontrar la placa con tu nombre,
te quiero escuchar en mis recuerdos,
gritando palabras soeces en la sala,
al pie de la escalera.

¡Marta, la pelirroja de ojos verdes,
la del cuerpo mórbido,

risa abierta, mueca inquieta!
En algún lugar, por aquí cerca,
están tus huesos, ojos comidos de gusanos, sexo insolente.
Dejá que sigan su destino.

¿Encontraste un cielo de aire,

llanuras y esperanzas?
Donde respirar, correr, soñar.

¿Qué tal, si vamos, Gringo,
a montar zainos en tu extensa Pampa?
Ha hacerle trampas a tus amantes de piel e ilusión,
mientras paseamos con tu silla fucsia
por las indolentes calles de Barracas,
buscando excusas para atrapar la luna.

Esperame que ya voy.

No hace falta que te vistas de gasas.
Hacelo, como antes,
con el peine y el champú en la mano.
Tu remera provocativamente abierta.
Yo llevaré un par de secretos

y el último de mis poemas.
Y esta vez sí,

caeré en la cuenta de que me llamabas,
sin aviso de retorno, para decirme algo.
Como ahora que te estaba escribiendo
sin acordarme que era el aniversario de tu muerte.

2002

Mejillas tras el cristal.

Los vidrios empañados,
la oscuridad de esta calle,
mi concurrente presbicia,
no pueden ocultar la claridad de tu rostro.

Versos cursi, casi adolescentes.
Pero, es eso, niña,
mis secas hojas que se niegan al polvo.

Las ventanas abiertas que me queman las pupilas,
la ventanilla cerrada que me dice un adios,
que no puedo sostener…

Sostener…

Es como sostener la lozanía de mis mejillas,
horadadas de lágrimas no lloradas,
(cosas de hombres que perpetran al corazón),
por culpa de las sendas paralelas.

Lo he aprendido hace tanto tiempo,
(mucho antes de tu primer llanto)
sólo se juntan en un punto del infinito.

2002

Melancolía

Arrumbado de sentimientos encontrados,
he quedado a la vera de mis caminos,
esperando resurrecciones inútiles,
como un oxidado barco varado lleno de gaviotas.

Tengo humedades retenidas en la opacidad de mis ojos,
que se transforman en grafías ininteligibles.
Tenue llovizna gris atrapada de hojas verdes,
goteando lágrimas en las curvas de los limones.

Algunas esperanzas vacuas,
de amarillos reflejos sobre mis opalinas melancolías,
rectas resolanas de sol que se filtran en los desvanes,
para bailar destellos con las motas de polvo.

Y me abordan plateados filos dobles,
heridas que manan pureza y pecado,
contraindicación de callejones cerrados,
llantos que gritan lejanía y espera,
de querer, de desear y no tener.
Carne que implora una violenta muerte en paz.
Fotos sepias carcomidas por las cucarachas.

2002

Metástasis

Tengo la piel lozana,
para una segunda primavera.
Sí pudieras, Oh Amado,
surgir de las tapas de revistas.

Aún el invierno me queda tan lejos,
y mis manos, que dibujan letras tan hermosas,
atadas a este teclado que no entiendo,
Mis ojos que no te ven aparecer,
se cansan de Ventanas, diagnósticos y formularios.
Mi cintura que extraña tus manos ignotas,
me ha obligado a reformar la pollera.

¡Ay! He amanecido con acidez hoy.

¿Y si fuera que mis semanas,
se prolongaran como la imagen,
de este sucio carbónico?

No sé de que hablan a mis espaldas,
sólo es un simple malestar,
ya me recuperaré,
y finalmente, te encontraré.

Oh, amado, lo siento,
no podré acunar tu hijo.
No he podido reproducir,
las células de nuestra estirpe.

Las células de mi estómago,
han decido reproducirse
sin consulta alguna.

No será, entonces,
en esta vida.
Me voy a dormir.

Te espero en la próxima.

2002

Mi Frida de Constitución

No sé donde se asía mi corazón.

En tus ojos verdes,
en tu boca fucsia,
bucles rubirrojos,
blanca piel estrellada.

No sé.

Furia de tus pies inmóviles;
pero no dormidos.
Tu columna vencida.
Tu respiración consciente.

Me han preguntado tantas veces lo mismo.

Tus relatos de Pampa,
tu zaino en pelo, infancia amarga,
esa tarde de invierno, fiebre, vómitos, 7 años.

No hubo hierros que atravesaran tu columna.
Sólo unos viejos compañeros de planeta;
que gustaban de tu mielina.

Una cápsula/cama, atmósferas alternantes,
ritmo a tu tórax/niña.

No hubo colores estridentes,
para mostrar un grito de útero.
En el tuyo, una hija; no mía, por supuesto,
que no te ha dado tributo de tu heroísmo.

¿Dónde residía el misterio de tu encanto?
¿Dónde los conjuros de tu hechizo?

Armstrong no la encontró en el polvo lunar.
Viernes exploró hasta la copa de la última palmera.
Cuasimodo golpeó todas las campanas.
Atila, dicen, lo descubrió en su última noche.

No en tu vientre, ignorado por mí.
No en tu voz, llena de ingeniosos brulotes.
No en tu fidelidad, que nunca profesaste.
No en tu pasividad, iras del resentimiento.

Y yo, destilando (decían) tu veneno de araña.
Y yo, de mi boca recitándote salmos, cantares,
(mis manos entre champú, peine, hebillas lila)
Y yo, penando por tus besos.
(Miseria material del pobre proletario,
no poder darte un hogar)

Cangreja de patas rotas, manos torpes,
me pediste un beso y me robaste el alma.

Alzar la vista al cielo, encontrar la luna.
El mar, Venus descansa entre dos palmeras.
Catedrales llamadas a silencio.
Pastos que nunca volverán a crecer.

Mi Frida/Marta de Constitución,
no hubo bandera sobre tu féretro,
ni una rosa, ni un poema.
Sólo un recuerdo sobre el balcón de Parque Lezama.

´2002

Miéntanme

Para que decirme la verdad?

Eso sólo reafirma mi locura,
y aumenta mi delirio.

Para que hablarme de su sencillez.
De su corazón.

Mejor sería, mentirme.
Que se burla, digamos, a mis espaldas.
Que hace escándalos de mis poemas.
Que no soporta mi presencia.

Así yo disimularía sus lágrimas,
(que no son por mí),
y el corazón no se me estrujaría;
de su dolor.

Mientanme.
No justifiquen mas mi amor.
No digan que ella se merece todos los amores.
Que cualquiera puede caer en el río de sus poemas.

Ni los míos no le hacen mal.

Mejor,
inventenme fantasías oscuras.
Así, yo la despediría,
como se debe,
una joven amiga,
(para salir a buscar mi puente)
y no cometería el acto absurdo,
(disfrutado por Morfeo y criticado por Freud)
de soñar con ella.

2002

No quiero una mascota

A

1 Obertura

Seguiré regando el rosal.
Hoy hay sol en mi patio,
tengo las manos limpias,
aún no tan viejas,
y te espero.

No volcaré mi angustia en una mascota,
no la haré cómplice de soledades.
Esperaré simplemente,
que desde la niebla,
te dibujes.

2. Extended

Seguiré regando el rosal,
ese que representa a mi hija,
Seguiré escribiendo Güagüeto,
ese que representa a mi hijo.

La tarde se ha puesto densa,
parece, terminará la sequía,
pero no sé cuando lloverá.
Quizá luego, bese una rana.

El vaho dibuja estelas, vestidos, perfumes.
Hurgo el musgo para ver si te encuentro.
Varas mágicas te pintan en la pared.
Se abren las jaulas de mi circo.

Tengo torpes trapecios,
vertiginosos columpios,
galeras enconejadas,
tensos alambres de altura,
ningún látigo, candado, collar, cadena.
Algunas hembras se escapan,
ninguna ronda y vuelvo a esperar.

Tus ojos felinos,
erizándote agazapada,
en el juego de palma.

Tu fidelidad perruna,
boca expectante,
lamiéndome las arrugas del cuello.

Alas tenues de pájaro libertario,
cantándome leves susurros,
a la hora del mate.

Piruetas de mono torpe,
destrozando mi seriedad ricino,
en la diagnosis del mundo.

Luego, quizá sí,
en la completitud de mi espacio,
contemple sin culpa,
la posibilidad de una mascota.

2002

No veo.

Caminar,
sentir la ausencia en las máscaras.
Los árboles se desnudan,
la niebla se empecina.
¿Parará algún día de llover?
Los cuervos aseguran que sí.
Calcuta tiene besos que concurren a los ombligos.
Caracas tiene melancolías de lo no visto.

Veo, veo.
No veo, no veo.
Manía de tener los ojos hacia dentro,
morfología de sapo,
disfraz de mimo.
Los párpados abiertos,
las membranas cerradas.

No veo las balas de tu revolver.
Quedan dos caminos,
que me gatilles en la frente;
mirandome a los ojos,
o te vayas con la cabeza baja
para que yo pase
una noche de imsomnio,
rezando por tu alma.
No leas mis labios,
nada escucharás,
es más de lo que hago por la mía,
aunque no le tema a mi muerte.

No veo los corazones ocupados.
No veo porque se ríe sola,
al cruzar la calle,
apretando la carpeta al pecho,
y haciendo saltitos de pies cruzados.
Envidia, mala envidia, pérfida envidia,
de mi corazón desocupado,
que nunca lo han hecho pensando en mi.

2002

Nudo marinero.

Ella se aburrió de la miel.

Una mañana no soportó las miradas suspirantes,
de quien se extasiaba largamente a la luz de la lámpara,
por la blancura de su piel.

Nunca pudo oler rosas en sus camisas,
ni el aroma a un cigarrillo mal fumado,
de algún encuentro clandestino.

Le clavó un grito feroz,
y esperó sus manos duras sobre su espalda.
Pero sólo recibió un abrazo.

Entonces; pensó,
no estar junto a un hombre.
Y se marchó.

Pronto contactó su pubis al prepucio de un marinero.
Quien para no perderla aprendió a golpearla
mientras la sodomizaba salvajemente.

Se convirtió en el centro salvaje de noches de cerveza;
para ser poseída de cualquier forma,
por los compañeros del póker.

Hasta que el marinero olvido en alguna playa sus furias,
para aprender a contemplar la paz de las tardes.
Y ella la compulsión por el gusto de tantos espermas,
para soñar tener orgasmos de un mismo hombre.

Entonces añoró las mañanas de sexo dulce,
con la luna entrando por la ventana;
que su primer amor tanto le había regalado.

Y emprendió el regreso.

Quizá, pensó, aún siga siendo un tonto.
Quizá no le importen mis tetas caídas.

Quizá quiera disfrutar todo lo que he aprendido.

Pero no lo encontró.

Los vecinos le contaron,
que luego de varios intentos de suicidio,
se embarcó en el más sucio carguero,
en busca de una medusa.

2002

Oda a la ausencia

Tus pulmones hesitados de huracanes líquidos hacia el centro de…
tu espalda laxa, otoño de crujidos escarabajos en…
tu ombligo, circunválico centro de un universo que me abre…
tu boca caramelo, río púrpura acostumbrado a mis tardes de olvido, mecido en…
tu pelo deslizado, cascada de enredaderas estrangulando…
mis ojos, prisioneros de las campanas eréctil es de…
tus pezones, auroras de ventanas frescas, eclipses mutuos desde…
tus axilas húmedas, manantiales arroyos de sal de…
tu cuello, estrellado galaxia, bebiéndote cometas y estallar de vacío en…
tu piel, hormiga como fronda, abrigada de nudos marinos, desatando…
mis venas, cables conectados a tus sinápsis dueñas de la vida de…
tus dientes filo, guadaña, piraña, sentencias escondidas tras el telón de…
tu lengua, dibujando mapas orláfugos en un faro altivo cercado por…
tus manos, inquietas rayuelas declarando cielo en la oscuridad de…
mi pecho, arritmia desfasada de almanaques auscultado de…
tu oreja, tu oído, tu tímpano, trépanos gelatina auscultando el reloj de…
mis dientes, lobos desaforados deslizándose sobre…
tu cintura plana, lienzo albo, sesgada de rojos soles hasta…
tu pecho blanco, papel de bitácora, para escribir una carta con…
mi boca, sed de desiertos, avidez de las mieles de…
tu vagina, dulce maná de desterrados para destilar la ley de trueno de…
tu orgasmo, ácida fruta salvaje de peregrinos perdidos en rutas de…
tu… tus… mi… mis…

¡Ay!,
Tenerte como si te tuviera,
creerte de colores volcánicos.

Soñar tus uñas atravesadas como puñales en los trazos de mis hojas
como lápices que dibujan un nuevo mapa de vientos rosas
como anzuelos que me atan a la textura de mis nogales.

Levantar los ojos a tu frente mansa
como horizonte de veleros blancos, trayéndome verónicas sábanas
para tu rostro, mi rostro, sin sangre y sin espinas,
como aljibe para dejar caer mis piedras y replicarme en millones de lunas.

Caminar a tu lado y tus talones sismando la senda
como tormenta sobre mis tejados secos, pesados como anclas
para que el viento no termine de volar mi última ilusión.
Con mis pies torcidos
como caminos de montaña
que siempre llegan tarde
(puta madre!!!)
donde otros ya han amanecido.

Tenerte como si te tuviera…
como si alguna vez te hubiera visto,
como si supiera la textura de tus mejillas,
el color de tus ojos,
el aroma de tu pubis.

Besarte como si estuvieras,
para que al revés de la cortina,
como dos poemas huecos,
aparezca el contorno de tus labios.

Y no quiero dibujar más tu cuerpo,
no quiero abrasar más el humo.

No me alcanzan las dulzuras de quienes te prestan perfumes.
No me alcanzan las sonrisas de musas que caminan otros puentes.
No me alcanzan los suspiros de niñas inasibles, imposibles, letalmente lejanas,
derramando sonrisas en mis versos.
No me alcanza destrozar los nudillos contra las paredes,
en la fatal ausencia de tu cuerpo

Mañanas tristes de
estirar la mano debajo de la almohada y no encontrar tu corpiño,
no ver tu pelo desordenado al acercarte un desayuno,
sin poder cerrar la puerta despacio para no despertarte.

Hay mañanas en que para no soñarte,
para dejar de sufrir la sed de este desierto,
quisiera convertir este cuerpo en espuma de cipreses.

2002

Oda a la bombilla

Intrigado estoy por la esencia de las cosas,
que percibimos, los pluricelulares,
de modo tan diverso y caprichoso.

Y los libros me cuentan,
en muchos creo, en otros desconfío,
del espectro frágil del duro acero,
de la brújula de las aves migratorias,
del canto armónico de las ballenas.

He sabido de la belleza de la música,
en su estructura armónica de tercer orden,
que los peces abisales a falta de luz,
te ven en las perturbaciones isobáricas.

Me gustaría descubrir, simplemente,
en la tibieza del pequeño cilindro,
cual es el gusto de su boca,
cuando me pasa,
luego de si,
el mate.

2002

Oda al hueso

Ven, pequeño, no llores.
O no, mejor llora,
los hombres también se quiebran.
Haré callo tus pedazos.
Te rescataré en luces extrañas.
Revelados bajo lámparas rojas.

Yo te consolidaré.
Te lanzaré nuevamente al camino.
Acompañare tus pasos.
Dubitativos, temerosos.
Derrotando anquilosadas esperas.

Te han escrito todos los afectos.
Mientras te encogias,
alzando tu talón.
Y sin embargo caminaste hasta mi.
Por esa grises veredas.
Con tus piernas de madera.

No saber de tu calcio.
Tanto tiempo.
Oh, mi niño.
Deja ya la frialdad del yeso.
Apoya en el mundo el calcáneo.

Toma este caramelo,
Sal al pasillo,
que tu madre espera.

Ah, una cosa mas,
si llama él, dile que no estoy,
dile que me ido.
Me ido a cambiar el guardapolvo,
pegado de caramelo.

2002

Para una vida plena

Para una vida plena
tendría que aprender
a reconstituirme los huesos tempranamente rotos,
los tendones tenazmente desprendidos.

Salir al patio,
abrir la puerta,
tomar la vereda.

Apurar el paso,
acelerar la marcha,
comenzar el trote,
estirar las zancadas.

Hasta que los pulmones sangren,
y el corazón colapse.

Es la única manera,
de decirle al Imbecil,
que otra vez
se está equivocando.

2002

Parestesia

Parestesia a declarar lo que siento.
Como una mano dormida durante una pesadilla,
labios congelados por el hielo.
(Artificialmente dormidos
por la vainilla de un saludo)

Garete de este corazón,
arrastrado de vórticos vientos.
Para aparecer, como siempre,
ladeado, sediento e insolado,
en la playa equivocada.
(¿No hubiera sido mejor ahogarme,
en el último naufragio?)

Parábola, rodeo, excusa,
en mi única seguridad,
de un nuevo rechazo.
(¿Hay diferencia de explicitudes?)

Si ninguna de mis canicas te place,
si no tengo la figurita que le falta a tu álbum,
sería mucho mejor el silencio de tu boca.
(Me aburrió el gallito ciego)

Tus soledades sin teléfono,
descascaran el moho de mis cárceles.
(Si supieras que yo sí te llamaría,
impostando la voz…
pero nunca acertarías mi nombre.
No es a quien esperás,
y nunca te lo imaginarías)

¿A que escuchar tus rocas melancolías,
tus angustias de primer arruga?
(Cuando me gustaría sublimarlas de abrazos,
hidratarla en terapia de besos)

¿Para que escribirte esto
si sé que este no es tu ámbito de pertenencia?
(Ahí vamos de nuevo,
otro derrumbe de rocas,
dirá alguien)

Claro, por supuesto,
son premisas de la cobardía.
Cosas que nos pasan a los hombres,
no temerle a un disparo en medio del pecho,
y no soportar la probabilidad de un rechazo.

Que sea, entonces,
sin que te enteres,
una oración al universo,
que de su pasta ignota,
están hechas mis circunvoluciones,
mis quiebres psicóticos,
mis lobotomías de piel,
y comprende las tontas razones,
en las tensiones superficiales,
incoherencias de péndulo,
entre mis viejas carcazas
y mi corazón adolescente.

2002

Patio de ventanas

Mi patio es así,
desde todas mis ventanas,
limpias, exactas, cuadradas,
veo mi árbol verde,
aún verde,
tenazmente verde,
sin la melodía del canto.

Tu patio es distinto,
detrás del desván,
arriba del baño,
debajo de la salamandra.
Cristales amorfos,
pintados, asimétricos,
para mis ojos oscuros.

Y el pájaro que viene,
picotea sin jaula y se va.
Me deja su canto, su niñez,
y lo veo volar,
desde mis manos marcadas.

2002

Pececitos de Santiago del Estero

Hay pececitos de arroyos secos,
que boquean con ojos al cielo,
esperando una gota robada.

Pececitos que nadaban lagos limpios,
algarrobos de sombra eterna.
Que salian a jugar,
a jugar con los pumas, las llamas, con el tiempo.

Pero la luna ha llorado,
la luna que ve toros, amores silbando entre las cañas.
Vio hombres, manos de fuego, llegar desde los llanos horizontes.

Hombres que mentian sobre una Cruz.
Hombres que pisotearon dioses y a su propio Dios.
Hombres que robaron lenguas para opacar los templos de Pachacamac.
Hombres de ojos turbios que sólo adoran a Mammon.

Pero, sólo fueron los primeros.
Vineron otros, de otros ojos, de otra lengua,
que trajeron rieles de acero inglés,
para llevarse el quebracho; el algodón y la dignidad.

Otros, a cambiar los cueros de los cepos,
vendiendo alcohol de estas propias cañas,
con su furia de Águila made in USA.

Y nadie vio la sequedad de estos valles,
nadie, que donde había bosque hoy hay desierto,
nadie, para moler el maíz de los eclipses,
que es cuando la luna llora.

Dicen que sólo ha quedado un violín,
un viejo musiquero quechua,
que sueña llevarle antenas,
libros de pantalla, maestros dentro de una caja.

Pero no es lo que quieren los dueños de los misiles.
Ya han flagelado a tantas aldeas.
Las han tratado como a los esclavos de sus viejos campos de algodón.

Que importan los nombres.
Ellos siempre se disfrazan.
Gozaron en Auschwizt y gozan en Gaza,
gozaron en Armenia y gozan en el Turquestán,
gozaron en Gernika y gozan en Chiapas.

No, no le busques bandera,
buscale sangre en las manos,
odio en los ojos, oro en los bolsillos.

Ay, Pachamama,
que podrían hacer estos pececitos,
famélicos y olvidados de tu nombre,
mas que morirse sin haber vivido.

Ay, Inti, son tan perversos.
Los muestran como atracción de feria, como hombres elefante,
para obligar a pagas que no han disfrutado,
para elevar un rating, para decir quien manda.

Los pececitos saltan en los cauces de puentes rotos,
Se retuercen alrededor de su ombligo,
frente al ingenio que les ha quitado el valle.
Boquean buscando un pecho, tan seco como ellos.

Cuando Mamaquilla mira a Santiago,
dicen los viejos quechuas,
se inundan los esteros durante los eclipses.

2002

Penitencia

No debo mirarla. No debo mirarla. No debo mirarla. No debo mirarla. No deb…
(Eso, eso, bajando los ojos… ningún recuerdo… nada de saquito rojo).

No debo mirarla. No debo mirarla. No debo mirarla. No debo mirarla. No deb…
(Pelotudo, que podía ser tu hija)

No debo mirarla. No debo mirarla. No debo mirarla. No debo mirarla. No debo mir…
(Tiene amor de otra piel… seguramente, claro… tiene que ser…)

No debo mirarla. No debo mirarla. No debo mirarla. No debo mirarla. No…
(Pero a quien se le ocurre, aún es inmadura, no tiene experiencia… es tan inocente)

No debo mirarla. No debo mirarla. No debo mirarla. No debo mirarla. No de…
(… es una dulce… no, no, no, no… esa no… distancias, dije, buscar distancias)

No debo mirarla. No debo mirarla. No debo mirarla. No debo mirarla. N…
(Todas son dulces… son tenues… son nenas… pero… la miré, pobre, a ella,
¿Ya sabe de mi locura o sólo me lo dice de lugar común?).

No debo mirarla. No debo mirarla. No debo mirarla. No debo mirarla. No debo mirarl…
(Me iré al confín del universo, fuera de las órbitas…donde el tiempo se diluye…
¿Cuanto falta para verla??

No debo mirarla. No debo mirarla. No debo mirarla. No debo mirarla. No…. debo…
(Bien listo. Ya está. La razón se impuso. Ni la voy a saludar – por algo hay que empezar-
se enojará, sí se enojará… tampoco me saludará….)

No debo mirarla. No debo mirarla. No debo mirarla. No debo mirarla. No debo mirarla.
(¡Allí está!, ja, que me importa)

No debo mirarla. No debo mirarla. No debo mirarla. No debo mirarla. No No No…
(¿Cómo saludá che? ¿Cómo cada vez estás mas pirado? ¿Cómo tengo algo para contarte? ¿Cómo…querés mate?)

No debo mirarla. No debo mirarla. No debo mirarla. No debo m…
(¡Se clar…!, seee… por supuesto… ejem… je je… cosas de chicos… tus relatos de amor… todos inventos… seguro… este… y bué… cosa de ella,… claro… que me importa…)

No debo mirarla. No debo mirarla. No debo mirarla. No de…
(¡Puta madre!… que hermosa camisita… ¡No!… ¡No puede escribir eso!… No puede ser tan indiferente y dulce… esas virtudes no conjugan… que se yo… de su luna en acuario)

No debo mirarla. No debo mirarla. No debo mirarla. No…
(… no, no conjugan… no conjugan mis verbos… no califican mis adjetivos… no, no…
no tiene nombre)

2002

Piedra eónica

Esta piedra ha reposado eones,
ha observado, plácida,
el transito de los cometas,
los diluvios, las extinciones.

Ella, testigo muda de la vida,
sufriendo el sol y la oscuridad,
se ha dignado a ser recogida,
y viajar en nuestras manos.

Esta piedra ríe, sin embargo,
con su primitiva aspereza,
ante nuestra digital tecnología,
nosotros transmutaremos en fluidos,
y ella seguirá observando.

2002

Piel cansada

Me he cambiado la piel,
para no sentir,
adormecer calandrias, oscurecer la noche.

Me he quemado palma y dorso,
uñas, huesos, sinapsis y tendones.
Me he borrado cada línea,
de vida, muerte, sol y espejo.

Esta piel que mordió tu piel,
que rozó tu lunar,
borró tu tatuaje, se mojó en tus lagos.

Cambiaré la sábana blanca,
solitaria, polvorienta, añeja.
Muerta de vientos sofocados.
Congelada de llamas extinguidas.

Me pondré nueva piel.
Me cubriré de otros valles.
Sacralizaré cada pluma de almohada.
Casi como pan de domingo a las 11.

O saldré sin piel,
de sábana quemada,
esperando que una primavera,
me engulla como anaconda

2002

Piel dibujada.

No sé por donde empezar.
No hay etiqueta.
No te conozco.
Una oscuridad de túnel.

Pero te quiero regalar esta cadena,
esta sucesión de morfemas,
atados a la estirpe de mi lengua.

Lugares extraños mi boca y tu piel.
Mis papilas y tus folículos retráctiles.
Juegos de letras para lo milenario.

Comenzaré danzas cervicales.
Dame tus selvas.

Que verbos transpiran tus músculos.
Tengo un adverbio adherido a mi lengua.
Que te arroja interjecciones,
te quiebra la espalda,
te doblega los ojos.

Diferencia sustancial.
Yo me sumerjo de endotelios,
de profundidades,
buscando un punto exacto.
Vos me abarcas de garganta,
de profundidades,
para lograr el mismo quejido.

Eso que dijiste no figura en el diccionario.

De pronto la música.
Tengo ganas de sinfonías.
Los signos son más complejos,
tus costillas pianos,
tus piernas violonchelos,
tu boca una tromba,
tus pechos gaitas.

Tus ojos me dictan partituras,
para mis manos suaves,
ásperamente suaves,
desde los silencios,
hasta las arias.

Pero che, que maleducada.

Te haré tatuajes delebles,
te cubriré los mascarones de soles rojos;
te dibujaré cada conexidad,
con mis verbos aspirados.

Caminitos de colores,
desde las axilas al monte,
donde descansa el sagrado fuego,
de tu femineidad.

Hasta la inflexión precisa,
en que precises,
y no te imponga,
el designio de mi singularidad.

Complemento de mis consonantes,
tus vocales,
de mi hendidura trépano
tus pliegues ocultos,
repetición sin rima,
rimando hasta la lluvia.

Parece que hay tormenta,
hay flashes de relámpagos,
un rayo me eriza la espalda,
tu volcán se colapsa de espasmos,
fiesta de milenios,
tierra, soy todo tuyo,
me deshago en cascadas,
tus ríos de termas,
tu aire, tus venas,
tus ojos, tus huracanes,
mis brazos, mi abrazo,
mis géiseres de estirpe.

Y las canoas que pasan,
mansas al sonido de la guitarra.

Una réplica del sismo de tu piel;
la tierra se abre,
los arboles son tragados,
sed de rios secos,
una nota perdida,
de una sinfonía atrasada,
una campana,
tocada tardiamente,
para dicha de los fieles.

Y las canoas que pasan,
mansas,
al sonido de la guitarra.

Fin del primer acto,
los caballeros,
pueden pasar al salón de fumadores.
Las azafatas volverán
luego de este helicóptero.

2002

Porcelana circular

Linda sonrisa,
digo, llena de luz,
pletórica de hemoglobina,
con subtítulos perlados.

He querido preguntarte,
el precio del café,
y los océanos me volcaron sus algas.

Quedé enredado de tu pregunta
(y los subtítulos que sonreían)

Porcelana circular,
desde tu mirada,
de reflejos azules,
espacio catódico.

Creo que volverá a ser,
pero pediré,
cambio de carta,
té con miel.

2002

¿Porqué digo que te extraño?

¿Porqué digo que te extraño?
Si desde el primer instante de tu luz,
supe que jamás alumbrarías mis bosques.

Primera vista….

He… uy!.. desorbitación
(ojo/nave encandilamiento/vislumbre
no se pueden mirar las estrellas;
complejo de zarza)
maxilar inferior contra el esternón,
(terrible golpe, rebote diastólico)
oídos enredados, magia de sirena… o serpiente,
(para el caso es lo mismo,
mejor me ato al pino mayor).
(No recuerdo que cantabas)
(Stocking Head?… Milanés?)

Y no era nada de tu piel,
nada visto (seguimos igual),
ni pechos, ni piernas, ni sexo.
Sólo cascabeles de tus versos,
tu voz… tu sonrisa…

Ah, sí, sí…
la mano de otro,
siempre vas de la mano de otro.

Claro,
¿qué podrían saber de tu cintura mis manos gastadas?

Y ahora, digo que te extraño.

Como la Gioconda, ¿viste?
Nadie la toca, todos la ven.
Hasta que alguien la compra.
Swap,

Toneladas de chocolate.
Cortinas láser de caramelo.

Así es, ahora… ahora…
tu piel arrobada,
tus oídos susurrados,
tu sexo abordado
y tu boca empalagada…
(Perdón la rima, fue sin querer,
sólo para distraerme)

Ahora, se me ocurre decirte que te extraño.
Como si alguna vez te hubiera tenido.
Como si tus adioses de 165 horas,
ya no fueran catástrofes de lunas rotas.
Como si tus nexos de Celestina…
que nunca me asocian con nadie…
(no te gastes…
la/s otra/s también es/son imposible/s).

Como si no lo hubiéramos explicitado,
mapa 4, circunvalación 7, sol a la izquierda,
Usted está perdido.
Manzana 7, tablón 9, fosa 14, luna de diciembre,
Usted esta muerto

Línea 29, Olivos… La Boca…
Fuera de servicio, media vuelta, primera, su ruta…

Cómo siempre, ¿viste?

Decir esas cosas tontas,
antes que se corte el teléfono,
sin saber porque se dicen.
Como de boca de un imberbe tímido,
pero de labios de un viejo tonto.

Pero, planteemos un juego de palabras cruzadas.
Hay alguien que tiene lo que yo nunca tendré.
Alguien que hace feliz a quien yo no puedo.
Aplicando las propiedades antisimétrica y transitiva,
digo, rearticulo, repito,
ser amado por quien yo amo,
y sólo durante tal isomorfismo,
Necesario, no sé si suficiente…
mandale mis afectuosos saludos.

No hay caso…
sin derecho, ni obligación,
te extraño.

2002

Posibilidad de árbol

De un árbol es posible,
construir tres ventanas,
una cama, una percha, tu piano.

Es posible convertir,
el arena que caminan tus pies,
en cristales de biseles cromáticos,
para darte, digo,
un beso en colores,
con la boca deforme,
sin tocarte,
sin hablarte.

Pero un pájaro es tan distinto.

Se alzan de plumas aleatorias,
ellos,
que espían los susurros de todos los amantes,
me cuentan de la levedad de tu rostro,
para que yo,
muerda el borde de todas mis ventanas.

2002

Praecoia

Subamos esta colina, amor,
trepemos en esta escalera de plata,
te entregaré estrellas capturadas de rocío.

Vení dame tus valles, mamita,
haremos cosecha de girasoles,
te daré los soles de mi lluvia.

Entregame las fumatas de tus volcanes,
arrasaremos las cenizas solitarias,
te colmaré en la plenitud de mis erupciones.

Abrime las esclusas de tus bahías,
doblegaremos la sal de las lágrimas,
mi proa encallará mareas en tu playa.

Soplame huracanes de tu boca,
hesitaremos los torbellinos de mi pecho,
henchiré de vientos todas tus velas.

¡Op¡… si… este… claro…
Lluvias tempranas de mi proa colmaron tus girasoles,
tus velas aún no apuntaban la erupción de mis escaleras…

¿Querés un cigarrillo?

2002

Pseudopoemas

De los eones

Sé que esta no ha sido mi suerte.
Sé que te encontré a destiempo.
Sé que ya he llorado sobre otro pecho.
Lo cual me dice que no soy virgen de caricias.

Sé que me conformo, (no creas que es fácil)
con el sonido de tu voz, la candidez de tus poemas,
desterrando, duramente, de mi mente y de mi alma,
el deseo de conocer tu desnudez.
Aunque pueda ocurrir,
anacronía de mis relojes,
ya no sea ofensivo desear la mujer de tu prójimo.

Pero, asumo,
plena, cabal y dolorosamente,
que esta no es mi hora.

Sin embargo.

Tengo una esperanza ingenua.
Que en otra vida,
en otro universo,
otra creación,
otro Eón.

Nos encontremos en geografía y sincronía.
Y sea a mí a quien le toque el turno de tu amor.
Y, ya que no figuro en tu actual agenda perpetua.
¿Me darás cita en algún lugar de la eternidad?

(Y no te hagas la graciosa…
No seas gata… Cuando yo sea perro.)

2002

Puente

Estoy, aún, de este lado del puente.
¿Que será estar del otro lado?

Recuerdo las mañanas (no tan mañanas) frescas.
En que había pintado su bulones.
De colores vivos.
Mientras trasponía sin angustias los planchones.

Pero las tormentas.
Imprevistas como siempre los son
de un verano.
lo partieron de este a oeste,
de norte a sur.

Y me he quedado.
Sólo con mi canasta de palabras.
Encerradas en mi lengua.

Puestas en los papeles.
Que no las han escuchado de mi boca.
Y las han leído en las aldeas chinas.

Mientras reconstruían el puente.
Me armé una carpa a la espera.
Un pobre carpa para una sola persona.
Para que más.
De haber otra persona.
No habría carpa.

Pero las lluvias se repetían.
Las esperas se alargaban.
Y yo puesto al pié de los tensores.
Casi entorpeciendo el paso.
Pero nadie me ha pedido llevarle el bolso.

Busqué espejos para mirarme.
Quizá tuviera una marca.
Quizá ya no tuviera rostro.
Quizá.

Armé estrategias nunca usadas.
Que encontré
en las nervaduras de las hojas esparcidas.

Consulté legitimidades en el Gran Libro.
Hasta pinté carteles de oferta.

Pero nadie aún,
me ha saludado con un beso
y pedido llevarle el bolso.

Hace frío.
Mi carpa azotada de vientos.
Desgajada de las brisas.

Ya no me protege las costillas huecas.

Se me acabó la batería de la linterna.
Al nuevo puente se lo ve.
Fuerte, renovado, de guirnaldas.
Oscura envidia de quienes lo cruzan

Ya ni recuerdan mis labios,
la tersura de los duraznos,
mis papilas.
el gusto de las pulpas,
mis dientes
el sonido de los carozos

Tanto el hambre que asola.
Tanta la pestilencia de la letrina.
Tantos los agujeros de los zapatos.

Creo que dejaré de hacer el ridículo.
Alzaré esta carpa.
Que ya es punto de atractivo turístico.
Escribiré algunos epitafios.

Bordearé el cauce de mis rios.
Entegaré los huesos a la humedad de una cueva.

Puta madre…
sin haber conocido el gusto de su boca.

2002

Puntos anónimos

Cruzar el umbral de tus sueños,
encontrar en el diseño de tu pizarrón,
rompiendo el laberinto de mis túneles sin cuerda,
perdido de mis palabras huecas.

Hoy he roto todos mis triángulos,
mis coordenadas equiprobables,
trepan tizas zigzagueantes.

Me distancié de los lívidos ojos de tantos pasados,
trepando escaleras que acercaran a la lumbre de tus pupilas.
Arrojé, sin forma ni propósito, mis párpados al abismo.

Simplemente, porque no puedo,
hacer catarsis de tu espalda entre mis manos.
No puedo cambiar mi paradigma,
espacios regulares, medidos y normados,
para revolucionar el viento de tus cabellos.

Y así, al pasar,
enmudecidas bajo los rayos,
que eclipsan las estrellas partidas,
dejaré mis vocales mustias.
Sin pronunciarte palabras que no te han dicho,
(que pudiera yo, acentuar tus oraciones).
Pero esta boca no sería escuchada.

2002

Pupa de marsupial.

Me he encontrado con tu cuello.
He descendido la seda de tu piel que oculta tu piel,
sólo para sentir un mar de sequedades,
un acontecer de esquinas densas.

Una aguja apunta al sur,
un grano que denota tiempo,
se arrojó al vacío.
Como tu lágrima,
casi al borde de mis dedos.

Atravesé la tenue frontera,
contorno de mis manos,
buscando tus pechos.

El cristal me ha detonado grises,
hay una intersección de planos húmeda,
una mariposa de aleteos lívidos.

Quiero romper las guadañas,
interrumpir los diedros de las puertas,
entumecer la sangre de las orugas.

Para recitarte,
sin que escuches,
el reptar de mi agonía.

2002

¿Qué queda cada vez que doblo la esquina y …?

Una estela de hojas rojas,
arrastradas en la furia de mi angustia,
en mi interior de paredes cada vez más delgadas,
como una pompa negra de jabón,
que al estallar no hará mariposas,
sino eclosiones de tristezas huérfanas.

Doblar la esquina y llevarme la luz amarilla,
debajo de las ventanas,
las cortinas.
las banderas de Boca y San Lorenzo.
Y nada más que eso.

Apenas una luz en el fondo de la retina,
cuando estiro inutil el cuello,
tratando de ver las sombras,
que se niegan a bajar.
Sombras que he acunado de susurros.

Mejor doblo la esquina,
dejo de arrastrar esta tarde,
y me entrego a la noche.

2002

Que ya te he escrito todos los poemas.

Que ya te he escrito todos los poemas,
eso me han dicho.

No saben, que aún,
no te he escrito ninguno.
No saben, que jamás,
te escribiré siquiera el primero.

Poemas…
de papel y tinta,
plenilunios y solsticios,
bajo alamos, lámparas, monitores.
Bah, esos no son poemas.

Poema es otra cosa.

Es deslizar
yemas sobre omóplatos,
labio sobre vientre,
aliento sobre mejilla.

Es escuchar
los secretos de los campanarios,
el zumbido de las libélulas,
la marcha de las hormigas.
Y eso, sabemos, nunca sucederá.

Ajemos los papeles,
Rasguemos las fotografías.
Apaguemos los colchones.
Marquemos otra raya en la pared,
que el carcelero se acerca.
La condena es perpetua.

¿De cual vida?.

Podría contemplar tu imagen.
Como en una revista de colores.
Una cripta de luces.
Un sueño de lloviznas.

Mejor,.
acompañaré a este reloj hasta la puerta.
Mis manos se empolvarán de noches
antes que tu primer palabra sea sepia.
Y yo seguiré en esta carcel de ventanas abiertas.

No.
No te he escrito ningún poema.
Esos fueron garabatos.
Este, sólo un epitafio.

2002

Reclamo

¿Que será lo que me empuja al alt-tab?
Si tengo tantas cosas que hacer.

Módulo de resolución automática.
Introspecciones de la hermenéutica.
Se llevó cuatro a marzo,
aprobó las mías.
Preguntarle a la cajera como se dice corazón,
zincam, creo que dijo.
La base de reglas heurísticas,
esta llena de excepciones,
puntos de fuga…
alt-tab

No me hagas escribirte.
No ves que se me hizo tarde.
Dejá mis manos en paz.
No me pongas mas teclas debajo de mis yemas.
No digas mas sutilezas,
no le pongas tanta melancolía a los perros,
que me sublimás los huesos,
y se me notan las trazas de carbono catorce

¿Cómo se te ocurre tanta crueldad?
Hablar de las dulzuras de tu boca,
de la pureza de tus manos.
Cuando no tengo puñales;
para arrancarme el pasado.

¿Porque me discutís un nombre?
Si sabés que no tengo nombre.
Nací con mis hijos.
Parí en sus pies.
Estallé de su adiós.
Perdí la memoria en la nieve.
Me bauticé de sus sílabas,
para soportar la noche.
Y apareciste,
en alquimia misteriosa,
creyéndome tu anagrama.

Que cosa las mujeres, che.
Uno se atraganta de las tersuras de su piel.
Dejando de respirar para regalarles oxígeno.
Y se van en vuelos erráticos;
lejos de nuestras ramas,
buscando olmos de duras cortezas.
Uno le construye la tibieza de un nido,
pero ellas sólo creen en la firmeza,
que traen los marmoles de los palacios.
Uno juntando los colores de los caramelos,
y ellas buscando los dígitos de los recibos.

Será que eres muy niña,
que no te he escuchado,
los resultados de los estipendios,
de la marca de tu ropa,
ni la ansiedad de los velocimetros.

Entonces, amor,
(palabra prohibida que sólo puedo aquí,
en las letanías de los espacios virtuales)
dejame los cristales en las muñecas,
que he resucitado,
arrastrando los días,
sólo para verte…

apenas un momento.

2002

Recurrente

Pregunta recurrente,
respuesta recurrente.

No me preguntes de la razón de mis ojos,
de la causa de mis gestos.

No te preocupes, nada podés hacer,
No es tu culpa, no es la mía.
No será tu culpa y no será la mía.

Pero,
no es lo mismo.
¿Que es lo que queda?

Salir al patio del encierro.
Cada mañana,
con el mate en la mano,
mirar crecer el rosal.

Y nada mas,
nunca,
jamás otra cosa sucederá.

Sin nada que interrumpa pensamientos.
Sin manos que te rodeen la espalda,
un mentón en tu hombro.
Sin quien te tire la manga de la camisa
para que le enseñes el nombre de los pájaros.

Pensar es demasiado malo.
Tener tiempo para hacerlo es peor.
El alma tiene alivios de reflexiones.
Pero el cuerpo hambres no satisfechas.

¿Cómo no voy a agradecer tu mano tendida?
Tus sogas de aljibe.
Tus rescates de mar.
Tu patio y tus panqueques.
Si supieras cuanto me sostiene.

Pero, hermana,
nadie pronuncia mi nombre,
cuando giro la llave.

Y nunca sucederá.
¿A que esperar?

Esperar otro día copia de otro día.
Paráfrasis de vida.
Distintas palabras para lo mismo.

Digamos,
estoy hace mucho en este anden,
frase repetida como los cuervos,
las enredaderas, los parapentes.
Los trenes pasan,
(tardan tanto en pasar… pero pasan),
y nadie en las ventanillas.

Direcciones distintas,
hacia los anhelos o las sombras.

Tengo un hueco por equipaje,
morrales livianos,
pero nadie me invita al viaje.
Y soy fácil de convencer.

Sabés, no hace falta explicarte,
que no sé marcar los números,
mi agenda se oxida de abulia,
pero
(si me llaman, me sonríen, me prestan imagen)
me quedo al habla,
aunque me hayan cortado los hilos.

Hace frío,
se hace de noche,
mis pies están desnudos,
y mi sexo que no se duerme.

Es invierno,
y un infierno que de todos modos,
me espera.

Volveré a andar las calles,
y cuando algún famélico me apunte,
le diré,
como siempre,
que dispare.
Quizá,
alguno,
se apiade,
y me descarne.

2002

Retoños

Fueron noches de miel,
que volqué semilla sobre tierra fértil.
Hasta pude ver llamas de estrellas fugaces,
consumir rocío en humores etéreos.

Día tras día, hora tras hora.
Cuidaba expectante,
la tierra que se inflamaba de vida,
atravesada de raíces profundas.

Fueron noches de hielo,
que Tus brotes y Tus brotes inundaron mi espacio,
hasta pude vibrar los impulsos,
en ritmo de Cabaret y Centenario.

Tarde tras tarde, minuto tras minuto,
regaba cada uno de los brotes,
con el silencio del jardinero,
y el color de algún Pototo.

Fue una noche de fuego,
que descubrí que la tierra me era ajena,
pero cuidé Tus y Tus frágiles tallos,
con Guagüetos, dolor y vergüenza.

Noche tras noche, segundo tras segundo,
pude ver Tus y Tus hojas tomar brillo propio,
más profundas en tierra,
más ajenas a mis riegos.

Fue una noche de hiel,
al reclamar a la tierra Tu y Tu sombra,
herí mis manos entre Tus y Tus espinas,
ansiosas de leyendas y fuerza.

El tiempo se ha terminado.
Mis manos encallecidas de espera,
nunca volverán a sembrar Tu y Tu esplendor,
pues nunca tocaron, deberan saberlo,
otra tierra que la que los engendró.

2002

Retrato de enfrente

Tus húmeros firmes como columnas de puente levadizo.
Tus cúbitos cruzados como lanzas de malares.
Tus falanges como anzuelo en tus pómulos de porcelana.
Tus codos encallados como galeones en tus rótulas dispersas.
Tus muslos como tobogán de mis ojos hacia tu insinuación.

Tu pelo, poco óseo,
voluptuado entre tus temporales y tus calcáneos;
como telón esperando el primera acto.

Tu hombro inconstante como barco en altamar
que pierde su bretel,
hilo nimio para la disipación de mi conciencia.

2002

Rey león

Quizá sea ese rey que esperás,
quizá tenga un destino manifiesto,
quizá mi extirpe de sangre y melena;
sea sólo prefigura de la forma de tus garras.

A veces te desilusiono,
comiendo gusanos,
antes que destrozar antílopes.
Otras te sorprendo,
enfrentándome a las hienas,
por una flor,
que crece al borde de las ciénagas.

¿Pensaste que yo quizá sepa
que tus ásperas maneras de hembra,
no son mas que una coraza,
para ocultar tus miedos?

¿Pensaste que mi vida,
nace en cada tarde,
cuidando esa flor,
que llevarás una noche entre tu hocico?

Entonces, mi hembra,
¿porque debe ser siempre de esa manera?

Si sabés que no te sé buscar,
no desperdicies esta tarde.
Dejá de jugar a las escondidas.
Saltá desde la maleza hasta mi pecho.

2002

Ritos de cinturas peligrosas.

Los zánganos ya han eclipsado sus ojos.
Ya han aleteado en la alcoba real.
Y son despedazados por su propia estirpe.

Ritos de libélulas.
Adorar la belleza de la seda,
el sonido del viento,
decapitar a su amante.

Te arrancaré la cabeza,
para que no pienses,
ni me nombres a Dios,
para que me des tu cuerpo.

Ritos culpa de arañas negras,
disfrutar la tersura de mieles,
y destruir los huesos.

Destino de escorpiones,
conocer la miel de los apareos,
hasta el fuego final,
y morir del propio veneno.

2002

Oración

Ya sé que tu presencia será luminosa,
más dulce que el beso de una hija,
más impetuoso que el abrazo de un hijo,
más excitante que el orgasmo de una mujer,
más gloriosa que la felicidad de un pueblo.

Yo sé que te hacés el distraído,
como el padre que lee el diario,
y fuma su pipa con cara al sol,
mientras, controla sin parpadear,
cada uno de los engranajes
de esta calesita.

Sin embargo,
vos sabés,
me gustan las rabietas,
y siempre me encapricho.

He descubierto recién hoy,
que la tarde cae mansa sobre el río,
huellas de relojes guardadas en mis palmas,
pero no una espalda a quien ofrendarle vientos.

He transitado escalones de todo aspecto y textura.
He roto diques que me entregaron aguas.
He caminado a la sombra de las 55 columnas,
azul cobalto de cementerios que aún no visité.

Quizá por eso, antes que comience el invierno,
deseo, quiero, te pido, te exijo,
como charlatán de feria,
me interpongas, me señales, me ilumines, me adhieras,
a la dueña de las 333 rosas rojas perfumadas,
que aún guardo tibias, húmedas y lozanas,
bajo el cristal, rociadas de versos, cuidadas de luna,
a la espera de ser desojadas pétalo a pétalo,
sobre la calma/vorágine de las sábanas frescas.

2002

Saco de huesos

He aquí que estoy hecho saco de huesos,
no sé si esta es la medida de mis longitudes,
ni el agua de mi oasis,
la horma de mis zapatos.

Mis tangentes, racionales y teorizadas,
me declaran sentencias de cordura,
manteniendo mis espirales,
lejos de tus malvones rotos.

Pero mis huesos,
ay, mis huesos,
que no razonan,
que no escuchan conveniencias,
como de misionero fagocitado,
al látigo de tu frase,
se acumulan en tus manos.

2002

Saldo Positivo

Así es mi contador,
Usted ha dejado nuestra empresa,
administrada de sus manos,
con saldo positivo.

He podido contar las rosas,
junto a la columna correspondiente,
lejos de los talonarios,
cerca de nuestras sábanas.

Veinticinco años de servicio,
como si fuera el primero,
han quedado certificados,
en la nómina de nuestros intereses.

Pero el Patrón ha decidido,
el final del ejercicio.
Y, yo lo certifico,
sólo ha habido rojos,
en el cuello de su camisa,
producto de mis labios.

Por el momento.
Trazaré una línea.
Atesoraré su rúbrica.
Cerraré sus libros.
Hasta el momento de la reapertura.

2002

Si al menos estuviera preso.

Si fuera como un perro utilitario,
encadenado a su hueco y su plato,
Prestando oído a los sonidos de la noche.

Pero tampoco el perro olvida su extirpe germinal,
eleva su nariz al olor de su hembra,
y llora a la luna su destino.
Para que, en venganza, muera un vecino.

Si estuviera preso de mazmorras,
sin un panóptico a quien rezar,
podría olvidarme de los días que me restan.
Trazando rayas de todas las flores perdidas.

Pero no, han sido sagaces en su castigo,
me han dejado libre arrastrando este peso,
este silencio, este cansancio, esta pobreza.

¿Quién besaría esta boca amordazada?
¿Quién lavaría este plato vacío?
¿Quién besaría este cuello lacerado?
¿Quién me tallará la piel con su boca?

Han sido crueles en el designio,
me ha dado la libertad de tránsito, de identidad, de palabra,
cuando sabían que no sé volar.

¡Que lo parió!. Otra libélula.
Que no resta, reemplaza ni divide.
No oculta, empalidece, ni conoce.
Dejándome estrábico el corazón.

Será como siempre.
Imposibilidad de vuelo. Destinos sin aeropuertos.
Islas Vírgenes. Territorios ocupados.

Hubiera sido mejor haber perdido la luz.
Porque los ojos riegan esperanzas,
donde los brotes nunca crecerán.

Sí, mejor ni perro ni preso ni loco,
mejor un triste bobo sabio alegre
en la sonrisa que agradece mi mirada,
en la apropiación que agradece mi poema.

Si me lanzo de un parapente,
quizá quede colgado de un nogal.
Pero siempre tengo las manos,
urgidas del veneno de los escorpiones.

2002

Sin estrategia

..

Mi estrategia no es tenerte,
pues tenerte sería no amarte.

Tenerte es que escuches los pájaros
empujar los colectivos para llegar al lugar indicado.
Es iluminarte la sonrisa de relatos.
Hacerte escuchar carillones,
una tarde lluvia o en una playa de luna.
Que cada día pronuncies un nombre,
marques un número para contar un secreto.

Amarte es otra cosa.

Es sentir una tenaza en el ombligo,
mientras tomás chocolate…
a las nueve de la mañana.
Entonces…
bajar los ojos, morderme la lengua, respirar y…
para interrumpir relatos,
llamarte por el nombre y
pedirte un mate.

Es… sostenerte la mirada,
no para desafiarte,
ni inquietarte, ni ruborizarte,
sino sólo verte luz en los ojos.

Es saber de eternidades.
Esperar eclosiones de nuevos universos.
Miriadas de nuevas estrellas.
Para que alguna vez suceda
en algún estallido de placenta
no tener esta ceniza por manos,
ni amarras de leyes supremas.
Tener todos mis dientes,
mis músculos nuevos,
mi barba oscura
y me toque…

el azúcar de tu boca.

Preguntarse,
mientras tanto,
en este vagar de cometas,
abrevando en los quásares,
donde reposan los soles de caramelo.

2002

Sogas

No se de que barco vendrás.
No sé hacia que circo voy.
Trenzado de circulos idiotas,
con las palabras anudadas,
las juntas enmohecidas,
los extremos desflecados.

No sé para que me tenso,
en rodearte la lengua de circunloquios,
que no dicen nada,
pero es demasiado.

No sé para que encierro en círculos,
tus filigranas ásperas,
y mis quemaduras quebradas.

No sé.
si al final quedaré,
como siempre,
masticado por los perros.

2002

Sol de invierno

Luz de invierno, sol de mañana,
brisa leve de buzo abrigado.
Tus pies desnudos, tu sorpresa de mar,
las caracolas caen de volutas en tus bucles.
Las nubes te regalan algodones.

Descanso en paz,
de pensamientos ingenuos,
los cielos me son propicios,
el sol abriga tus manos.

Construyamos un castillo,
donde guardar tus inocencias.
El espigón protege las espaldas del paso del tiempo.
¿Será el arena de tu pelo la cuenta de tus días felices?

Verte alcanzar las nubes que corren calmas.
Paseemos, te presto mis hombros,
dame tu risa y tus manitas.

El viento ha cambiado.
El arena se ha hecho vórtice dentro de la lámpara,
han colapsado los duendes,
mis ojos no están para espantarte príncipes,
tus manos no se apoyan sobre mi espalda.

Hay ruidos de interferencia.
Tus oídos no entienden mis palabras.
Tus ojos sólo conocen de escenarios.
¿Que verás en las nubes que yo veo?

2002

Sol y nube

Las ventanas tienen tramas oscuras.
Mostrarte un sol perpetuo,
que inflama cortinas,
a las 9:35 de un día estúpido de verano.

Una mañana para no despertarse,
seguir muriendo en un amor de sueños,
de oníricos campos verdes,
en multitud de juncos, gasas,
besos librados al viento.

¿Para que la luz,
donde los sueños se evaporan
y las pieles se atenazan?

Arrojar almohadas sobre el alfeizar,
colgar sábanas de los dinteles,
obturar de naranjas las hendiduras,
evitar las oscilaciones del péndulo.

Escuchar los zapatos de plomo
de ese sol perenne y confuso.
Esconderme detrás, al costado, debajo
de mi cama trinchera,
hasta que derrite el látex de las paredes
y me pone en penitencia.

Que es como contar contra el vidrio,
apoyando la frente contra el codo,
con el rabillo espía,
de cuantas formas se disfrazará
la nube esta mañana.

2002

Sumario de cadáveres sobrios.

1 Tu pie desnudo

Morder la manzana,
treparme a una nube,
sumatoria indescifrable,
como las gotas de vapor,
guardadas en las nubes rosas,
que caen sobre los fantasmas de la tarde,
que guardan pieles de pie desnudo,
desnudado de camino sobre la hierba,
descansado de ojos al sol,
flotado sobre una cintura libelúlica,
escondida en las totoras.

Eso, tu pie, desnudo, tuyo, ajeno.
Eso, mi manzana, agria, seca, intacta.
Eso, la nube rosa de oscura muerte,
como un sapo esperando un beso,
escondido entre las totoras.

2 Libros oxidados

Me enclaustré en un libro,
yo mismo le escribí el epílogo,
lo rescato tras los candados de mis puertas,
mientras vuelco en mi esófago,
las lágrimas calientes,
de la sucesión infinita de un mate.
Y la lluvia…
La maldita lluvia,
que denuncia mis tardes grises de sábanas vacías.

3 Pájaros de vagones

Alce la mano, para alcanzar los pájaros.
Esos pájaros que anidan,
en las herrumbradas huellas de los vagones vencidos.
Alcé la mano.
Rompí la tiza.
Dibuje, sin saberlo,
la trama microscópica de su camisa a cuadros.
Que el pájaro me soplaba,
de haberla visto,
soplada de vientos;
en su patio.

4. Gusanos de costillas

Apoyé la manzana sobre el versículo exacto de la soledad.
Cerré mi palma.
Arrastré el puño.
Huyeron los gusanos hasta el lugar exacto de la costilla.
Eternidad de sudores, partos, traiciones.

Limpié el puré de manzana.
Le di mis talones a la serpiente.
Ignorada palma de mi letra,
y ni así, se quiebran mis cadenas.

5 Tu letra

Caer desde una nube,
hasta el hierro de mi puerta,
para no ver los pájaros.
No sirve tanta caída en loop,
cierro los ojos,
y veo sus deditos,
inventando caminitos,
de azules signitos.

6 Sin geografía

Viento patagónico.
¿Cómo será?
No replay.
Soles querandíes.
No tampoco.
Algo que tampoco conozco.
Bah, imaginar, imaginar,
imaginar lo que no se conoce.

Como las totoras,
nido de serpientes, escorpiones y cocodrilos.
O un mate,
océano de abismos de ácidos pestilentes.
O un libre vagón,
ataúd de piedras vómito de volcanes.

Imaginar, sólo imaginar.
Regalarte un ramo de exquisitas totoras.
Al cambio pesificado.
Cada vez que me entregues,
sobre mis quejosos carpos,
la dulzura dietética de tus mates.

7 Fantasía

Caminaré bajo la lluvia,
de zapatillas huecas,
de tiza mojada,
oxidaré mis viejas clavículas,
hasta la noche amarga,
de mis movimientos congelados.

He allí la trampa,
¿O la pregunta?

¿Vendrás niña de Hoz,
al rugir del león cobarde,
con tu aceitera de palabras,
para sacudir mi cerebro de paja,
mirarme a los ojos,
e inventarme un corazón?

Epílogo

Frase célebre de Tamara:
“Te arrancaré la cabeza, mi libélula macho,
para que me entregues todos tus cielos,
guardados en tu cuerpo,
aplastados por el peso de tus razones.”

2002

Taxi libre

Parece que el modelo está vencido.
La pintura descascarada.
La carrocería quebrada.
El cigüeñal horadado.

Así debe ser.
He bajado la tarifa.
He anunciado planes promocionales.
Le he puesto una verde publicidad.
Autoestéreo, aire, airbag.
Nada.

Me cuido de los baches.
Los semáforos en rojo.
De circular por calles pecaminosas.
Me estaciono ante las catedrales.
Nada.

Me queda poco gasoil.
Se acerca la noche.
Me esconderé en un jardín.

Eso debe ser.
Quizá eso me delate.
Quitaré la foto de Zsa Zsa.
Cambiaré la banderita.
Siam di Tella

Claro,
quien querría
subirse a un auto tan antiguo.

2002

Te fuiste

Te fuiste y se quedaron…
mis manos sin tu piel,
mis ojos sin tu cielo,
mi boca sin tu aliento,
mis oídos sin tu arrullo,
mi olfato sin tu perfume.

Te fuiste y me quede…
pensando tu alma,
deseando tu cuerpo,
esperando tu llamada,
escondiendo tu retrato,
llorando tu sonrisa.

Te fuiste y dejamos…
proyectos sin finales,
mañanas sin saludos,
sábanas sin espasmos,
patios sin soles,
un cuarto sin pareja.

Te fuiste y dejé…
de esperar tus retornos,
de comprar tus vestidos,
de mirar tus desnudos,
de escuchar tus canciones,
de sentir tus caricias.

Te fuiste y olvidamos…
la espuma del mar,
el silencio de la tarde,
el camino al santuario,
las estrellas de la noche
la lluvia del verano.

Te fuiste y perdimos…
sueños tibios,
aventuras calientes,
tesis conjuntas,
las cuatro sin mate,
abrazo sin hora.

Te fuiste y perdí,
la esencia de tus sueños,
la razón de tu aventura,
el sentido de tu verbo,
la compañera de ronda,
la espalda del abrazo.

Te fuiste y olvidé…
la espuma de tu boca,
el silencio de tu sueño,
el camino de tu vientre,
las estrellas de tu clímax,
la lluvia de tu orgasmo.

Te fuiste y comenzaste…
a pensar diferente,
a fluir intensamente,
a mirar tibiamente,
a sentir plenamente,
comenzando a vivir.

Te fuiste y comencé…
a dejar de sentir,
comenzar a morir.

2002

Tobogán

Cuando al fin me entregue a ti,
deje de volar,
y caiga de estas alturas,
sabré, al fin, el sabor de tu abrazo.

En este solar hace frío,
tengo el lucero a mi espalda,
me paro en la escalinata, la veo,
no me he llevado bien con ella.

Siento el viento en mi cara,
el estomago me hace cosquillas.
La madera ajusta mis caderas,
calienta la piel de mis tobillos.

Allí voy,
dormiré en tus sábanas,
me harás una puesta de espalda,
me acunarás en tu oscuro vientre,
me despeinarás con dedos de tiempo,
beberás mi esperma, mi sangre, mi cerebro.

Ángeles Floyd… me recuerdan a Mozart.
Es tu susurro que me adormece.

Mis oídos enmudecen;
para escuchar tus hormigueos.

En la soledad todo me recuerda a ti.
Tengo historias de pecado que te confiaré.
El encuentro es inevitable.
Siento en la caída la ansiedad de tus suspiros.
Me contarás secretos guardados en los cometas.

Las campanas de la iglesia,
marcan el final del día,
y vos, que siempre me has atraído,
me llevás, como a las ramas del sauce,
a los cuencos de tu entraña.

Nacimos juntos en un gran estallido.
Yo me erguí desde vos.
Para ver el sol.

Pero siempre hay una hora
de regreso.
de último desliz,
de último viento.

Allí voy,
con mis pies desnudos.
Chapotearé bajo la lluvia.
Para refrescar mis huesos.

Dale fin a mis sentidos.
Hermana tierra.

2002

Torres de Babel

¿Acaso Zarathustra lo ha podido inferir?
¿Que dicen las tablas retorcidas del arena,
que los ángeles clavaron en la piedra?

Las paredes infinitas,
los brillos del metal apuntando al mar,
los guerreros siempre alertas con sus lanzas,
hiriendo las barbas del sol.

Los reyes de arena continúan elevando los peldaños.
Los sabios, juglares y magos ya han sido ejecutados.
Desde lo alto, una sola lengua,
impuesta en los rasgos socavados
de la tenue arcilla de los traidores.

Los cielos son propicios,
el Becerro de Oro preside las escalinatas.
Han puesto todos los valles a sus pies.
Han esculpido las nuevas tablas.

Pero ellos, los otros,
instrumentos de la luz o la noche,
(a los esclavos les está vedado saberlo),
nacidos de los alacranes del desierto,
alimentados del veneno de la venganza,
allí vienen.

Se han armado de los metales del Imperio,
traen la insignia de otros dioses en la frente,
ángeles-demonios de rectas alas,
para no dejar del orgullo de Babilonia,
ni piedra sobre piedra.

2002

Tres mujeres

Ayer tres mujeres,
agazapadas y quebradas,
detrás de sus lunas crecientes,
construyendo panales.

Tres mujeres, tres edades, tres miradas.

Una mirada de otoño,
en su hoja aún fresca y ocre,
pensando un nombre nuevo.
El último creyó haberlo gastado,
en la hija de su hija.

Una manzana de verano,
sosteniendo con sus palmas,
el ombligo repetido,
con los ojos cansados,
de la luz de las veredas.

Un arco iris de primavera,
de mirada perdida,
en el lago de su vientre,
chasqueando los labios
en el fruto de su descuido.

Ayer tres mujeres,
coincididas en su redondez,
esperando madurez de rosas,
de pliegues arrugados
que soplarán su mismo aire.

Ayer dos mujeres,
dejaron su pared revista en la mesa ratona,
olvidaron su preocupación de almanaque,
y le quitaron otra los lentes oscuros,
para ofrecerle un pañuelo de papel.

Ayer una mujercita,
dejó de pensar un apellido,
salió al sol con los ojos al viento,
convirtió su equívoco en gracia.

Ahora sabe que no hubo error en su libido,
sabe que su vientre no es un espejo de amor,
sabe simplemente su plenitud de mujer.

Hoy tres mujeres, tres pieles, tres historias.
Juntas, riendo, esperando,
con sus helados de frutilla.

2002

Tus blancos sobre blanco

De ejercicios blancos se trata.
Apretar el blanco sobre la tela blanca.
Mirar la traza blanca sobre la trama blanca.
Descubrir soles, madreselvas, dragones.

Cosas que yo no entiendo.
Pero el patio festeja.

Si tuviera un brillo en el bolsillo.
Te regalaría todos los óleos.
Para que las panaderías
se inunden de duendes,
las veredas de árboles azules.
Casi casi como derramar,
tachos de arco iris,
sobre el plomizo cielo de marzo.

Tus blancos sobre blanco.
Mis negros sobre negro.

Y una amistad de fuerte amor.
Como el humo de un cigarrillo regalado.
El dulce de un panqueque.
Un sol sobre una mesa verde.

Aprender.
De tus pinceles,
secos pero no olvidados.
De tus finales,
escritos sobre el margen.
De tus oídos
que escuchan más que la palabra.
De tu vida,
ruta de bambalinas.

Creo, me disfrazaré de lienzo.
Me dibujes arabescos.
Para salir a los puentes.
Y me compren de sonrisas.

2002

Un beso en medio de la tormenta.

Cuando te beso, rebeldías olvidadas me surcan la frente.
Es tu boca remanso y vórtice, para mi espalda enardecida.

Cuanto mejor es quedarme aquí,
sólo a mirarte a los ojos,
pero, nos ha declarado la guerra.

Afuera cíclopes ciegos, arrojan noches de entrega,
despedazándonos el futuro.
Arrollan con su caballería en las plazas,
y decapitan ancianos en la cola de un banco.

Pero he tenido tus pechos esta mañana,
endulzándome los labios,
refrescándome los ojos;
y me han puesto de pie.

Y porque creo en tu piel,
en nuestros infinitos desayunos;
es que debo salir a pelear, por esta tierra arrasada.

Ellos, no tienen quien los ame.
Sólo conocen hembras, putarracas de escritorio.
No saben del perfume de una axila,
ni la mirada de un hijo que les sonría.

Son tus rodillas abiertas,
una invitación al paraíso,
un cenit de nuestros susurros,
una justificación de la vida.

2002

Una mosca sobre una montaña *

(Graciosa… muuuyyy graciosa…)

Desde aquí,
la niebla tiene aroma a sueños.
Las ovejas parecen amebas.
El tiempo un ruido falso.

Es aburrido pertenecer a la evidencia.
Una montaña, un árbol, los coyotes.
La simpleza de lo que nunca se acaba,
sólo transmuta hacia las grietas.
No existe forma alguna de esconderse,
de sujetarse, de obnubilarse.

Me veo desde todos los ángulos,
y me descubro imponente y solitario.

Batiré envergaduras en busca de mas nubes.
Ya he llegado hasta aquí,
no tengo retroceso.

2002

Uniforme caca.

Parece que las serpientes,
nadan detrás del olvido.
Se camuflan tras el monte,
atentas, dispuestas,
a clavarte venenos.

Serpientes serviles,
detrás de una paga,
buscando el blanco,
que el billete indique.

Y otra vez,
amparados en la amnesia,
se difunden grandes servidores,
protectores del pueblo,
opinadores de la moral,
salvadores de la patria.

Pero nosotros,
que aún nos sangran las llagas,
sabemos de las heroicas gestas,
que pueblan sus solapas.

Caseros,
Conquista del Desierto,
Guerra al Paraguay,
Semana Trágica,
Patagonia Fusilada,
Guerra Sucia,
Georgias entregadas,
La Tablada.

Y no creas que te hablo a vos,
solamente a vos,
que arrancaste bebes,
que violaste hábitos,
que vendiste identidades.

También a vos,
que regalaste de Mesianismo,
tantas veces,
las esperanza de este Pueblo,
con caños en cualquier lado,
un yuta leyendo el diario,
los colimbas de Monte Chingolo.

Y ahora, como si nada,
compartiendo empresas,
tribunas, debates, discursos,
hablando de los errores del pasado,
de actuales corrupciones.

Pasa,
que las ovejas tienen hambre,
del pasto que pusiste en otros puertos.
Y se nos han puesto rojos los ojos.

No muestren los uniformes,
que huelen a mierda.
No rescaten las banderas,
que saben a sangre.
No entonen los cantos,
que suenan a hienas.

Pues sabemos, debajo,
les flamean estrellas y barras,
causa de nuestro vómito.

No dejaremos,
que vuelvan a las andadas
para enterrar a nuestros hijos.

Lástima, ese empeño que tienen,
en burlar nuestra libertad y expresión,
robándonos y saqueándonos con decretos,
allanándonos con nuevos golpes.

Y te digo, amor, esto ahora,
que estoy partiendo hacia la Pirámide,
con los brazos cansados de lucha.
Cuida a mi hijo, salgo por él,
que quizá no vuelva esta noche.

2001

Vértigo de altura

Estoy subiendo una escalera,
una luna ajena me ilumina los pasos.

Pero, dicen, no mirar hacia el abismo,
el vértigo te devuelve realidades.

La trapecista vuela de sueños,
no sabe de cuando le han brotado alas,
simplemente, es la trapecista.
Y sucede que no soy payaso.

Los payasos tienen su momento de gloria.
Controlan sus lágrimas de pomo.
Irradian la sonrisa de los niños.
Recogen su zapato de las volteretas.
Figura su nombre en las marquesinas.

La platea se ríe y no soy payaso.

¿Este veneno?

Recuerdo de la colombina.
Cuando subido a su carromato,
me entrego su primer baile
y me rodeo de sus serpientes.

Y los vientos me trajeron orines de aserrín,
esperando sonidos de sierras,
pisé sin pensarlo,
tan sólo por saber volar tres bolas;
el esplendor de su pista.

Yo había jurado no elevar los ojos.
Juntando los pochoclos que arrojan los bebes.
Para llevarle unas caricias a mis elefantes.
Los elefantes tienen memoria,
pero ya tienen la piel dura del látigo.

Pero, aquí estoy sin que nadie me invite,
mirando el vuelo de los trapecios.

Los focos me encandilan y ella pliega sus alas.
Me dice, con el azúcar de su boca,
no subas, mis blancos no son de tu medida.
Pero ella no sabe, que sólo me sostienen sus vuelos.

Mi zapatilla rota se engarza de un alambre,
quedo colgado con mi mundo invertido,
es todo tan pequeño desde una nube,
alguien que no conozco se ha puesto de pie.

Pero estoy aquí, al borde del trampolín,
el mono ya puso el vaso de agua,
embocaré mi cabeza.
(A Woddy Woddpecker le salía bien, bromas del dibujante.

El dueño del circo indica que eso no figura en mi contrato,
mientras deshollina hornos de galaxias.
Como no figura la levedad de las preposiciones;
ni los rojos de los atardeceres.

Vértigo de altura.
Miré mis realidades.
Vacío de estómago.
Ceguera transitoria.
Hipertensión.
Depresión genética.
Moneda que no encuentro para el viaje.
Nadie que llame a la puerta,
ni revuelva mi carromato.

¿Te das cuenta porque,
sin que me invites,
estoy subido a tu escalera?

Probemos la magia de volar,
mitad de recorrido,
cierro los ojos recuerdo.

Ovación de platea, bleffq,
la mujer barbuda tiene mi hígado,
el forzudo mis dos tibias.

Que duras son las caídas de los ángeles.

2002

Vómito

Es igual a atragantarse de chimichurri.
Hamburguesa contaminada.
Muzzarella vencida.
Cerveza en la tráquea.

Tengo un adiós no digerido.
Un verano de lluvias aciagas.
Una Dalia que me quema los ojos.
El otoño que se apaga de grises.

Y no me alcanzan las oraciones.
Para mirar la belleza.
Entender la eternidad.
Conformar la adrenalina de mis venas.
Sujetar el esperma de mis sábanas.

Es así,
para no morir intoxicado.
Llevo mis dedos,
(¡ah, si fuera su lengua!),
al fondo de mi garganta,
y expulso este vómito.

2002

Xinguli zhi jin

Antes era mas previsible.

Pasar por el quiosco a comprar caramelos,
la tienda a comprar botones
y la farmacia una tira de Geniol.

Ahora no sé me han babelizado el barrio,
se cruzan la marquesinas,
algo de spanglish o portugringo.
Eso no sé.

Quiero ir al quiosco.
Ya no me recibe un cubículo
donde entraba el pobre cristo parado
sino un iluminado centro comercial
donde se despliegan todos los inventos
hilvanados sobre el jugo de nuestra querida
y muy americana caña de azúcar,
pero…
me detengo creo estar en el lugar equivocado,
porque el cartel dice Drugstore
y el señor que me atiende no tiene cara de farmaceutico,
me espanto de mi parkinson
y salgo a buscar la farmacia en busca de mi jarabe
y ahora me atiende el señor de chaqueta celeste cuello Mao
que no está preparando un magistral preparado
sino controlando las fotos
que caen den la bandeja de su Kodak Express.

Loco de mi Alzeimer corro a la panadería
y me venden una rifa
para el sorteo de una canasta
con verdura a las cinco de la tarde,
con el número en la mano…
pero no me van a ganar
corro al supermercado,
síii,
esa palabra la entiendo,
me calzo con un kilo de harina,
salgo por la caja,
le quiero comentar a la cajera
de los bonitos ojos rasgados que tiene
y me mira diciendome
”dó peso… no entiendo dice usté”.

Le pago
le pregunto que sabe de Mao
y me acuerdo de los pañuelos,
y me acuerdo de doña Silvana,
la tana de la tienda,
esa debe saber,
al menos al spantano
ya lo conozco desde que nací.

Parece que hace rato que no salgo a la vereda,
me atiende la nieta que ni sabe quien fué Mussolini
y no vende pañuelos, ni botones,
sino Lingere y Pret a Porter…

No soporto más,
la llamo desesperado a la licenciada Rosales,
si está si me tiende que entender…
“su conflicto se debe
a haber sido interrumpida su etapa transicional
en su último estadío de sublimación,
cuando cambió debió la exploración clitoriana
contra el pilar a la luz del farol
por la penetración vaginal en el zaguan
a causa de la represión en dominó”…

Antes era mas previsible,
pasar por el.. ¿quiosco?…
pero se compraba una cajita con media docena de…
lindos pañuelos.

Pero a Lucrecia,
no le gustaba,
¿por su represión en dominó?…
digo, no le gustaba que se los regalen…
eran para secarse las lágrimas…

Total es lo mismo,
yo sólo los quería para despedirme…
en un adios que no me importa…
de papel, casi de papel higienico…
carilina Xinguli Xhi Jin…
¿que?…
pero que bonita la Chinita…
y no sabe de empanadas…

2002

Índice

A través de la cortina

1

Abriría la puerta azul

2

Acepciones

5

Adiós sin galletitas

7

Aguas inquietas

8

Amor homeopático

10

Anestesia

11

Arenas del desierto

12

Bebés de corralito

14

Besos perversos

16

Bicicentauro

19

Biyuteri

21

Boleto picado

22

Bosque noche

23

Bosque oscuro

26

Caja de sorpresas

27

Camila

29

Cansado de arrebatar musgos

31

Cansancio

32

Gatúbela

33

Ceguera

35

Chocolate

37

Cielos y grúas

39

Cobardes

42

Código postal

44

Confesión

46

Conífera

48

Contingencia

50

Corbata

52

Crisis de abstinencia

55

De ojos

58

De vísceras

59

Dedos

65

Delirio

67

Desde la asfixia

69

Dicotomía

70

Difracciones

73

Dijo quien dijo

74

Doce en punto

75

¿Dónde se oculta la palabra cuando el valle es fértil?

78

Dubitativo

79

El ángel reza junto a la botella

81

El badajo invisible

82

El viento en mi ventana

83

Electrocución

85

Encefalocadioepidídimico

86

Enrejado

88

Entrá sin golpear

89

Escalerita de caracol

91

Escondido en la sombra

93

Expoliax

95

Formicando

96

Fuente de otoño

99

Gala Dalí observada por hombres de Magrite

100

Ghettos sudacas

103

Girando alrededor de una estrella invisible

105

Gracias por tu foto

107

He besado a un hombre

109

Herencia

110

Hijos

114

Hombre de Arena

117

Huele la caja

121

Incógnita

123

Intangible

125

La araña

127

La palabra

128

Lightfeet

130

Luego de piel mis palmas

138

Luna de enero

139

Lunáticos

142

Madreselvas

144

Maestluna

145

Maldito fósforo

146

Manos y bolsillos

149

Mansedumbre

152

Mariposa libre

154

Marta

155

Mejillas tras el cristal

157

Melancolía

158

Metástasis

159

Mi Frida de Constitución

161

Miéntanme

163

No quiero una mascota

165

No veo

167

Nudo marinero

169

Oda a la ausencia

171

Oda a la bombilla

174

Oda al hueso

175

Para una vida plena

177

Parestesia

178

Patio de ventanas

180

Pececitos de Santiago del Estero

181

Penitencia

184

Piedra eónica

186

Piel cansada

187

Piel dibujada

188

Porcelana circular

192

¿Porqué digo que te extraño?

193

Posibilidad de árbol

196

Praecoia

197

Pseudopoemas

198

Puente

200

Puntos anónimos

203

Pupa de marsupial

204

¿Qué queda cada vez que doblo la esquina y …?

205

Que ya te he escrito todos los poemas

206

Reclamo

208

Recurrente

211

Retoños

214

Retrato de enfrente

216

Rey león

217

Ritos de cinturas peligrosas

218

Oración

219

Saco de huesos

221

Saldo positivo

222

Si al menos estuviera preso

223

Sin estrategia

225

Sogas

227

Sol de invierno

228

Sol y nube

229

Sumario de cadáveres sobrios

231

Taxi libre

235

Te fuiste

236

Tobogán

238

Torres de Babel

240

Tres mujeres

242

Tus blancos sobre blanco

244

Un beso en medio de la tormenta

246

Una mosca sobre una montaña

247

Uniforme caca

248

Vértigo de altura

251

Vómito

254

Xinguli Zhi Jin

256

Índice

258

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