El cielo grita pariendo emociones, 

como mi alma desgarrándose así misma,

ambos queriendo entenderse en medio de nubes grises,

los gritos son sordos, los aullidos imaginarios,

la salida solo un espejismo,

una trampa para volver a empezar,

como laberinto sin salida,

con intrincadas trampas,

solo para diversión del espectador.

Mil formas, mil colores, mil sabores,

en un pozo lleno de ilusiones,

donde nada posee sentido,

más allá de un grito encarecido.

No sabe pedir ayuda, 

quizá no quiere recibirla,

anhela lo que más detesta,

latiendo en eterna oscuridad.

Addis Désirée.

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