Los duendes y las hadas existen, son seres mágicos que pretenden ocultarse en este mundo y no ser vistos, que viven escondidos a los ojos de los hombres, pero en ocasiones su magia desborda por todos lados, desborda en sus palabras, en su belleza, en su mirada, en sus acciones, en sus sonrisas; nunca te dirán lo que son, porque creo que ni ellos mismos lo recuerdan, pues vinieron a este mundo con la condición de ocultarse dentro de unos simples cuerpos de humanos; pero su ser mágico sigue floreciendo dentro de ellos aunque ellos ni lo sepan. 

Algunas personas podemos identificarlos, podemos ver la luz que desprenden, las maravillosas personas que son, la magia que hay dentro de sus corazones.

Yo los veo cada día, viviendo una vida normal, como si fueran insignificantes, pero  en su interior son inmensos.

Veo cada día a un duende verde, verde color esperanza, porque me ofrece siempre la esperanza de disfrutar de un día a su lado y la esperanza de amarlo cada día más, un verde que me transmite calma y tranquilidad en mi camino de vida.

Veo cada día un hada rosa, de un rosa delicado e inocente, inocente como su mirada, un rosa como la ternura de una flor, como la ternura de su sonrisa y su risa, un rosa sentimental como ella, porque ella es todo sentimientos.

Soy una persona afortunada porque tengo la oportunidad, cada día, de despertar y poder ver la mirada de un duende y la sonrisa de un hada y vivir un día lleno de magia al lado de ambos, porque la providencia me agració con esta bendición de convivir cada día con estos dos seres mágicos y maravillosos.

A mi hada y mi duende.

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